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Medio ambiente
“La principal enfermedad del río Segura es que la Administración ignore a la Vega Baja"
Tomás Vicente Martínez Campillo (1957) es profesor de instituto, activista y escritor natural de San Miguel de Salinas (Alicante). Acaba de publicar su tercera novela, Segura, un documento de referencia para conocer de primera mano la historia de la lucha por la regeneración del río.
Las movilizaciones en defensa del río Segura a finales de los años noventa configuran el marco histórico en el que se desarrolla la obra de Tomás Vicente Martínez Campillo: Segura (Malbec ediciones, 2017). Participante activo en esas movilizaciones, el autor analiza el estado de salud del río Segura y su cuenca hidrográfica, la más castigada del país por la sequía.
¿Cuál es tu relación con el río Segura?
El río es la columna vertebral de la comarca en la que vivo. Los primeros regadíos en mi pueblo, más allá de pozos y cenias de poco caudal, fueron con aguas del Segura en el primer tercio del siglo XX a través del Canal de Riegos de Levante. En la década de los 70 del siglo pasado fue el agua del Taibilla, afluente del Segura, la que salió por primera vez por nuestro grifos. Durante mis años de bachillerato en Orihuela, cada día cruzaba dos veces sobre el río, y pronto comprendí que ese agua era la vida para esta tierra y para sus seres, una vida que poco a poco estaba siendo contaminada, por eso participé en la primeras movilizaciones en defensa del Segura a principio de los 80 que llevó a cabo la Coordinadora Pro Río Segura; y posteriormente, a finales de los 90 y principios de 2000 en la Plataforma Cívica Segura Limpio. Más allá de las consideraciones materiales, mantengo una relación emocional con el río, con un ser de vida que nos la facilita a los demás seres.
El 15M fue una experiencia democrática muy transversal y horizontal que me recordó lo vivido en la Vega Baja durante las movilizaciones que hicieron posible la mejora de la calidad del agua del río
Háblanos de tu libro Segura, ¿por qué ahora y cuál es su objetivo?
El 15M fue una experiencia democrática muy transversal y horizontal. Ese movimiento me recordó que algo parecido, en cuanto a transversalidad y horizontalidad, ya lo había vivido yo en esta comarca de la Vega Baja durante las movilizaciones más importantes de la historia en esta tierra en la década de los 90 del siglo pasado, y fue creciendo en mí la necesidad de contar lo que ocurrió, de rescatar la memoria el esfuerzo de tanta gente que hizo posible la mejora de la calidad del agua del río.
Segura es una novela de intriga en la que traiciones, venganzas, muertes sospechosas, historias de amor llevan a los personajes reales y de ficción a interactuar en la época y escenarios reales de aquellos años. Y a través de las tramas y subtramas, se acerca al lector al recuerdo y al conocimiento de los problemas que sufría el río, a quiénes eran sus responsables, a qué intereses sirve el poder político y judicial, a cómo se organizó y movilizó toda una comarca.
Segura también es un homenaje personal a una de las personas que más ha trabajado en su defensa y en la de la huerta en los últimos cincuenta años: José Manuel López Grima, a quien está dedicada la novela.
¿En qué estado de salud se encuentra el río Segura?
Lamentablemente, Segura, la novela, vuelve a estar de actualidad en estos momentos, porque algunos de los problemas que el río sufrió en época pasada vuelven a amenazarlo. La principal enfermedad del río Segura es que la Administración ignore a la Vega Baja; una administración que antes fue condescendiente con la contaminación de la industria conservera y peletera, después con el agronegocio, más tarde con la burbuja inmobiliaria y su reclamo incesante de agua, y siempre con la ampliación de nuevos regadíos a pesar de la limitación de recursos. Existen dos ríos Segura: uno desde su nacimiento hasta la presa de Ojós; el otro desde Ojós a la desembocadura. El primero, un río vivo; el segundo, siempre amenazado. Hoy sus aguas bajan escasas, salinizadas y a veces transportando cargas de contaminación inadmisibles.
Existen dos ríos: uno desde su nacimiento hasta la presa de Ojós; el otro desde Ojós a la desembocadura. El primero, un río vivo; el segundo, siempre amenazado
Urbanizaciones, campos de golf… ¿Crees que el problema sea el consumo excesivo de agua?
Existe un problema de gestión de un recurso limitado como es el agua. Y ni siquiera la amenaza del cambio climático parece hacer mella en quienes tienen la obligación de velar por el agua de todos, priorizando usos, siendo contundentes con los responsables de la contaminación y velando porque el agua vaya a parar a los regadíos legales. En lugar de eso son tibios, cuando no cómplices necesarios de la degradación del río, de las dificultades del regadío tradicional, en beneficio del agronegocio en manos de grandes empresas cuyo único objetivo es la máxima rentabilidad a costa de lo que sea. Obviamente, el desenfreno inmobiliario en toda su magnitud es un gran consumidor de recursos hídricos, pero el mayor consumo (alrededor de un 70%) corresponde a la agricultura. Y las hectáreas regables siguen en aumento día a día a pesar de la escasez de agua.
Los embalses de la cuenca del Segura sólo tienen un 14% de agua. Las reservas hidráulicas del país se encuentra al 38,9% de su capacidad. España se encamina hacia una sequía extrema. ¿Podrían extenderse los problemas del Segura a otras cuencas hidrográficas?
Los recursos están descendiendo en la mayoría de cuencas. El cambio climático está propiciando una disminución de las lluvias, al tiempo que un incremento de la temperatura (con incremento aparejado de evapotranspiración) está llevando a los agricultores a poner en regadío plantaciones que antes siempre habían sido de secano.
La propia cabecera del Tajo, la que debía alimentar el trasvase hacia el Segura, ha perdido en los últimos 30 años unos 500 hm3 debido a la disminución de precipitaciones. Agricultores de la cuenca del Ebro se han visto obligados a no plantar en la presente temporada agrícola por falta de caudales. Y mientras, en nuestra zona, miles de piscinas llenas de agua, merced al espectacular despilfarro de la burbuja inmobiliaria. El agua se presenta como uno de los más importantes problemas a los que debemos hacer frente en todas partes.
Mientras las reservas hidráulicas descienden, miles de piscinas se llenan de agua, merced del espectacular despilfarro de la burbuja inmobiliaria¿Cómo ha sido la evolución del activismo en relación al río Segura? ¿Sigue presente?
Todo movimiento ciudadano tiene en su desarrollo un punto álgido, a partir del cual se inicia un declive que lo lleva a desaparecer o al menos a hibernar. El primer deterioro del Segura comenzó a mediados de los años 60 del pasado siglo debido a los vertidos de la industria conservera, de los residuos de pueblos y ciudades y del aumento de fertilizantes químicos en la agricultura.
A principios de la década de los 80 tuvieron lugar las primeras movilizaciones que sacaron a la luz los problemas del río y los responsables de los mismos. Pero la muerte del Segura sobrevino a mediados de la década de los 90, fue por entonces cuando se llevan a cabo nuevas acciones que desembocarán en pocos años en las grandes movilizaciones que tomaron Madrid y Murcia (con 45.000 personas en mayo de 2001 en esta ciudad), de la mano de la Plataforma comarcal Segura Limpio y de la Comisión Pro Río de Orihuela.
Desde Castilla-La Mancha, la plataforma Río Tajo Vivo ha denunciado públicamente que el trasvase Tajo-Segura ha comenzado a funcionar de nuevo ilegalmente, ya que, según afirman, sus embalses están por debajo del umbral mínimo. ¿En qué estado se encuentra el Trasvase Tajo-Segura?
El Trasvase Tajo-Segura es la crónica de una muerte anunciada. Por más que los gobernantes y buena parte de la ciudadanía no le presten la debida atención al cambio climático, este ha venido para quedarse. Ya llevamos años presenciando sus consecuencias, y no ha hecho más que empezar). En las cabeceras de los ríos más importantes cada vez llueve menos. Es el caso del Tajo, donde en las tres últimas décadas se han reducido las precipitaciones en una cuarta parte.
La disminución de lluvias hace que los cultivos de secano produzcan menos y los agricultores de la cuenca de los grandes ríos ponen riego (que también tienen derecho a ello). El problema es que no pueden crecer los regadíos sin límite (como ocurre en la cuenca del Segura) porque cada vez hay menos agua y eso nos lleva a "sequías construidas", independientemente de las "sequías atmosféricas". Por ello es necesaria una planificación del uso de los recursos hídricos disponibles, es decir, las autoridades deben gestionar adecuadamente la demanda. Hace falta un gran debate entre todos los usuarios del agua, que somos todos los ciudadanos, para encontrar la mejor forma de abordar este grave problema. Decir que en otras cuencas sobra agua es una falacia, cuando no un acto de mala fe motivado por tácticas políticas y/o intereses del agronegocio.
El pasado año hidrológico llovió más que en años anteriores, sin embargo hay menos agua embalsada disponible. No hay una mínima infraestructura para derivar agua a los embalses de La Pedrera y Crevillente
La comunidad de Riegos de Levante critica al Gobierno por la “desgana” y la “falta de iniciativas” para resolver la carencia de agua en el peor año de sequía. Existe indignación en el colectivo por la ley Tajo-Segura, que obliga a pagar pese a no recibir agua. ¿Crees que, como ellos mismos afirman, “están intentando dar la puntilla a los agricultores”?
Los problemas de la sequía se resuelven cuando hay agua, no cuando falta. El pasado año hidrológico, en la cuenca del Segura llovió más que en años anteriores y, sin embargo, hay menos agua embalsada disponible. ¿Cómo puede ser eso? Tal vez más de 200 hm3 han bajado por el cauce del Segura hasta el mar y no se ha aprovechado ni uno solo de ellos, pues no hay una mínima infraestructura para derivar agua a los embalses de La Pedrera y Crevillente. ¿Por qué? Los episodios de lluvia en esta tierra suelen ser fenómenos de gota fría, lluvias torrenciales, mucha agua en poco tiempo... Al igual que nuestros antepasados almacenaban en aljibes, deberíamos aprovechar esos caudales que recoge el río para almacenar una parte de ella, que luego la necesitamos cuando llega la sequía. No se trata pues de que el gobierno quiera acabar con un colectivo de regantes, se trata de que el gobierno no aborda el problema que nos afecta a todos los usuarios del agua.
Ahora llega otra amenaza con fuerza, el fracking. ¿Hay una política del gobierno de protección del río o siguen explotando sin pensar en su estado de salud?
Este gobierno no es más que el capataz encargado de llevar a cabo las órdenes de sus jefes, que no son otros que el poder económico que representan las grandes empresas, esas que tienen muy engrasadas las puertas giratorias para premiar a los capataces que realizan bien los encargos que les encomiendan. Por tanto, no existe tal política de protección del Segura y de los derechos de sus usuarios más allá de poses carentes de un fondo cierto. De ahí que a pesar de la fuerte oposición social al fracking, debido a los riesgos para la salud y el medio ambiente, no tomen medidas para su prohibición. Sin ir más lejos, la reserva estratégica de agua en la cuenca del Segura del Sinclinal de Calasparra podría verse seriamente afectada por tóxicos empleados en esta agresiva técnica de extracción de hidrocarburos.
La Plataforma Segura Transparente engloba por primera vez a personas preocupadas por la problemática del río para contestar la inoperancia administrativa y aportar soluciones para una nueva cultura del agua
¿Cuales serían las medidas necesarias para mejorar la salud del Río Segura?
Una Confederación Hidrográfica responsable y que vele por el ciclo integral del agua y por sus usuarios sin favoritismos. Acabar con la expansión de regadíos ilegales. Determinar el territorio regable que nos podemos permitir con los recursos superficiales, subterráneos y desalados de que disponemos. Tolerancia cero con vertidos contaminantes. Caudal ecológico permanente e infraestructuras que nos permitan aprovechar las aguas de lluvias en los episodios torrenciales que se producen. Depuración terciaria de aguas residuales, y que el agua tomada al río vuelva al río en las mismas condiciones en que fue extraída. También es importante la atención preferente al regadío tradicional que es el que mejor sabe utilizar el agua del Segura.
¿Quién o quiénes pueden salvar el río Segura?
Solo el pueblo salva al pueblo. Puede parecer un frase hecha, pero en cualquier conflicto se demuestra que solo la movilización organizada y sostenida de la gente puede alterar la voluntad del poder político ya sea en su intención de hacer o de mirar para otro lado. La experiencia pasada con las luchas en defensa del río llevadas a cabo en la Vega Baja son un ejemplo. Se consiguió que funcionaran depuradoras de aguas residuales, se le devolvió caudal al río, se mejoró la calidad de sus aguas.
Pero todo movimiento ciudadano, al cabo de un tiempo, cuando algunos de los objetivos se han conseguido, entra en declive, porque es imposible mantener un alto nivel de movilización durante mucho tiempo, y eso el poder lo sabe. Al cabo del tiempo, cuando la contestación social ha disminuido o ha desaparecido, si no hay una administración responsable (y lamentablemente casi nunca la hay) los problemas vuelven a resurgir, como ocurre ahora. Y levantar un nuevo movimiento ciudadano resulta complejo. No obstante comienza a tomar cuerpo la Plataforma Segura Transparente, que engloba por primera vez a personas preocupadas por la problemática del río y a sus usuarios, ya sean regantes o no, para contestar la inoperancia administrativa y aportar soluciones para una nueva cultura del agua.
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El Segura.El rio de mi nietita oriolana.La última vez que estuve en esa ciudad, en Febrero de este año, bajaba con mucha contaminación a la altura del Casino.Ojalá no vuelva a pasar.