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América Latina
Cómo está afectando el coronavirus en América Latina
De la irresponsabilidad de Bolsonaro al estado de excepción sin contagios en El Salvador. Con un impacto dispar de la pandemia en el continente, los países latinoamericanos han reaccionado de forma diferente ante la crisis.
Sociólogo, analista político y profesor de la Universidad Central de Venezuela
Cada Gobierno latinoamericano, independientemente de su signo, ha venido aplicando de manera más o menos similar, aunque en tiempos distintos, las recomendaciones generales de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El impacto de la pandemia varía de país en país, en función de sus conflictos y situaciones internas.
La coyuntura general creada por el virus y el tipo de respuesta mundialmente establecida, signada por cuarentenas colectivas y distanciamiento social, puede implicar el debilitamiento de las movilizaciones que se acrecentaron durante el último trimestre de 2019, cuando varios levantamientos populares pusieron en jaque a los gobiernos de Ecuador, Haití, Chile y Colombia.
Estos gobiernos saben, como el resto, que una pequeña equivocación puede ser determinante en esta región recalentada por los conflictos. El coronavirus y su capacidad de propagación rápida son un nuevo reto en una región vulnerable a este tipo de situaciones. Adelantarse y tomar medidas radicales es sumarse al consenso mundial y a la vez poner las barbas en remojo. Pero no todos piensan así.
Nayib Bukele, el presidente “millenial” de El Salvador, fue el primero en aplicar medidas radicales contra el virus el 11 de marzo. Aunque el país aun no tenía ni un caso, decretó una cuarentena en el país y posteriormente ha pedido declarar estado de excepción.
Jair Bolsonaro y Manuel Andrés López Obrador, dos presidentes ideológicamente contrarios, han sido laxos no solo en la aplicación de medidas preventivas, sino incluso en el ejemplo que dan a su ciudadanía
Desde otra perspectiva, Jair Bolsonaro y Manuel Andrés López Obrador, dos presidentes ideológicamente contrarios, han sido laxos no solo en la aplicación de medidas preventivas, sino incluso en el ejemplo que dan a su ciudadanía, debido a que ambos se han presentado en manifestaciones públicas y han dado la mano y besado a sus seguidores.
Y eso que Bolsonaro ha estado muy cerca de personas contagiadas: en su viaje a Estados Unidos el 7 de marzo, dos de sus acompañantes dieron positivo en el test y, si bien su primer test dio negativo, los médicos han advertido a Bolsonaro de que era necesario un tiempo de aislamiento pues tiene que someterse a una nueva prueba que descartará el periodo de incubación de la enfermedad.
Bolsonaro ha desobedecido todas las recomendaciones médicas que ha dado la OMS y se puso en contacto con parte de sus seguidores, quienes participaron en el acto celebrado en Brasilia y que reunió a unas 8.000 personas para manifestarse en contra del Congreso Nacional y el Supremo.
Como líder del país más grande de la región, se hubiera esperado que diera el ejemplo y se acogiera a la cuarentena. Por el contrario prefirió asistir a una manifestación que radicaliza su postura contra el Legislativo de su país y donde se podían leer carteles como “fuego y alcohol en contra del virus del Congreso y la Suprema Corte”. Bolsonaro no espera que cese el virus para concretar sus planes.
Por su parte, el presidente mexicano López Obrador ha tenido que desmontar su discurso original sobre el virus, pero sin perder su animosidad y optimismo. Del “hay que abrazarse, no pasa nada” del 4 de marzo, pasó diez días después al “¿para qué abrazarnos, si puede haber algún problema? Con la mente, eso es más importante, internalizar ese pensamiento de amor y fraternidad”, expresó en un giro práctico que la OMS seguro considera muy importante.
El mismo día que “anunciaron que las escuelas se suspenderían hasta al menos el 20 de abril, tuiteó un video de sí mismo abrazando a los fanáticos, posando para fotos e incluso besando a un niño durante una visita al Estado de Guerrero”. Todo lo que la institución mundial sobre el tema de la Salud considera el enemigo. ¿Cómo dos ideologías contrarias terminan actuando de la misma manera frente a un fenómeno crítico?
Desde la izquierda y la derecha ambos tienen una lectura populista que trata de saltarse la parsimoniosa institucionalidad de Estado y de moral puritana internacional. Parecen no ceder ante la profilaxia que plantea un mundo paranoico y acusante. Las redes han estallado y la prensa mundial ya ha analizado estas reacciones de ambos mandatarios. The Guardian ha sido uno de estos medios.
Pero en el caso de Bolsonaro hay algo más que decir en cuanto al tratamiento de la crisis y su postura ideológica ya que el coronavirus ha hecho retroceder a su gobierno en una bandera política de su campaña presidencial. Funcionarios del Ministerio de Salud han declarado que quieren traer de vuelta a los médicos cubanos que fueron expulsados apenas se inició su Gobierno.
¿Se acabó la ola de protestas?
Con la crisis no solo se caen las fronteras ideológicas. Los más amenazados son los conflictos que requieren movilizaciones de calle para poder desarrollarse y ahora resultan prohibidas no por ninguna dictadura sino por el sentido común impuesto por el distanciamiento social que impone la lucha contra el coronavirus. ¿Se extinguirán las movilizaciones sociales y políticas en países que han experimentado un 2019 agitado, como Chile, Colombia o Venezuela?
En Chile, el Gobierno de Sebastian Piñera ha prohibido los eventos públicos con más de 500 personas a partir del lunes 16 de marzo, un obstáculo para la realización de manifestaciones que volvieron a surgir una vez superadas las vacaciones de verano. El viernes 13, cuando varios países ya estaban aplicando medidas radicales, los manifestantes volvieron a la llamada Plaza Dignidad y plantearon no dejarse desmovilizar por estas: “Creo que, a pesar de la estrategia del Gobierno para crear pánico con el brote de coronavirus, la gente va a seguir marchando. Los jóvenes saben que las personas que tienen riesgo son los mayores”, señaló la estudiante universitaria Liseth Toledo a la agencia EFE, en una postura que probablemente tenga que ceder.
“Creo que, a pesar de la estrategia del Gobierno para crear pánico con el brote de coronavirus, la gente va a seguir marchando", clamaban desde Chile
La postura de los manifestantes colombianos es muy diferente. El Comité Nacional del Paro que convocó exitosas manifestaciones a finales de 2019 y que tenía nuevas convocatorias para estas semanas, ha hecho un cambio audaz de estrategia y para no desmovilizar llamó a protestar con cacerolazos desde las casas. Con ello, los actores progresistas de Colombia buscan que no baje el volumen de las protestas para que continúen con fuerza una vez pasada la crisis y se vuelva a acentuar el conflicto de calle contra el gobierno de Duque cada vez más enredado por escándalos de corrupción, compra de votos y relación con narcotraficantes.
Entre los manifestantes de Chile y los de Colombia se ven dos maneras de relacionar las medidas contra el virus y las protestas contra sus gobiernos. Venezuela, en cambio, sufre una situación particular.
Venezuela
Si los manifestantes de Chile y Colombia tienen sus estrategias para que las protestas no cedan ante la emergencia, la oposición venezolana, que también venía de realizar actos de calle el 10 de marzo, sigue en su empeño de actuar no como oposición política que reclama y critica determinadas decisiones o el tiempo de su ejecución, como cualquier otra oposición, sino como un gobierno establecido.
Juan Guaidó ha dictado cinco líneas para atender el coronavirus, en su afán de simular su presidencia, pero a diferencia de los manifestantes de Chile y Colombia no ha dicho cómo la situación va a afectar el “Pliego Nacional de Conflicto” que convocó durante la última manifestación y que justamente tenía como uno de sus pivotes el sector salud, que se encuentra muy deteriorado en el país. Su margen de acción resulta muy disminuido lo que no solo le deja en estado de impotencia sino que también deja un vacío en la oposición venezolana que no actúa como evaluadora y escrutadora de la gestión estatal, sino como si ésta no existiera.
El margen de acción de Guaidó resulta muy disminuido lo que no solo le deja en estado de impotencia sino que también deja un vacío en la oposición venezolana
De manera, Nicolás Maduro asumió el discurso de la crisis y se nombró como el líder para enfrentar la coyuntura sanitaria. Antes que otros presidentes asumió las recomendaciones de la Organización Panamericana de Salud, ha decretado cuarentena y medidas extremas y, con un discurso de estadista, ha anunciado reuniones con actores tan contrarios de su gobierno como el Gobierno de Colombia y la patronal empresarial (Fedecámaras) por primera vez desde que es presidente. Además de tener el total control de la policía y los centros de asistencia cuenta con el apoyo de China que, en este tema, tiene un plus especial.
Entendemos que, después de su reunión con Donald Trump, la crisis sanitaria está siendo utilizada por Maduro para pasar aplanadora al simulacro de gobierno de Guaidó quien nuevamente solo tiene el reconocimiento de importantes gobiernos del mundo que hoy están contra la pared por el coronavirus.
Argentina
Por otro lado, en Argentina, la diatriba brota entre el Estado central controlado por el peronismo de Alberto Fernández y algunos gobiernos regionales debido al tipo de medidas y la velocidad de las decisiones: “Todo esto es muy dinámico. El viernes nos dijeron que no servía, hoy las cosas cambiaron”, reconoció el presidente ante un cambio de postura debido a que había descartado la suspensión de clases y “había criticado al gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, por decidir de modo unilateral suspender las clases en los establecimientos educativos de esa provincia”. Finalmente, el presidente tuvo que ceder y tomar las medidas antes criticadas en un pulso contra el gobernador opositor.
Por su parte, en República Dominicana se presentaron elecciones municipales que se habían anulado tras denuncias de fraude en febrero. El pasado domingo 15 de marzo se repitieron dichas elecciones a pesar de las declaraciones del Gobierno sobre la gravedad del coronavirus, lo que generó rechazó por parte de la oposición política que denunció al presidente por querer desmovilizar la participación en la cita comicial, considerando “inoportuno e imprudente el anuncio del gobierno un día antes de las elecciones” de las cuales se espera aun el resultado oficial.
Así las cosas, cada gobierno tratará de aprovechar la coyuntura para mantener cohesión y bajar los niveles de conflictividad. Por su parte los movimientos de protesta tendrán que establecer estrategias para sobrevivir a la obligada paralización de actividades. América Latina ha vivido ya varios de meses de una creciente pugnacidad política que solo podrá sostenerse ante estrategias creativas, por parte de sus actores, que puedan sobrevivir la inactividad producida por las medidas para enfrentar la pandemia.