Opinión
Entre armas y desfiles
Es complicado descifrar cuál es el objetivo final de un desfile militar, la normalización de las armas y la guerra nunca optarán al consenso y el mito de hombres y mujeres que nos protegen se desvanece cuando no desfilan profesoras y sanitarios. Posiblemente acabe siendo el enésimo secuestro de los símbolos nacionales por aquellos que necesitan de la bandera para tapar sus vergüenzas.

Este 26 de mayo la ciudad de Logroño se pone su mejor peineta para recibir el desfile militar del Día de las Fuerzas Armadas. Este desfile, cuyo objetivo o conmemoración no tengo yo muy clara, se lleva celebrando desde 1978 y se elige el sábado más cercano al 30 de mayo, porque ponerlo el primer fin de semana competiría con el día de las madres.
No soy yo muy de desfiles, actualmente no le veo mucho la gracia a ver pasar a gente disfrazada, bien sea de nazareno, de militar o de Bob Esponja. Pero respetando mucho los gustos de la gente, y más aún cuando pueden ir indicados a los niños y niñas, tengo que decir que no me cuadra mucho este día ni todo lo que él conlleva.
En estos tiempos que corren, donde a la mínima te tachan de antiespañol, te corren a boinazos y, como te descuides, te ves en la cárcel por llamar ladrón al Borbón, quiero dejar claro que español soy, nací en Logroño y no me queda otra, y que no tengo nada contra los trabajadores y trabajadoras que forman parte del ejército español. Pero sí me gustaría aclarar por qué este día no me gusta y por qué incluso me causa desazón y un poquito de miedo.
Lo primero que me gustaría saber es cuál es la utilidad de los desfiles militares, recordad que desfila gente con armas y que estas sirven para matar, cosa que no está de más recordar. Desfilan tanques, cabras y vuelan cazas con misiles de esos que se lanzan a un cuartel del ISIS, al hotel Palestina o a un hospital de médicos sin fronteras, según toque el objetivo del Tío Sam.
Desfilan igual aquí que en Washington, Moscú o Pionyang, la diferencia es que aquí lo hacen “para dar a conocer el trabajo diario de los militares” y en Rusia o Corea del Norte para adoctrinar, asustar al mundo o adorar al malvado líder no elegido democráticamente como hacemos en el Reino hereditario de España.
Si es verdad que el objetivo es dar a conocer el trabajo que realizan, aún lo entiendo menos, pues se supone que desfilar no es la función de un ejército. Si es como también dicen, para homenajear a estos trabajadores públicos, no entiendo por qué no hacemos el día de las inspectoras de hacienda, el de los bomberos, el de los profesores o el de las sanitarias, labores públicas que se merecen tanto o más un reconocimiento nacional. Aun así, seguiría sin ver que desfilen los médicos en bata y haciendo girar sus termómetros, así que algo me sigue sin cuadrar.
A lo mejor, es que sí es verdad que necesitan acercar el ejército a la gente, pero por qué, si un ejército y sus armas son de lo más normal del mundo, ¿por qué no es ya cercano en el día a día?
Igual esto parte de la historia de nuestras fuerzas armadas, esas que por desgracia y esto lo digo con mucho pesar, no han tenido una hoja de ruta todo lo democrática que debieran. Debemos recordar que el Ejército Español no se ha desarrollado para defenderse de un enemigo exterior, sino de un supuesto enemigo interno. La distribución de acuartelamientos y comandancias por todo el interior de la Península, mientras en el resto de países se distribuyen por puestos fronterizos y según amenazas externas, es uno de los mejores ejemplos.
Quizá, en vez de gastarse 750.000 €, como han anunciado que se gastarán para acercar y normalizar la imagen del ejército, sería mejor quitarse esa caspa que les rodea habitualmente y se modernizaran un poquito. Con esto de modernizarse no me refiero a cambiar la boina verde por una gorra de béisbol, que también, sino a que integren de una vez por todas a su bandera los diferentes avances sociales que el resto de nosotros y nosotras ya hemos integrado, pero que parece que para ellos les resbala.
No han pensado que en este 2018, con la que está cayendo y después de un 8 de Marzo donde, entre otras cosas, las mujeres dijeron basta a los estereotipos machistas y patriarcales, ustedes no pueden mandar una invitación para asistir a su desfile exigiendo a las mujeres "vestido corto" en la tribuna. ¿En qué mundo vive el mando militar? Supongo que en ese mundo que como explicaba Luis Gonzalo Segura en su Libro negro del Ejército español, “las mujeres viven en un auténtico infierno en las Fuerzas Armadas”. Quizá si prestaran atención a esto, el ejército se acercaría más a la gente sin necesidad de sacar los tanques a la calle.
¿Han pensado en eliminar la justicia militar como han hecho en el resto de Europa? ¿Han pensado en dejar de gastar los tres millones de euros anuales para mantener a los curas e iglesias castrenses o expedientar y quitar los honores a militares que piden “subvertir el orden social y legal para luchar contra la izquierda”?
Sacar a las fuerzas armadas del oscurantismo y que se plieguen a las mismas normas de transparencia a las que se someten el resto de ministerios sería otro de los pasos a dar, pero no, ustedes hacen lo contrario, mantienen el oscurantismo diario y los sacan a la calle a pasear un par de días, gastándose 450.000 € el 12 de Octubre y, repito, 750.000 este mayo. Aumentan el presupuesto militar en dos mil millones en 2017 y prevén doblarlo para 2024, alcanzando el 1,53% del PIB. No podemos ser el 5º país de la OTAN en gasto militar y el 15º en sanitario de la UE sin que esto resienta la percepción del ciudadano con respecto del ejército.
Por eso estos desfiles y el mensaje único de loas al ejército supone una huida hacia adelante en materia de igualdad, transparencia y normalidad democrática. Su idealización en actos como estos, donde no hay espacio a la crítica, a la reforma, ni mucho menos a la mejora, hacen que nunca se avance en este tema ni podamos decir que tenemos un ejército donde el género, la condición sexual, la raza o la ideología no son cuestionados.
Pero además, y aquí es donde el ejército se presta de forma espuria, suponen el enésimo ejemplo de secuestro de nuestra bandera, con el color que quieran, de nuestro país y de nuestras estructuras públicas para ponerlas al servicio del dirigente de turno y tapar sus vergüenzas. En la tribuna estará M. Rajoy, un presidente que tardó trece años y ocho meses en recibir a los familiares del YAK-42. Él será el primero en aparecer y usar al ejército como escudo ante su pésima gestión, ante su corrupción y sus masters falsos.
Es esta y no otra, la principal razón por la que no se escatima en gastos para faustos militares. En Logroño, se van a quitar badenes, vallas, isletas, semáforos, farolas y se ha identificado como sospechosos a todos los vecinos y vecinas del itinerario del desfile. Pero claro, estamos en Logroño, tenemos una alcaldesa que lleva 3 años de legislatura sin foto con edificio, sin proyecto que vender y en recesión política evidente. Por ello ha peleado por este desfile como si nos fuera a mejorar la vida, ya no habrá paro, no habrá necesidades, ni los 10.000 jóvenes que se han marchado en 10 años de Logroño existirán.
Sé que me dejo posiblemente lo más importante, la educación y la normalización de la guerra para los más pequeños, pero esto me da para lo que da y creo que ya ha sido bastante.
El ejército, nos guste o no, es una parte de la sociedad y con él habrá que construir el Estado en este siglo XXI. Pero para conseguirlo, el principal paso es democratizarlo, convertirlo en un elemento de defensa, no de ocupación, y dejar de sacarlo a desfilar, porque ahí pierde toda su normalización y nos recuerda que puede estar para defendernos o para ir “a por ellos, oe, oe!”.
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