Coronavirus
Pásalo

Como no nos cansamos de decir y de comprobar estos días, todas las certezas se desmoronan, incluso mi recién descubierto odio a las videoconferencias.

25 mar 2020 06:52

Qué difícil, qué enormemente difícil es escribir cuando, por un lado, estás abrumada, ensordecida, por millones de palabras, imágenes y sensaciones encontradas y, por el otro lado, tu contacto humano durante casi dos semanas se ha limitado al de las personas que habitualmente viven contigo en casa. Para conectar hay que desconectar. Para escribir, hay que desconectar, siquiera un momento, del flujo que nos invade.

En el momento en el que escribo esto, a las seis de la tarde del lunes 23 de marzo, Muface es trending topic en twitter y por la ventana veo que la policía ha parado enfrente de mi casa a un chaval en bicicleta. La prensa cuenta que en las residencias de la tercera edad las personas que allí habitan conviven con cadáveres. Se cuestiona el sostenimiento público del sistema privado de salud, se roza la violación de nuestras libertades y derechos, nos asomamos al horror en el que se han convertido los cuidados de quienes nos cuidaron. Es urgente hablar de todo esto. Y, afortunadamente, sé que hay muchas manos hábiles y empáticas pensando y escribiendo de todo esto y de lo que ocurrió ayer y de lo que pasó hace una semana y todos estos días y que hay muchas más manos prestas y cariñosas difundiéndolo, amplificándolo. ¿Qué habría ocurrido “en circunstancias normales”, cuando los acontecimientos se hubieran escanciado a otro ritmo? Quisiera pensar que les hubiéramos dedicado la atención necesaria, pero sospecho que no.

En su momento se discutió mucho de cómo en marzo de 2004 un SMS anónimo cambió la historia de España, de cómo había sacado a las masas a la calle y casi había realizado el sueño de despertarnos una vez más republicanas. Pero se analizó mucho menos un fenómeno más generalizado y que quizás tuviera mucha más importancia a la hora de desafiar las mentiras gubernamentales. Desde el minuto uno de aquella mañana terrible, salimos a la calle, no en masa sino una a una y, una vez en la calle, nos reuníamos en grupos y hablábamos, por los codos. Para saber cómo estábamos, para conjurar el miedo, para llorar sin lágrimas.

Estos días está ocurriendo lo mismo, pero desde nuestras casas, en todas las redes sociales. Esa conversación ininterrumpida a múltiples voces, con la impertinencia propia de los teléfonos móviles, produce ese ruido ensordecedor que nos aturde, pero del que no podemos prescindir. Buena parte del ruido que circula por los grupos familiares, o de afinidad o de amigas está compuesto de material reciclado, de audios, vídeos y textos reenviados, como un eco amplificado de aquél famoso “¡Pásalo!”. Como no nos vemos, nos importunamos a destiempo, desacompasadas, y eso produce un curioso pudor, que nos refrena a la hora de mandar el mensaje fundamental, el que todas tenemos en mente, preguntar cómo estamos, porque no queremos mandarlo al aire, queremos decírnoslo cara a cara, en persona. Y, más tarde o más temprano, acabamos por recurrir a ese invento infernal, las videoconferencias.

He descubierto en esta crisis las videoconferencias y he descubierto a la vez que las aborrezco. Cuando, después de muchos intentos, finalmente nos “conectamos”, en la pantalla aparecen cuatro, cinco caras, entre ellas la mía, cada una con su espacio bien diferenciado, por la luz, por el encuadre, por el sonido. Sus planos no son mi contraplano o, si lo son, habría que reinventar el cine. Igual hay que reinventar el cine, ya hablaremos de eso “cuando pase todo esto”. Por el momento me obsesiono con mirar a los ojos de las personas, que son mis amigas, a las que veo en una pantalla fragmentada en pequeños recuadros. Quiero mirarles a los ojos y que me miren, sostenernos con la mirada para que, como tantas otras veces, en momentos confusos, ese cruce fugaz, incluso entre desconocidas que dejan un instante de serlo, dé un sentido a las cosas.

Para que las personas con las que converso, mis amigas, tengan la sensación de que las miro a los ojos, yo debo dejar de mirar a la pantalla, dejar de mirarlas a ellas y concentrarme en cambio en un puntito que hay en la parte superior de eso que se llama, con un posestructuralismo ya interiorizado, dispositivo. Tengo que mirar con amor un puntito que, hasta hace dos semanas, algunas teníamos prudentemente tapado con un trocito de cinta aislante. Aislante… Como en todos los aspectos de esta crisis, aquí también nos atraviesa una brecha, claro. Las acostumbradas al teletrabajo o educadas en la cultura del selfie saben que hay que echarse ligeramente hacia atrás, relajar la postura. Otras, yo misma, acercamos la cara a la pantalla deformándonos y desenfocándonos continuamente, movemos los ojos de un lado a otro, seguimos creyendo que tenemos que mirar, en lugar de dejar que nos miren y componemos una imagen bastante inquietante, la verdad.

Pero, como no nos cansamos de decir y de comprobar estos días, todas las certezas se desmoronan, incluso mi recién descubierto odio. El domingo por la tarde mi tía de ochenta y cuatro años me hizo una videollamada en el móvil. “Por error”, me decía. “A saber qué botón habré apretado sin querer, hija, que esto no me había pasado en la vida”. En lugar de mantener el móvil frente a ella, se lo llevaba obstinadamente hacia la oreja. Su cara se desdibujaba, se convertía en un primer plano cálido de la piel, primero reconocible y después claramente abstracto, hasta que se deshacía en un fundido en negro aún más cálido. Fue como una caricia. Va a resultar que el cine ya lo había inventado todo.

Quienes vivimos en la calle aquellos cuatro días y noches intensos de 2004 solemos coincidir en que el momento más intenso de todos fue el silencio que se produjo en la madrugada entre el 13 y el 14 de marzo. Cesaron los gritos, las consignas, los cánticos, pero cesaron también las conversaciones, las llamadas, los susurros. Seguimos caminando, en silencio, incansables, en una especie de trance. Quizás pensábamos que si no dejábamos de estar allí, de caminar, podríamos pararlo todo, hasta una guerra. Caminábamos como las madres y las abuelas de mayo, vigilábamos como los habitantes de aquella ciudad exyugoslava, que todas las noches se sentaban con velas en el único puente que comunicaba su ciudad con el mundo, que iluminaban el puente con sus cuerpos para que no lo bombardearan.

Todo está al revés estos días. La intensidad de los cuerpos en la calle se reprodujo unos años más tarde, a partir del 15 de mayo de 2011. El silencio se sustituyó por una gran conversación, en la que todas participábamos, tanto quienes se aferraban a las cosas como son y como quienes queríamos cambiarlo todo. Hoy esta conversación se reproduce, con tristeza y rabia, en lugar de con el brillo que sorprendíamos en las plazas cuando nos mirábamos a los ojos. Nos aturde, ensordece y abruma, desacompasada, caótica, aún desafinada, pero haciendo esfuerzos ímprobos por cantar a coro, impulsada desde la soledad más o menos acompañada de cada una, amplificada y propagada por dos simples preguntas, capaces por sí solas de propulsar una revolución: ¿Cómo estáis?, ¿Qué puedo hacer? Todo está al revés; todo, todo está al revés… Y del revés se ven las costuras.

Arquivado en: Coronavirus
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Comunidad de Madrid
Pandemia La Fiscalía abre diligencias por primera vez por muertes sin asistencia en domicilio durante la pandemia
Los padres de Francisco Rodríguez fallecieron en su domicilio de Madrid tras contagiarse de covid-19 y después de llamar de manera recurrente para conseguir asistencia médica que no consiguieron a tiempo.
Comunidad de Madrid
Comunidad de Madrid Presentan la primera demanda por mayores muertos en domicilios sin traslado hospitalario durante el covid
Los padres de Francisco murieron sin recibir traslado hospitalario ni asistencia médica a tiempo cuando enfermaron por covid-19 en su domicilio de Madrid, entre mediados de marzo y principios de abril de 2020.
Sanidad
Investigación La exclusión hospitalaria de mayores durante el covid en Madrid precedió a la existencia de protocolos
El primer protocolo de la Consejería de Sanidad sobre derivación a hospitales de pacientes de covid residentes en centros de mayores es del 18 de marzo, pero la disminución de residentes derivados empezó el 7 de marzo, según una investigación.
Crisis climática
Balance climático 2024, año 1: bienvenidos a un planeta 1,5ºC más cálido
El año más caluroso jamás vivido, aquel en que la temperatura global superó el primer límite impuesto por el Acuerdo de París, el de un nuevo récord de emisiones, el de los “océanos de fuego”… El balance anual en materia climática no es bueno.
Palestina
Genocidio Israel se enfoca contra los hospitales de Gaza, atacando a heridos y personal médico
Unicef denuncia que un niño ha muerto asesinado cada hora por Israel desde que comenzó la campaña de exterminio en Gaza. Oxfam revela que solo 12 camiones de ayuda han llegado al norte en los últimos dos meses.
Fronteras
Fronteras Del paraíso del Caribe al infierno de las deportaciones: Punta Cana se resiste a la caza de personas migrantes
El pasado octubre el gobierno de República Dominicana anunció la deportación de 10.000 personas a la semana hacia Haití y los planes no se han hecho esperar: así lo están viviendo las personas a pocos kilómetros de las mejores playas de Punta Cana.
Música
Música Parquesvr: “Nos encantaría hacer una canción sobre Mario Conde, el Donald Trump español”
Hijos del extrarradio de Madrid, inclasificables aunque encasillados en la música-humor, Parquesvr pasea nuevo disco, “Si molesto, os vais”, con una mezcla ecléctica de guitarras, teclados y dardos contra la clase política.
Inteligencia artificial
Resumen 2024, el año en que nos hartamos de la Inteligencia Artificial
El rechazo de quienes crean cultura al uso de los modelos de inteligencia artificial generativa ha sido una tónica habitual a lo largo de 2024. El Ministerio de Cultura ha impulsado medidas que no convencen a artistas y autores.

Últimas

Camino al paraíso
Camino al paraíso La inmensidad contra el desierto
La Gran Muralla Verde africana pretende frenar el desierto a lo largo de 8.000 kilómetros. Es el mayor plan contra la erosión del planeta.
Análisis
Análisis Más allá del caftán: El reto de preservar el patrimonio lingüístico amazigh
La lengua amazigh es la lengua materna del norte de África. Una lengua afroasiática que fue hablada desde el archipiélago Canario hasta Egipto, abarcando una extensa línea geográfica a la que se suma el Sahel. Actualmente se halla en peligro.
Perfiles con tiempo
Perfiles con Tiempo María Jesús Jiménez Donaire, astrofísica: “Me apasiona aprender técnicas nuevas”
En las palabras de María Jesús Jiménez Donaire late la pasión por aprender, por encontrar nuevas formas de observar las galaxias, por descubrir en las galaxias cercanas hallazgos que nos ayuden a entender mejor la nuestra.
Más noticias
Editorial
Editorial Estado Terrorista de Israel
La única salvación posible es frenar el horror y la escalada bélica actuales para, a partir de ahí, replantear la existencia del Estado que más ha desestabilizado la geopolítica internacional en las últimas décadas.
Cuidados
Cuidados familiares Familias colaboradoras: apoyo y cuidados para una infancia sana
Más de 2400 niños y niñas andaluzas viven en centros de protección infantil tutelados por la Junta de Andalucía. A través de la historia de María José Fernandez nos acercamos al proyecto “familias colaboradoras”.
Opinión
Opinión ¿Se está produciendo un genocidio en Gaza?
No incluir la opinión de las víctimas en la escritura de la historia de las víctimas es un grave error metodológico a la hora de escribir la “historia”.
Agricultura
Agricultura El regadío imparable: el olivar ya supera las 900 mil hectáreas, un 8% más que hace cinco años
La paradoja hídrica detrás de la modernización del riego, la solución del Gobierno y del sector para evitar lo que pide el ecologismo y la comunidad científica: ajustar la demanda a una oferta en declive por el cambio climático.

Recomendadas

Xunta de Galicia
Exclusiva A empresa da irmá de Feijóo facturou 1,8 millóns en 175 contratos a dedo da Xunta en 2024
Estas licitacións con Eulen, a empresa que Micaela Núñez Feijóo dirixe no noroeste do Estado, súmanse ás 1.311 concedidas polo Goberno galego por un total de 4,8 millóns e que motivaron unha comisión de investigación en Galiza.
Venezuela
Omar Vázquez Heredia “La marcha de siete millones de venezolanos se debió a la destrucción de los salarios”
El escritor, politólogo y dramaturgo venezolano Vázquez Heredia desgrana las transformaciones en el mundo del trabajo. Tercera entrega de una serie para entender Venezuela con voces que surgen de abajo y a la izquierda.
Arte
Arte Gabriele Münter, la artista no degenerada que inició el expresionismo alemán
Una exposición en Madrid y un cómic rescatan del olvido a la pintora alemana Gabriele Münter, fundadora del expresionismo y dueña de una obra oculta mucho tiempo e inseparable de su recorrido vital.
Punk
César Strawberry “Se ha encumbrado la estupidez a un nivel increíble y la izquierda también ha colaborado”
Def Con Dos publica un nuevo disco volviendo a sus orígenes punk-rap para “seguir ofendiendo a cuantas más personas mejor, de todo el arco parlamentario y de todas las ideologías”.