Barcelona
La Selva, un vergel en el desierto de la ciudad, bajo amenaza

El espacio okupado comunitario y vivienda la Selva, situado en el distrito de Horta-Guinardó (Barcelona), se encuentra en peligro de desalojo, con fecha abierta oficialmente desde mayo. La propiedad, la empresa Caversa SL, pretende construir una residencia de lujo de asistencia a la tercera edad. El vecindario se guarece contra el peligro de demolición de la vivienda y la tala de la mayoría de los árboles que alberga este espacio de más de una hectárea, y define el conflicto como una cuestión de voluntad política. La aprobación del plan urbanístico para la regulación del equipamiento y la licencia de obras que requiere el proyecto, se encuentra actualmente en la fase de planeamiento, pendiente de la aprobación por parte del ayuntamiento, que tiene que tomar una decisión en los próximos meses. 

El equipamiento propuesto sería de tipo sanitario asistencial, distribuido en unidades de convivencia, basándose en el modelo nórdico, de carácter elitista en cuanto la barrera económica que supone. Según el punto de vista del mencionado plan, la obra está muy justificada debido al incremento de la esperanza de vida y el progresivo envejecimiento de la población, lo que provoca que cada vez haya más necesidad de crear plazas residenciales para personas con ciertas dependencias. Sobre la base de su informe, Barcelona tiene un déficit de más de 4.000 plazas asistidas y la viabilidad económica del equipamiento “está fuera de toda duda”, asegura.

La empresa que tomaría la gestión sería Clece Vitam, dedicada a la gerencia de residencias privadas de personas mayores en España, Portugal y el Reino Unido

En los últimos años, se han construido diversas residencias de estas características en el área cercana. De hecho, esta estaría ubicada justo delante de una. La empresa que tomaría la gestión sería Clece Vitam, dedicada a la gerencia de residencias privadas de personas mayores en España, Portugal y el Reino Unido, que da atención a más de 1,5 millones de personas. Entre los socios capitalistas  de la empresa se encuentran los apodados ‘Albertos’, forman parte de un negocio de la salud controlado por tan solo cinco compañías, gobernadas por los cinco hombres más adinerados del Estado español, como por ejemplo Florentino Pérez. La empresa tiene un amplio historial de polémicas: priorizando el beneficio por encima de todo, no ha dudado en extorsionar o despedir trabajadoras que han ejercido su derecho legítimo a organizarse sindicalmente.

Conforme las normas de urbanismo, tratándose de un espacio verde, la ocupación de la construcción no podría superar el 40% sobre la totalidad de la parcela ni superar las 12 plantas de altura. A juzgar por los planos, los dos edificios ocuparían una gran parte del terreno y obstruirían la visibilidad de varios edificios adyacentes. La empresa de la familia Travería no se ha demorado en encargar sus propios estudios del arbolado y hacer sus análisis sobre el patrimonio histórico y cultural para justificar el uso del espacio y desechar cualquier crítica o brecha legal.

Conforme las normas de urbanismo, tratándose de un espacio verde, la ocupación de la construcción no podría superar el 40% sobre la totalidad de la parcela ni superar las 12 plantas de altura

Refugio climático y pulmón de la zona

Las urracas danzan al paso que saltan los bancales y las chicharras abrasan con suavidad desde las copas de los árboles. Las gaviotas cada año anidan en las palmeras diezmadas, para después caer sus polluelos desde lo alto y aprender a volar poco a poco desde abajo. Muchas especies encuentran su refugio aquí, y construir implicaría privar de hogar a la poca fauna que queda en la ciudad de Barcelona. Mientras el ayuntamiento recomendaba este sofocante verano ir a las bibliotecas como espacios mal llamados ‘refugios climáticos’, en este jardín, a escasos metros del asfalto, las temperaturas bajaban. En la sombra, se podía disfrutar del aire fresco, y en las sesiones de cine 'a la fresca', te arrepentías de no haber cogido la chaqueta. El lugar, al mismo tiempo, cumple una función esencial como pulmón del barrio y de la ciudad, debido a la gran masa forestal que cobija. Según cuentan voces del vecindario, los árboles sobrevivieron a las políticas de Franco y sus famosas talas, pero algunos no lo están haciendo a la sequía de estos últimos años. 

El estudio del arbolado encargado por Caversa SL para justificar el proyecto de la residencia (incluyendo informe ambiental y evaluación de la movilidad), concluye que no hay ningún individuo que por categoría de especie o porte sea merecedor de protección oficial. Por el contrario, Jordi, graduado en ingeniería forestal y vecino del barrio, explica cómo la poca alteración del espacio natural ha traído varios beneficios al terreno: “El hecho de que haya sufrido procesos naturales en medio de Barcelona lo convierte en un espacio único y singular. Trae consigo consecuencias como la resistencia de la flora y su buena salud”. Podemos encontrar desde encinas, almeces y olivos en su conjunto, lo que denota un pasado agrícola de la finca.

“Aquí tenemos una biodiversidad y un sotobosque de especies autóctonas de varias generaciones que no encontramos en los parques y jardines de la ciudad”

Alguna vecina explica que antes amparaba viñedos también. Asimismo, hay algarrobos y pinos, que si se plantaran ahora, tendrían una mortalidad muy alta porque el clima no está siendo beneficioso para estos individuos. En este sentido, si entraran máquinas, los alterarían hasta el punto de que no volverían a tener la calidad que tiene ahora. “Aquí tenemos una biodiversidad y un sotobosque de especies autóctonas de varias generaciones que no encontramos en los parques y jardines de la ciudad”, apunta Jordi.

Como ejemplo encontramos el caso del Parque dels Tres Turons, que está absolutamente pelado y los desechos forestales se van carretera abajo, generando una perdida del suelo. “Es imprescindible tener en cuenta que las problemáticas más acuciantes en la agricultura ahora mismo es la erosión y la perdida de suelo coreable. Aquí, debido a la gran masa vegetal y restos forestales, encontramos una resistencia fuerte a la lluvia y una mayor capacidad de retención del agua, gozando de un suelo en muy buen estado comparativamente”, concluye. Mariona, miembro de la asamblea que gestiona la Selva, lo confirma. “A diferencia de otros huertos urbanos, tenemos la suerte de que este nunca fue edificado. Es muy importante hoy en día fertilizar la tierra y vemos cómo de un año para otro la calidad mejora, aunque nos suponga un esfuerzo.” 

El proyecto está poniendo el foco en la autosuficiencia de las necesidades básicas partiendo de los principios de la permacultura y la agricultura regenerativa, aprendiendo a base de ensayo-error y recogiendo aprendizajes de otros huertos. “A nivel alimentario nos gustaría hacer un circuito cerrado, reutilizando nuestras propias semillas para hacer planteles, y a nivel de residuos tenemos composteras que sirven para fertilizar”, explica. Más allá de la alimentación, se encuentran otros recursos energéticos como el agua, para la que han montado sistemas de recogida y aprovechamiento del agua de lluvia. En esta línea, se hizo un taller para construir un váter seco y así gastar menos agua, y otro para construir una cocina de leña con bombonas recicladas, aprovechando los desperdicios forestales del espacio y dejando de depender tanto de la electricidad o del gas butano.

¿De masía a residencia geriátrica de lujo? 

En el proyecto de residencia, el promotor inmobiliario, sin aportar ninguna fuente ni estudio histórico objetivo, dictamina que el espacio carece de valor significativo como patrimonio cultural e histórico. En referencia a la casa, comenta que esta no se tiene en consideración como un elemento que merezca ningún tipo de protección. La historia del lugar, en cambio, relata otra cosa.

EL POU, publicación del Grup d’Estudis de la Vall d’Horta i la Muntanya Pelada, recuperó gran parte de la historia de la ‘casita blanca’ en su revista. La Selva se halla ubicada en el barrio de Font de'n Fargues, tradicionalmente una zona de tierras de cultivos que, a finales del siglo XIX, Montserrat de Casanoves i Pere Fargas i Sagristà, propietarios de gran parte de los campos, convirtieron en parcelas con el objetivo de urbanizar la zona y crear una ciudad-jardín, aprovechando que era una época con frecuentes epidemias infecciosas y el barrio resultaba más saludable que el resto de Barcelona.

En un extremo de este barrio, se mantuvo la finca que hoy en día conocemos como la Selva, propiedad en el siglo XIX del conde de Creixell y donde parece que se cultivaba viña. Del conde de Creixell, pasó a manos de la familia Boada, que, endeudados, se vieron obligados a venderla en 1891 a Joaquim Rivera i Cuadranech, maestro de obras de Sant Martí de Provençals. Con la muerte de Joaquim Rivera, la finca pasó a sus hijos, que también fallecieron al cabo de unos años, con lo que en 1975 quedó en manos de una única propietaria: su hija, Dolors Rivera Illamola. En 1979, ella la vendió a una empresa de construcción de vivienda llamada Trato, propiedad de sus familiares, los Travería. Al mismo tiempo, se la vendió también a María Freixas, su enfermera, que registró la propiedad rápidamente.

Muchos de los elementos arquitectónicos nos hacen pensar en el noucentisme, movimiento de principios del siglo XX

Además, muchos de los elementos arquitectónicos nos hacen pensar en el noucentisme, movimiento de principios del siglo XX, catalanista y conservador, que pretendía recuperar las instituciones y la cultura catalanas. Así, por ejemplo, el dragón de cerámica esmaltada situado en el muro que rodea la finca, se enmarca en el imaginario catalán como una figura mitológica con interpretaciones diversas. También el jardín mediterráneo construido en bancales, con el agua como un elemento esencial, nos hace pensar en el paisajista Rubió i Tudurí, creador del Parc del Guinardó. No es una casualidad que la Selva responda a a este estilo, puesto que el propietario de la finca y responsable de la construcción de la casa, Joaquim Rivera, era cercano ideológicamente a la Lliga Regionalista. 

En medio de la finca encontramos unos túneles, sobre los que la gente del barrio cuenta muchas historias de transmisión oral. Durante la guerra civil sirvieron de refugio antiaéreo, escondite como protección contra las bombas. También se narra la leyenda de que posteriormente los usaban como ruta las mujeres para llegar al hospital de Sant pau a abortar clandestinamente. En el año 1891, la familia Boada, propietarios de las tierras donde plantaban viña, tuvieron que venderla a un maestro de obras, Joaquim Rivera i Cuadranech. Después de su muerte, acabo pasando, en 1975, a las manos de Dolors Rivera Illamola. Ella la vendió a una empresa de construcción de vivienda llamada Trato, propiedad de sus familiares, los Travería. Al mismo tiempo, se la vende también a María Freixas, su enfermera, que registra la propiedad rápidamente. A partir de 1979, aprovechando el litigio de esclarecer quién era la propiedad, un grupo de punks liberó el espacio y lo bautizó como la Jungla, estando en activo del 1999 al 2017, cuando fue desalojada.

Finalmente, la justicia le otorgó la propiedad a la familia Travería, y dado que no podían construir viviendas porque, según la normativa urbanística, en el terreno solo puede haber equipamientos de usos comunitarios, dieron con la idea de la residencia para gente mayor. El 13 de marzo del 2022 volvió a ser okupada de nuevo, después de 5 años de abandono y fortificada para el barrio, escoltada por seguratas y cámaras. Esta vez se rebautizó como la Selva y se planteó como un espacio abierto al barrio donde cultivar y hacer eventos políticos, deportivos y culturales.

Polémica en el barrio, futuro incierto

Buena parte del vecindario no ve el proyecto con buenos ojos. A pesar de tratarse de una propiedad privada, consideran que la gente del barrio debería tener voz en la decisión sobre un espacio verde tan grande. Tomeu, vecino mayor, considera que “en vez de tener a las ancianas apelotonadas en residencias geriátricas, por muy lujosas que sean, habría que facilitar que las familias pudieran atender a sus familiares en sus domicilios y en sus comunidades de vecinas, que son las que conocen y con las que tienen vínculos sociales.” Añade que, lo que se está intentando hacer en la Selva actualmente, es generar redes vecinales desde el apoyo mutuo, lo cual facilita el cuidado de las personas, también de las mayores.

Mariona apunta a los cientos de millones de euros de dinero público que cada año salen de las administraciones en dirección a empresas privadas que monopolizan la salud. “Caversa habla en su informe de un modelo basado en una perspectiva de género, aludiendo únicamente a las jerarquías arquitectónicas y otros aspectos sin gran trascendencia, pero se olvidan mencionar la feminización del sector y la precarización de los trabajos de cuidados, que son relegados mayoritariamente a mujeres migrantes”, crítica.

Respecto la posible expropiación por parte de las instituciones, defienden que ya existe un parque verde con un uso social fuera de lo que llaman greenwashing, convirtiéndose un punto de encuentro en el barrio y de las luchas ecologistas. “Actualmente, es un terreno de frutales y huerto idóneo para la soberanía alimentaria y vivienda para personas en situación de vulnerabilidad”, apunta Mariona. Por ahora, la asamblea de defensa de la Selva se está centrando en informar al la gente del barrio a través de pasacalles, rutas históricas, organizando asambleas abiertas para debatir sobre el futuro y cómo resistir al proyecto. En el primer encuentro, las propuestas versaron desde pedir equipamientos municipales con titularidad pública, pasando por la gestión comunitaria hasta conservar el espacio como está, desde el marco de la autogestión. Tomeu advierte que esperar que el ayuntamiento cumpla sus promesas es peligroso e ilusorio, como ya pasó con proyectos que jamás llegaron a ver la luz, como la Residencia de estudiantes en el Raval, que debería ser una Escuela de músicos, la Alzina en la vila de Gracia -donde se encuentra el árbol más antiguo de Barcelona- entre otros. Además, concluyen que “el ayuntamiento impone unos valores que no son los nuestros y unas normativas que seguramente cerrarían el paso habitual, cementarían el suelo y quizás el váter seco estaría en una vitrina, museísticamente”.

A pesar de ser un barrio muy residencial y que el espacio no sea muy accesible visualmente a causa de la muralla, se está tejiendo poco a poco una red vecinal

A pesar de ser un barrio muy residencial y que el espacio no sea muy accesible visualmente a causa de la muralla, se está tejiendo poco a poco una red vecinal y consiguiendo que la gente haga un uso cotidiano, como pasear al perro o llevar a les niñes a jugar después de clase. “Tenemos relación informal con otros huertos o proyectos como Desenruna (Vkk), el huerto Fortalesa (Poblenou), el Refugi (Sants) o Can Masdeu, pero nos hemos centrado sobre todo en lo local”explica Mariona. Hace un mes se organizaron unas jornadas de resistencia frente la crisis ecosocial en la que participaron diferentes colectivos de territorios diversos como Crits de la terra, de Manresa, End fossil, Futuro vegetal, Rebelión o extinción, la PHATT (Plataforma de viviendas afectadas de los tres turons), varias organizaciones y gente venida del Hambach Forest, un bosque okupado en Alemania que resistió contra la construcción de una mina. También hubo música y espectáculos que siguieron a las charlas y debates sobre la industria de la ganadería, la urgencia contra el avance del colapso climático y del capitalismo patriarcal.

La decisión está sobre todo en las manos de urbanismo y del nuevo regidor del distrito de Horta-Guinardo, Lluis Rabell, quien fue presidente de la FAVB (Federación de Asociaciones Vecinales de Barcelona) y que participó en varias luchas locales. El futuro que le depara al espacio es incierto, pero lo que es seguro es que la lucha vecinal ha sembrado una semilla de rebeldía en el barrio y que hay ejemplos de conquistas que preceden esta lucha.