Alicante
Centro Social El Moralet: más de 10 años sin calefacción, sin mobiliario y con amianto en el único edificio público de la partida rural

El vecindario de El Moralet lleva más de diez años denunciando las condiciones en las que se encuentra su centro sociocultural, un lugar donde “no se puede hacer nada”. Sin calefacción en invierno, sin conexión a Internet para realizar actividades, sin mobiliario y con unas condiciones antihigiénicas, las personas jubiladas acuden allí para poder jugar a las cartas y relacionarse en el único lugar de encuentro de una partida rural dispersa.
Centro social Alicante
30 mar 2022 07:00

Hace frío. Un miembro de la Asociación de Vecinos Nuevo Moralet (AVNM) se acomoda la chaqueta. Fuera hace 9 grados y dentro también. Para acceder al edificio, cruza un patio lleno de maleza. Un lavamanos antiguo está tirado entre los matorrales desde hace años. Las paredes están negras de la humedad; la madera del mobiliario, hinchada a causa del agua. Hay libros tirados y unas sillas de plástico, pagadas por los jubilados, amontonadas en una esquina de un aula. Grietas en las paredes. “Se han visto hasta excrementos de ratas”, afirma María López, presidenta de la asociación.

El Centro Sociocomunitario de El Moralet es el único espacio municipal cubierto que hay en esta partida rural de más de 2.000 habitantes. Con más de 50 años de antigüedad, el inmueble, que fue una antigua escuela rural, se utiliza como colegio electoral, pero no solo eso. Jubilados y pensionistas acuden allí para realizar sus actividades, ya que es el único espacio público del que disponen. También la AVNM celebra allí sus asambleas “porque no tenemos más opción”. “Las reuniones, a las que acude menos gente las estamos haciendo en nuestras casas, porque para sentarnos, tenemos siempre que pedir a la Asociación de Jubilados que nos deje sillas, y no podemos estar todo el tiempo así”, explica José, un miembro de la asociación.

Los pensionistas se reúnen allí para jugar a las cartas, al dominó, y de vez en cuando hacen alguna comida. En estas condiciones, y con las chaquetas bien colocadas, realizan sus actividades. El mobiliario que usan lo han aportado ellos de su bolsillo. Para ir al baño, tienen que ir al bar situado al lado del centro, porque no están en buenas condiciones. “Si Sanidad ve esto, lo cierra todo”, afirman desde la asociación vecinal.

Diez años de quejas y ningún cambio

Hace más de una década que los vecinos de esta partida rural denuncian al Ayuntamiento de Alicante las condiciones en las que se encuentra el inmueble. “'Tomaremos nota', nos dicen siempre, pero al final nadie hace nada”, confirma un miembro de la asociación. Los vecinos afirman sentirse desamparados y cansados ante el tiempo que llevan luchando para que esta situación cambie.

Hace más de una década que los vecinos de esta partida rural denuncian al Ayuntamiento de Alicante las condiciones en las que se encuentra el inmueble. “'Tomaremos nota', nos dicen siempre, pero al final nadie hace nada”

En este recinto prefabricado se reúnen vecinos y roedores. No es extraño encontrar excrementos de estos animales en los suelos y en los armarios. Los matorrales que rodean el recinto, y que llevan años sin limpiar, posibilitan su presencia. “Al ver que los excrementos de rata eran constantes, hicimos peticiones y el gobierno municipal mandó a una empresa para ocuparse, pero aun así no parece apto para el uso público”, expone María López. Las labores de mantenimiento y de limpieza en el interior las hace la presidenta de jubilados, hecho que desde la asociación de vecinos no entienden “cuando el recinto pertenece al ayuntamiento”, apunta María.  

A estas condiciones se le añade la presencia de amianto en el tejado de las instalaciones, un material cancerígeno cuyo uso se prohibió en 2002. Los vecinos siguen a la espera de que el ayuntamiento se haga cargo de retirarlo, pero mientras tanto, las personas mayores y todos los que acuden al inmueble están expuestos a su toxicidad.

A estas condiciones se le añade la presencia de amianto en el tejado de las instalaciones, un material cancerígeno cuyo uso se prohibió en 2002. Los vecinos siguen a la espera de que el ayuntamiento se haga cargo de retirarlo

A lo largo de este tiempo, los vecinos han transmitido sus quejas al ayuntamiento. Sin embargo, no han obtenido los resultados esperados. “En 2019 hicimos un curso de esparto, en invierno, y hacía mucho frío. Había un niño muy pequeño y todos con abrigos. Cuando nos quejamos, la respuesta fue cancelar el curso”, denuncia María López. Otras actividades, como ajedrez, se han intentado realizar en el recinto. Sin embargo, sin mobiliario, sin acceso a internet y sin calefacción, no ha sido posible, y actualmente se hacen en un colegio público cercano. El patio exterior podría ser, según considera la presidenta, el lugar idóneo para hacer las reuniones con el covid-19, pero es inutilizable. “El centro Sociocultural no cumple las condiciones para hacer nada, es como no tenerlo porque no sirve para nada ni se puede hacer nada”, se queja.

Actualmente la situación ha empeorado. En octubre de 2021 hubo una fuga de una cisterna y los vecinos tuvieron que esperar una semana a que el consistorio enviara un fontanero al lugar. Durante este tiempo, el inmueble se inundó, estropeando los muebles que todavía estaban servibles, las instalaciones de los baños y dejando un olor a humedad persistente que impedía que se pudiera acudir.

Quince días después de la visita del fontanero, acudió a la partida un empleado del ayuntamiento y comunicó que había que tirar todos los elementos en mal estado, adecentar las paredes afectadas, y someter el edificio a una obra. Sin embargo, han pasado cinco meses y la situación persiste. Con el centro en este estado, los vecinos están a la espera de un comunicado que no llega, algo que no les sorprende. “El ayuntamiento no se ha puesto en contacto con nosotros. Periódicamente hacemos peticiones, pero no hemos tenido ninguna repuesta”, explica María.

Ante una partida rural tan diseminada como lo es El Moralet, la más grande de la ciudad de Alicante, los vecinos demandan un lugar donde poder reunirse y establecer vínculos

Ante una partida rural tan diseminada como lo es El Moralet, la más grande de la ciudad de Alicante, los vecinos demandan un lugar donde poder reunirse y establecer vínculos. “No tenemos ningún centro social ni nada que se le parezca, solo tenemos esto que era una escuela, con dos aulas para niños de infantil, que queda disponible para los vecinos, pero sin ninguna adecuación. Hasta los baños están adaptados para los niños”, explica Daniel Llorens, vecino de El Moralet y encargado de las partidas rurales en el grupo municipal UP. “Pedimos que el ayuntamiento nos facilite un lugar de reunión en condiciones donde poder realizar actividades”, puntualiza la presidenta. “Llevamos muchísimos años pidiéndolo y ya se ha llegado a un estado de desatención que es difícil organizar actividades allí”. Este medio ha intentado recabar la versión de la Concejalía de participación ciudadana y partidas rurales (PP) sin que haya sido posible hasta la fecha de publicación de este reportaje.

Un acuerdo de 1980, la salvaguarda del ayuntamiento

El centro sociocultural albergaba antiguamente a alumnos pequeños de la partida. Su patio y sus aulas estaban llenas de voces de niños. Cuando la escuela cerró, el edificio quedó inutilizado. Fue entonces cuando los vecinos de El Moralet, en 1980, pidieron al ayuntamiento de Alicante poder utilizar alguna aula del inmueble para tener un espacio donde realizar actividades. De esta manera, la Asociación de Vecinos Amigos de San Antonio del Moralet y el primer alcalde alicantino después del franquismo, José Luis Lassaletta, llegaron a un acuerdo.

En este pacto, de carácter provisional, el ayuntamiento cedía un aula a la asociación con la condición de que esta tenía que hacer las obras de acondicionamiento necesarias para su uso “sin exigir a cambio indemnización alguna”, como se expone en el documento. El portavoz de la asociación, por su parte, se comprometía a “conservar, mantener y, en su caso, mejorar el local que se entrega, a efectos de devolverlo en su día en las mismas condiciones”.

Es a este acuerdo a lo que ha remitido el ayuntamiento presidido por Barcala, perteneciente al PP, cuando Unidas Podemos ha notificado nuevamente las condiciones en las que se encuentra el centro con el fin de que se tomaran medidas. Sin embargo, desde la asociación afirman que este acuerdo nunca había sido nombrado durante más de una década que llevan intentando que el ayuntamiento se haga cargo. Además, denuncian que a ellos no se les ha sido remitido. “Oficialmente yo no sé nada porque el ayuntamiento no nos lo ha mandado, pero después de leerlo, no sé cómo nos afecta ni qué validez puede tener”, ironiza María López.

Hay tres problemas respecto a este documento y que los vecinos reiteran. El primero, es que la asociación referida actualmente no existe y no está en el listado municipal de asociaciones. De hecho, todos sus miembros han fallecido. El segundo es que el documento se refiere a un aula del colegio, no al edificio entero, y además desde 2008 el inmueble no es un colegio. Así, el mantenimiento y conservación implica exclusivamente a esa aula concedida. En tercer lugar, se trata de un edificio que pertenece al ayuntamiento, por lo que la conservación debería estar a cargo del gobierno municipal. “El ayuntamiento con ese informe se inhibe de cualquier clase de responsabilidad, son ellos los que tienen que mantener la infraestructura. Es un absoluto despropósito”, afirma Xavier López, portavoz del grupo municipal UP. “Pensábamos que era de broma”, señala Daniel Llorens.

Las partidas simbólicas, ¿el fin del problema?

El 24 de febrero se realizó un pleno en el que López demandaba al ayuntamiento que se responsabilizara del centro. La respuesta de Manuel Jiménez, concejal de partidas rurales, fue recordar la enmienda pactada en los presupuestos destinada a la reparación de dependencia de las partidas rurales. Se trata de una partida simbólica de un euro con el fin de que, con los remanentes, es decir, el ahorro municipal acumulado por el ayuntamiento a lo largo de los años, se consiga una cantidad de dinero mayor para “atender no solo el problema de El Moralet, sino también de otras partidas”, explicaba en el pleno el concejal. Reiteró que eran “conscientes de la situación de la escuela del Moralet” y que “intentaron solucionarlo, pero una vez estudiado con los técnicos, informaron que el coste sería superior a la cantidad asistente a la partida económica”. Por este motivo, según defiende, crearon una partida específica para las pedanías de Alicante.

Desde Unides Podem critican que esta partida sea genérica y el dinero no vaya exclusivamente destinado al centro. Asimismo, se muestran escépticos. “A día de hoy no tenemos presupuestos municipales y para hacer una modificación de crédito tendríamos que tener ya aprobados los presupuestos. A partir de ahí, se necesita que se liquide el presupuesto del año pasado, que se apruebe esa modificación de crédito para incorporar el dinero suficiente, y que se redacte un proyecto”, describe Xavier López. “Vamos, que entendemos que esto no se va a llevar a cabo de ninguna de las maneras, que ha sido una forma de ganar tiempo y que no hay un compromiso real”, concluye el portavoz. Afirma, además, que “lo ideal sería que hubiese una partida suficiente para construir un nuevo centro social comunitario y cultural de verdad que pudiera incorporar más servicios, como una biblioteca”.

Ahora, y desde hace años, los pensionistas y los vecinos no tienen un lugar en condiciones para reunirse, establecer lazos y crear comunidad, una necesidad evidente en una partida rural caracterizada por su diseminación

Daniel Llorens comparte esta idea. “Pensar que haya remanentes disponibles es difícil, y si los hubiera, otras partidas querrían nutrirse. Es como reírse de nosotros”. No obstante, Jiménez afirma que se realizará: “Que quede muy claro que lo haremos porque es voluntad de este equipo de gobierno”. Desde la asociación de vecinos hay pensamientos dispares, pero la presidenta, María López, expresa su optimismo. Sin embargo, no deja de poner en relevancia el estado del centro social, que “ha ido empeorando durante todo este tiempo” y que, por este motivo, “se va a necesitar más dinero que al principio”. Por el momento, habrá que esperar a la aprobación de los presupuestos.

Lo claro es que el paso de los años en el Centro Socio Cultural no ha sido impune. Las tormentas de los últimos años, que han perjudicado las instalaciones, la crisis del covid-19 que no permitió que los vecinos acudieran, la falta de mantenimiento durante tanto tiempo, tanto en sus exteriores como en el interior, la vejez de los baños y de la infraestructura y el hecho de que sea una casa prefabricada han sido cuestiones que han provocado esta situación; cuestiones que no se han tratado a tiempo. Ahora, y desde hace años, los pensionistas y los vecinos no tienen un lugar en condiciones para reunirse, establecer lazos y crear comunidad, una necesidad evidente en una partida rural caracterizada por su diseminación. Sin alumbrado público, sin carreteras asfaltadas, sin agua potable que llegue a las casas, la realidad del centro social es la punta del iceberg de una pedanía sometida a una espera constante que se siente abandonada por su ciudad.

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