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Neocolonialismo
El colonialismo verde que viene
El fracaso de las conferencias sobre cambio climático, así como el greenwashing y la falta de compromisos del Norte global con los países más empobrecidos, amenaza con una era de colonialismo verde que repita las dinámicas de desposesión vistas antes en la historia.
Artículo publicado originalmente en The Global African Worker.
Una emergencia ahora, no después
Necesitamos entender la crisis climática internacional no como un cambio que se nos sobreviene, si no como una urgencia que requiere de acciones drásticas. Los países no pueden seguir dedicando décadas enteras a conferencias y pensar que tienen todavía tiempo suficiente para seguir procrastinando. Y tampoco es tiempo ahora de venir con ocurrencias y cálculos de carbón como si la Madre Tierra fuese un orden que se acomodara a cálculos y algoritmos.
La COP25 celebrada en Madrid contaba con una presión extra precisamente por esta realidad. Y sin embargo, nos volvieron a decepcionar. Los y las tecnócratas con la responsabilidad de negociar las cláusulas del Acuerdo de París no terminaron su trabajo en varios artículos y se los pasaron a los ministros y ministras que llegaron la segunda semana. Huelga decir que estas últimas personas se dedican a la política, y que por tanto sus aportaciones se basan principalmente en sus consideraciones y cálculos profesionales.
Comenzando con la noche del 10 de diciembre, se dio inicio a unas consultas selectivas con las ministras/os y no con las personas encargadas de las negociaciones o las cabezas de las delegaciones. Consideremos el ejemplo del artículo 6 del Acuerdo de París, aún sin resolverse ya que se pensó que resultaría demasiado difícil de comprender para las/os ministras/os.
Este artículo incluye temas como la financiación para la adaptación en el contexto de la cooperación internacional, en el uso de distintos enfoques para las labores de mitigación globales, medidas para la mitigación de emisiones y la legislación para el marco de medidas independientes de los mercados.
Los países están evitando asumir sus responsabilidades
Existe una tendencia general entre las naciones hacia el ridículo, cada vez mayor, de evitar tomas las medidas necesarias. La actual administración estadounidense ha probado que los demás países del mundo pueden marcharse con un portazo de las negociaciones multilaterales y recetarle ajo y agua al resto del mundo. El único problema de esta forma de pensar es que, al contrario que en el escenario de la disuasión nuclear en el que las superpotencias confiaban en imponerse por medio de la carrera armamentística, en la catástrofe climática que se nos avecina no se puede esperar que nadie gane, o peor, que vaya a sobrevivir.
Existe una tendencia general entre las naciones hacia el ridículo, cada vez mayor, de evitar tomas las medidas necesarias. La actual administración estadounidense ha probado que los demás países del mundo pueden marcharse con un portazo de las negociaciones multilaterales y recetarle ajo y agua al resto del mundo.
Cuesta creer que una persona normal podrá sobrevivir temperaturas extremas, sequías o inundaciones prolongadas. Cualquiera pensaría que unos pronósticos tan horribles forzarían a la clase política a reconsiderar sus planteamientos en las negociaciones climáticas. De momento, no ha sido así.
Los únicos avances han venido por un uso de conceptos más técnicos para ocultar su inmovilismo, o proveer de ideas que les permitirían escurrir el bulto. Este mercadeo del relato nos ha deparado conceptos como las soluciones basadas en la naturaleza (SBN) que, a priori, son difíciles de resistir. ¿Cómo criticar la acción basada en la naturaleza, que la respeta, que trabaja con ella y no contra ella? La trampa es que las SBN no son lo que dicen ser. En la COP hubo eventos que mostraban cómo incluir la naturaleza en las contribuciones determinadas nacionalmente. En uno colaboraban Shell, Chevron y BP, miembros fundadores de Natural Climate Solutions.
Las autodenominadas SBN incluyen mecanismos de compensación por emisiones de carbono, que permite a las empresas contaminantes seguir emitiendo al tiempo que argumentan que lo están compensando plantando árboles o protegiendo bosques. Las SBN traen ruedas al intercambio de reservas de carbono.
Cuando se habla de emisiones neutras, normalmente se abarcan más las matemáticas que la acción climática real. No se sugieren cambios en los modelos de producción y consumo. Pasa lo mismo cuando hablamos de cero emisiones.
Comprender por qué luchamos
Mientras las negociaciones climáticas continúan, debemos recordar la importancia de comprender por qué luchamos para así forjar una verdadera solución. Las compensaciones por emisiones y demás nociones se pueden definir como formas de colonialismo climático, que nos debería preocupar profundamente. Los mayores sacrificios en la acción climática siguen viniendo de las víctimas históricas, sin visos de justicia todavía. Y esta tendencia nos retrotrae al legado de la esclavitud, colonialismo, neocolonismo y su primo, el neoliberalismo.
Cuando se habla de emisiones neutras, normalmente se abarcan más las matemáticas que la acción climática real. No se sugieren cambios en los modelos de producción y consumo. Pasa lo mismo cuando hablamos de cero emisiones.
El activismo climático alzó la voz en el plenario del 11 de diciembre miércoles, aireando la necesidad de que las naciones enriquecidas se responsabilicen por sus acciones pasadas y presentes. Se les demandó que instauraran presupuestos de carbono y que mostraran generosidad en la financiación para la adaptación climática. Que admitieran y pagaran su deuda climática.
La inversión de 1,9 billones de dólares estadounidenses en proyectos de combustibles fósiles, y los gastos bélicos anuales de 2 billones nos evidencian que la contribución de cien mil millones para la acción climática no debería suponerle a nadie noches sin dormir. Debemos centrarnos en cortar las raíces de la crisis climática, acabar con las emisiones, construir resiliencia y acabar con la miseria de la gente.
Como dijera Asad Rehman, de War on Want, en el espacio social de la COP: “La lucha contra la crisis climática debe ir unida a la lucha contra la desigualdad, el neoliberalismo, y por la justicia económica. La solución no pasa por pintar nuestras economías de verde o por comprar coches eléctricos. El Norte global no puede reverdecerse a costa del Sur”. Todo lo que no sea un cambio de sistema, avisó, nos puede deparar una ola de colonialismo verde.
Traducción de Raúl Sánchez Saura.