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Feminismos
Todos los días son 8M. Priorizando la vida que queremos vivir
Comienza un nuevo año cronológico con el mes de enero y el calendario nos recuerda que en breve conmemoramos el 8 de marzo como Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras. Porque ¿qué mujer no trabaja ya sea remunerada o no remuneradamente?
Este año está siendo muy excepcional en todos los órdenes, porque la vida nos atraviesa a cada instante y no da tregua. A los “viejos”, pero vigentes, problemas que sufrimos como la violencia machista, la brecha salarial, la alta tasa de pobreza de las madres monomarentales, la falta de una educación en diversidad LGTBIQ+, la falta de servicios públicos para sostener todas las vidas, la contaminación y el cambio climático, la brecha en las pensiones, en definitiva, el capitalismo, se suma el aislamiento por la pandemia, las restricciones, la inmediatez de la incertidumbre, las dificultades para reunirse en grupos de apoyo mutuo, la falta de contacto en definitiva…
En este contexto nos necesitamos más que nunca, y si no es mucho pedir, necesitamos buenas noticias, alegrías y encuentros. Éste es para mí uno de ellos, acercarnos a las gentes de Baladre, y en este caso a Ruth L. Herrero del colectivo Erletxe.
P.- Ruth, no nos conocemos en persona pero sí que nos hemos acercado en varias ocasiones a través de la lectura de libros como “Renta Básica de las Iguales y Feminismos” o en “Tiempos de colapso. Los pueblos en movimiento”. Cuéntanos como presentación ¿a qué se dedica tu colectivo, cuánto tiempo llevas participando en él y qué te llevó a conocerlas?
R.- Erletxe es una Oficina de Información y Denuncia, a través de esta iniciativa pretendemos conocer las situaciones de empobrecimiento de las personas de nuestro pueblo y comarca (Irún, Bidasoa) para hacer una acompañamiento frente a las solicitudes de las prestaciones sociales, ya sean Ayudas de Emergencia (que gestionan los Servicios Sociales) o la Renta de Garantía de Ingresos (Renta mínima que gestiona el Servicio de Empleo vasco Lanbide). Compartimos información para empoderar a las personas que se ven enterradas en burocracias que justifiquen que son pobres o que se ven acosadas por los mecanismos de inserción socioeducativa o sociolaboral de estas instituciones y frente a situaciones en las que se vulneran o no reconocen derechos, salimos a la calle y denunciamos las malas prácticas de las instituciones. Es una iniciativa replicada por muchos colectivos en Baladre. Coordinación de luchas contra el empobrecimiento y la exclusión social en los diferentes territorios donde nos ubicamos los colectivos que participamos en la coordinación. Y la vinculación, tanto de Erletxe como de Baladre con el feminismo, pues casi que nos viene de serie, por una cuestión básica, siempre hemos sido muchas mujeres participando, por nuestros recorridos vitales, individuales y colectivos pues ya veníamos participando en colectivos feministas, pero también esta cosa de la interseccionalidad que ahora el feminismo está poniendo en valor e interpelando a los movimientos sociales en su conjunto y que nosotras, en Baladre, al ser una coordinación y no una coordinadora, ya practicábamos en los 80. Ya que los diferentes grupos y personas que participamos venimos de luchas diferentes: el movimiento okupa, el internacionalista, las comunidades de base, el antimilitarismo, sindicalismo, ecologismo… y esa relación nos ha enriquecido muchísimo. Porque la diversidad nos ha hecho conocer, respetar y aprender para convivir y trasladar en nuestras luchas y prácticas cotidianas todas estas sensibilidades. Pero sí he de destacar que el feminismo ha sido un eje fundamental para nosotras ya que nuestros orígenes en lo urbano, que vienen de los 80, como decía, del movimiento de personas desempleadas y de los movimientos vecinales y barriales de las periferias, si no buscábamos alianzas feministas entre nosotras y con algunos compas, la testosterona nos aplastaba.
P.- ¿Cómo estáis resolviendo las dificultades de encontrarse, abrazarse y vivir en comunidad en el contexto de pandemia mundial?
R.- Jo, pues la verdad que está siendo duro. Durante el confinamiento estricto activamos todas las vías de comunicación: telefónicas, wasap, telegram, jitsi. En el entorno más cercano, muchas compas lo han pasado fatal anímicamente, económicamente y hemos estado muy pendientes de sostenernos y darnos apoyo emocional. Pero también, desde la distancia, nos han sido útiles las vídeo llamadas por jitsi (soy activista de software libre y nos negamos al uso de software privativo). Luego ya, en cuanto pudimos salir, fuimos a buscarnos y encontrarnos en espacios al aire libre y con mucha dinámica de cuidados, pero aun así en ocasiones, en mi caso no he renunciado a un abrazo, aunque fuera breve, y a poder sentir a mis amigas, compañeras…
P.- Quizás convenga aclarar desde el inicio el uso femenino del lenguaje. ¿Cómo te sientes más cómoda hablando?
R.- Sin lugar a dudas en femenino (y si puede ser plural mejor, jajajaj). Es algo que llevo haciendo desde hace muchísimos años, es lo que tiene ser activista viejuna. De hecho, en los textos y publicaciones de Baladre, me he dedicado durante mucho tiempo a revisar y feminizar el lenguaje del “genérico masculino” como una acción de hacernos visibles y de romper con otra más de las exclusiones patriarcales y capitalistas a las que nos vemos sometidas.
Para nosotras el hacernos visibles ha sido una prioridad tanto en las luchas, como en la calle, como en el lenguaje, denunciar el heteropatriarcado capitalista y racista opresor.
Demasiado tiempo hemos permanecido excluidas e invisibilizadas como para no hacer del lenguaje un espacio prioritario de nuestros activismos. Además, me encanta que se vaya eliminando el binarismo y que participemos de lenguajes disidentes, al igual que lo hacemos con los cuerpos.
P.- Durante 2020 se aprobó un Ingreso Mínimo Vital pero que nada tiene que ver con la RBis, ¿en qué se diferencian?
R.- Pues se diferencian básicamente en todo. Así de radical. Nada tiene que ver el IMV con la RBis y además, si lees el preámbulo de la ley, no hace falta que vayas más allá (1). Claramente se expone que es una Renta mínima que viene a “parchear” el sistema de “garantía de ingresos” que las Comunidades Autónomas no han implementado desde la entrada del Estado español en la U€ (Unión Europea del Capital y la Guerra).
La RBis está enfocada hacia la justicia social y restaurativa, apunta directamente a poner en cuestionamiento la acumulación capitalista (patriarcal y colonial), la centralidad del empleo. Para poner la Vida (en mayúscula) en el centro.
Nosotras hablamos de que la RBis tiene que ser un derecho individual, universal, incondicional, suficiente y comunitario. Nada de derechos subjetivos y condicionados como son las Rentas Mínimas. Cuando decimos Individual y Universal decimos para todas las personas y para cada una de nosotras en condiciones de igualdad. Sin exclusiones ni requisitos que tengas que cumplir para poder acceder al derecho. Cosa que el IMV, por ejemplo, nos dice que tenemos que justificar: bajos ingresos, tener “papeles”, estar empadronadas y residir al menos un año en el territorio del Estado español, dar cuenta del número de personas de la Unidad de Convivencia y cobrar en función a ello... Además de revictimizar a las mujeres sometiéndonos a justificar que para tener derechos tenemos que acreditar violencia doméstica, trabajo sexual, prole… Sin embargo, la RBis además de individual y universal, decimos que tiene que contar con una cuantía suficiente, como para sostener nuestras necesidades materiales individualmente y aportar una parte a un fondo comunitario para satisfacer las necesidades colectivamente. Basándonos en criterios de participación en la decisión de “a dónde van esos dineros”. Por ejemplo, ahora, que el Estado español va a recibir 140 mil millones de € de los fondos de la U€, ¿cuántas personas podrían acceder a una RBis con ese dinero? En definitiva, nuestra propuesta incluye además una implantación gradual, que implique que quienes menos tienen reciban la RBis en una primera fase, es decir, todas aquellas personas que viven por debajo del umbral de pobreza (2) hasta llegar a una 4ª fase que incluya a toda la población en general. Del mismo modo, que quienes más tienen tendían que ir aportando más. Y que a medida que vayamos afianzando nuestro fondo comunitario de RBis podamos ir prescindiendo del sometimiento de “sacarnos las castañas” individualmente y de que otros (sí, en masculino) tomen las decisiones de “qué se hace y a dónde van los dineros".
P.- ¿Cuáles son los puntos de encuentro entre los feminismos y la RBis?
R.- Para nosotras la RBis no tiene sentido sin una mirada feminista (3) Es más, para nosotras el pilar fundamental de nuestra propuesta es poner la Vida en el centro, la vida de todas las personas y del planeta en su conjunto. Pero entendemos que la RBis es una herramienta más en nuestras luchas contra el capitalismo patriarcal y racista. Y por sí sola, si no dotamos la herramienta de contenido político, se puede quedar en cosas como el IMV o las Rentas Mínimas de Inserción. Por eso, cuando explicamos la herramienta siempre partimos de lo que NO son Rentas Básicas, sino prestaciones graciables orientadas a la satisfacción de las necesidades del mercado. Y nosotras, mujeres empobrecidas y precarias, mujeres rurales, migrantes, viejas, gordas, putas, diversas... estamos hasta el coño de que nos “inserten” en el mercado. Que se nos estigmatice y que se examine nuestra vida con lupa para que “alguien” decida si tenemos derecho a alimentarnos, a abrigarnos, a parir y cuidar de nuestras criaturas… Porque esos son los exámenes que nos hacen en los Servicios Sociales cuando acudimos con las vidas completamente rotas. Con la RBis exigimos Justicia Social, porque llevamos toda la vida pariendo criaturas para el capital, cuidando dentro y fuera del mercado sin ningún reconocimiento salarial o social, teniendo que entregar nuestros cuerpos a los intereses del patriarcado asesino y machista. Porque para las mujeres, la primera puerta de entrada a los derechos ha sido el matrimonio, y luego, más tarde, el mercado. Nos hemos sometido al salario aceptando los mismos términos que los varones, pero con tremendas diferencias y dificultades, además de continuar con las labores de cuidados. Por este motivo, entendemos que la principal vinculación de la RBis con el feminismo, desde una perspectiva de feminización de la pobreza, es la parte comunitaria. Generar comunidad desde una perspectiva feminista y de justicia social implica que la comunidad asuma, en su conjunto, las tareas de cuidados y a partir de ahí podremos empezar a tejer relaciones más igualitarias.
Necesitamos romper con la cadena global de cuidados, no puede ser que mujeres, que se dicen feministas, deleguen los cuidados en mujeres migrantes y pobres.
Pero si las mujeres empobrecidas tuvieran capacidad de negarse a desarrollar las tareas de cuidados que hombres y mujeres del norte global privilegiado no asumen… la situación sería bien distinta.
P.- Por otra parte, nos comentabas que acabáis de publicar una reflexión sobre la alimentación y el consumo en tiempos de pandemia. ¿Qué comen las que mal comen?
R.- Sí, ha sido un textito cocinado entre cuatro mujeres: Lucía Shaw, Isa Álvarez, Mari Fidalgo y yo, pero que recoge las experiencias, prácticas y situaciones tanto de las personas que producen nuestros alimentos, que se ven sometidas a una tremenda precarización de la vida, como de las personas que no pueden acceder a alimentos por sus propios medios, es decir, no tienen dinero para comprar comida. Hemos querido compartir nuestras experiencias colectivas en ambos sentidos, fundamentalmente, porque las personas productoras de pequeñas instalaciones agrarias y ganaderas, en ecológico y en circuito cerrado, muchas veces, lo hacen desde dificultades tremendas, más aún si son mujeres, que tienen más dificultades de acceso a la tierra, que se las cuestiona permanentemente, que tienen que conciliar… Ellas son las que nos proveen de alimento. Sin embargo, lo que comen las personas empobrecidas por la vía del asistencialismo alimentario (bancos de alimentos, comedores sociales…) es “producto comestible”, comida ultraprocesada que no se puede considerar alimento. Sin acceso, apenas, a alimentos frescos (que nunca son de producción ecológica o km 0) y cuando es así, es comida recalentada de un cáterin nada saludable. De ahí que hayamos vinculado la soberanía alimentaria y el derecho a la alimentación a la RBis.
P.- Y esto nos lleva directamente a pensar en los territorios que habitamos, en el medioambiente y en la situación de colapso en la que nos encontramos. ¿Qué urgencias piensas que debemos resolver como sociedad?
R.- Pues para nosotras la mayor urgencia ha sido siempre la de romper con el aislamiento, y ahora se hace urgentísimo e imprescindible para muchísimas personas, tanto en el medio rural como en el urbano. Generar procesos de autoorganización, fuera del asistencialismo y de la prestación de servicios, crear comunidad se hace imprescindible porque los valores y modelos de relación son fundamentales para entender que lo que necesito es conocer a mi vecina y apoyarme o dale mi apoyo, y no poner una alarma de Securitas Direct, necesitamos recuperar la confianza en las que están a nuestro lado y dejar de confiar en el dinero y el mercado. Porque probablemente ya vayamos un poquito tarde, los recursos del planeta se agotan y el capital está dispuesto a ir hasta donde haga falta para satisfacer su voracidad. Vienen tiempos duros de control social y represión alentados además por la extrema derecha, por eso se hace imprescindible generar iniciativas colectivas, vincular los espacios rurales y las periferias urbanas, y seguir denunciando los abusos y la violencia sistemática que se ejerce contra las personas y contra la tierra. Desde nuestros pequeños espacios y tejiendo redes. Al menos, para nosotras, en Baladre, ha sido imprescindible el trabajo en red ya que somos grupitos muy pequeños vinculados al territorio y aliarnos con las que nos rodean nos da fortaleza, apoyo y dimensión.
P.- Más que importante es imprescindible poner el foco de atención en las necesidades básicas de todas las personas, para lograr tener esa vida digna que anhelamos para todas. Y para ello, desde Baladre, os juntáis para vivir y reflexionar en común, ¿te gustaría comentarnos algunas experiencias alternativas de vida que se desarrollan en la península en este sentido?
R.- ¡Uy! Qué difícil elegir, me lo pones chungo, porque son muchas (afortunadamente, jijiji) por todo el territorio peninsular e insular, en Argentina, en Alemania… Digamos que lo que tenemos en común, efectivamente, es compartir vidas y apoyarnos mutuamente, vinculando nuestras distintas periferias. Podría decirte que una de las experiencias más bonitas y que ha crecido mogollón en estos tiempos pandémicos es la de ASDECOBA en Salamanca. Donde están creando vida en espacios de no-vida, como ellas dicen, entre la cárcel, el barrio periférico de Buenos Aires y el medio rural. Cultivando tierras cedidas que estaban en desuso, transformando alimentos en dos empresas de cáterin (una urbana y otra rural), a través de una red cooperativa de alimentos… y donde los cuidados y el trabajo (no el empleo) se ponen en el centro para sostener la vida. Pero también en la periferia urbana de Valencia te podría nombrar a la Coordinadora de Colectivos del Parke, en el barrio del Parke Alcosa, que llevan 30 años en una dinámica asamblearia de cooperativas de empleo y formación desde los márgenes y a través del apoyo mutuo.
P.- Otra buena noticia del 2021 es la llegada de otro “pueblo en movimiento”, las, los, loas zapatistas, con su autonomía en medio de la guerra que el capitalismo le tiene declarada, con su defensa del medioambiente y con la participación en igualdad de las mujeres. ¿Qué te gustaría destacar de las compañeras zapatistas?
R.- Pues como dices, es una alegría y una suerte poder contar con la visita de las mujeres zapatistas porque creo nos pueden dar muchas lecciones de vida. Como ya he venido resaltando, para nosotras el feminismo en clave comunitaria, “desde abajo y a la izquierda”, como dicen ellas, es imprescindible para enfrentarnos al colapso. Y quién, mejor que ellas, que viven en el colapso, nos pueden dar claves de autoorganización y empoderamiento. Desde nuestro análisis, vienen tiempos duros, de represión y violencias múltiples, y las mujeres zapatistas han enfrentado la violencia en sus múltiples caras, con más o menos aciertos, pero sus experiencias de vida, de supervivencia y de lucha pueden ser muy interesantes para tener en cuenta en el momento en el que nos encontramos.
P.- Como mujer, trabajadora, madre, activista, ¿cómo te gustaría pasar el 8 de marzo 2021?
R.- ¡Ay! Me encantaría pasar el 8M como los dos últimos años, tomando las calles de Irún con miles de mujeres cis, trans y no binarias. Pero como no va a poder ser, sí que me gustaría hacer algo contundente. Si no nos podemos juntar, hagamos acciones diversas, descentralizadas, que se sepa que deberíamos estar okupando las calles, me encantaría hacer pequeños actos de boikot o hackeos… Aún estamos con los debates, pero algo haremos...
Pues en el camino de construcción y continuidad de nuestras luchas nos encontramos. Muchas gracias Ruth, nos has abierto los brazos y muchas puertas para reflexionar.
(1) https://www.pikaramagazine.com/2020/07/aliviar-la-pobreza-o-erradicar-las-desigualdades/
(2) Umbral de Pobreza definido como la mitad de la Renta per Cápita (PIB x n.º habitantes / 2)
(3) https://coordinacionbaladre.org/noticia/la-renta-basica-de-las-iguales-frente-al-heteropatriarcado-capitalista