El mundo mira con preocupación el ataque del bolsonarismo a la democracia brasileña

Miles de seguidores de Bolsonaro tomaron durante la tarde del domingo las sedes del poder judicial, ejecutivo y legislativo en Brasilia, culminando un proceso de impugnación de vocación golpista contra el presidente Lula da Silva. Agentes de la Policía Militarizada de Brasilia, reforzados por tropas del Ejército, han desalojado el campamento.
Lula en Brasilia
El presidente Lula a última hora de la noche del domingo durante una visita al Palacio de Planalto, sede del poder ejecutivo del Gobierno federal Brasileño. Foto: Ricardo Stuckert
8 ene 2023 23:12

La toma durante cinco horas de la sede de los tres poderes democráticos de Brasil se ha saldado por ahora con 400 detenidos, después de que Lula decretara la intervención federal en Brasilia, apartando de sus funciones durante 90 días al gobernador Ibaneis Rocha, y asegurara que no habrá impunidad para los responsables de este ataque.

Después de horas de tensión, las fuerzas de seguridad de la Corte Suprema y policías antidisturbios formaron un dispositivo de choque que finalmente ha desalojado el Congreso Nacional, el Palacio de Planalto —sede del ejecutivo— y la Corte Suprema, tomados por miles de bolsonaristas cuyas acciones han sido mostradas en portadas de todos los medios, y en las redes sociales, a lo largo de este 8 de enero, remitiendo claramente a lo sucedido el 6 de enero de 2021 en el Capitolio, cuando otra muchedumbre, aquella vez compuesta por seguidores del presidente Donald Trump, quiso impugnar la victoria electoral de Biden tomando la sede del poder legislativo estadounidense con vistosos e inéditos atuendos.

Los arrestados se enfrentarán a penas de hasta 12 años de cárcel por intento de golpe de Estado. El desalojo del campamento montado desde octubre —tras las elecciones— frente al cuartel general del Ejército tuvo lugar en la mañana del lunes 9, cuando agentes de la Policía Militarizada de Brasilia bloquearon los accesos. No hicieron uso de la violencia y en media hora quedó vacío.

Al ser domingo, los diversos edificios se hallaban vacíos. Ventanas rotas, muebles destrozados, y un clima de impunidad y arrogancia, es lo que han dejado miles de seguidores del ultra Jair Bolsonaro a su paso, que han podido acceder a los predios institucionales de Brasilia sin apenas resistencia de la policía, según ha denunciado horas después el propio Luiz Inácio Lula da Silva. El veterano líder, que tomó posesión como presidente el pasado 1 de enero, ha dado una rueda de prensa desde Sao Paolo, tras reunirse de emergencia con sus ministros, después de ser avisado de la avanzada golpista que estaba teniendo lugar en la capital administrativa del país. 

El presidente se encontraba concretamente en la población de Araquara, a la que acudió junto a los ministros de Trabajo, Luiz Marinho; de Ciudades, Jader Filho, y de Desarrollo Nacional, Waldez Góes, después de que lluvias torrenciales hayan desbordado esa localidad dejando seis víctimas mortales. Además de con los ministros que le acompañaban, el mandatario se habría reunido por videoconferencia con los ministros de Defensa, José Mucio Monteiro; de Justicia, Flavio Dino, y de Relaciones Institucionales, Alexandre Padilha. También ha dejado claro en su cuenta de twitter que considera responsables de lo sucedido tanto a Bolsonaro como a los partidos que le apoyan.

La ofensiva bolsonarista culmina meses de tensiones tras la estrecha victoria en segunda vuelta del candidato del Partido de los Trabadores, el pasado 30 de octubre, concluyendo una campaña electoral marcada por la beligerancia de los seguidores del entonces presidente Jair Bolsonaro, quienes no cesaron durante los largos meses que precedieron a esta última cita en las urnas, de poner en duda que Lula pudiese acceder al poder sin cometer fraude en los comicios. Enarbolando esta misma narrativa, cientos de manifestantes superaron esta tarde la barrera policial que protegía los recintos institucionales, invadiendo la explanada de los ministerios, y ascendiendo por la rampa que da acceso a los edificios del Parlamento y del Senado.

Los manifestantes se habían concentrado en el cuartel general del Ejército —de hecho, en los últimos meses han acampado a las puertas de los cuarteles para exigir una “intervención” militar que impidiera la toma de posesión de Lula— desde donde han avanzado a las sedes de la democracia brasileña. Según denuncian testigos, los simpatizantes de Bolsonaro habrían sido casi guiados por la policía militar hasta alcanzar su objetivo. 

Bolsonaro se fue

En su toma de posesión del pasado 1 de enero, Lula pronunció emocionado ante cientos de miles de personas un discurso muy crítico con su predecesor en el que afirmaba ponerse a cargo de un Brasil “en ruinas”, y acusaba al presidente saliente de saquear los recursos del país: “Hubo una destrucción del Estado en nombre de supuestas libertades individuales (...) Vaciaron los recursos destinados a la salud. Desmantelaron la educación, la cultura, la ciencia y la tecnología. Destruyeron la protección del medio ambiente. No dejaron recursos para comidas escolares, vacunación, seguridad pública, protección forestal, asistencia social”, hizo balance.

Bolsonaro no acudió al acto, sino que partió a Estados Unidos días antes. Previamente rompió el silencio que había mantenido tras su derrota, jaleando a sus seguidores a ejercer una dura oposición. Los meses de agitación de la derecha y la andanada final de Bolsonaro parecen haber dado sus frutos, en un claro paralelismo con lo acontecido en la salida de Trump del poder en Estados Unidos, como se han encargado de recordar innumerables voces en las redes: sembrar sospechas sobre la limpieza de las elecciones, dejando que los exponentes más extremos de sus fieles ataquen las instituciones democráticas arrogándose la misión de proteger las libertades del país, parece ser el modus operandi de una extrema derecha que no se resigna a su desalojo del poder. 

El antilulismo alimenta un argumentario repetido una y otra vez por las masas que han invadido los edificios institucionales en Brasilia, y que es fácil de encontrar por todas partes en las redes sociales. “El pueblo ha tomado el poder, los brasileños no aceptarán el resultado fraudulento de unas elecciones que designaron a un criminal como presidente”, condensaba la narrativa en un tuit, una de las manifestantes.

Ya ayer 7 de enero, tras días de movilizaciones, el activista Thiago Dos Reis alertaba de la manera explícita en la que simpatizantes de Bolsonaro llamaban al Golpe de Estado. Otros medios apuntan a que el movimiento podía haber sido promovido directamente desde Orlando, donde se encontraría además de Bolsonaro el hasta hoy secretario de Seguridad de Brasilia, Anderson Torres, expulsado hoy de su cargo por el gobernador Ibaneis Rocha al considerarle responsable de los eventos del domingo. Tanto Torres como Rocha son aliados de Bolsonaro.

Reacciones

Las reacciones no se han hecho esperar. En el Estado español, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez declaraba esta tarde: “Todo mi apoyo al presidente Lula da Silva y a las instituciones libres y democráticamente elegidas por el pueblo brasileño. Condenamos rotundamente el asalto al Congreso de Brasil y hacemos un llamamiento al inmediato retorno a la normalidad democrática”. Los partidos de la coalición han denunciado el golpe, mientras que Vox permanece en silencio y el secretario general del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha enviado ya en la noche un mensaje de apoyo institucional, en el que advertía: “No se puede ceder ante los populismos y la radicalidad”.

Mientras tanto en latinoamérica, Gustavo Petro ha pedido una reunión urgente de la OEA. “Toda mi solidaridad a Lula y al pueblo del Brasil. El fascismo decide dar un golpe. Las derechas no han podido mantener el pacto de la no violencia. Es hora urgente de una reunión de la OEA, si quiere seguir viva como institución y aplicar la Carta Democrática”, afirmaba con contundencia el presidente colombiano en un tweet. 

Desde México y Chile también han condenado el golpe. Mientras el ministro de exteriores mexicano comunicó en twitter: “Rechazamos cualquier intento en contra de las instituciones democráticas que se ha dado ese pueblo hermano”, Gabriel Boric, expresó su apoyo al gobierno de Lula “frente a este cobarde y vil ataque a la democracia”. Por su parte, la presidenta hondureña Xiomara Castro, tras mostrar su apoyo incondicional a Lula, interpelaba al resto de líderes del continente: “Llamo a los Presidentes de América Latina a trasladarnos a Brasil si fuera necesario a defender la democracia”, proponía en un tweet.

Más al norte, la congresista demócrata Alessandra Ocasio-Cortez, evocaba el asalto “fascista” al Capitolio: “Vemos a movimientos fascistas intentar hacer lo mismo en Brasil”. Tras mostrar su solidaridad con Lula, Ocasio-Cortez apuntaba: “Estados Unidos debe de dejar de ofrecer refugio a Bolsonaro en Florida".

Cargando valoraciones...
Ver comentarios 4
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Cargando relacionadas...
Cargando portadilla...
Comentarios 4

Para comentar en este artículo tienes que estar registrado. Si ya tienes una cuenta, inicia sesión. Si todavía no la tienes, puedes crear una aquí en dos minutos sin coste ni números de cuenta.

Si eres socio/a puedes comentar sin moderación previa y valorar comentarios. El resto de comentarios son moderados y aprobados por la Redacción de El Salto. Para comentar sin moderación, ¡suscríbete!

Cargando comentarios...