Opinión
12 de octubre, ¡nada que celebrar!

En sentido estrictamente legal, pocos genocidios están reconocidos oficialmente. Pero si usamos el concepto histórico-político, prácticamente todas las grandes potencias europeas y Estados Unidos han cometido actos genocidas o de exterminio en su expansión imperial y colonial. Palestina es la más reciente afrenta colectiva de Occidente, cuyos Estados son cómplices del sionismo.
Han sido, una vez más, las sociedades civiles del mundo —las, los y les de abajo— quienes están poniendo el cuerpo para asegurar la dignidad de la humanidad. Quieren desaparecer Palestina, pero el mundo se volvió Palestina. La Flotilla Global Sumud —o lo que queda de ella a la fecha— lleva el corazón de todas las resistencias del mundo contra el proyecto moderno de Occidente. Este 12 de octubre, en Palestina, València y el mundo, no hay nada que celebrar.
El genocidio del Congo Belga, las masacres en Argelia y Madagascar, las hambrunas inducidas bajo el Raj británico, el exterminio sistemático de pueblos originarios en Norteamérica, las guerras coloniales y las políticas de desplazamiento forzado son expresiones de una misma lógica imperial
El año 1492 marcó el inicio de la imposición de la modernidad al resto del mundo, un proyecto de muerte signado por el genocidio. En Abya Yala, millones de indígenas perecieron debido a la violencia directa, la esclavitud, las deportaciones y las enfermedades facilitadas por el dominio colonial de España, Portugal, Inglaterra, Francia y los Países Bajos. El genocidio del Congo Belga, las masacres en Argelia y Madagascar, las hambrunas inducidas bajo el Raj británico, el exterminio sistemático de pueblos originarios en Norteamérica, las guerras coloniales y las políticas de desplazamiento forzado —como las perpetradas por Estados Unidos en Vietnam con napalm y agente naranja o en Irak con invasiones devastadoras— son expresiones de una misma lógica imperial, aunque muchas de estas atrocidades no hayan sido reconocidas jurídicamente como genocidios. Aún así, múltiples juristas y movimientos sociales los consideran como tales desde una perspectiva ética y política. La impunidad histórica no es olvido, es continuidad.
El racismo en la modernidad es estructural y ubica a toda persona no blanca en la zona del “no ser”, como explicó Frantz Fanon. En esa zona, la gente racializada no es considerada persona, no tiene derechos y puede ser desaparecida. Por eso, para Occidente, el Holocausto nazi (1933-1945), en el que fueron exterminados alrededor de 6 millones de judíos, es considerado un acontecimiento extraordinario en la historia moderna. Se invisibilizan, sin embargo, nuestros genocidios, los del Sur. Incluso dentro del mismo Holocausto, otros genocidios nazis —como el de los romaníes, las personas con discapacidad y los prisioneros políticos— también son ignorados. El Holocausto es su pesadilla porque eran personas blancas, como elles. Los otros genocidios, los de nosotras y nosotros, no se consideran parte de la Modernidad, cuyo proyecto se asocia siempre con desarrollo, avance y progreso.
De esta manera, se borra la historia y se hace creer a las nuevas generaciones que la conquista y el genocidio fueron un periodo de encuentro, de compartir. ¡No, señoras y señores! Fue un genocidio. Y a pesar de ello, aquí estamos y no nos vamos
En el País Valencià, la Generalitat Valenciana ha firmado un convenio con el Ayuntamiento de València para coordinar la celebración del 12 de octubre, Día de la Hispanidad, con una programación cultural y festiva de tres días. Los actos incluyen conciertos, clases de baile, desfiles folklóricos y ceremonias institucionales. De esta manera, se borra la historia y se hace creer a las nuevas generaciones que la conquista y el genocidio fueron un periodo de encuentro, de compartir. ¡No, señoras y señores! Fue un genocidio. Y a pesar de ello, aquí estamos y no nos vamos.
Las, los y les migrantes, con y sin papeles, son víctimas de la política neocolonial y racista, de la ley de extranjería española —redadas racistas, Centros de Internamiento para Extranjeros (CIE), vuelos de deportación con violencia legalizada—, que tiene como objetivo contar siempre con un ejército de personas en situación de semi esclavitud obligadas a mantener la competitividad de la marca “España”. A ello se suman en València las barreras invisibles pero cruciales: las trabas sistemáticas para el empadronamiento, que niegan el acceso a derechos básicos como sanidad o educación, y la violencia institucional ejercida desde los Servicios Sociales, con irregularidades en la retirada de menores a familias migrantes en situación de vulnerabilidad, muchas veces sin garantías ni acompañamiento jurídico adecuado.
Señalan también que la “Europa fortaleza y sus fronteras son dispositivos de muerte” disfrazados de “seguridad”. Para el movimiento, la DANA y los incendios “son consecuencia del modelo extractivista y colonial que prioriza el lucro sobre la vida”
Ellas y ellos, chatarreras, trabajadoras del hogar y los cuidados, trabajadoras sexuales, del campo y un sin número de oficios, representados por la Plataforma València pels Drets de les Persones Immigrades, son la dignidad rebelde que se manifestará una vez más el 12 de octubre con el lema: ¡Nada que celebrar! ¡Por la memoria anticolonial y la lucha antirracista! El movimiento convoca una manifestación y actos políticos que comenzarán a las 12 horas en la plaza de San Agustín, de la ciudad de València.
En su manifiesto, el movimiento migrante rechaza la narrativa colonial que presenta el 12 de octubre como un día de “unidad” o “hispanidad” y denuncia que para elles representa “despojo, genocidio y esclavitud”. Además, aseguran que el colonialismo y el genocidio continúan “en Palestina, en la explotación extractivista y en cada frontera que legitima la muerte de personas migrantes”. Señalan también que la “Europa fortaleza y sus fronteras son dispositivos de muerte” disfrazados de “seguridad”. Para el movimiento, la DANA y los incendios “son consecuencia del modelo extractivista y colonial que prioriza el lucro sobre la vida”. Frente a la decisión del Ayuntamiento de celebrar durante tres días la Hispanidad, “una exaltación del privilegio blanco y del colonialismo”, responden con memoria, dignidad y lucha: “No hay nada que celebrar, el genocidio aún no ha terminado.”
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