
Editorial
El Salto ante la cuarentena del coronavirus
El covid19 ha provocado un cierto shock en El Salto esta semana. El giro que ha supuesto la escalada de contagios y el impacto de las medidas de contención han acelerado un debate interno que venía atravesando el colectivo y la redacción desde que el coronavirus irrumpió en las cabeceras.
Para un medio como El Salto es necesario reflexionar sobre cómo abordar temas que se apropian de los titulares y monopolizan la actualidad sin desplazar la mirada de temáticas que nos son fundamentales: la desigualdad, los efectos del neoliberalismo en las vidas de la gente, las políticas migratorias criminales, las realidades del Sur global, o las luchas de los movimientos sociales.
Tras las primeras horas de dudas e incomprensión, desde la redacción hemos visto cómo esos condicionantes se reproducen en esta crisis de salud pública: la distinta capacidad de los hogares para afrontar las cuarentenas, el trabajo perdido —y con ello las pocas certidumbres— de miles de autónomos, trabajadoras a tiempo parcial o temporales, incluso la capacidad de abastecimiento de familias y hogares que no llegan a fin de mes, o tienen a todos sus miembros en paro, son motivos de alarma y puntos desde los que pensar, y escribir, una crisis.
Junto a ello, la cuarentena del coronavirus nos invita a pensar de nuevo en el trabajo reproductivo y los cuidados. A intentar sacar al debate público todas las reflexiones y el ingente trabajo hecho en torno a la atención de personas dependientes, el reparto de tareas y cómo se espera o se confía desde las administraciones en que estas circunstancias excepcionales se solventen por parte de los mismos brazos, las mismas espaldas de siempre.
Por último, aun comprendiendo y aceptando todas las medidas, no podemos dejar de pensar que el cierre de fronteras y otras medidas de control social asociadas a la excepcionalidad deben estar completamente justificadas y no pueden convertirse en un recurso utilizado a la ligera. La pretensión o simplemente la sugerencia de que la crisis justifica la declaración del Estado de Alarma remite a una disposición autoritaria del control político de la situación que nos tendrá siempre enfrente.
Nuestras reflexiones no se limitan al aspecto editorial, si no que arraigan también en lo material y en lo reproductivo. Somos un medio pequeño con recursos limitados que, como bien sabe nuestra comunidad, tenemos unos claros principios en cuanto a las fuentes de financiación. La coherencia tiene un coste: no tenemos una redacción amplia en efectivos y debemos decidir a qué dedicamos nuestros pocos recursos sin sobreexplotarnos. Como cooperativa, no resultaría coherente incurrir en los abusos laborales que criticamos y que ya se están dando ante esta nueva crisis.
Además, somos un equipo humano que, como sucede en la Comunidad de Madrid, Vitoria, o La Rioja, debe confrontar lo que supone cerrar los centros educativos sin que lo hagan los centros de trabajo. Trabajadoras y trabajadores que no somos champiñones, que cuidamos y precisamos de cuidados. Que no podemos fingir que no pasa nada mientras el frágil tejido que posibilita mantener apenas la maquinaria productiva en funcionamiento se desmorona.
Atendiendo a las medidas básicas de precaución, vamos a limitar la presencia de personas en la redacción de El Salto, facilitando y priorizando el teletrabajo de toda la plantilla y reduciendo el ritmo diario habitual de publicación. La semana que viene entramos en periodo de entregas para la publicación de un nuevo ejemplar de la edición impresa que, en principio, se hará en las condiciones habituales. No obstante, en el caso de que tengamos que tomar medidas excepcionales, las comunicaremos a nuestras socias, de las que esperamos la misma comprensión de siempre.
Queremos ser un servicio de información, un medio que aporte una perspectiva crítica, anticapitalista y feminista a lo que está pasando, y, al mismo tiempo, no dejarnos hipnotizar por la paranoia y urgencia, desatendiendo todas esas otras realidades que merecen su espacio y mirada. Estamos aprendiendo sobre la marcha cómo hacerlo, consensuar cómo abordar este escenario en el que, ante una crisis más, el sistema muestra su insostenibilidad. Y aspiramos a convertir este shock que hoy nos desconcierta en un momento de reflexión a futuro sobre qué mundos sostenibles construir, cómo evitar que, una vez más, en la lucha de clases que también atraviesa esta nueva hecatombe, perdamos siempre las mismas.
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