Opinión
¿Qué está antes que la vida?
De la respuesta que demos a esta pregunta, en los próximos meses, años, depende el modelo, el tipo de sociedad en la que viviremos.

Wolfgang Schäuble, 77 años, inválido en una silla de ruedas desde hace 30 años, como consecuencia de un atentado, ex ministro de Finanzas de Alemania, adalid de la austeridad, bestia negra de Grecia y actual Presidente del Parlamento de Alemania, expresaba, el pasado 26 de abril en una entrevista al diario alemán Der Tagesspiel, su posición ante el confinamiento:
“No todo tiene que subordinarse a la protección de la vida” aunque sin dar demasiados detalles acerca de que podría anteponerse a la vida, señalaba los daños a la economía y como jurista y buen alemán enmarcaba el asunto desde el punto de vista legal “Si hay en la Constitución un valor absoluto es la dignidad humana, pero la Constitución no excluye que tengamos que morir”
En el marco Schäuble, respetando la dignidad humana, la vida no es un valor absoluto y debe de subordinarse a un “todo” de valores que se supone que debe de decidir cada sociedad.
Por si no quedaba claro, Schäuble remacha “La opinión de virólogos y epidemiólogos es importante pero no la única que se debe de tener en cuenta [para el retorno a la actividad]”
Schäuble desde su prestigio y situación vital, “estoy en la última etapa de mi vida” declara en la entrevista, se atreve a formular una de las preguntas clave a la que tendrán que responder todas las sociedades: ¿Qué está antes que la vida?.
Y no nos podemos escabullir, ni mirar hacia otro lado o aumentar la cuota a nuestra ONG favorita. No es la vida abstracta de los hutus, los tutsi, los palestinos, los refugiados que alfombran ya el fondo del Mediterráneo, o los indígenas masacrados en la Amazonia. Esta vez son seres humanos cercanos a nosotros, seres cuyas esperanzas y biografía conocemos, nuestra familia, amigos. ¿Qué está por encima de la vida de nuestros padres, hijos, abuelos y, en general, nuestros seres queridos?
De la respuesta que demos a esta pregunta, en los próximos meses, años, depende el modelo, el tipo de sociedad en la que viviremos. Si construimos la recuperación económica asumiendo como normal centenares de muertes diarias ¿Qué clase de sociedad seremos? ¿Cuántos muertos o contagios más por punto del PIB? Al inicio de la pandemia el latiguillo “mayores con múltiples patologías” se utilizaba a modo de sedante de las cifras, tuvieron que enfermar o fallecer celebridades para cambiar el patrón, así que ¿Cuánto tardaremos en clasificar a la gente según su valor de mercado?
Con toda su dureza, la posición de Schäuble plantea un debate imposible hoy en España.
Y no por que no tengamos el dilema, muy al contrario, en un país que todo apunta va a sufrir un descalabro económico terrible, sino por la cobardía y mezquindad de nuestras élites económicas, que ocultan su posición mediante el agitprop de “su” prensa y brazos políticos disfrazándolo de críticas “técnicas” a todos los planes y decisiones del Gobierno. Planes sin duda mejorables, pero cuyos errores no son la causa del descalabro de la economía como algunos comienzan a deslizar.
Hace unos días el ministro Illa, en claro desacuerdo con Schäuble, pedía que “no se confrontara salud con economía”.
Es difícil imaginar que esta confrontación se pueda evitar y haría bien el Gobierno en adelantarse e interpelar a la sociedad de forma abierta y clara, y sobre todo no dar por supuesto que el “sentido común” siempre va a poner la vida y la salud por delante, porque los cambios históricos van de eso, de modificar el sentido común. Ahora mismo fuerzas muy poderosas ya están en ello. Schäuble solo es un heraldo.
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