Criptomonedas
Contra la ideología cripto: descentralización significa financiarización

Nuestro cuerpo e imaginario social están destrozados tras cuatro décadas de neoliberalismo, pero los fondos de capital de riesgo han visto en el blockchain una tecnología para seguir introduciendo las finanzas en esferas mayores de la vida.
Ekaitz Cancela
3 ene 2022 06:36

La ideología cripto emerge como el nuevo sentido común de época del capitalismo en su era digital. Todo lo sólido de la infraestructura tecnológica (cables oceánicos, centros de datos, redes de comunicación 5G, chips o semiconductores, inteligencia artificial…) parece desvanecerse en lo líquido del Ethereum. Harto similar ocurre con las instituciones políticas, que salieron del crash de 2007 endeudadas de por vida e, incapaces de servir como actores legítimos, están perdiendo su centralidad en detrimento de promesas sobre descentralización. Cabría preguntarse, por tanto, qué hay detrás de esta falsa conciencia. Si las masas de todo el mundo recibieron tras la crisis un teléfono inteligente cuya única función social era mostrar basura personalizada y en tiempo real, más de una década después el tabaco digital ha dado lugar a algo mucho más nocivo: una casa de apuestas que funciona 24/7 y que cualquier menor de edad puede utilizar desde el anonimato. Bienvenidas a la era de la cadena de bloques que, pese a todas sus deficiencias técnicas, ha conseguido derribar las últimas fronteras a la hipermercantilización de la vida humana.

Futbolistas de renombre han lanzado proyectos de blockchain para cambiar la forma en que fans e ídolos deportivos interactúan. Los protagonistas en el mundo del arte y la cultura, que pasarán a la historia como los grandes estúpidos útiles de los años venideros, están poniendo su trabajo a la venta en NFT. De hecho, cada meme es susceptible de comercialización. Y qué decir de los medios de comunicación, quienes se han subido al discurso sobre la economía de los creadores hasta el punto de difuminarse en ventrílocuos de los capitalistas de riesgo. España es el cuarto país del mundo con más criptocajeros y un millón de sujetos ha invertido más de 6.000 euros en criptodivisas. El cocreador de Ethereum, Vitalik Buterin, se ha convertido en el criptomillonario más joven del mundo en medio de la subida del 350% del ‘ether’ en lo que va de año. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

¡La web 2.0 ha muerto, larga vida al web3!

El capitalismo es un sistema que se reinventa constantemente e integra cada novedad para sobrevivir. La emergencia de Silicon Valley se explica debido a muchos factores históricos relacionados con la dominación global de Estados Unidos. No obstante, si consiguió legitimarse fue porque renovó las promesas del capitalismo global heredado de la Guerra Fría: la economía de mercado genera oportunidades para todo el mundo y el sistema de precios es el mecanismo de coordinación social más eficiente. Así, la industria tecnológica salió al rescate del modelo de vida industrial en un momento de enorme crisis. El trabajo en la fábrica no era suficiente para asegurar los medios de subsistencia, y la fábrica del hombre endeudado descrita por Maurizio Lazzarato pronto dejó de serlo. El crédito a las familias, la burbuja de activos financieros y el resto de fichas de la economía global se dieron de bruces contra la realidad: carecían de tecnologías o dispositivos biopolíticos para expandir los mercados hacia áreas mayores del cuerpo social. Cuando Wall Street quebró, ni las más excelsas representaciones culturales de Hollywood fueron suficientes para mantener la hegemonía cultural del sistema.

Los techbros —Mark Zuckerberg, Jeff Bezos, Erich Schmidt, etc…— llegaron al rescate y lo pusieron todo patas arriba. De un lado, la expropiación de datos mediante vías extra económicas ofrecía los fundamentos materiales para dopar a las nuevas industrias, reanudar la explotación capitalista e instaurar un nuevo régimen de acumulación. De otro lado, la potencialidad política contenida en las tecnologías devolvió la esperanza a buena parte de los estudiantes en las universidades más avanzadas del planeta, quienes creyeron que podían solucionar todos los problemas del sistema anterior mediante programas o aplicaciones. La creatividad, el talento y el ingenio de los usuarios, interactuando con dichos interfaces, harían el resto y desbloquearía todo el potencial contenido en la tecnología para hacernos libres. Sin embargo, los ciudadanos terminaron haciendo poco más que clic en anuncios. La cuestión nunca fue tecnológica, sino económica y política. Evgeny Morozov llamó “solucionismo” a esta ideología hace diez años. Ahora está más viva que nunca en la criptoesfera.

La centralización del poder tecnológico en unas cuentas empresas ha levantado un enorme revuelo regulatorio sobre un modelo de negocio basado en la publicidad y la vigilancia, dando lugar al cuestionamiento de uno de los dogmas fundamentales del neoliberalismo: la no interferencia política en la economía

Silicon Valley se encuentra en una situación similar a la que sufrió Wall Street durante la crisis. La centralización del poder tecnológico en unas cuentas empresas ha levantado un enorme revuelo regulatorio sobre un modelo de negocio basado en la publicidad y la vigilancia, dando lugar al cuestionamiento de uno de los dogmas fundamentales del neoliberalismo: la no interferencia política en la economía. No ha existido una crisis como tal o una guerra mundial que lo pusiera de manifiesto, sino el coma social inducido por el coronavirus. Dado los temores sobre la función de los Estados en este contexto, no extraña el auge de las promesas utópicas de las finanzas descentralizadas (DeFi), los tokens no fungible (NFT), la organización autónoma descentralizada (DAO) u otras pseudoinnovaciones como el blockchain, el bitcoin o las criptomonedas. 

El nuevo monopolio intelectual de una triada de capitalistas de riesgo

La primera premisa, no obstante, debe quedar clara: contra los imaginarios sociotécnicos que tratan de imponer los defensores de estas tecnologías, sea su variante neoliberal o libertaria, las criptomonedas no son una fuerza descentralizadora o democratizadora. Más bien al contrario, sostiene Ethan Firdmanski en su tesis doctoral, la centralización de la infraestructura y organización de estos sistemas está profundamente entrelazada con la estructura social subyacente. Así entendida, como una revolución pasiva, la retórica de los cryptobros solamente legitima la transformación en líneas capitalistas y refuerza las estructuras de poder existentes. Recordemos que el 0,01% de los propietarios de bitcoin controlan el 27% de las monedas en circulación, es decir, un cuarto de todos los bitcoin está en poder de 10.000 megarricos

Si nos referimos a la web 3.0, una idea para una nueva iteración de internet (web 2.0) que incorpora la descentralización basada en cadenas de bloques, observamos la última expresión de lo que Rubén Juste denominaba “la nueva clase dominante”. Andreessen Horowitz ha financiado al menos 50 nuevas empresas de criptomonedas y cerrado varios acuerdos nuevos anunciados cada semana. También conocido por el apodo de A16Z, la firma que dirige es la mayor inversora de criptomonedas a nivel mundial. Es tan poderoso que ha elevado el juego NFT Axie Infinity hasta los 3.000 millones de dólares en su segunda ronda de financiación. Incluso el New York Times ha entendido el plan: conquistar grandes porciones del mundo emergente de las monedas digitales para redactar las reglas sobre cómo funcionará. 

Esto es, privatizar la ley mediante uno de los medios más antiguos del planeta: el lobby. Para impulsar su agenda, la firma ha contratado a una variedad de antiguos mandos gubernamentales. Incluyen a Tomicah Tillemann —exasistente de Joe Biden cuando era senador—, Katie Haun —exfiscal experta en criptomonedas del Departamento de Justicia— y Brian D. Quintenz —quien se unió al ejército de lobistas pocos días después de dejar trabajar en la regulación criptográfica—. Haciendo uso de las enseñanzas de Alain Supiot, uno podría desvelar cuáles son las reglas que tratan de imponerse: la “contractualización de la sociedad” mediante contratos inteligentes que refuercen las leyes de propiedad individual o la “refeudalización del vínculo social”, desplazando así al Estado y colocando en su lugar al denominado “tercer actor”, es decir, la tecnología blockchain.

El segundo miembro de lo que Gramsci llamaría un bloque histórico en la era cripto es Paradigm, otra firma de capital riesgo, creada en 2018 por el también cofundador de Coinbase Fred Ehrsam y el ex socio de Sequoia Capital (involucrada en decenas de startups de Silicon Valley). La firma anunció en noviembre un fondo de 2.500 millones de dólares para invertir en tecnologías blockchain, el más grande de la historia, superando así el fondo de 2.200 millones que Andreessen Horowitz anunció este verano.

El último puesto de la tríada de intelectuales orgánicos, o multimillonarios, definiendo el rumbo de este mercado es Union Square Ventures, uno de los primeros patrocinadores de Coinbase, plataforma que facilita la compra, venta y almacenamiento de criptomonedas como bitcoins, ethereum, etc. Según a qué accionista preguntes, Coinbase es “el Amazon Web Services de las criptomonedas” o el “Google de la criptoeconomía”. La participación en una de las plataformas de comercio con criptomonedas más importantes de esta nueva fase capitalista está en manos de Brian Armstrong —cofundador y director ejecutivo, quien ostenta un valor aproximado de 13.000 millones—, Andreessen Horowitz —que alcanza los 11.200 millones—, el citado Fred Ehrsam —con unos 6.700 millones— y Union Square Ventures —que tiene acciones por un valor de 5.300 millones—.

Una de las últimas inversiones de Union Square Ventures es la herramienta de publicación Mirror.xyz con una valoración en el mercado de 100 millones. Fundada por el ex socio de Andreessen Horowitz, Denis Nazarov, Mirror se asemeja a Medium, aunque va un paso más allá al proporcionar herramientas para que los escritores y periodistas financien sus proyectos mediante la venta de tokens no fungibles o elementos digitales únicos verificados a través de la cadena de bloques. Esta es una buena metáfora sobre la ideología cripto.

Como traté de documentar en el Despertar del sueño tecnológico, los medios de comunicación fueron el primer sector en sucumbir al discurso sobre internet y abrazar de manera acrítica la digitalización de las redacciones con resultados nefastos para la esfera pública y para sí mismos. Al parecer, nadie ha aprendido nada, ni siquiera los propios periódicos que abrazan las bondades de las tecnologías descentralizadas como una forma de solucionar los problemas que ha generado internet, medio que en teoría solucionaría los problemas analógicos de credibilidad y financiación provocados por la crisis de 2008. 

Tristemente, esta tragedia se repite en España, aunque ahora como la más pura de las farsas. En palabras de la prolífica Inês Faria y sus coautores, “las tecnologías blockchain han tenido un impacto simbólico al revitalizar el encantamiento y el romanticismo material hacia las finanzas y la tecnología”. Ello ha tenido un fuerte impacto en la percepción social y la aceptación de la transición hacia el nuevo sentido común de época en la sociedad digital.

Periodistas blockchain: ¿caben más estúpidos útiles en la esfera pública?

Alguien podría argumentar que Andrea Levy se equivocódesalojando el Medialab Prado porque a la larga resultaría beneficio para la agenda conservadora. Este centro cultural ha estado en el epicentro de toda suerte de pensamiento solucionista, siendo pionero en subsumir la energía radical de los movimientos sociales en proclamas tecnoutópicas sobre el poder de las herramientas descentralizadas. Hace cuatro años acogió el primer Encuentro Internacional Blockchain y Periodismo, organizado desde Hyperledger/Oléchai­­­­n, en el que PRISA, BBVA e IBM se encontraron por primera vez para abrazar la llegada del Bitcoin y Ethereum a los medios de comunicación.

Una revisión sobre el perfil de los organizadores muestra que aquel sarao dio lugar a otro evento donde nació El Observatorio Blockchain, con el objetivo de llevar esta tecnología a la gran industria, no a los movimientos sociales o a las cooperativas. Además de con el despacho de abogados Roca Junyent y la consultora multinacional de negocio Everis, esta iniciativa arrancó gracias a Smart Catalonia, coordinada desde la Secretaría de Telecomunicaciones, Ciberseguridad y Sociedad Digital del Departamento de Presidencia de la Generalitat de Catalunya.

Si uno raspa ligeramente observa que detrás de esta revolución estuvieron los de siempre: empresarios. Ello puede verse siguiendo la pista de la periodista que organiza los eventos, algunos junto a Juan Luis Cebrián —fundador de PRISA y El País—, Covadonga Fernández. Exdirectora de la Cámara de Comercio de Madrid y expresidenta de Telemadrid, también dirige un podcast llamado “Pioner@s Bitcoin” donde han aparecido los más fieros defensores del blockchain, destacando el solucionista jefe de Renfe, el operador nacional de trenes que ya ha utilizado esta tecnología para su proyecto de “movilidad como servicio”.

Si seguimos la pista del dinero, también podemos ver que todos estos movimientos iniciales han tenido como objetivo legitimar nuevas formaciones empresariales, como el consorcio de transporte y logística Alastria. Iberia, Renfe, Telefónica, Repsol, Adif y varios puertos del Estado se unieron para seguir impulsando proyectos de blockchain en ese área. No teníamos suficiente con la producción ideológica de la Web 2.0, fuera en forma de charlas Ted o de Congresos como el Mobile World Congress, que ahora también tendremos que soportar el Congreso Convergence sobre blockchain, organizado en Málaga.

Hacia la conquista del sector público

Cabría destacar dos lógicas subyacentes. En primer lugar, la progresiva formación de un ecosistema empresarial en torno a la tecnología blockchain en España. Como sostienen distintos estudios, ello suelen materializarse en conexiones y estrategias por parte de las redes de poder cada vez más informales que buscan la legitimación de su actividad de manera experimental. Ocurre, además, en paralelo a mecanismos más formales y tradicionales de interacción con los reguladores, como el gobierno neoliberal a través de la licitación pública.

Delegar nuestra salud y educación digital a Google y Microsoft se presentó como solución a los enormes problemas provocados por la austeridad. No obstante, la pandemia evidenció que no hay plataforma que pueda sustituir a la financiación pública para contratar a personal de servicios sanitarios

En segundo lugar, y de acuerdo a las conclusiones de otros trabajos académicos, observamos que los sistemas tecnológicos privados —en los que nos hemos visto atrapados durante la pandemia— afectan negativamente a la percepción sobre la calidad, confiabilidad y efectividad de los servicios públicos, lo cual también degenera en la confianza sobre el gobierno y la democracia. Delegar nuestra salud y educación digital a Google y Microsoft se presentó como solución a los enormes problemas provocados por la austeridad. No obstante, la pandemia evidenció que no hay plataforma que pueda sustituir a la financiación pública para contratar a personal de servicios sanitarios. ¿Cómo continuar la racionalización del techo al gasto público? La respuesta es la cadena de bloques.

Si seguimos ambas ideas hasta su última exposición, llegamos inevitablemente al argumento de la profesora Katrin Becker. Al ofrecer una organización distinta y preñada de la promesa de una supuesta mejora en la vida individual o social, “la tecnología blockchain agrava la creciente desconfianza hacia las instituciones democráticas y, por lo tanto, socava su capacidad para actuar como actores legítimos”. El éxito del blockchain, entonces, se basa en presentarse como “un tercer actor neutral”; un sistema alternativo que puede funcionar herméticamente, automatizado, sin conexión con el mundo exterior.

En otras palabras, el blockchain es lo contrario a la política, implica la “erosión de la democracia” y fomenta la desaparición de las instituciones colectivas. Al reforzar la ideología sobre el cálculo racional de Silicon Valley, el Estado no es necesario mientras las leyes de propiedad privada se encuentren bien engrasadas, es decir, descentralizadas. Todo ello suele reforzarse mediante la “identidad soberana”,  asociada al famoso concepto neoliberal del consumidor soberano. Esta ideología parece imponerse respecto a formas alternativas en las que un Estado puede ser soberano a la hora de diseñar tecnologías, cuyos beneficios sean después colectivizados, y entrega al mercado cada vez más funciones públicas.

Toda esta explicación abstracta puede verse en la realidad de la administración pública española. Una de las primeras entidades públicas en experimentar con servicios descentralizados y de “identidad soberana” basados en blockchain ha sido el proveedor de servicios postales nacional. Correos ha adjudicado 300.000 euros en un contrato público a una startup nacida en el MIT y con sede en el hub de Google de Madrid. ¿No habían venido las tecnologías descentralizadas a reemplazar a Silicon Valley?

Llámese blockchain o tecnologías distribuidas, lo cierto es que las Big Four siguen siendo una pata clave en el desmantelamiento corporativo del Estado

En Aragón también se han pagado altas sumas (466.000 euros) para el desarrollo y evolución de un sistema de licitación electrónica con tecnología de registro distribuido (blockchain), que será proporcionado por Accenture y Oesia Networks, una empresa vasca que “impulsa la innovación militar para garantizar la soberanía nacional”. Este contrato se firmó justo después de que un estudiante del Centro Asociado de la UNED Calatayud recibiera el gran premio en la I Edición de los Premios TFG Ingeniería Informática, organizado por el Colegio Profesional de Ingenieros Técnicos en Informática de Aragón y financiado por la consultora Deloitte, que fue multada recientemente por haber creado un cártel en España y el País Vasco. Llámese blockchain o tecnologías distribuidas, lo cierto es que las Big Four siguen siendo una pata clave en el desmantelamiento corporativo del Estado.

Nadie lo expresa como el Ministerio de Economía, que ha financiado una prueba de concepto de la Red Blue de Blockchain, presentada durante las jornadas técnicas de RedIRIS/Red.es, un binomio que desde hace décadas significa la privatización digital de la única plataforma universitaria alternativa a Silicon Valley. La iniciativa nace como una prueba de concepto (PoC por sus siglas en inglés), con el objetivo de aprovechar las múltiples aplicaciones que ofrece la tecnología en el ámbito universitario.

También el Ayuntamiento de Madrid se ha comprometido a invertir 500.000 euros para implantar la tecnología blockchain con el fin de tokenizar (cuantificar) en blockchain la huella de carbono, o desarrollar modelos de reconocimiento digital para facilitar la identificación de los ciudadanos madrileños. Por su lado, el Ayuntamiento de Las Rozas se asoció con IBM para integrar la tecnología blockchain en su sistema de gobernanza y contrataciones públicas. Sea para estandarizar la externalización de manera más perfecta servicios públicos u otorgar más poder al mercado en la solución de los problemas climáticos, la ideología de lo cripto está llegando a los lugares más recónditos del Estado.

Así, en ocasiones a través de alusiones a la cultura, la política municipal y la inversión pública, estas han quedado reemplazadas por lógicas de incentivación económicas que hablan el lenguaje neutral de la eficiencia. De un lado, el Ayuntamiento de Zaragoza se ha convertido en el primero en vender NFT basados en las tradiciones de la ciudad. De otro, Blanca Torrent, teniente de alcalde de Reactivación Económica e Innovación del Ayuntamiento de Córdoba, ha prometido una subvención de 1,2 millones en un proyecto para la digitalización y certificación de los activos del patrimonio histórico y artístico con tecnología Blockchain.

El cripto Ibex-35

“El blockchain le permite alcanzar sus objetivos de negocio y de sostenibilidad, da sentido a su desempeño”, enuncia el libro de referencia de los grupis de la descentralización. La buena tecnología está escrito por dos predicadores empresariales y lleva un prólogo de Nadia Calviño —ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital—, fue presentado recientemente por Antonio Garamendi —presidente de la CEOE— y la última página incluye loas de José María Aznar —expresidente del Gobierno—, José Ignacio Goirigolzarri —presidente de Caixabank—, José María Álvarez-Pallete —presidente de Telefónica— y Beatriz Corredor —presidenta de Red Eléctrica—.

Desde que el 26 de junio se hizo oficial la incorporación a la CEOE de la Asociación de Empresas de Blockchain (AECHAIN), todos los intereses están recogidos en la patronal

En cada sector empresarial se persigue un objetivo distinto con la descentralización. No obstante, desde que el 26 de junio se hizo oficial la incorporación a la CEOE de la Asociación de Empresas de Blockchain (AECHAIN), todos los intereses están recogidos en la patronal. El bancario, por ejemplo, busca convertir el dinero en una mercancía privada, en lugar de un bien público, y escapar así de la cruzada de las criptomonedas para desdemocratizar el dinero, acabando tanto con los bancos como con el Estado central. Como recuerda el profesor Stefan Heich en una entrevista reciente, la ideología cripto se encuentra claramente influenciada por los rescates bancarios. “Lo que reveló la crisis financiera a la comunidad cripto es que los bancos no son empresas privadas al uso, sino que viven en estrecha relación, simbiótica o parasitaria según a quién le preguntes, con el Estado”.

Por tanto, las iniciativas bancarias no tratan de la privatización del dinero en el sentido de poner fin a las monedas fiduciarias, sino de privatizar los servicios de pago, la infraestructura tecnológica necesaria y el conocimiento del sistema de dinero fiduciario, hasta ahora administrado por el banco central. Así, junto a las habituales estrategias de los bancos del Ibex para adentrarse en el mundo de las tecnologías financieras (o fintech), las criptomonedas aparecen como una fuente de ingresos prometedora en un momento desafiante para la rentabilidad bancaria

A mediados de año, la filial suiza del BBVA inició el comercio de Bitcoin para sus clientes en este país. Más tarde, ampliaron su servicio de compraventa de criptoactivos, que ahora permitirá operar con la moneda nativa de Ethereum. Además, se pueden convertir de manera automática a euros, dólares o cualquier moneda fiat. “Somos líder en cripto. Emitimos el primer bono en blockchain. Tenemos un equipo fuerte que trabaja en ello [...]”, señaló Ana Botín en declaraciones a Bloomberg sobre ofrecer bitcoin a sus clientes mediante fondos de inversión cotizados (ETF). A su vez, en colaboración con la fintech Finweg, Bankia ha presentado una plataforma de pagos digitales con tecnología blockchain a la primera convocatoria del ‘sandbox financiero’ realizada por el Tesoro Público.

En lo que respecta a las energéticas y a las empresas de telecomunicación, el blockchain es solamente una tecnológica para extender la mercantilización de manera más perfecta hacia las distintas esferas de la sociedad, implantar instrumentos de gobernanza, sean verdes o digitales, basados en la lógica corporativas y conseguir que las soluciones económicas sustituyan a las iniciativas políticas.

Cuando todo es tokenizable, todo es mercantilizable. Hasta la lucha contra el cambio climático

Por su lado, Telefónica Tech ha implementado esta tecnología en su plataforma TrustOS para registrar 200.000 infraestructuras de telecomunicaciones y desarrollar nuevos prototipos de negocios dentro de estas: como la tokenización de las torres vía NFTs, la comercialización de los derechos sobre una torre o la implementación de modelos de micromecenazgo en base a sus rentabilidades futuras. Cuando todo es tokenizable, todo es mercantilizable. Hasta la lucha contra el cambio climático.

¿Cómo puede el blockchain acreditar el origen de la energía verde?, se preguntaba Iberdrola. La eléctrica ha puesto en marcha un proyecto piloto para garantizar en tiempo real que la energía que se suministra y consume es 100 % renovable y el operador Red Eléctrica de España (REE), junto con IBM, ha diseñado una solución blockchain que sea transparente, segura e inmutable, asegurando que todos vean precisamente la misma información al mismo tiempo.

Cualquier proyecto progresista debería hacer una lectura sobre el blockchain que nazca de una conceptualización más amplia sobre el capitalismo para ensayar el rechazo activo al nuevo sentido común de época digital.

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Este artículo bebe del trabajo de The Crypto Syllabus, un proyecto del The Center for the Advancement of Infrastructural Imagination. Las opiniones aquí vertidas sólo representan a su autor.
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Gran esfuerzo este artículo, muchas gracias. Hay que tomar el campo.

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