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América Latina
Un “marxista-leninista” parte como favorito en las elecciones en Perú
Hace apenas dos años, buena parte de la prensa internacional hablaba de la vuelta de un nuevo “Consenso de Washington” en América Latina. Tras la década ganada para la izquierda latinoamericana —periodo que abarca entre 2005/2006 y 2015/2016, donde la gran mayoría de países estuvieron gobernados por la izquierda— una nueva ola de gobiernos neoliberales llegaba al continente, encabezada por las victorias de Mauricio Macri en Argentina, Iván Duque en Colombia y Jair Bolsonaro en Brasil. El giro a la derecha parecía evidente en toda la región, y se auguraba un periodo muy complicado para la izquierda, que, en casi todos los países, había sido castigada por la corrupción o el incumplimiento de las expectativas de sus votantes.
Sin embargo, desde los últimos meses de 2019, algo parece estarse moviendo en el continente, y aunque sería descabellado hablar de un resurgimiento de la izquierda, es indudable que la derecha neoliberal no ha conseguido imponer su hegemonía como sí consiguió la izquierda. Las victorias de Alberto Fernández en Argentina y Luis Arce en Bolivia, y las oleadas de protestas en Chile y Colombia, han demostrado que existen sectores importantes de la población que se oponen frontalmente al neoliberalismo, y ahora, parece que Perú podría ser el siguiente país en mostrar su rechazo.
El favorito es Pedro Castillo, un maestro hasta hace poco completamente desconocido, que se declara marxista-leninista y que sostiene posturas muy conservadoras en materia de derechos civiles y reproductivos
Este domingo 6 de junio, los peruanos elegirán entre Keiko Fujimori y Pedro Castillo quién dirigirá el país durante el siguiente quinquenio. La primera, hija de Alberto Fujimori, el ex mandatario condenado por crímenes de lesa humanidad, ha pertenecido siempre a una derecha neoliberal con tintes autoritarios. Y el segundo, se trata de un maestro hasta hace poco completamente desconocido, que se declara marxista-leninista y que sostiene posturas muy conservadoras en materia de derechos civiles y reproductivos. Una elección entre dos candidatos que proponen dos modelos de país antagónicos, y que podría colocar por primera vez en muchos años a un candidato de la izquierda al frente de uno de los países históricamente más conservadores de América Latina.
Pedro Castillo, el maestro convertido en “favorito”
Pedro Castillo Terrones, maestro, líder sindical e integrante de las rondas campesinas —patrullas de civiles autoorganizados activas desde los años más duros del terrorismo— puede convertirse este domingo en el próximo presidente de Perú. Este profesor de primaria en la localidad de Puña, un pueblo de apenas 300 habitantes, situado en la región de Cajamarca, en el interior del país, es el favorito según los sondeos para ocupar la presidencia de Perú. Tras superar en seis puntos a Keiko Fujimori en la primera vuelta, Castillo se ha mantenido durante el último mes por delante en casi todos los sondeos, aunque la candidata de Fuerza Popular le ha recortado varios puntos en las últimas semanas, hasta llegar a rozar el empate técnico.
Su programa, que aboga por impulsar un proceso constituyente, nacionalizar sectores estratégicos, establecer un sistema público de pensiones y obligar a las empresas mineras a reinvertir un porcentaje de sus beneficios en suelo nacional, supondría un vuelco total de llegar a implementarse en una mínima parte.
Duramente criticado en muchos medios de comunicación por su inexperiencia y por presentarse a las elecciones con un ideario de apenas 73 páginas, Pedro Castillo se convirtió en la primera vuelta en el candidato preferido de los sectores más desfavorecidos del país. Las regiones del interior votaron masivamente por el maestro cajamarquino, que arrasó en las zonas tradicionalmente más olvidadas por la política peruana.
Con consignas como “nunca más un pobre en un país rico”, Castillo ha conseguido ganarse el apoyo de los sectores más desfavorecidos del país, arrasando en las regiones que cuentan con menor renta per cápita
La cuestión regional no es menor en Perú, y durante toda su campaña, Castillo ha planteado el enfrentamiento entre el pueblo y las élites a través de la contraposición entre Lima y el interior del país. Su último acto de campaña para la primera vuelta, donde entró a caballo en la capital peruana acompañado de sus seguidores, es un claro ejemplo de esta estrategia, que contrapone a las élites limeñas contra la población que habita en las regiones más pobres, ubicadas en el interior del país. Así siguió desde el primer momento de la campaña para la segunda vuelta, donde Castillo obligó a su adversaria Keiko Fujimori a disputar el primer debate en su localidad natal, Chota, un pueblo de 300 habitantes de la región de Cajamarca, una de las más pobres del país a pesar de contar con la mina de oro más grande del continente.
Con consignas como “nunca más un pobre en un país rico”, Castillo ha conseguido ganarse el apoyo de los sectores más desfavorecidos del país, arrasando en las regiones que cuentan con menor renta per cápita. Su fórmula para acabar con la pobreza pasa por aumentar significativamente los presupuestos en Sanidad y Educación y poner en marcha un programa social ambicioso que incluye la gratuidad universitaria, el establecimiento de un sistema público de pensiones, y mejorar las infraestructuras públicas aumentando la inversión estatal.
Para financiar este desembolso, Castillo propone nacionalizar sectores estratégicos como el gas, y obligar a las empresas mineras a reinvertir sus beneficios dentro del país. Sin embargo, como ya han señalado muchos observadores, el programa de Perú Libre no incluye una reforma tributaria profunda que grave a los grandes tenedores y a las rentas más altas para financiar el aumento del gasto social. Castillo justifica esta ausencia alegando que con la propiedad pública de los recursos naturales y mayores gravámenes a las empresas mineras bastaría, lo que nos muestra una de las posibles limitaciones de su modelo de país a largo plazo.
Como hemos visto en otros países gobernados anteriormente por la izquierda latinoamericana, este tipo de modelos nacionales generan una enorme dependencia del extractivismo y del mercado de las commodities. Una suerte de “Estado Compensador”, como lo han denominado pensadores como Eduardo Gudynas, que distribuye las ganancias generadas por los recursos naturales, pero que no redistribuye la riqueza a través de impuestos progresivos, lo que provoca que cuando los precios de los recursos naturales caen, apenas haya fondos para mantener sus ambiciosos programas sociales.
Castillo propone nacionalizar sectores estratégicos como el gas, y obligar a las empresas mineras a reinvertir sus beneficios dentro del país. Sin embargo, como ya han señalado muchos observadores, el programa de Perú Libre no incluye una reforma tributaria profunda
Aquí está uno de los puntos más dudosos del programa económico de Castillo, que a nivel político propone impulsar una Asamblea Constituyente para superar la constitución de 1993 aprobada bajo el gobierno de Alberto Fujimori. Una propuesta que hace unos años podía sonar utópica, pero que, gracias al ejemplo de sus vecinos chilenos, hoy parece más plausible que nunca. El plan constituyente de Castillo se parecería en su estructura al del país vecino, pues prevé un referéndum de entrada, donde los ciudadanos votarían si desean o no convocar una asamblea constituyente, unas elecciones a la asamblea, y un plebiscito ratificatorio del texto. Sin embargo, a diferencia de Chile, es muy probable que este sea un proceso mucho más centralizado y dirigido por el ejecutivo, como ya ocurrió en los procesos constituyentes venezolano, boliviano y ecuatoriano.
Una izquierda conservadora
A pesar de las profundas transformaciones sociales y económicas que propone Castillo, su discurso no termina de convencer a muchos simpatizantes de la izquierda peruana. Sus ataques a las instituciones, y sus ideas tremendamente conservadoras en materia de género y derechos LGTBI han generado muchas dudas en amplios sectores. El programa de Perú Libre recoge la despenalización del aborto, pero “discrepa en que se utilice como una especie de método anticonceptivo”, e incluye fragmentos muy difíciles de asumir para el movimiento feminista como el que se cita a continuación: “Nuestro país debe iniciar un proceso de despatriarcalización que llevamos como herencia colonial, es decir, desterrando el machismo, sin que esto signifique instalar su extremo contrario, el feminismo. Así, el problema de la libertad de la mujer no radica en la diferencia sexual, sino en el modelo social al que pertenece”.
Castillo también se ha posicionado en contra de la introducción de perspectiva de género en el ámbito educativo, de la eutanasia y del matrimonio entre personas del mismo sexo. Un conjunto de medidas difíciles de aceptar para muchos progresistas, y que el candidato justifica en base a una supuesta defensa de la familia.
Su pacto con la izquierda de Veronika Mendoza para la segunda vuelta podría contribuir a moderar esta tendencia ultraconservadora en el caso de llegar al gobierno. Ambos mandatarios firmaron un compromiso en el que Castillo se comprometía a respetar la democracia, la libertad de prensa, y “los derechos de todos los ciudadanos de Perú”, en clara alusión a los derechos LGTBI. Mendoza, que en los últimos años se ha erigido como una firme defensora del feminismo y de los derechos de la comunidad LGTBI, terminó brindando su apoyo al maestro cajamarquino, aludiendo al momento histórico que atraviesa el país, y confiando en que se pueda poner en marcha una asamblea constituyente que supere el texto fujimorista, y le permita introducir estas demandas.
Por lo tanto, Castillo llega a la segunda vuelta reforzado por el apoyo de Mendoza, y con un discurso que ha tratado de evitar los aspectos más polémicos de su programa, en lo que muchos analistas han calificado como un ejercicio de moderación habitual en el segundo turno electoral. En 2011, el candidato de la izquierda, Ollanta Humala, practicó un ejercicio de moderación similar, aunque mucho más profundo que el de Castillo, lo que le permitió ganar apoyos como el del Premio Nobel y ex candidato presidencial Mario Vargas Llosa que le sirvieron para derrotar a Keiko Fujimori. Esta vez Castillo no ha ido tan lejos y ha elegido no renunciar a los aspectos fundamentales de su programa en materia política y económica. A cambio, ha tenido que enfrentar una dura campaña de demonización por parte de la derecha, que condicionará completamente lo que ocurra este domingo.
Antiizquierdismo o antifujimorismo
Enfrente, Pedro Castillo tendrá a Keiko Fujimori, la hija del ex mandatario que tras un autogolpe estableció un régimen autoritario en la década de los 90. Con un programa que reivindica el legado económico y social del fujimorismo, Keiko se encuadra dentro de la derecha neoliberal latinoamericana, y se presenta a estas elecciones con un programa continuista que defiende la Constitución de 1993 y que promueve pocos cambios en materia económica y social.
La estrategia de Keiko Fujimori, más centrada en demostrar lo terrible de su contrincante que en presentar un proyecto de país propio, parece estar dando sus frutos a tenor de las últimas encuestas, en las que la candidata subía hasta llegar casi a un empate técnico con Castillo
Durante toda la campaña, Keiko Fujimori ha tratado de erigirse como la candidata de la concordia. La única capaz de garantizar la supervivencia de la democracia y la paz social amenazadas por el comunismo y “la lucha de clases” que promueve su adversario. Esta estrategia, más centrada en demostrar lo terrible de su contrincante que en presentar un proyecto de país propio, parece estar dando sus frutos a tenor de las últimas encuestas, en las que la candidata subía hasta llegar casi a un empate técnico con Castillo. El objetivo de la líder de Fuerza Popular no es entusiasmar a nadie, sino conseguir que el pánico a Castillo y a la “venezuelización” del país haga que una mayoría de votantes cierren filas en torno a su candidatura.
Un escenario inédito en Perú, donde hasta la última elección había sido la propia Keiko quien había sufrido este veto sobre su figura en las segundas vueltas. En 2011 fue derrotada por la mínima por Ollanta Humala, y en 2016, frente a Pedro Pablo Kuczynski se quedó aún más cerca, y perdió la elección en segunda vuelta por 40.000 votos a pesar de haber doblado a su contrincante en la primera vuelta.
En esta ocasión será distinto. Fujimori ha entendido a la perfección el momento político y ha sabido ganarse el favor de quienes hace unos años participaban de este veto antifujimorista. El ejemplo más claro es el Premio Nobel de Literatura y ex candidato Mario Vargas Llosa, que se enfrentó a su padre en los 90, y hasta hace no tanto era un ferviente adversario de los Fujimori. El escritor llamó esta misma semana desde su residencia en España a votar por Keiko para salvar la democracia peruana, y durante las últimas semanas se ha implicado activamente en su campaña interviniendo en varios actos públicos vía online. Una situación impensable hasta la llegada de Pedro Castillo.
La irrupción del maestro del sombrero chotano ha dado un vuelco a la política peruana, que en las últimas décadas había girado en torno al eje fujimorismo/antifujimorismo. Esta vez, sin embargo, se añadirá un eje más, el del anticomunismo, que podría llevar a sectores contrarios a los Fujimori a votar por Keiko como el mal menor. La elección se decidirá aquí, y habrá que ver si pesan más las memorias del régimen autoritario o el miedo a la amenaza comunista.
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La élite no "le ha proyectado como machista", es que lo es, al ser anti-aborto y transfobo, esto lo admite Gahela Cari (MARXISTA TRANS E INDÍGENA): "Condeno las declaraciones transfóbicas d Castillo, exijo asuma la lucha LGTB. A la vez denuncio la instrumentalización d la lucha trans x el Fujimorismo y medios d comunicación.Reafirmo mi voto crítico al Lápiz para cerrarle paso al mayor enemigo d los derechos LGTBs y la democracia" (en referencia a Keiko Fujimori) ---> https://twitter.com/Gahelatrans/status/1400569849273896963
Por favor publicad este video de 2 minutos, imprescindible verlo ---> Castillo hablando del Aborto, Eutanasia, matrimonio igualitario y marihuana. --> https://www.youtube.com/watch?v=V44nCFDdy6k
En mi más sincera opinión, Castillo ni es un marxista ni un transformador social, ya que lo único que desea es aplicar métodos socialdemócratas de redistribución y nacionalización. El problema es que bai hemos ido tanto a la derecha que ya cualquiera que desee intervencion del estado en la economía se le llama marxista... De todas maneras, frente a las políticas neoliberales de empobrecimiento del pueblo peruano y apoyo a las elites de Keiko, tenemos que dar nuestro apoyo a Castillo por esas reformas que buscan dar justicia social y defender los derechos de los pueblos del Peru
El candidato Pedro Castillo ha reiterado que no es marxista ni comunista. El que se declara marxista es el creador del partido en el que el está de candidato. Está de candidato porque el creador del Partido de nombre Vladimir Cerrón no puede postular por que está sentenciado por corrupción cuando fue gobernador regional. Al parecer este candidato fue colocado por Cerrón para no perder la inscripción de su partido al no poder presentarse. Nunca jamás pensó en estar disputando la presidencia con un candidato puesto por el de relleno. Hay una pugna entre Castillistas y Cerronistas dentro del partido.
Los dias del capitalismo estan contados, los dias del comunismo y socialismo los concluyo Gorbachov,China que es el ultimo Comunista ya dio un paso a la nueva fase en la economia del Mundo,la globalizacion y a su vez la regionalizacion. Adios a Wall Street como dueña de la caja economica munidal.Hoy dia los paises buscan explotar sus riquezas tan secuestradas en siglos pasados. Hoy dia no solo los escandinavos o los sudasiaticos o los mediorientales quieren desarrollarse, AMERICA LATINA tambien reclama ese nuevo Modelo, ya no existe Capitalismo ni comunismo o socialismo.Ahoar se llama EL CONSUMISMO, que me compras que te vendo, te lo envio a tu casa.No me importa cu color de piel o tu religion; quiero tu dniero nada mas y consume lo que te ofrezco porque te gusta.
Esto es muy interesante....
Nota: No conviene olvidar que el voto, en Perú, es obligatorio.
Otra nota: Suerte a Castillo.
Un marxista al frente de un estado capitalista, es un capitalista. La única forma de que no fuese así es que logre movilizar a la población para una transición al socialismo, lo cual implica nacionalizar la mayor parte de la economía, incluido el grueso de la banca, nada más llegar a las instituciones, y hacer que todo ese sector público se encamine al pleno empleo. Por supuesto cuando esto se haga la reacción no se quedará quieta, y hay que explicar a la gente que habrá que hacerle frente con todos los medios disponibles.
Ver los dislikes que tiene este comentario dice mucho de la izquierda que tenemos...