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Cómic
‘Hellboy’, pop gótico paranormal
Obra del genial Mike Mignola, Hellboy cumple con todos los requisitos acordes a una creación modelada desde la perspectiva de quien tiene la oportunidad de su vida para crear un universo propio, apoyado por la industria, con todos los matices identificativos que dicha acción conlleva. En este caso, hablamos de un trabajo sustentado en una brillante reevaluación de los poderes creativos de Jack Kirby a través de una concepción visual marcada por un hecho inédito hasta aquel entonces: un sello gráfico equilibrado entre los colores pop y la ambientación gótica.
Dicha conjunción de factores es el símbolo más personal de una labor meticulosa por encontrar una rúbrica única, donde hasta el más mínimo detalle en la composición del dibujo otorga de sentido narrativo a la lectura. El propio Mignola lo explicó en la web especializada en cómic Zona Negativa: “Dibujo unas líneas muy sencillas, y a medida que he adquirido experiencia, he tratado de simplificar más mi dibujo, ya que no quiero que el lector se distraiga de la historia que le estoy contando. Cuando se observa mi trabajo, quiero que la gente se fije en la historia, no en cientos de líneas desperdigadas por todas partes. Un estilo muy popular en el cómic americano es el de autores como Jim Lee o Todd McFarlane, y cuando miro sus cómics, tengo que tomarme mi tiempo para comprender lo que pretenden expresar. Y yo no quiero esa confusión en mis tebeos”.
Sin duda alguna, uno de los atractivos más estimulantes de Hellboy proviene de estos rasgos inequívocos de su autor, pero sobre todo del monumental desfile de personajes creados alrededor de nuestro detective favorito de lo paranormal. No en vano, pocos seres más entrañables, oscuros y humanos que Abe Sapien. El que es nombrado como Palito de merluza en las notables recreaciones del universo Hellboy firmadas por Guillermo del Toro para la gran pantalla llegó a tener su propio spin-off en cómic, además de ser eje central absoluto de AIDP, una colección que, con los años, se ha convertido en mucho más que en un simple complemento de Hellboy, para ser parte intrínseca del mundo creado por Mignola, en este caso apoyado por los diálogos de John Arcudi, capaz de imprimir personalidad a una piedra, pero también del dibujo de Guy Davies, básico a la hora de proporcionar una estética distintiva a este grupo de seres paranormales, con Liz Sherman, el homúnculo Roger y la entidad ectoplasmática, entre otros.
La profundización en el folklore llevada a cabo en AIDP es tan obsesiva como en Hellboy, lo cual no deja de ser uno de los ganchos más representativos de unos guiones sustentados en una vuelta de tuerca a los arquetipos del terror, de la que surgen personajes con tantos perfiles como Babayaga o Hécate, entre otras muchas creaciones surgidas de diferentes mitologías o cómics de AIDP tan sublimes como “Una plaga de ranas”.
En este sentido, tal como explicaba Mignola a Apocalipsis Now: “Ciertamente hay elementos lovecraftianos, pero no son tantos. Sí está en esta idea de los grandes poderes en segundo plano, pero también traigo cosas de muchos otros escritores del pulp, que me abrieron los ojos a un terror que no eran solo vampiros y hombres lobo. El truco está en cuánto explica uno al lector. Yo soy muy cuidadoso en cómo compongo mis historias, me preocupo de no explicar de más ni quitarles la magia a los mitos que recorro. Lovecraft no explicaba. Otros que vinieron después sí, pero él no. Hay toda un área gris que me encanta, cierta cosa incognoscible de los alienígenas”.
Los rasgos góticos de ‘Hellboy’ brotan de la propia devoción de Mignola por Goya. De hecho, no es difícil distinguir dicho reflejo en las viñetas más oscuras del guionista y dibujante californiano
A todo esto hay que sumar la gran influencia que las historias de fantasmas de la época victoriana tuvieron en Mignola. Dentro de esta línea definida por una red referencial de gran tradición argumental y en el dibujo, los rasgos góticos de Hellboy brotan de la propia devoción de Mignola por Goya. De hecho, no es difícil distinguir dicho reflejo en las viñetas más oscuras del guionista y dibujante californiano.
Este gran crisol de reverberación de los pilares del terror de siglos pasados adquiere voz renovada en el gran mural construido por Mignola. En este caso, por una evidencia que resplandece por encima de todas, que el propio Alan Moore definió como “el mayor y el menos obvio logro de Hellboy: el truco, la habilidad que implica este conjuro nigromántico de cosas pasadas no está, tal como se puede pensar, en el trabajo artesanal, que nunca es tan bueno como el trabajo que inspiró, sino en hacer que el trabajo artesanal sea tan bueno como todo el mundo recuerda que fue el original. Esto quiere decir que la obra tiene que ser tan fresca e innovadora como lo fue en su tiempo la que la precedió. Repetir el pasado no es suficiente. Tenemos que moldearlo con habilidad con la manera de ver las cosas ahora y nuestras visiones del futuro, si queremos preparar una mezcla tan rica y encantadora como las pociones que recordamos de años pasados”.
Estas sinergias artísticas son las que dotan de unicidad a Hellboy, una obra de arte que, ya sea por comparación con su reflejo o sus propios logros, gana sabor con el paso de los años y cuya idiosincrasia permanece en el altar de los clásicos referenciales del noveno arte. Una en la que también contamos con uno de los atractivos inequívocos de un mundo paranormal como el aquí descrito. Y que se basa en la máxima de estar ante un cómic que nunca debe ser confundido como uno de superhéroes.
La propia animadversión de Mignola hacia dicho género queda perfectamente reflejada en cameos como el que hace Hellboy en cómics como Madman, de Mike Allred, seguramente la antítesis de lo que reconocemos como un cómic de halo marveliano.
Pero si por algo Hellboy es una serie que empatiza desde el enclave central de su personaje principal es por ser una especie de alter ego bicéfalo, basado en el propio Mignola y su padre. “Solo conozco una manera de construir un personaje propio: haciendo que él reaccione como yo lo haría”, llegó a reconocer Mignola a El Periódico. “La personalidad de Hellboy es mi personalidad, porque no sabría cómo dotarle de identidad de otra forma. Pero físicamente es mi padre. Él es un tío mucho más fuerte que yo. Era muy trabajador, hacía muebles de madera y acarreaba pesos de aquí para allá. Es un hombre duro curtido en la segunda guerra mundial y yo quería que Hellboy fuera así, pero con mi personalidad”.
Tal cantidad de tonos en Hellboy no son más que unos pocos dentro de una creación inagotable, que va ampliando sus fronteras a cada nuevo spin-off o aventura de nuestro antihéroe rojo, en una trayectoria que se antoja indispensable para todo el que quiera perderse en el mundo de fantasía más rico y brillante que nos ha proporcionado el mundo del cómic tras los años de gloria vividos con Sandman.