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Teatro
La actriz riojana Rebeca Hernando vuelve al Teatro Bretón
Vuelve, después de varios años, con Todo el Tiempo del Mundo; una obra original de Pablo Messiez sobre la familia y el tiempo. La analogía está servida. Ficción y vida se entremezclan. La ocasión invita a charlar con esta actriz de amplia trayectoria en los escenarios madrileños.
Me hace mucha ilusión actuar en el Teatro Bretón y que pueda verme mi gente. Por otra parte, es muy especial juntar mis dos mundos: el laboral y el personal. En Logroño hago vida familiar y en Madrid se desarrolla mi carrera laboral. Juntar compañeros con familia después de una función es para mí extraño, por poco habitual, pero una alegría doble.
¿Qué aprendiste como actriz de tus comienzos en la Compañía de Teatro Pobre del I.E.S La Laboral que continúas llevando contigo?
En el CEI aprendí a llevar el trabajo con alegría. Eso es lo que he seguido buscando siempre. Haciendo teatro se aprende a disfrutar de la responsabilidad compartida y a convivir. Nunca se me va a olvidar porque también es una experiencia para la vida.
Convertirte en actriz profesional y trabajar con directores de teatro reputados como Eduardo Vasco, Helena Pimenta y Juan Carlos Pérez de la Fuente ¿Es como te imaginaste?
No me había imaginado nada en concreto, pero sí te puedo decir que la primera vez que sentí que era una actriz profesional fue cuando me pagaron. Sentí una alegría inmensa. (Risas) Fue entonces cuando sentí de verdad que era mi vida.
¿Y qué es hacerse mayor como actriz?
No tener prisa ni tensión en escena, no estar dispuesta a trabajar a cualquier precio y cultivar un interés genuino por el trabajo. Ponerse a la tarea sin miedo y sin esperanza, como dice Pablo Messiez.
Todo el tiempo del mundo se construye a partir de datos de la biografía de Pablo Messiez. La interpretación de los actores es orgánica y crea la ilusión de que estamos asistiendo a una improvisación ¿Qué le has prestado a tu personaje de todo el tiempo del mundo de tu propia biografía?
Le presto las vecinas de mi pueblo, mis tías, el carácter castellano de mi abuela Alicia y mi madre. Cuando hacemos de madres sale nuestra madre y lo mismo si haces de padre. Es el modelo que nos ha calado hasta el tuétano.
¿Cómo es el proceso de creación de tus personajes?
Yo no tengo un método sistemático. Por mi trayectoria lo que más me ha funcionado es procurarme una comprensión profunda del texto, trabajarlo desde lo que se dice: para qué y por qué se dice. Trato de no pensar en grandes sentimientos que alberguen las acciones que hago. De esta manera, el personaje se va construyendo a medida que se ensaya y al final cristaliza en un todo. Desde afuera a adentro. De lo particular a la general.
No sales en la tele y de momento no te ha invitado Ana Rosa Quintana a su mesa. ¿Cómo lo llevas?
Espero que nunca me invite. (Risas)
¿Por qué eliges el teatro?
No lo he pensado mucho. Elijo el teatro y el teatro me elige a mí. No he hecho nunca nada muy en serio por seguir otro camino. Estoy donde tengo que estar.
Todo el tiempo del mundo es una dramaturgia original también has hecho obras canónicas de teatro clásico español ¿Qué diferencia hay entre un tipo de trabajo y otro?
Depende sobre todo de cómo se trabaje el texto en sí. Como artista las dos experiencias son enriquecedoras, aunque resulta curioso que el público está tan acostumbrado a que el teatro muestre obras clásicas, que les parece raro una dramaturgia original.
¿Y qué les dirías?
Yo creo que cuando el público asiste a una buena obra de teatro contemporánea no sales hablando de lo bien que lo hacen los actores sino de lo que ocurre en la obra. Es decir, la experiencia resulta impactante. El discurso te llega. La experiencia del espectador de una obra de teatro clásica es más estética.
¿Y qué se encuentra el espectador cuando acude a ver Todo el tiempo del Mundo? ¿Se recomienda llevar pañuelo?
Que se prepare. (Risas) El público se emociona mucho porque todos hemos vivido situaciones familiares como las que se muestran en la obra.
Pide un deseo para tu futuro profesional.
Seguir sintiendo que estoy haciendo algo que merece la pena. Algo que hay que contar, que hay que decir, que hay que poner encima de un escenario y además hacerlo con amigos. También quitarle al teatro lo que tiene de profesión y de oficio, que lo tiene y es normal que lo tenga: de precariedad, de competencia, de búsqueda incesante de trabajo y de miedo a perderlo. Cuando trabajas con amigos estás a la tarea, a lo artístico y lo artístico es una cosa muy distinta a la profesión.
Pide un deseo para el futuro del teatro y de la cultura de este país.
Sería maravilloso que las actrices y los actores de teatro pudiéramos tener vacaciones y la tranquilidad de que nuestros hijos van a poder ir a la Universidad.