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Especulación urbanística
El inminente cierre de una de las últimas “ventanas al mar” de la Costa Blanca
Si una coge el coche y recorre con él la costa alicantina, comprendida desde Denia a Pilar de la Horadada, sabrá que ver el mar durante el trayecto, pese a tenerlo a escasos metros, no es tan usual. A través de los edificios y las urbanizaciones se intuyen (a veces más y a veces menos) pequeñas mirillas azules. El mar, casi siempre, se encuentra acechante, pero oculto.
El caso de Cala Mosca, una zona de alto valor ecológico y el último kilómetro de costa virgen de Orihuela. Un lugar con más de diez años de lucha a sus espaldas, pero cuya urbanización es ya inminente
Pese a este fenómeno, fruto del boom urbanístico que se produjo entre los años 60 y los primeros dos miles, en la Costa Blanca todavía quedan algunas “ventanas al mar”, lugares que aún permiten descansar la mirada de tanto hormigón. Es el caso de Cala Mosca, una zona de alto valor ecológico, a la vez que el último kilómetro de costa virgen de Orihuela. Un lugar con más de diez años de lucha a sus espaldas, pero cuya urbanización es ya inminente.
Para entender la problemática de Cala Mosca primero hay que comprender la excepcional singularidad de su ubicación, Orihuela Costa. Ksenia Yashchuk, productora artística y residente del lugar, lo describe así en un proyecto audiovisual publicado en su cuenta de Instagram : “Este es un lugar especial, un poco raro. No es una ciudad ni un pueblo. Casi tampoco una pedanía, pero es el lugar en el que me crie. Mi casa es una más en medio de un mar de réplicas. […] Aquí puedes andar durante minutos, incluso horas, y ver lo mismo. […] Cada vez vuelvo menos y cada vez me apetece menos volver. Y siempre me he preguntado a qué se debía mi sentimiento de rechazo a este lugar. Ahora me he dado cuenta de que es porque en el parking en el que aprendí a montar en bici hay ahora una urbanización nueva. Casas de diseño moderno barato que sólo van a ser habitadas por recuerdos robados”.
Este núcleo urbano, que se encuentra a 35 km de Orihuela ciudad, no ha hecho más que crecer y se ha desarrollado principalmente como destino turístico y residencial. Según el INE (Instituto Nacional de Estadística), 25.389 personas viven en esta área costera, el 43% de la población total de Orihuela. Sin embargo, sus habitantes (la mayoría son extranjeros naturales de países europeos) sienten un “abandono” por parte del ayuntamiento.
Carlos Bernabé explica que “cuando hablas con docentes, notan un perfil de alumnado disruptivo, porque crecen sin arraigo comunitario de ningún tipo, sin espacios de socialización, donde no hay servicios públicos, no hay plazas públicas”
Carlos Bernabé, psicólogo y ex líder del partido político Cambiemos Orihuela explica que “cuando hablas por ejemplo con docentes de Orihuela Costa, ellos notan un perfil de alumnado disruptivo, que se explica porque desde niños crecen sin arraigo comunitario de ningún tipo, sin espacios de socialización, donde no hay servicios públicos, no hay plazas públicas para poder relacionarse. Entonces claro, imagínate que a este contexto le añades que una de las pocas zonas que te quedan en el litoral en las que puedes pasear sin estar totalmente rodeado de cemento, donde vas a una cala que no está pegada a casas y demás, que eso te lo cargas”.
Este último kilómetro de costa virgen, cuenta Ángel Barceló, portavoz de la asociación “Salvemos Cala Mosca”, jugó un papel importante en su depresión, ya que es una zona tranquila, con poca afluencia de gente. Eso, añade, ofrece mucha intimidad. “Yo me iba allí, desconectaba y me ayudaba mucho. Porque te sientas en las rocas y puedes estar leyendo, puedes estar escribiendo, o puedes simplemente estar llorando, que no pasa nada. Pero claro, ¿cómo vas a llorar en un paseo marítimo, verdad? Que vayan a construir una urbanización lo cambia todo”.
Más de una década de tiras y aflojas
Pero este contexto no es el principal motivo por el cual Cala Mosca ha sido un campo de batalla durante más de una década. El eje de la disputa ha sido el valor ecológico del lugar, ya que su singular ecosistema ha generado las condiciones idóneas para que vivan allí dos especies vulnerables (la tudorella mauretánica, un caracol que solo se halla en Santa Pola y en Cala Mosca, y la jarilla cabeza de gato, una planta de flores amarillas que está en peligro de extinción).
La solución que puso Gomendio, el grupo inmobiliario (que no concede entrevistas) a la problemática de las especies amenazadas fue trasladarlas a una “microrreserva” instaurada en la zona. Desde “Salvemos Cala Mosca” han mostrado preocupación, ya que, aseguran, “nada garantiza que sobrevivan” a la traslocación.
Miradas al pasado
Carlos Bernabé (ex líder de Cambiemos Orihuela, uno de los partidos defensores de conservar virgen el lugar), José Francisco Aix (portavoz de Ciudadanos en Orihuela y antiguo vicealcalde de la ciudad) y Rosa Pardo (Directora general de Política Territorial y Paisaje de la Generalitat en la anterior legislatura por parte de Compromís) tratan de explicar por qué se ha producido este “final” y no otro. Los tres han sido algunas de las personalidades políticas más implicadas en el asunto.
José Francisco Aix, vicealcalde en el momento de la aprobación del proyecto, asegura que la situación era más complicada de lo que a priori podría parecer: “El freno en este proyecto podría haber llevado al Ayuntamiento de Orihuela y también a aquellos que lo frenáramos de manera caprichosa a tener que asumir responsabilidades patrimoniales altísimas. Podíamos acabar en un juzgado. Vivimos en un Estado de derecho y en el caso de Cala Mosca hablamos de un plan parcial aprobado en los noventa ni más ni menos. Al final un concejal debe salvaguardar los intereses del ayuntamiento muy por encima de cuál sea su criterio personal”.
Bernabé denuncia las “prisas” que se dieron en el asunto: “Tú ves el expediente de Cala Mosca y cosas que en condiciones normales tardan tres meses en resolverse, con ese expediente se resolvían en una semana”
Bernabé denuncia las “prisas” que se dieron en el asunto: “Tú ves el expediente de Cala Mosca y cosas que en condiciones normales tardan tres meses en resolverse, con ese expediente se resolvían en una semana. Cosas que para hacerlas no las haces hasta que no te da lo que pide el secretario, aquí se hacían sin lo que requería el secretario. Cosas que requieren darle muchas vueltas y que puedes aplicar un criterio negativo, el criterio siempre era que sí. O sea, siempre era el del promotor”.
“Había un mandato claro de aprobar sí o sí el proyecto de urbanización antes del 5 de mayo de 2023. Yo dije, por tanto, que al ayuntamiento le tocaba correr”, cuenta Aix (Cs). “Nosotros forzamos como 20 o 30 debates sobre Cala Mosca e íbamos notando un cambio en el campo político. Al principio el discurso de PP y Ciudadanos era ‘Esto crea empleo. Usted es un venezolano. Quieres que volvamos a las cavernas’ y de pronto eso fue girando a ‘a mí tampoco me gustaría que se construyera, pero no queda más remedio, pero no hay alternativa, pero los informes técnicos, pero la responsabilidad patrimonial...’ Creo que si el poder político de la Generalitat Valenciana y el poder político de Orihuela hubieran decidido en algún momento de verdad confrontar los intereses del promotor, la historia podría haber sido otra”, Bernabé.
Por su parte, Rosa Pardo, la entonces Directora general de Política Territorial y Paisaje de la Generalitat, explica que el Plan de Acción Territorial de la Infraestructura Verde del Litoral (Pativel) de 2018, no contemplaba la protección de Cala Mosca puesto que el territorio entraba dentro de la categoría de “suelo transitorio”. En el plan quedaba recogido que, dentro de esta definición, si ya habían empezado las obras, no se podía hacer nada. Para la protección efectiva de Cala Mosca el territorio debería haber entrado dentro de la categoría de “rústico”. Una vez más, el Plan de Ordenación Urbana de los noventa entorpecía cualquier acción. “El coste económico de haber parado Cala Mosca hubiese sido inasumible prácticamente”, asegura.
“Para que haya una negociación tienes que tener alguna moneda de cambio. En este caso a Gomendio había que decirle: “Vale, no vas a construir, pero te doy lo que vale aquello. Se podría haber dado la solución en la que el gobierno central, el gobierno autonómico y Orihuela hubiésemos decidido compensar a los propietarios del suelo con la cantidad que correspondiese, pero eso no existía”, afirma el ex vicealcalde.
Miradas al futuro
Desde “Salvemos Cala Mosca” declaran que “hasta que no suene la campana, no se ha acabado el combate” y que van a seguir luchando por este último kilómetro. En las siguientes semanas se dirigirán a la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y al Defensor del Pueblo de la Comunidad Valenciana. Denuncian, además, que esta urbanización podría traer un colapso en los servicios públicos de Orihuela, pues “hay escasez de agua, y no va a llegar para tantas casas. La depuradora se ha quedado pequeña, obsoleta, y el tráfico en verano es insostenible”.
El Consell ha anunciado un anteproyecto de ley que pretende borrar al Pativel mermando la protección del territorio valenciano. De aprobarse, permitiría, entre otras cosas, la construcción de hoteles a tan solo 200 metros de la línea del mar
Pero, pase lo que pase, este debate no acaba con Cala Mosca. Hace unas semanas el Consell, ahora formado por el Partido Popular y Vox, ha anunciado un anteproyecto de ley que pretende borrar al Pativel mermando la protección del territorio valenciano. De aprobarse, permitiría, entre otras cosas, la construcción de hoteles a tan solo 200 metros de la línea del mar.
Rosa Pardo, que vio nacer el Pativel (creado para tratar de proteger y de ponerle algún tipo de coto a la urbanización desenfrenada del litoral) cataloga este anteproyecto de “irresponsable” e “indecente”: “Cuando alguien ve algo así, pues piensa, ‘lo van a destruir todo’”.
Sobre este modelo de desarrollo, Bernabé lanza varias preguntas: “Yo en los plenos siempre preguntaba: ‘vale, ¿cuál es vuestro límite?’ Porque, me refiero, tu planteamiento es que solo puedes crear riqueza construyendo hoteles en la playa y construyendo casas. Y claro, yo siempre decía, ‘¿cuándo vais a parar?’ O sea, era como, ‘cuando no quede más suelo en Orihuela ¿vamos a invadir Pilar de la Horadada?’ Porque esa lógica incluso un niño pequeño la entiende. A un niño le dices: ‘tú para sobrevivir tienes que construir parcelas’. Y el niño te dice en algún momento ‘vale, pero cuando las parcelas se me acaben, ¿qué hago?’”. Aix, acotando a Orihuela, también piensa que “hay que ir levantando el pie”.
La Costa Blanca es el territorio líder en segundas residencias de España. Cinco de sus municipios se encuentran en el “top 10” del país (Torrevieja ocupa el primer lugar, Alicante el quinto, le sigue Orihuela en séptimo lugar, Benidorm en el puesto número 9 y cierra Santa Pola con el décimo lugar).
A su vez, y pese al boom urbanístico y de turismo de estas décadas, el estudio AROPE (At Risk Of Poverty or Social Exclusion) de la Unión Europea de 2022 apunta que cinco de las comarcas valencianas con mayor riesgo de pobreza están en Alicante, convirtiendo a la provincia en la líder en riesgo de pobreza de toda la comunidad. La Encuesta de Condiciones de Vida publicada por el Instituto Valenciano de Estadística (IVE) de 2023 coincide con estos datos.
A nivel nacional, según datos del INE (Instituto Nacional de Estadística) de 2021, comarcas como la Vega Baja se encuentran, en cuanto a renta per cápita, por debajo de la media estatal: un territorio que adolece de una falta de diversificación industrial y donde la mayoría de los trabajos que se crean son precarios. Hay muchas formas de mirar a través de una de las últimas ventanas al mar de la provincia de Alicante. Si, como sociedad, nos decidimos a asomarnos, ¿qué es lo que podemos ver? ¿Qué es lo que podemos imaginar?