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“eia” es la primera compañía de circo que ha ganado un premio Max, con su espectáculo inTarsi en 2017. Charlamos con Armando Rabanera, uno de los socios, acerca de qué es hoy el circo y de cómo subsiste una empresa artística pequeña en tiempos críticos para la cultura y el arte.
¿Qué se encuentra el público cuando acude a ver inTarsi?
Un espectáculo de circo con cuatro acróbatas. Es una reflexión sobre la soledad positiva. Una redefinición de los límites entre lo público y lo privado. También hablamos del poder que tiene la colectividad para cambiar cosas. En una sociedad globalizada como la nuestra, nosotros reivindicamos la individualidad en conexión permanente con la comunidad. De lo contrario, seríamos todos iguales y esto sería un coñazo.
¿Cuenta con una dramaturgia textual?
No. La improvisación es nuestra principal herramienta del trabajo creativo. El concepto sobre el que improvisamos es también sobre el que se prepara la escenografía, el vestuario o las luces. Sin jerarquías de lenguajes. La escenografía es circular para hacer un homenaje al circo clásico.
¿Qué significa inTarsi?
inTarsi es una pieza de marquetería marroquí formada de varias piezas que juntas forman un todo. El espectáculo comienza con una persona sola en su mundo que rechaza a los demás y después estas otras le destruyen su mundo perfecto para bien.
Un final feliz
Si, creemos que hay que ofrecer una óptica positiva desde las historias que cuentas. inTarsi está cargada de humor.
¿Cómo fueron vuestros comienzos?
Comenzamos con un espectáculo de medio formato en la calle. Girábamos y pasábamos la gorra. Mi socio y yo nos dimos cuenta de que pasar la gorra era un arte y que no lo dominábamos (Risas). En el fondo, pensaba y pienso que mi trabajo debía ser pagado y que no tenía por qué hacerlo. Así que no nos quedó más remedio que confiar en nuestra capacidad de trabajo y recibir lo que nos corresponde. Somos muy exigentes con la creación. Nuestros procesos creativos nunca duran menos de un año y desechamos mucho material.
Estudiaste en la escuela de circo de Madrid y teatro gestual en la Real Escuela Superior de Arte Dramático. ¿Cursaste asignaturas relacionadas con la gestión y la administración de empresas artísticas como la tuya?
Durante mis estudios en la escuela de circo Carampa sí que tuve una asignatura de Administración. Estos estudios son como una formación profesional.
Estatus social cero, imagino. Si ya una carrera artística tiene poco reconocimiento en la sociedad de nuestro país…
Mi madre tenía miedo a que dejara la RESAD por esta casa de oficios que, a sus ojos, tenía menos posibilidades laborales de futuro. Luego me apoyó. De hecho, fue ella la que inicialmente me animó a hacer Arte Dramático y después de verme trabajar me dijo: "Déjate de ingenierías".
¿Qué diferencias encontraste entre la escuela de Arte Dramático y el circo?
En el teatro todo está muy codificado y yo encontraba poca libertad de creación. En el circo, todo vale si está bien defendido. Tienes que dominar unas determinadas destrezas y habilidades combinadas de mil maneras que requieren de mucho tiempo y tolerancia a la frustración. Hay figuras en acrobacia que requieren de años y que sobre el escenario duran un segundo y medio.
Parece que el arte requiere de tiempo y esfuerzo para dominarlo. Quizás debería ser tomado tan en consideración como una ingeniería.
Así es.
¿El circo contemporáneo tiene algo que ver con el clásico?
Está bastante divorciado. En el circo clásico siempre se busca el espectáculo más externo y el tatachán. En el circo contemporáneo se hacen cosas más intimistas. En inTarsi hago un número de portés acrobáticos con Fabrizio sin dejar de mirarnos a los ojos ni un solo segundo. De alguna manera contamos al público que lo más importante para llevar a cabo un número acrobático es la confianza entre los dos acróbatas.
¿El circo contemporáneo ya no hace número con animales?
No. El circo contemporáneo se ha ido empapando del mundo de la danza, del teatro, del clown, de la magia y además tiene el ingrediente de las técnicas clásicas de circo, pero sin animales: acrobacia, trapecismo, equilibrismo.
Sois una compañía solvente económicamente. A nivel de gestión, ¿qué has aprendido en todo este tiempo?
Entre mi socio y yo lo gestionamos todo. Mi socio se encarga de todo lo que tiene que ver con redes sociales y comunicación. Es la cara visible y comercial de la empresa. Yo me encargo de todo lo que son contratos y subvenciones. A esto aprendí mediante ensayo y error.
Los errores son caros, ¿habéis perdido dinero alguna vez?
Sí. La primera vez que pedimos una subvención al Ministerio de Cultura nos concedieron 25.000 euros de los que tuve que devolver unos diecisiete mil. El error fue que habíamos formado una asociación cultural para tener una base con la que facturar y después me di cuenta de que no se podía. Ahora, junto a otros compañeros, asesoro sobre como pedir subvenciones dentro del circuito a todo aquel que lo necesite (risas).
¿Cómo es tu oficina?
Móvil. Un ordenador en un avión o una furgoneta. Cuando es fija suele ser mi casa. De momento no somos suficientemente solventes como para contratar más personal. Aunque sí tenemos un asesor fiscal que revisa mi trabajo.
Sois la primera compañía de circo en tener un Max
Sí. En las bases de los Max nos dimos cuenta de que no figuraba el circo y que en la única categoría que nos podíamos presentarnos era a Espectáculo Revelación. Así que lo hicimos.
¿Qué firma os prestó el traje para el photocall de la alfombra roja?
Yo llevé el mismo traje que a la boda de mi prima (risas).
¿Cómo andan los egos en el mundo del circo?
Si eres equilibrista y se te sube a la cabeza te caes (risas). El circo es un arte escénico en vías de desarrollo y los estudios se están empezando a reglar; nos tenemos que ayudar tanto entre todos nosotros para que el circo tire para adelante que no cabe el ego.
¿Qué ha ocurrido desde que se han reglado los estudios de circo?
Al democratizarse surgen compañías como el Circo de Sol que sirven para dar trabajo a muchísimos artistas. El lado negativo es que se ha convertido en una especie de fast food solventado a base de dinero y con un mensaje demasiado melodramático, pero también ha abierto una vía de oxigeno por la que ha nacido el circo contemporáneo. Paradojas de la vida moderna. Nosotros trabajamos con espectáculos de menor formato en el que el factor humano es muy importante. Reemplazar a un artista nos cuesta esfuerzo y tiempo.
¿Qué ha supuesto el Max para vosotros?
Desde que empezamos siempre hemos estado muy implicados en el lado logístico. Mi socio es el presidente de la Asociación de Circo de Cataluña y yo también he estado en la junta directiva, si nos íbamos de gira no había junta. El Max esperamos que suponga un poco más de desahogo (risas). Y sobre todo tuvimos unos minutos para explicar...
Que estáis agotados
Que el circo contemporáneo no tiene la visibilidad que merece.
Vives en Cataluña
Vivo en Barcelona porque geográfica y logísticamente es mejor que cualquier otro sitio.
¿Cómo se apoya al circo en Cataluña?
Hay Fábricas de creación –se llaman así– que dependen del Ayuntamiento. Son espacios en el que, si eres profesional del sector, puedes ir a entrenar todos los días. La cuota es muy baja: 190 euros anuales con seguro incluido. El espacio consta de una sala de puesta en escena y cuatro salas de creación.
En Madrid, después de estudiar una carrera artística te puedes pasar años buscando la puerta secreta que accede al escenario
Sí. Este espacio además permite mostrar tu trabajo delante de público especializado porque todo el que entrena allí es especialista. Hacemos muestras y después se charla sobre el trabajo. Los elitismos y las castas culturales se producen cuando la cultura se ha institucionalizado en exceso. Las subvenciones solo se suelen dar a las compañías que están consolidadas y cuando más hace falta la ayuda es cuando empiezas.
Puedes pasarte años hasta que empiezas a dominar una figura de acrobacia. ¿Qué preparas ahora?
Lo que intentas buscar es lo más espectacular, que no necesariamente es lo que en tu cabeza se proyecta como más difícil. En inTarsi hago una figura con mi compañero artístico que consiste en ponerme de pie sobre su cabeza prácticamente sin tocarnos.
¿Cuánto te ha costado?
Un mes y quince años de técnica.