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Arte
Paula Rego: mujer, madre y, ante todo, pintora
Dura. Cruda. Envolvente. Perturbadora. Brutal. Sensible. Así es la pintura de Paula Rego porque así era Paula Rego. La pintora portuguesa murió el 8 de junio en su casa de Londres, donde vivía. El presidente de Portugal, Marcelo Rebelo de Sousa, calificó su fallecimiento de “pérdida nacional”. El Gobierno ha declarado un día de luto oficial. Su obra deja una marca indeleble en el arte contemporáneo por su mirada y por traducir de forma original todo lo que llevaba dentro. Ella y muchos otros, sobre todo muchas otras ya que las mujeres fueron el centro de su obra.
“El trabajo de Paula ha jugado un papel muy importante. Nos ha dado imágenes para historias y vivencias que nunca antes habían sido visualizadas, desde la despiadada agresión física y psicológica de la dictadura hasta el dolor solitario de someterse a un aborto ilegal. Ella ha representado la fuerza interior y la sexualidad de las mujeres de una manera que se siente convincente e inspiradora. Ha llevado el dibujo, en todos sus formatos, a nuevas alturas”, dice a El Salto Elena Crippa, comisaria de la Tate Britain y de la exposición temporal sobre Paula Rego que se puede visitar en el Museo Picasso de Málaga hasta el 21 de agosto.
Una de sus colecciones más significativas es la que dedica al aborto cuando aún era ilegal en Portugal. Rego quería que la ley cambiase y cambió. Muchos dicen que sus cuadros —expuestos en la Gulbenkian— fueron cruciales para que se legalizase el aborto en 2007, después del fracaso del primer referéndum a finales de los 90, cuando se enfadó mucho por la escasa participación.
“El dolor, el dolor físico y el lado erótico están conectados. En esos cuadros, las chicas están en una posición que podría permitir tanto la penetración de una mano que realiza un aborto como la penetración de un amante. Una y otra se equiparan. En esos cuadros las dos cosas están íntimamente relacionadas. Son cuadros que me dicen mucho. Pienso que fue lo mejor que hice nunca porque son profundamente verdaderos. La decisión de sobrevivir, de provocar y el hecho de nunca sentirnos culpables, nunca. Y no lo sentimos porque no hay espacio para esa culpa, no es importante. Es una cuestión de supervivencia. Por ese motivo, es lo único por lo que lucharé, porque considero una atrocidad que esté prohibido”, decía la pintora en el documental Paula Rego, historias y secretos, dirigido por su hijo Nick Willing Rego.
La sumisión
Aunque ha vivido gran parte de su vida en Inglaterra nunca se alejó de Portugal, donde residió de 1957 a 1963, y que criticaba ferozmente por la mentalidad conservadora y retrógrada, sobre todo en lo que respecta a la mujer.
Reaccionó y habló contra esa sociedad, pero no logró rechazar del todo la sumisión femenina, que no soportaba. Decía que siempre había sido obediente porque no sabía ser de otra forma, había sido educada así, a decir que sí a todo. A los hombres, todavía más.
La pintura era su espacio de libertad. Donde se exprimía sin frenos. En sus cuadros se sienten la crítica social y política, el miedo, la rabia, la tristeza, la ilusión, la vida y el sueño, la fantasía y la depresión. La última la acompañaba desde niña. Sobre ese dolor también pintó y los cuadros que hizo en una de sus fases depresivas más duras, en 2007, los tuvo guardados mucho tiempo por la vergüenza de sentirse así, deprimida.
Su obra retrata lo que le molesta, enfada, cabrea, perturba, emociona y conmueve. Es por eso que la relación con su marido y amante Vic está muy presente: tanto las traiciones como el amor profundo que sentían el uno por el otro
Su obra retrata lo que le molesta, enfada, cabrea, perturba, emociona y conmueve. Es por eso que la relación con su marido y amante Vic está muy presente: tanto las traiciones como el amor profundo que sentían el uno por el otro. Del proceso de la enfermedad de esclerosis múltiple que su compañero —también pintor— sufrió a lo largo de veinte años y de su muerte resultó otra depresión y un trabajo estruendoso. “A Dança”, 1988, fue uno de los cuadros de la exposición en la Serpentine, en Hyde Park, que la lanzó a la fama.
“Paula fue feroz en su radical honestidad, además de tener una extraordinaria energía vital y exuberancia, cualidades que se pueden ver en su obra. También fue muy sofisticada en la gama de referencias que aportó a su trabajo, desde la literatura y las historias populares hasta la cultura popular y la pintura como una categoría que abarca siglos. Esto es lo que le da a su obra su extraordinaria riqueza. Era una maestra de la composición y de manera única en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial. Ella también era cálida, y siempre partió de lo personal e íntimo. De ahí que podamos sentirnos cercanos a sus historias, nos llevan con ellas”, afirma Elena Crippa.
Paula Rego empezó a dibujar a los cuatro años y recorrió el mundo durante siete décadas dedicadas al arte. España también la aclamó. “Paula Rego ha sido una de las artistas más originales y aplaudidas de nuestra época. A lo largo de siete décadas reinventó la pintura figurativa y la manera de representar a las mujeres. Rego buscó formas nuevas y distintas de contar historias con sus imágenes y sus obras, que tienen raíces en su experiencia personal, enlazan al mismo tiempo con lo que ocurre en el mundo”, se lee en el texto sobre la retrospectiva inaugurada en Málaga el 26 de abril, a la que no pudo acudir la artista por su delicado estado de salud. “La exposición de Paula Rego presenta la obra de una artista insobornable, de extraordinaria imaginación, que ha redefinido el arte figurativo y revolucionado la representación de las mujeres. La exposición refiere su notable trayectoria, poniendo de manifiesto el carácter autobiográfico de buena parte de su arte, el contexto sociopolítico donde hunde sus raíces y el amplio espectro de sus puntos de referencia, desde el cómic hasta la pintura de historia”, dictamina el texto del museo.
La política y la obra de Paula Rego son indisociables. Y España también ha sido protagonista en esa línea. El “Cães de Barcelona”, 1965, retrata la decisión de Franco de tirar carne envenenada en las calles de la ciudad para matar a los perros abandonados. Además de los animales, también niños y adultos hambrientos la ingerirán. Sobre la pintura, Rego decía que era un cuadro maravilloso, de sus mejores obras y que la matanza indiscriminada era una buena imagen de Portugal.
El Portugal que despreciaba
Fue en Lisboa, la capital portuguesa, donde Paula Rego nació el 26 de enero de 1935, dos años después de que Salazar consolidara el Estado Novo, el régimen totalitario que duraría hasta la Revolución de los Claveles de 1974 y que sería el contexto de parte de su obra. “Salazar a Vomitar a Pátria”, 1960, iba a ser un cuadro contra el dictador. “Pero cuando lo estaba pintando empecé a sentir pena (…) Es una cosa que pasa con los cuadros, nunca sabemos lo que nos harán sentir. Yo no quería sentir pena. Por Dios, era un hombre bruto, violento y siniestro”, afirmaba en el documental. “Los cuadros logran cambiar nuestros sentimientos”, explicaba.
Más joven, en otra entrevista sobre el mismo cuadro, decía: “Sentí por él [Salazar] un sentimiento que no estaba permitido y que, por cierto, ni siquiera era verdadero en la vida real, pero en la pintura sí que estaba permitido. Un cuadro permite sentir todo lo que está prohibido. Es por eso que pintamos, porque nos damos cuenta de cosas de las que no nos habíamos dado cuenta antes, y estamos incluso autorizados a cometer ultrajes”.
Hizo otras obras sobre el Portugal fascista. “Era una sociedad implacable, mortal para las mujeres que yo despreciaba por ese motivo. Era una sociedad extremamente represiva. Sin embargo, eso no se veía porque las personas se comportaban como debían”, criticaba.
“A Prova”, 1990; “A Sina de Madame Lupescu”, 2004 y “O Jardim do Interrogador”, 2000, fueron algunas obras sobre el país sin liberdad de expresión y de la censura que miraba con desdén.
La pintura primero
País ese que no servía a una artista que sería controvertida por hacer de su arte su voz. Los padres, antifascistas y anglófilos, buscarán otro contexto para su hija y es así que, a los 16 años, Paula Rego va a estudiar en una escuela de señoritas en Kent, Inglaterra.
Entre 1952 a 1956, estudia pintura en la Slade School of Fine Art of Londres, donde conoció al que sería su marido, Victor Willing, a quien llamaba Vic. Se casarán en 1959 y, con sus tres hijos, vivirán entre Inglaterra y Portugal antes de establecerse en Londres en 1972.
En la Bienal de São Paulo representa a Portugal en 1969 y a Gran Bretaña en 1985. En 1988, el mismo año que se muere su marido, Rego se consolida. Las exposiciones individuales en la Fundación Calouste Gulbenkian de Lisboa, en el Museo Serralves de Oporto y la Serpentine Gallery de Londres dejarán claro que se hablaría de Paula Rego. Con Maria Helena Vieira da Silva, Rego está entre los pintores portugueses del siglo XX de mayor proyección internacional.
Con exposiciones individuales en todo el mundo y doctorados honorarios de universidades como Oxford y Cambridge, Rego se convirtió en la primera artista en residencia en la National Gallery, que presenta sus murales como decoración permanente, en 1990.
Ha sido distinguida con numerosas exposiciones retrospectivas. La de Tate Liverpool en 1997; la del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofia de Madrid en 2007; la del Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey; la Pinacoteca do Estado de São Paulo en 2010–2011 y la del Musée de l'Orangerie de París en 2018 son solamente algunas.
También recibió el Premio Turner, en 1989; el Grande Prémio Amadeo de Souza-Cardoso, en 2013; la Grã-Cruz da Ordem Militar de Sant'Iago da Espada, en 2004; y fue nombrada Dama Comandante de la Orden del Imperio Británico, en 2010, por su contribución para las Artes. Hace dos años, era reconocida con la Medalla de Mérito Cultural del Gobierno portugués.
Este año participa como una de las artistas más relevantes en la edición 59 de la Bienal de Venecia con la exposición The Milk of Dreams en el pabellón central.
La obra de Paula Rego, tremendamente influenciada por la literatura, está llena de versiones retorcidas de cuentos infantiles, memorias e historias. No es al azar que el museo dedicado a su obra se llama la Casa das Histórias Paula Rego, inaugurado en 2009 en Cascais (Portugal).
Sobre ella misma decía que era mujer, madre y, ante todo, pintora.