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Culturas
Liz Dust: “Después de la ópera, el drag es el arte más completo”
Liz Dust es Liz Dust esté travestida o no porque tiene un carisma que llena cualquier sala a la que entre. Al encuentro vino sin maquillaje ni peluca y se presentó con un abrazo porque “no doy la mano”. Tras este gesto —si no antes o durante—, sin saber cómo, la entrevista ya había comenzado.
Quiso ponerse un nombre artístico internacional, haciendo un homenaje a Liz Taylor —ya que se considera “súper mitómana”— y a la canción Ziggy Stardust de David Bowie, porque creía que viajaría por toda Europa, pero dice, entre risas, que se ha quedado en una travesti local y que si lo hubiera sabido se hubiera hecho llamar Amparito la Travesti. Como ya es muy tarde para eso, también utiliza el sobrenombre de Un rayo de Liz.
Se considera más una Drag Queer que una Queen, pero evita hablar de un Drag universal, porque Liz habla de su Drag, de cómo ha hecho su traje a medida y cómo lo siente. Estudió Bellas Artes en la Universidad Politécnica de Valencia e hizo un máster en Producción Artística en la misma universidad, lo cual le ha servido para llevar sus puestas en escena también a las aulas.
¿Con qué género quieres me refiera a ti?
Me da igual. Si me llamas guapa me parece bien, si me llamas guapo también. Sin ningún problema, con cualquier pronombre me siento bien.
Es algo que parece que da reparo preguntar.
No, no. Hay que hacerlo. De hecho, todos los martes hago charlas de diversidad y lo primero que hago con todos los invitados es preguntar cómo dirigirnos.
¿Por qué Drag Queer?
Siempre que me preguntan lo que es ser Drag yo digo que esto es un traje a medida. Y si es de alta costura mejor. Aunque, si me preguntaras con que término me siento más cómoda, te diría que lo que soy es Travesti, porque es una palabra súper patria y que se ha utilizado mucho para insultar. Nosotras hemos hecho una bandera de ser travestis, igual que lo hemos hecho con la palabra maricón. Así que sí, yo soy travesti.
Travesti es una palabra que se ha utilizado mucho para insultar, pero nosotras hemos hecho una bandera de ser travestis, igual que lo hemos hecho con la palabra maricón
Y volviendo al término Drag Queer, yo lo dije porque más que Queen, me siento Queer. Es decir, yo no me consideraba una travesti al uso, yo me sentía una travesti terrorista. Yo empecé desnudándome y enseñando la chorra.
Pero hoy en día haces mucho más que eso.
Yo siempre digo que soy travesti 360º (gourmet) porque hago de todo.
Te he oído decir que lo único que no haces es poesía.
¡Es verdad! Hago de todo. Pero no es porque sea una ambición, es que me gusta. Me gusta el teatro, presentar, cantar, hacer monólogos… Lo que me pida el cuerpo.
Es un arte muy completo, ¿no?
Yo creo que después de la ópera, el Drag es el arte más completo. Digo la ópera porque tiene vestuario, escenografía, música… Y esto es lo mismo. Maquíllate, péinate, prepara contenido… Es súper completo. Puedes hacer lo que quieras. Comedia, drama, cantar, bailar…
El travestismo, para mí, forma parte del espectáculo, pero también de la cultura y, por qué no, de la vida social
¿Cuándo empezaste a travestirte?
Yo me he travestido toda la vida. De pequeño pintaba cuadros míos travestido. Yo es que tuve una infancia un poco extraña. Nos juntábamos tres amiguitos que, sin decirnos que éramos gays, sabíamos que sentíamos lo mismo y nos travestíamos. Yo iba travestida por el pueblo, me iba la residencia de ancianos y me sentaba con las abuelas… Entonces, cada oportunidad que había, yo la aprovechaba para travestirme y, por eso, para mí es una forma de expresión y casi de vida. Porque el travestismo, para mí, forma parte del espectáculo, pero también de la cultura y, por qué no, de la vida social. Tenemos esa idea de la travesti sólo como artista, pero es que hay gente que se traviste para tener una vida social.
¿Y has notado que con el tiempo ha ido evolucionando y que ya no está tan mal visto?
Analizando la historia te das cuenta de que esto es cíclico, porque en los 90 hubo una explosión del Drag, luego bajó, luego ha vuelto a subir y ahora estamos en un boom.
Esto que lo diga yo… pero sinceramente el Drag es muy antiguo. Piensa que lo hacían en la época de Shakespeare en las obras de teatro, las culturas chamánicas milenarias son travestis, vas a la India y tienen diosas travestis… Entonces no me parece nada novedoso y la gente se vuelve loca porque parece ultramoderno.
Para mí la novedad es lo no binario, la ruptura del género… eso me parece súper moderno, eso es lo que realmente está pasando ahora. Pero claro, el Drag también ha evolucionado precisamente por esto, porque el Drag era una réplica del género y si el género se cuestiona, el Drag también lo hace.
El Drag es una réplica del género y si el género se cuestiona, el Drag también lo hace
Y ahora, en este momento de subida, ¿lo notas a nivel trabajo?
Sí, mogollón. A partir del Drag Race se ha notado mucho. Las travestis siempre hemos sido productos de consumo heterosexual (en todos los sentidos) y ahora no tanto, lo cual me alegra. Hemos sido producto exótico, raro, objeto de mofa, de deseo… y ahora creo que se ha normalizado y el público hetero también nos admira. Eso está guay. Ahora viene gente muy joven a vernos, niños con 15, 16, 17, 18 años que vienen a celebrar su cumpleaños.
¿No va público del colectivo LGTBI a tus shows?
Ahora sí que viene más el público del colectivo LGTBI. Antes se asociaba sólo a hacer despedidas, para hacer la gracia. Y ahora al revés, el arte travesti se valora mucho más, ha cogido un poco de solera.
Ya no estáis tanto en los márgenes, ¿no?
¡Claro! Yo empecé el travestismo desde los márgenes. Ahora hago cosas muy comerciales, pero yo empecé ahí, en el margen.
Además de travesti, ¿te consideras activista?
No me considero activista. Lo que hago es arte, pero, si secundariamente educo, pues mejor. Por ejemplo, en los shows suelo decir: “Bienvenidos, bienvenidas, bienvenides”, y aún hay gente que se ríe. Esa risilla del mundo heteronormativo. Yo les digo: “Yo no sé por qué os reís tanto, si luego vosotras decís cocreta”. Entonces yo ahí las voy colando. Hablo de diversidad, hablo de feminismo… hablo de muchas cosas. Pero yo no voy con la bandera activista porque no siento que lo sea. Intento poner el foco en ciertas cosas, ya está.
Además de travesti, también te dedicas a la enseñanza, ¿no?
Sí, soy profesor de talleres en la Universidad y en una academia. A veces me dicen esa cosa de “por la mañana profesor, por la noche vedet” y eso es muy antiguo, es muy de los 70, porque para mí es lo mismo dar una clase que hacer un show. Lo que pasa es que el tono y el lenguaje son diferentes, pero yo lo veo parecidísimo.
Al fin y al cabo, es una actuación para una audiencia.
Totalmente, es puesta en escena. Yo lo veo totalmente igual.
¿Los alumnos y alumnas saben que eres Liz Dust?
Sí. Yo eso al principio no sabía cómo llevarlo, porque alguna vez en la universidad he tenido alumnos extranjeros que me han dicho: “Te he visto este fin de semana actuar”, e igual había sido una actuación en la que me había quedado en pelotas. Pero en realidad me daba igual porque yo luego en clase ponía de ejemplo mi trabajo.
¿Liz Dust es un personaje?
Hay gente que dice que esto es un personaje. Y no. Para mí es un Alter Ego, que es muy diferente. Sigo siendo yo, es parte de mi personalidad, es una sublimación de un yo. De hecho, dentro de Liz tengo muchos matices. O sea, en esta entrevista me siento Liz, pero una Liz muy académica, pero luego voy a otra parte y me vuelvo loca del coño.
A veces parece que las travestis solo pueden hacer papel de travestis y no, yo quiero hacer el papel de una hermana y que la gente no vea a la travesti, vea a la hermana
También has actuado en teatro convencional en la obra “Amarillo 102”. ¿Cuál era tu papel?
Sí. Es una obra de teatro de Marian Villaescusa en la que me dignifico más como actriz. Me gusta mucho el teatro y es que mi objetivo es sacar la figura de la travesti del contexto del cabaret o las discotecas y llevarla al teatro. A veces parece que las travestis sólo pueden hacer papel de travestis y no, yo quiero hacer el papel de una hermana y que la gente no vea a la travesti, vea a la hermana.
¿De qué va “Amarillo 102”?
Es una versión de Las criadas de Jean Genet, que va de tres hermanas que quieren ser la señora y se pelean por serlo. Que es un poco lo que hacemos siempre. Todas somos las criadas, pero todas queremos ser las señoras. Todas queremos ser las influencers, el éxito… La señora es el éxito y hay un punto en el que, si hace falta matar a tu hermana para serlo, pues la matas.
Te van a hacer una falla. ¿Cómo fue esto?
Sí, me llamó la falla de Palleter diciéndome que querían que fuera el ninot principal y me vino el síndrome de la impostora. Dije: “No, hay travestis más famosas, hacédsela a ellas…”. Y luego pensé, “Qué coño, si me lo han ofrecido a mí, pues salgo yo”.
Es que todo esto vino a raíz de que el año pasado me vestí de virgen en una campaña junto a Eduardo Jairycovich, un estilista que es lo más, que creó un retablo en el que yo era la Virgen de los Desamparados versión Queer. Tomó la iconografía e hizo un homenaje con unas referencias muy exquisitas. Demasiado exquisitas para un público que en cuanto vio a la virgen travesti se escandalizó. Es que además salgo guapísima. Es que me ves y me rezarías.
Yo era ateo, pero ahora creo.
Claro, ahora la gente creía en algo. Creían en la Santa Travesti de las Desamparadas, pero claro, aparecieron los abogados católicos, la ultraderecha… y se hizo mucho eco. Además, fíjate lo fino que era que Eduardo se representó en mis brazos porque en el Gótico los Jesucristos no eran bebés, eran caras adultas en cuerpos de bebé. Entonces se representó a él mismo en un cuerpo de bebé. Es que a mí la iconografía religiosa me gusta mucho, pero no la veo con intención de ofender, la asumo como parte de mi imaginario.
¿Cómo va a ser la falla?
La comisión de la falla me preguntó que cómo quería ser recordada y, después de pensar en muchos trajes, peinados… dije en mi momento performer de Bellas Artes: “Quiero que me recuerden con mi mejor vestido, mi cuerpo”. Entonces salgo desnuda en una escultura estilo Benlliure con el pelo entre Marilyn y de escultura griega y, mientras vas girando el ninot, detrás ves los cojones y el rabo escondidos para detrás.
Eso es performar el sexo, igual que estrecharse la cintura para tener más cadera. Si ya hay gente escandalizándose por saber que la falla va a ser una travesti, cuando se enteren de esto se van a quedar muertas.
¿Crees que va a haber polémica?
Va a ser la falla más rentable de la historia. La más barata y de la que más se va a hablar.
Es que hace cuatro años ya hubo una polémica, porque hice una colaboración con una empresa de freetours en la que yo tenía que hacer un tour por los belenes de Valencia. Entonces me vestí de Mamá Noel y fui explicándolo. Lo hice todo súper técnico, porque yo era belenista y sé cómo funciona, cómo están hechos… Empezó a venir gente, grupos de abuelos, niños… se petó. Entonces resultó que alguien me grabó y se hizo viral entre la ultraderecha. Lo peor es que los comentarios eran del tipo: “Qué vergüenza, le van a ver el paquete” —que era mentira porque llevaba una falada que me llegaba por la rodilla— porque veían que lo estaba explicando tan bien técnica e históricamente, que no tenían nada que decir. Y yo creo que este año tengo que estar preparado porque va a pasar algo.
¿Cuál es el simbolismo de la falla?
Es un homenaje a la lucha LGTBI de Valencia. La figura es una tarta en la que alrededor están las figuras importantes de la lucha en la ciudad.
He visto que también colaboras con alguna asociación, como es el caso de Lambda, ¿en qué consiste?
Sí, yo con Lambda accedo a todo lo que me pidan. En este caso fue para un banco de alimentos. Pero vamos, que igual que con Lambda, colaboramos con muchas asociaciones y grupos.