Creaciones morales
Susana Estrada: amor y libertad
La reedición de su elepé de 1981, a cargo de Espacial/Guerssen Records, ha conseguido que una nueva generación descubra quién era aquél personaje que mostraba el pecho desnudo en la famosa foto junto al alcalde Tierno Galván, en 1978.

Susana Estrada era, toda ella, una verdadera provocación. Un personaje muy conocido, pero también muy molesto, no sólo para los sectores más reaccionarios, sino entre las feministas, que la despreciaban, como imagino que volvería a suceder hoy (pienso en la actriz porno afín a los círculos de Podemos. Aunque Estrada no hizo porno ni militó en ningún partido). No sólo participó en las inevitables películas del destape, sino que también organizó sus propios espectáculos (juguetes cómicos, vodevil, café-teatro…) y fue la reina de las revistas eróticas –la primera en ser fotografiada vestida de dominatriz llevando de un collar a un esclavo–. Se convirtió en una de las mujeres más populares del país, gracias a su constante presencia en radio y televisión.
Es increíble, hace casi cuarenta años se podían escuchar sus opiniones en prime time. La actriz defendía la libertad en el sexo, incluyendo a gais y lesbianas, así como los derechos de la mujer, en el plano social e individual, de forma extremada, optimista y con un punto burlón, que ponía de los nervios a casi todo el mundo.
Para desesperación de muchos y muchas, y lo escribo en el doble sentido, aparecía en el plató siempre con un cigarrillo, medio desnuda o embutida en un mono de cuero, hablando sobre el punto g o la masturbación femenina, con un desparpajo que dejaba a sus interlocutores boquiabiertos. En domicilios particulares y locales públicos comenzaban unas discusiones sobre las cualidades de Susana Estrada como mujer y como artista, adornadas con insultos y descalificaciones en progresión ascendente, de “guarrilla”, “señorita pilingui” y “bruja del demonio”.
Aunque natural de Gijón, la joven bibliotecaria del Ateneo Jovellanos, Estrada hablaba entonces con acento castizo, muy “cheli”; pero además, no se cortaba a la hora de pronunciar palabras tabú. El español medio, sí, consumía las revistas donde ella posaba desnuda (hay un reportaje en la revista Lib con un humano vestido de robot, que es uno de los momentos más divertidos de la Celtiberia moderna), pero al mismo tiempo parecía un poco intimidado por tanto discurso emancipador, demostración de poderío y maquillaje exagerado. Ellos preferían, por ejemplo, a Ágata Lys, que era como más maternal.
Las mujeres españolas, siempre hablando en general, tanto si eran conservadoras como si presumían de “liberadas”, no la podían ni ver. Porque salía en las revistas del corazón enseñando su piso de soltera o con sus dos hijos (¡de un padre al que no había vuelto a ver en años!). Estrada era independiente, y eso sí que no se lo perdonaba nadie. Estas conductas solo eran toleradas en casos muy extremos. Por ejemplo, con la también popularísima Gloria Fuertes: en este caso, su soltería era justificable por motivos de fuerza mayor, que podían entender hasta los niños. Con Estrada, la conclusión, sí, lo han adivinado: “Natural, ¡cualquiera aguanta a esta tía!”.
En el año 76, Estrada triunfó con un espectáculo en el que hacía un desnudo integral. Fue amenazada de muerte por los Guerrilleros de Cristo Rey y mientras continuaba haciendo el show, estuvo acompañada por una escolta de ex militares armados. El famoso libro de memorias eróticas, Sexo Húmedo (1978), escrito y autoeditado por ella y su representante, Carlos de las Heras, fue prohibido en algunas tiendas y sufrió las iras de la crítica, y lo que es peor, la condescendencia de los críticos.
Responder las cartas en su famoso consultorio sexológico le costó más de una docena de denuncias, fue condenada por escándalo público y se quedó sin pasaporte durante una década (1977-1987).
Otro lío muy sonado fue el debate de 1981 Mano a mano, un programa que en cada entrega vivía un dialogo entre dos figuras contrarias. Esta vez, Susana Estrada discutía con el jesuita y escritor de bestsellers Luis Martin Vigil. Si se vivieron momentos muy tensos en otras entregas, aquí, la participación del sacerdote, quien tampoco parecía estar muy en desacuerdo con las ideas de Estrada, enfureció de tal modo a la conferencia Episcopal, que desde allí se exigió el cese inmediato del director del Ente, Fernando Castedo. No fue necesaria la intercesión de la iglesia: a Castedo le echaron a los pocos meses, por un ajuste de cuentas entre los burócratas de la UCD y el PSOE.
Ahora es recibida como una curiosidad, otro fetiche para el coleccionismo vintage, pero la carrera musical de Susana Estrada, dada la inmensa popularidad del personaje, tuvo gran repercusión en discotecas, discopubs y expositores de bares de carretera. Aunque alguno de los singles fue prohibido en determinadas emisoras, la tele promocionó y mucho sus canciones. Justo es reconocer que Susana no tenía voz ni talento para la canción, pero ¿cuándo ha sido eso un impedimento para cimentar una carrera, y menos en la década del DIY [do it yourself]?
En cualquier caso, el debut, en 1978, con el single “Ya me voy de tu vida”, con EMI, era presentable, ejemplo de música disco coyuntural, con la composición de Alejandro Jaén y los arreglos del gran Jesús Glück. El segundo single, “Acaríciame”, (1980) con la discográfica Belter y la producción de otro veterano, Josep Llobel, seguía el camino del anterior, pero incidiendo en la vena erótica del sonido Munich: como Donna Summer, pero a la asturiana.
La cara B, “Machos” su gran hit, fue la versión del éxito de la portorriqueña Celi Bee, “Macho (A Real One)”, un súper himno gay de los setenta. Para estirar la repercusión de este single, se editó al poco tiempo una casete con el mismo título. En ella encontramos “Espacial” y “Hagamos el amor”, dos números de su show con el robot, space pop sin calificar, y una serie de versiones de clásicos del rock and roll, que están en lo más alto del pop psicotrónico nacional, casi al nivel del disco de versiones de los Sex Pistols que grabaron Los Punk Rockers (1978, Nevada). Pues no salió veces en la tele haciendo publicidad de su estremecedor “Bi Bap Oluba”…
El disco Amor y libertad (1981, Belter) es el único elepé de la carrera de Susana Estrada y es el que se ve ahora reeditado, con el subtítulo de The sexadelic disco-funk sound of Susana Estrada y con distinta portada (la original con esa vena travesti de Estrada que tanto echaba para atrás a determinado público), que incluye además las canciones del segundo single y un tema inédito (Tócame).
Diez años antes de que Madonna vendiese al planeta como cosa muy fina y artística los susurros y las historias de las revistas de bdsm, starlettes como Susana Estrada ya lo habían reinventado para el pop varias veces desde la década de los años cincuenta. El elepé original, por razones que se nos escapan, se cotiza a casi 150 euros, e imaginamos que éste también va dedicado al mismo mercado de coleccionismo extranjero de curiosidades. Por de pronto, ya han aparecido varios vinilos de remezclas… Quién tuviera el “pornocasete” (sic) de Historias inconfesables, para venderlo en el zoco digital…
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