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No deja de sorprendernos el “espectáculo” que nos ha dado estos días, desde que ha empezado el juicio a los cinco violadores de San Fermines, la osadía de las voces de múltiples masculinidades hegemónicas y tóxicas: justificaciones, apelaciones a la presunción de inocencia, juicios a la víctima, el famoso “not all men” … Nada nuevo en el civilizado Occidente. Pero nos deja estupefactas, que incluso en esta ocasión los musulmanes no nos hemos librado de ser señalados.
Un hijo sano del patriarcado blanco racista, columnista de Público, decidió hacer su análisis de toda esta situación. ¿Cómo iba a quedarse callado un hombre cis blanco pudiendo deleitarnos con semejante análisis profundo y sesudo de la sociedad patriarcal española y la cultura de la violación occidental?
El autor, en una maniobra racista, intenta explicar la cultura de la violación (la suya) acudiendo al legado andalusí de la península, buscando en esos mitos que justifican la (su) islamofobia. Pero esto no es nuevo y destapa precisamente cómo funciona el racismo a un nivel intersubjetivo y cómo se arma el imperialismo, es decir, cómo se reconstruye el nexo intrínseco entre racismo, imperialismo e inocencia blanca. El mito del moro violador, agresivo y naturalmente machista tiene un poder arrasador y, de hecho, a través de este mito se ha vehiculado gran parte la violencia imperial de guerra en el denominado mundo árabe-islámico y la violencia racista islamófoba interna de Occidente.
Nosotros, hagamos lo que hagamos, siempre somos culpables: en este caso, los violadores son todos españoles, blancos, son cinco hijos sanos del patriarcado occidental español, pero vosotros, hagáis lo que hagáis, siempre sois inocentes. Sois tan inocentes que para explicar vuestra cultura de la violación necesitáis acudir a nosotros. Nos dicen: hagáis lo que hagáis, sois culpables. Sois culpables de lo que hacemos nosotros. Si violamos, es porque vosotros estáis ahí, si matamos, es porque vosotros estáis ahí, si torturamos, es porque vosotros estáis ahí. Nosotros somos inocentes, somos niños cándidos que aprendieron a violar durante Al Andalus. Incluso cuando os acusan a vosotros, con pruebas más que suficientes, los culpables somos nosotros.
Se trata de una maniobra, la del citado artículo, que busca una supuesta "impureza racial" en su propia genealogía para explicar su barbarie y, de paso, apuntalar una narrativa que justifica el maltrato sistemático contra los hombres moros. Pretende defender que si los españoles fuesen los suficientemente europeos modernos, blancos, esto no sucedería. Detrás del artículo hay una defensa del proyecto civilizatorio occidental, la modernidad. Nos puede intentar engañar con ese falso discurso feminista, pero vemos a leguas que lo único que pretende es una defensa de esa/esta civilización aniquiladora de sus mujeres “dentro” y de toda forma de vida “fuera”. Según el autor, y destaca en redes Público, “lo que ha ocurrido aquí, más que una violación, es un escarmiento en toda regla, una lección de costumbrismo islámico” y lo argumenta explicando que tanto la justicia como los medios y la opinión pública han juzgado a la mujer víctima de la violación por no ir vestida como debía, por beber alcohol más de lo que debería y por no salir a la calle con la cabeza agachada. Para su postura islamófoba esto sería el “costumbrismo islámico”. Condensa en esta expresión todas las neurosis modernas acerca de la forma de vida musulmana: el alcohol, la vestimenta de las mujeres y su/nuestra supuesta opresión. Estos suelen ser los medidores de nuestra modernidad, es decir, de nuestro grado de civilización.
Nos muestra que si el hombre blanco español es un violador se explica por “un rasgo heredado tras ocho siglos de dominación islámica”: el trato hacia las mujeres. De su patriarcado asesino que es capaz de defender a los violadores porque su intención era coger a una mujer que accediera a lo que ellos quisieran no son culpables. La objetivación del cuerpo de las mujeres (“follarse a una gorda”/ “tía pepino”) supongo que tampoco tiene nada que ver con su cultura patriarcal, debe ser cosa nuestra también… el que haya escogido esos y no otros mensajes de “La Manada” supongo que tampoco tiene nada que ver con su machismo, los habrá escogido algún moro, porque seguramente el señor racista no es, debe tener algún amigo moro, como todos.
Pero ya no nos engañan más señores, la única culpable es su civilización patriarcal, racista y colonial. Como nos contaba la militante decolonial Natali Jesus, vuestra historia es “la historia de dominación del hombre blanco moderno colonial, quién quiso vencer, violar y controlar otros cuerpos, a la alteridad. La historia de destrucción del mundo del “otro” se hizo en nombre del mundo moderno, un mundo supuestamente más justo, un proyecto civilizatorio. Es la Modernidad que crea a Europa y al ser colonial imperial blanco capitalista patriarcal como su máximo representante y quien continúa teniendo el poder de negar la dignidad y la humanidad de los otros.”
Dejad de huir de vuestra responsabilidad histórica, dejad de buscar “machismos peores”. No los hay. El hombre blanco (cis heterosexual) es la peor lacra que ha conocido la humanidad, reconocedlo y empezad a reparar. Vuestras masculinidades asesinas son hegemónicas, tienen el poder de ejercer violencia sobre cualquier criatura del planeta. No hay artimaña racista que os pueda salvar, sois culpables. Como Malcolm X, hombre negro musulmán, nosotras también acusamos al hombre blanco.Después de las protestas de las activistas contra la islamofobia por ese artículo, el señor se explica en redes diciendo que es una realidad que en la mayoría de los países musulmanes la situación de las mujeres es terrible. Nos confirma que, efectivamente, como en todos los casos, no se trata de Al Andalus ni de ningún legado histórico, se trata de Musulmanilandia, país actual donde suceden las peores atrocidades contra las mujeres para estos señores.
Parece desconocer los feminicidios locales, las denuncias por agresiones sexuales, las agresiones que no se denuncian, la “justicia” patriarcal que defiende a maltratadores y violadores, los límites de la ley contra la violencia de género de este país que están denunciando las organizaciones feministas, etc. Nada de eso es real para el hombre blanco, solo un fantasma del pasado islámico, y se despreocupa reconfortado por descubrir lo que para él son los verdaderos machistas: los moros.
Analizar y denunciar el racismo de Estado desde una perspectiva decolonial.
Revisar la construcción ideológica del Imperio español, su historia colonial y sus pervivencias, rastreando el origen de las relaciones de dominación y opresión que enfrentan las comunidades racializadas y/o provenientes de la migración postcolonial.
Desvelar las heterarquías del poder moderno en torno a la raza, la clase, el género, la sexualidad, la espiritualidad…
Afianzar las condiciones de posibilidad para el desarrollo de un antirracismo político en el Estado español.
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