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Cómic
Viajando por ‘Bone’, de Jeff Smith, la fantasía de aventuras definitiva

Ahora que Astiberri publica Los scouts de Bone, expandiendo el universo de Bone creado por Jeff Smith en 1991, conviene recordar por qué estamos ante uno de los cómics que renovaron el medio de forma oxigenante. Para empezar, al igual que sucede con otras grandes rupturas de estilo artístico, estamos hablando de un cómic cuyo ADN proviene de influencias marcadamente ajenas al propio mundo de la viñeta, dando un mayor margen de interpretación a la hora de plasmar unas ideas que, en su caso, tal como explicó Smith para Zona Negativa en 2006, parten de una mezcla de géneros inconsciente que surge de un delimitado triángulo de las bermudas referencial. En este caso, “simplemente hago lo que me gusta. Realmente para ver el origen de Bone tengo que volver a 1977. En el verano de ese año llegaron Heavy Metal, Star Wars y leí El señor de los anillos. Cada una de esas obras me aportó algo único. Heavy Metal presentaba un mundo muy detallado; Star Wars era una historia de aventuras bien hecha, y El señor de los anillos presentaba una mitología propia en la que la historia tenía auténtica presencia y un objetivo claro”.
Smith aseguraba que esos elementos eran todo lo que quería en un cómic y apostaba por que el medio soportase una historia larga con estructura de novela, “que contuviera el simbolismo del arte y la estructura de cualquier obra literaria”.
Así como una serie de televisión tal que The Wire tiene un armazón narrativo directamente heredado de la novela rusa, en el caso de Bone parte de una novela de corte fantástico como El señor de los anillos. En su caso, a través de un guion que nunca deja de abrir puertas a subtramas que van subrayando la sensación de que siempre hay algo más oculto en todo lo que nos está contando. La propia vertebración de los capítulos de esta serie se asemeja más a la de una novela, con relatos que se cierran, pero abren más vías argumentales.
Smith timonea la progresión de las tramas con gran fluidez, al mismo tiempo que va construyendo un ecosistema fantasioso de gran riqueza, donde su visión bascula sin fricciones entre criaturas temibles pero entrañables como las mostrorratas y contextos armados en torno al poder de los sueños a la hora de ser trasladados a su creación más famosa.
¿El resultado? Algunos de los momentos icónicos de la serie como este que Smith relató para The Comics Journal en 2022: “Hay un momento importante en Bone en el que Thorn, que es el centro místico de la historia, despierta a las posibilidades del mundo y del Sueño, que es una especie de mundo invisible en Bone. Y recibe la visita de unas criaturas que parecen monigotes con un mechón de pelo parecido al de un babuino, o algo así... Bueno, en fin, estoy entrando en demasiados detalles. Eran solo siluetas que atravesaban la jungla y había un sonido silbante en el cómic. Bueno, soñé eso en mi segunda o tercera noche en Kenia y me impactó mucho. No sabía qué significaba. No significa necesariamente nada, pero era una imagen muy fuerte, así que la puse ahí. No estoy 100% seguro de lo que representaba, pero hice que todo encajara y funcionara en Bone”.

Abrir la puerta de los sueños en la conformación de las diferentes escenas que pueblan Bone subraya el profundo halo metafórico que subyace en todo momento, donde el protagonista central y sus compañeros de la ciudad de Bone se asemejan a un cruce perfecto entre Casper el fantasma y los dibujos de Walt Disney en los años 30, donde la caricaturización responde a una línea clásica llevada al extremo de la expresividad.
De dicha base gráfica se va estructurando una fantasía que no responde a los cánones habituales de los cómics de aventuras de entretenimiento. En este sentido, al igual que sucede en el cómic La mazmorra, creado por Lewis Trondheim y Johann Sfar en 1998, Bone profundiza en la misma esencia de lo que se entiende como héroe en esta clase de relatos. En el caso del cómic de Smith, deconstruye su ADN y lo humaniza dentro de un contexto tejido en torno a la necesidad de apoyarnos en los amigos, tal como también sucede en las pandillas de protagonistas de Buffy cazavampiros o Scooby Doo.
Así como Smith comentó a Zona Negativa, “Bone es una fantasía muy personal, no es la fantasía típica. No es espada y brujería al estilo Warcraft. Además, los mundos de fantasía son mundos donde escapar, y yo no quiero escapar de la realidad. El mundo de Bone es completamente metafórico, es un mundo donde se ve reflejado el nuestro, y eso no es algo que se haga en una compañía grande, porque ni Marvel y DC suelen hacer cómics personales”.
Smith aseguraba desconocer la razón del éxito de la serie y reconocía que los cómics no habían formado parte de su menú como lector: “Quizá por eso hago cómics que pueden estar dirigidos a lectores que no son habituales en el mundo del cómic. Me encantan las películas de animación, y libros como Huckleberry Finn o La Odisea, además de cómics europeos como Tintín o Astérix. Estas son mis mayores influencias”.
‘Bone’ comparte con títulos como ‘Spirou y Fantasio’ o ‘Lucky Luke’ la obligación moral de tratar a quien lee con inteligencia, siempre huyendo de lo que se puede entender como cómic adulto, pero con la intención de proporcionar una historia cuajada de ingredientes que estimulan la imaginación
No deja de ser una pista de gran peso el hecho de que el de Pennsylvania cite a Astérix y Obelix como una de las grandes influencias de Bone provenientes del mundo del cómic. De hecho, dicha referencia se puede hacer extensible al crisol de emociones que se desprenden de títulos canónicos de la bande dessinée original con títulos como Spirou y Fantasio o Lucky Luke, con los que Bone comparte la obligación moral de tratar a quien lee con inteligencia, siempre huyendo de lo que se puede entender como cómic adulto, pero con la intención de proporcionar una historia cuajada de ingredientes que estimulan la imaginación. Una sin la necesidad de poblar nuestra vista de lugares comunes ni de divertimentos sencillos que limiten el poderoso espectáculo de lo que sí puede ser considerado como divertimento inteligente, así como también lo eran las películas de Chaplin o las tiras dominicales que Floyd Gottfredson creó para Mickey Mouse, sin duda, dos de los extremos referenciales que también se pueden equiparar a la rica naturaleza cromática de un cómic como Bone.
Uno que ha alcanzado el olimpo de las creaciones canónicas del noveno arte gracias a una premisa tan sencilla de proponer como difícil de plasmar, pero que Jeff Smith ha conseguido aupar a lo más alto de lo que podemos entender como sublimación del cómic de aventuras, donde el humor y la sensibilidad tan empática que subyace en todo momento equilibran los diferentes extremos de esta criatura fantástica. La misma que se convirtió en leyenda en 2004, año en el que terminó su andadura para convertirse directamente en un monolito de entretenimiento a flor de piel.