Alicante
Los 25 años del Hércules C.F. en manos del constructor Enrique Ortiz

El club alicantino ha perdido parte de su identidad y su historia desde que está en manos del empresario vinculado a numerosos casos de corrupción.

En la noche del 31 de julio de 2000 el Hércules estuvo a punto de desaparecer como entidad. Una prórroga milagrosa, concedida tras el envío in extremis de unos avales bancarios, salvó al club —cuya deuda entonces era de 314 millones de pesetas—, del descenso administrativo a Tercera división y, por ende, de su extinción. El hombre clave en aquella operación, Enrique Ortiz, sería visto durante un tiempo como un salvador por la masa social herculana.

El constructor, que llegó a poseer el 80% del terreno urbanizable de Alicante, había comprado unos meses antes el 95% de las acciones del club por unos 600 millones de pesetas, tras la intermediación del primer alcalde alicantino del Partido Popular, Luis Díaz Alperi.

Ortiz confesó judicialmente ser un financiador ilegal del PP. Casualmente, durante esos años multiplicó su envergadura como constructor y contratista de la administración, llegando a recibir sus empresas uno de cada cinco euros del presupuesto municipal

Alperi fue el primer ‘padrino’ del constructor en el PP, una relación que se había empezado a fraguar cuando, tras la grave riada de 1997, el empresario puso su maquinaria al servicio de la ciudad para limpiar los destrozos. Ortiz, tal y como confesó judicialmente, acabaría siendo un financiador ilegal de los populares. Casualmente, durante esos años multiplicó su envergadura como constructor y contratista de la administración, llegando a recibir sus empresas uno de cada cinco euros del presupuesto municipal.

Tras una década penando en las divisiones secundarias, el Hércules C.F. volvió a tener un breve paso de un curso por la primera división, pero descendió tras una pésima gestión justo cuando empezaban a aflorar los casos de corrupción en los que estaba implicado su dueño. En esas escuchas policiales derivadas de los negocios de Ortiz, aparecen también pruebas que demuestran que el ascenso se logró tras amañar partidos.

La catástrofe deportiva llegó de la mano de la catástrofe económica. Derivó en deudas con Hacienda y tres intervenciones al club por parte del Instituto Valenciano de Finanzas, además de volver a tener que vender el campo, esta vez al propio IVF, por 3,75 millones de euros, destinados a saldar deudas. Es decir, en los años 2000, 2003 y 2011, el Hércules sufrió tres leyes concursales por impagos y delitos como sociedad, mientras al mismo tiempo su dueño se veía envuelto en acusaciones de corrupción que relacionaban directamente el club y la alcaldía de la ciudad, por aquel entonces ya representada por Sonia Castedo (Partido Popular).

Aunque Ortiz, a quién en Alicante llaman el “Messi de los juzgados”, ha salido prácticamente ileso de la mayoría de causas judiciales que le envolvían, ha sido inevitable que su reputación e imagen contaminen al club de fútbol que preside. Además de su pésima gestión deportiva, la masa social, o al menos parte de ella, empezó a mostrar su descontento y hastío por ver el nombre del club vinculado a la corrupción. Ramón Pérez, profesor, periodista y autor del libro 100 años de jugadores del Hércules, explica que “quién ha crecido durante estos años ha sido Enrique Ortiz, porque a nivel deportivo e institucional son innegablemente los peores 25 años del club”.

El Hércules representa a Alicante, Alicante no se identifica con el Hércules

Hay una gran diferencia entre representación e identificación. Si hablamos de clubes de fútbol, como también puede suceder con los eventos culturales, manifestaciones o actividades económicas de una ciudad, podemos identificar dos tipos: los que representan muy bien en qué tipo de ciudad están localizados y los que cuentan con una masa social que se siente identificada con su, en este caso, equipo. El Hércules C.F. pertenece al primer grupo.

El equipo d’Alacant, representa el funcionamiento, los intereses y la situación en la que se encuentra la ciudad actualmente. La capital de la provincia está completamente vendida al sector servicios por su dependencia del turismo, su abandono de la clase trabajadora y la escasez de oferta cultural, gratuita y comunitaria. A su vez, el Hércules, ha pasado de ser hace unas décadas uno de los elementos de vertebración y de identificación de la población, a ser un instrumento más para realizar negocios en manos de uno de los empresarios más poderosos de la zona, Enrique Ortiz. Sin una ciudad deportiva en la que trabajar su cantera, sin espacios donde convivan equipo y afición y sin viabilidad deportiva.

Paco Esteve, representante de la Penya Negre Lloma, considera que el Hércules C.F. es actualmente “una empresa familiar, pero no en el sentido de negocio local y de barrio que nos gustaría”

El Hércules C.F., fundado en 1919 y oficializado en 1922 por el Chepa, pasó de un club de amigos a ser el más importante de la ciudad y competir a la altura de los grandes, no solo del País Valencià, también de España. Pero eso fue hace mucho tiempo. Paco Esteve, representante de la Penya Negre Lloma, considera que el club es actualmente “una empresa familiar, pero no en el sentido de negocio local y de barrio que nos gustaría”. Esteve comenta esto mientras hablamos de cómo el empresario pretende que sus yernos, uno, ex futbolista y ahora directivo del club, Portillo, y el otro, futbolista en activo en el Villarreal, Kiko Femenía, cuando lo crea necesario y se desliguen de los equipos en los que trabajan actualmente, formen parte de la dirección del club. Algo que ya sucedió cuando su hija, Laura Ortiz, estuvo realizando labores, supuestamente de comunicación, hasta el año 2011.

Esta peña ya no forma parte del consejo social que el Hércules creó, al menos sobre el papel, para escuchar a la afición: “está hecho para que el club, imponga sus decisiones aparentando que nos consulta”. De la misma forma que en su momento se les retiraba pancartas que exigían la venta del club por parte de Enrique Ortiz, Negre Lloma cree que quienes dirigen el consejo “manipulan a la afición a través de una supuesta nueva cultura de club con unos estatutos totalmente ficticios”.

Paco Esteve: “Alacant tiene identidad, pero se esconde y no se respeta. Antes, el Hércules era el equipo de los rojos, lo llamaban literalmente así por su pasado y su papel en la guerra”

Ante la cuestión de si existe una identidad alicantina sobre la que cimentar una cultura propia, Paco Esteve asegura que “Alacant tiene identidad, pero se esconde y no se respeta. Antes, el Hércules era el equipo de los rojos, lo llamaban literalmente así por su pasado y su papel en la guerra”. Lo cierto es que, la Guerra Civil interrumpió un crecimiento del club que podría haberlo convertido en uno de los más importantes del país. El golpe de estado no solamente paró el inicio de la liga, sino que desmanteló un equipo con un gran número de republicanos y, tras la imposición del régimen franquista, lo convirtió en un instrumento para persuadir a la afición. Algo que explican Josep Miquel García y Luis Javier Hernández en El Hércules F.C. en la Guerra Civil.

También añade que “sin la clase trabajadora, no habría afición, y aunque ahora mismo se haya olvidado el valenciano y su aparición sea anecdótica, somos muchos los que seguimos sosteniendo el club”. Lamenta que parezca que el fútbol ahora solo se vea como un deporte castellanoparlante y simpatizante de la derecha cuando la mayor parte de los abonados son de barrios tradicionalmente valencianoparlantes, como Carolinas, Benalúa o San Blas.

La identificación de la gente con su ciudad y con su equipo de fútbol disminuye a medida que la globalización facilita que “sigamos a clubes ganadores desde casa” algo que en paralelo sucede con la ciudad que se “desalicantiniza” por tanto turismo

Sobre esto, Ramón Pérez, cuenta que tanto Alacant como el equipo tienen historia pero “es fácil obviar cosas como que al fundador lo llamaban el Chepa, que es una palabra valenciana, o que la playa se llama El Postiguet y mil cosas más”. Algo que también dice Esteve, refiriéndose a que se cantan canciones típicas que son en valenciano, pero si se realiza algún comunicado en esa lengua, la gente tiende a quejarse.

Esta negación de las tradiciones más básicas hacen pensar a Pérez que “el Hércules ha olvidado la provincia”, al igual que Esteve, que lamenta que “la mala gestión de las relaciones con la gente de fuera de la ciudad haya generado tanta animadversión”. “La gente está cansada, tanto por la gestión como por la situación deportiva”, asegura Ramón Pérez. La identificación de la gente con su ciudad y con su equipo de fútbol disminuye a medida que la globalización facilita que “sigamos a clubes ganadores desde casa” algo que en paralelo sucede con la ciudad que se “desalicantiniza” por su llegada de turismo constante y un crecimiento que desplaza a la clase trabajadora. “La ciudad ha crecido mientras ha ido perdiendo su imagen, la desvinculación de una ciudad y un club con su historia es la misma”, sentencia.

La masa social herculana hace tres años, ya menguante tras años de desidia, se manifestó en reiteradas ocasiones por las calles de Alicante para que Enrique Ortiz vendiera y abandonara el Hércules

Ignacio Pato, periodista y autor de No es fiera para domar y Grada popular, explica cómo es posible que un club mantenga su identificación con su masa social a pesar de padecer una gestión cuestionable por parte de la directiva. Dada la situación actual del Rayo Vallecano, que va a cumplir cinco temporadas seguidas en la máxima categoría igualando la mejor racha de su historia y ya ha certificado su participación en Conference League, Pato cuenta que “la clave principal está en el banquillo y el campo”. Añade que este no es el único motivo por el que Vallecas se siente muy identificado con su equipo. De hecho, el más importante, nace de la propia identidad del barrio de Vallecas, de eminente clase obrera y formado por una gran multitud de procedencias, “que lo hacen estar destinado a ser un representante simbólico de este tipo de fútbol”. En definitiva, “los aficionados, sobre todo los más organizados, han trabajado muy bien esta identidad y se ha puesto el valor el orgullo y la humildad”.

Este contraste entre ambos equipos explica la pasividad de una masa social hasta que hace tres años, ya menguante tras años de desidia, se manifestase en reiteradas ocasiones para que Enrique Ortiz vendiera y abandonara el Hércules.

¿Ortiz salvó al Hércules o el Hércules salvó a Ortiz?

¿Existe una solución ante este tipo de gestión? Ramón Pérez expone que, a pesar de servirle para sus negocios como la construcción o la gestión de residuos, “el Hércules es un fracaso como empresa para Ortiz”. Añade que “no ha sabido rodearse de gente que le convenza de cómo hacer las cosas bien para que se convierta en lo que él realmente quiere, que es un club rentable que le lleve a otro nivel como empresario”. A pesar de ser “un escenario atractivo y que bien gestionado puede volver al fútbol profesional”, Paco Esteve coincide en la incapacidad del empresario para hacer las cosas como debe. De ahí la pasividad crónica que se ha ido generando a lo largo de estos últimos años, no solo dentro de la institución sino también en la afición.

El sentimiento de pertenencia imprescindible que se lleva nombrando todo el reportaje, ha ido degenerando en lo que el Colectivo La Vorágine explica muy bien en “la propiedad de los clubes o la estructura institucional-mediática que sustenta el circo”. Mientras la propiedad de un club siga proporcionando el poder que el dueño necesita para conseguir sus objetivos, la venta como ha sucedido en el caso del rival histórico, el Elche, y todos los resultados positivos que ello les está proporcionando, es imposible. Además, la destitución de un máximo accionista, como es este caso, es también una quimera. Para cesar a un accionista de sus poderes es necesario, primero, que el resto de accionistas lleguen a un consenso y se lo comuniquen o, segundo, que la estructura del club lo decida. En ambos casos, Ortiz tiene el control total, porque las acciones de las que disponen los socios son de un valor puramente sentimental y el club está formado en su totalidad por gente empleada por él mismo. Parece utópico recordar que en los años 30, cuando el Hércules ganaba un trofeo se exponía en el escaparate de la antigua librería Marimón para que la gente la visitara y las asambleas de socios se realizaban en lugares como el Cine Ideal o el Teatro Principal.

Enrique Ortiz llegó en 1999 con el Hércules C.F. endeudado, con el estadio en ruinas y sin ser de su propiedad, además de estar en peligro de desaparición. Tras 25 años la situación es similar, aunque con su supervivencia garantizada, por el momento, tras la liquidación de la deuda con Hacienda

En resumen, Enrique Ortiz llegó en 1999 con el Hércules C.F. endeudado, con el estadio en ruinas y sin ser de su propiedad, además de estar en peligro de desaparición. Tras 25 años la situación es similar, aunque con su supervivencia garantizada, por el momento, tras la liquidación de la deuda con Hacienda. Con el ascenso conseguido en 2024 a 2ªB, ahora llamada 1º REF, el equipo vuelve a estar en un lugar del que quiso salir. Esto, sumado al abandono de la afición, el fútbol base y el fútbol femenino, devienen en un club sin identidad cuyos aficionados más antiguos ya no reconocen mientras su dueño sigue ligado a decisiones cuestionadas del Partido Popular, como la adjudicación de la reconstrucción de caminos tras la DANA de Carlos Mazón, acusado de adjudicar contratos a dedo.

La mala gestión de un club que fue pionero del fútbol femenino

Uno de los aspectos importantes que debe de atender una entidad cuya masa social está representada por tanta gente es el fútbol femenino. Alicante cuenta con varios equipos, uno de ellos es el Sporting Plaza de Argel, que entre el año 2007 y el 2013 se convirtió en el Hércules Femenino al firmarse un acuerdo de colaboración. La exjugadora y actual presidenta del Inpro Sports, Alexandra Fernández, afirma primero de todo que “el fútbol femenino no puede funcionar si no lo gestiona una figura femenina que valore y crea en ello, no tiene ningún futuro”, algo que asegura que dice desde la experiencia.

Fernández cuenta que durante la relación entre el Sporting y el Hércules, ella era jugadora del primero y trabajaba en las oficinas del segundo. “La ruptura entre ambos se resumen en desacuerdos, pero yo me encuentro en medio de ambos y no lo pasé bien. Y tras esa ruptura yo propongo formar el Hércules Feminas”. La creación de esta nueva sección del club es en 2013 y justo un año después, el equipo masculino desciende a 2ºB. Hasta ese momento, “contamos con el apoyo del club para todo, no puso problema”, añade Fernández. “Pero con el descenso y los despidos que ello conlleva, incluido el mío como trabajadora de las oficinas, nadie se ocupa de la parcela femenina y ahí decido montar mi club junto con Pamarot (ex jugador del Hércules) y llevarme a todas la jugadoras conmigo”.

A lo largo de estos años, una entidad que fue un ejemplo en lo que al fútbol femenino se refiere, teniendo una sección en los años 70, y también ha sido la cara en muchos aspectos de una ciudad, ha ido erosionando hasta perder su historia, algo que ha sucedido en paralelo a la propia Alacant. “Es una pena no poder seguir ligada a un club tan importante”, asegura Fernández. “Las directivas, casi siempre formadas por hombres, dificultan mucho este mundo en ocasiones”, añade. Actualmente, el Hércules no tiene sección femenina.

 


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