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A Nazareth Pinillos, los movimientos sociales la tienen muy presente. Su muerte ha sido un golpe enorme no solo a nivel regional, sino estatal.
No sabemos qué día nos dejó, pero siempre fue un apoyo muy importante en todas y cada una de las causas sociales por las que, en la pequeña ciudad de Logroño, luchó.
Los que la conocían recordarán ese olor tan característico que la envolvía, su sonrisa, su risa, su andar y esos pantalones anchos a media caña de los 90.
Aunque tenía 57 años, vivía la vida ‘como si no hubiera un mañana’; y pese a sus problemas, siempre tiraba ‘p'alante’.
Si hay que recordarla, se hará por esas citas de los lunes en el Ayuntamiento de Logroño donde acudía con la Marea Pensionista, sin importar el tiempo que hiciera y en la que nunca aplaudía con las manos; siempre con lenguaje de signos.
Para recordarla, baste mencionar cuando ella misma se refería a todas y cada una de las veces que había estado con Jorge y Pablo y la causa del 14N, así como aquellos momentos en que, junto a Madres contra la Represión, se iba con ellas de pinchos por La Laurel, dejándolas admiradas por su coraje y corazón.
También ayudó a perretes y gatetes para que pudieran tener un hogar, no solo en La Rioja, sino en todo el Estado, aportando un enorme granito de arena en esta causa.
Pero si hay que recordarla se podría bastar una imagen: elevando sus manos, echando su cabeza hacia atrás, mirando al cielo, y con un grito sordo contra las denuncias de manadas y violadores de mujeres que incesantemente amenazan el feminismo y la igualdad de derechos.
Tampoco puede caer en el olvido su obsesión porque las personas contaran en los medios sus propias historias, grabando en directo o sacando fotos en primera línea, en cada una de las acciones que pudiera haber, para subirlo a redes sociales incluso antes que los medios informaran.
No se olvidarán por último las fuerzas que puso por los derechos de la vivienda, estando metida en cada una de las acciones de PAH La Rioja y pobreza energética, gritando con su voz enronquecida ese “Sí se puede”.
Presente en sus inicios en aquella marcha que la PLAFHC —Plataforma de Afectados por Hepatitis C—, sus protestas llegaron hasta la cárcel de Logroño, en defensa de los derechos de los presos que sufrían esa enfermedad, y durante todo el trayecto se mantuvo firme y llena de energía.
Siempre estaba poniendo carteles, aún con tratamiento para la Hepatitis C y a la vez con quimio para ese tumor que sufría. Agotaba a sus compañeros por su incansibilidad y cabezonería, por seguir dándolo todo para ayudar a los demás.
Se la recordará por aquel carnaval en el que Marea Blanca participó oficialmente en el desfile, y estuvo ayudando en todo momento en la ejecución de los disfraces y pancartas en aquel local de la zona de Madre de Dios. O por la lucha contra el parking del CIBIR; quizá muchas personas ahora se planteen que, como enfermera, en qué línea de ésta maldita pandemia se hubiera metido para ayudar “hasta el infinito y más allá”.
Se la recordará y tendrá un espacio en la memoria en el Centro Cívico de Madre de Dios, porque luchó por sus calles y por el derecho a ser libres. Un día, a raíz de una conversación con un vecino, apareció como un remolino, con desparpajo, fuerza, coherencia y respeto, tal y como siempre fue.
Un día ese cáncer se convirtió en metástasis y se instaló en esa cabecita activista, poco a poco se fue desvinculando hasta que se cayó y no pudo seguir.
Mala praxis, dado que llevaba año y medio esperando una operación que al final nunca llegó y que ha sido un juego sucio de esta pandemia y su dejadez por atender a pacientes crónicos que no pudieron ocupar lugar por ingreso, ucis y operaciones, dado al coronavirus.
Se la recordará en todos y cada uno de esos momentos que escuchaba y empatizaba con la gente; se ponía seria y daba grandes consejos; se hará también saltando con el puño en alto y luchando contracorriente sin que le importasen las consecuencias como ser capaz de crear hasta nueve cuentas de Twitter, una tras otra, mientras la aplicación las iba bloqueando.
Se la recordará porque cada persona con la que ha estado e interactuado lleva un pedazo de ella dentro y mientras se ejerzan los derechos sociales y animales, Naza seguirá también desgañitándose en nuestro interior.
Creemos que, desde El Salto Rioja y hablando por todos y todas las personas y espacios en los que ha participado y hemos mencionado en ésta pequeña ciudad —que alguno nos dejaremos, fijo— te estarán eternamente agradecidos por haber dejado una huella tan grande en sus corazones.
Estamos en una situación extraña que nos impide conectar y creemos que sería un buen momento para que, en comentarios, pudiésemos recordar esas pequeñas anécdotas que la hacían tan grande.
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Naza era una personas de tan honda humanidad que en cada encuentro con ella, a pesar de sus muchos pesares, raro era que no te sacara una sonrisa.
Ahora que nos dejas peleando sol@s ante el Gran Algoritmo, nos inspiraremos en tu coraje, tu compañerismo y tu energía.
Que la tierra te sea leve amiga...
Siempre te recordaré delante de las manifestaciones dirigièngolas cantando y con tu sonrisota. Un bs amiga.
Siempre estará con nosotres, pero era compañera de la Plataforma Logroñesa de Pensiones, no de la inexistente Marea Pensionista
Yo siempre recordaré cuando incluso estando enferma, se quería venir conmigo a París con los Gilets Jaunes (Chalecos Amarillos), para reivindicar el octavo aniversario del 15M y dar apoyo a la lucha de los franceses. Su enfermedad finalmente no le permitió viajar.
Te hecharé de menos amiga Nazareth.
Que la tierra te sea leve.