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Industria textil
No podemos seguir cerrando los ojos ante el impacto de la industria de la moda
El sector de la moda es responsable del 10% de las emisiones de gases de invernadero globales, es la segunda industria más demandante de agua, y genera alrededor del 20 % de las aguas residuales del mundo. Con esos datos nos podemos hacer una idea de su impacto ambiental, que habría que considerar junto con su impacto social. Frente a ello, son muchas las cosas que podemos hacer como consumidor@s, aunque no tendrán un gran alcance si no cambian las políticas de las empresas y las regulaciones de los diferentes países implicados en la cadena. Y sin información ese cambio será casi imposible.
Es la historia de muchos de nuestros armarios. Prendas que se acumulan y que, en muchos casos, no recordamos cuándo nos pusimos por última vez. Es posible que casi un tercio de ellas no las hayamos utilizado en el último año. O incluso más.
Al menos eso es lo que dicen los estudios. Hoy en día compramos un 60% más de ropa que hace tan sólo 15 años. Y buena parte de las prendas nos las ponemos entre 7 y 10 veces antes de tirarlas u olvidarlas en el fondo del armario.
Y aunque durante mucho tiempo no se ha prestado demasiada atención a la huella que eso supone, cada vez es más difícil mirar a otro lado. El sector de la moda ya produce hasta el 10% de las emisiones de gases de invernadero globales (la ONU la ha calificado como la segunda industria más contaminante después de los carburantes). Esas emisiones superan a las de todos los vuelos internacionales y el comercio marítimo juntos, dos de los sectores hacia los que se apunta a menudo cuando se habla de los cambios en los patrones climáticos.
Pero la cosa no queda ahí. La moda es la segunda industria más demandante de agua, y genera alrededor del 20 % de las aguas residuales del mundo, liberando anualmente medio millón de microfibras al océano. Además, el 73 % del textil acaba incinerado o en un vertedero, con el problema de gestión de residuos que eso supone. Y apenas un 2 % es reutilizado por la industria para volver a crear prendas.
Pero con un sector copado por las reinas del fast fashion, como Inditex o H&M, entre muchas otras, ¿es posible consumir ropa de forma sostenible? Por suerte, cada vez es más sencillo.
La primera opción es la más evidente: cambiar menos el armario. Si cada vez compramos más es, en parte, porque cada vez usamos menos lo que tenemos. Por obsolescencia programada ̶-las prendas se estropean a los pocos usos ̶-, o percibida ̶-ya no nos lo queremos poner ̶-. La moda es probablemente el mejor ejemplo de este último fenómeno. Cada temporada las marcas nos dictan, con sus campañas de publicidad, cada vez más escondidas en las redes sociales a través de los influencers, cambios en los colores, los tipos de pantalones o los botines. Nunca puede ser igual a la temporada pasada, porque, entonces, nadie compraría. Pero lo cierto es que no sólo contaminamos con estos hábitos de consumo; también perdemos mucho dinero con ellos. Se calcula que, globalmente, los clientes pierden un valor de 460.000 millones de dólares cada año al desechar ropa que podrían seguir usando. Y el planeta pierde mucho más con los residuos que se acumulan en vertederos o son incinerados.
Lo más sostenible es lo que ya existe
La ropa es vieja si tiene más de un año, y tres temporadas son ya toda una eternidad. Entonces, ¿cómo darle una segunda vida? El mercado de segunda mano existe desde los años 50 en países como Estados Unidos y podría considerarse el mejor remedio contra este consumo y producción desenfrenada de ropa. Pero los datos dicen que no es ni de lejos suficiente para dar salida a todo el stock acumulado: en general, se recoge mucha más ropa de la que se puede llegar a vender (en EEUU, tan sólo un 20 % de la ropa desechada encuentra salida en estas tiendas). La abundancia de prendas nuevas a precios muy bajos y cierto estigma hacia la compra de ropa usada hacen poco atractivo el mercado de segunda mano, aunque en los últimos años ha tomado un nuevo impulso gracias a una mayor sensibilización de la población y al empuje de nuevas plataformas digitales que facilitan el proceso de venta o donación de la ropa vieja para que tenga un segundo uso. Pero las modas vuelven a jugar aquí en contra de la sostenibilidad: algunas tiendas sólo aceptan ropa de las tres temporadas anteriores, otras sólo marcas de lujo.
Existen también las plataformas de recogida de ropa de ONG que sí aceptan todo tipo de ropa (siempre que esté en buen estado) pero que igualmente sólo logran vender una pequeña parte en sus tiendas. El resto termina en centros de reciclaje o se exporta, generalmente a países del Sur, donde estas prendas terminan siendo vendidas. Esto ha provocado numerosas críticas pues, si bien es cierto que se logra la reutilización de las prendas, implica un ánimo de lucro en la transacción y, además, ha provocado el malestar en los países receptores, puesto que les impide desarrollar sus industrias nacionales, y son ya muchos los que han puesto de manifiesto su intención de prohibir las importaciones de ropa usada. Si la ropa ya está más deteriorada, existen también algunas iniciativas que reciclan las fibras para crear nuevas telas u otros productos como aislantes para edificios. En Vivir Sin Plástico acaban de publicar un post que habla sobre algunos proyectos controvertidos, incluido el programa de reciclaje de H&M y sus bonos para que sigamos comprando moda basura, y algunos proyectos recomendables a los que donar nuestra ropa.
Y si necesitas una prenda nueva, cada vez hay más marcas de moda que fabrican bajo principios de sostenibilidad social y medioambiental. Algunas tienen incluso el plus de la cercanía, lo que reduce aún más su huella, aunque en el textil es realmente complicado conseguir una prenda que sea completamente de kilómetro cero. En Carro de Combate hemos publicado un directorio de algunas de las marcas que nosotras conocemos y que, aunque no son siempre perfectas, son opciones más sostenibles que la fast fashion.
Sin embargo, todos nuestros esfuerzos como consumidor@s servirán de poco si no cambian las políticas de las empresas y las regulaciones de los diferentes países implicados en la cadena. Y sin información ese cambio será casi imposible. Por ello, en Carro de Combate queremos investigar en profundidad hasta dónde llega ese impacto medioambiental de la industria textil y a quién y cómo afecta a millones de personas.
Para que la investigación sea posible, hemos lanzado un crowdfunding en Goteo que cubra los gastos de documentación y procesamiento de la información para escribir #ModaBasura, un libro sobre este aspecto de la industria de la moda. Si quieres conocer más sobre el proyecto y apoyarlo, puedes visitar la página Moda Basura: El impacto socioambiental de nuestro consumo de ropa.
Carro de Combate es un colectivo de periodismo independiente que investiga de dónde procede lo que consumimos y sus impactos sociales y medioambientales.
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¡Gran post! La industria de la moda es responsable del 20% del desperdicio de agua y del 8% de los gases de efecto invernadero... Ahora es más importante que nunca acudir a tiendas de moda ecológica y sostenible como https://www.blaugab.com/ Cuida tu piel y tu planeta.