Educación
Ciencia y educación para prevenir la violencia de género desde los cero años

Tres centros del País Valencià se han convertido en referentes de la prevención de la violencia de género. Implementan un modelo comunitario basado en evidencias científicas y en la formación permanente del profesorado. Tras cinco años de puesta en marcha, los resultados arrojan mejoras en la convivencia.

Educación en valores en el CEIP Lluis Vives de Cullera
Educación en valores contra la violencia de género en el CEIP Lluis Vives de Cullera. Foto cedida El Salto País Valencià

Prevenir todo tipo de violencia desde los 0 años. Esa es la premisa de la que parten los equipos docentes que aplican el modelo de socialización preventiva de la violencia de género en el País Valenciano y el resto de España. “Ahora abordamos los conflictos que antes no se veían, porque no normalizamos la violencia”, confiesa Inés Tomás, directora del CEIP Sant Vicent Ferrer de Llíria, un centro que ha sido distinguido con la mención de honor del Premio a la Acción Magistral 2017 por su plan de mejora de la convivencia.

De acuerdo al Barómetro 2017 del Proyectoscopio del Centro Reina Sofía, más de uno de cada cuatro jóvenes (27,4%) considera que la violencia de género es una conducta normal dentro de la pareja. El docente e investigador Marcos Castro señala que uno de los elementos que pueden explicar la violencia de género es la atracción hacia personas violentas. “Hombres dominantes, con una actitud de opresión hacia los demás, son quienes tienen más éxito si miramos las producciones culturales: revistas, canciones, series de TV o vídeos de Youtube”.

Para la científica social Elena Duque, “la atracción hacia la violencia se aprende desde los 0 años”. Coincide con Castro en que los modelos que se nos transmiten “de forma mayoritaria” como más excitantes y atractivos en nuestra sociedad son violentos, problemáticos y conflictivos, aunque aclara que esta manera de socialización no nos afecta a todos por igual ni es la única. También incide en que “la clave está en socializar a todas las personas para que traten bien a quien les trate bien y rechacen a quien les trate mal”.

El más reciente Informe Mundial sobre la Violencia contra niñas y niños de la ONU destaca que formular estrategias basadas en evidencias científicas, es la clave para plantear políticas de prevención que generen la transformación de nuestras sociedades. En países como Finlandia, el Estado pidió a investigadores de la Universidad de Turku elaborar el modelo Kiva, que ahora se implementa en el 90% de los centros educativos fineses.

Formular estrategias basadas en evidencias científicas, es la clave para plantear políticas de prevención

En el caso de España, los científicos sociales del Community of Research on Excellence for All (Crea) de la Universidad de Barcelona, del que forman parte Castro y Duque, han elaborado el modelo dialógico de prevención y resolución de conflictos y el de socialización preventiva de la violencia de género. Aunque estas actuaciones de éxito han sido incluidas en el Plan Estratégico de Convivencia Escolar del Ministerio de Educación, su implementación ha dependido más de equipos docentes organizados o el impulso que decida darle alguna administración autonómica.

La experiencia pionera

“Me gusta que me trates bien, gracias”, se lee en varios carteles repartidos por el colegio Santiago Apóstol del Cabanyal, en Valencia. La frase es la norma de convivencia de este centro concertado, que desde hace cinco cursos inició la aplicación del modelo de prevención y resolución de conflictos y de socialización preventiva de la violencia de género. Roberto Martínez es cotutor de sexto de primaria y dice que la norma “es producto del diálogo y el consenso del alumnado, las familias, el profesorado y el personal no docente del centro”.

Martínez afirma que los resultados de la aplicación del modelo arrojan “un descenso del 35% de los expedientes disciplinarios”, así como un cambio en la forma de resolver los conflictos con las familias y el alumnado, “porque priman el diálogo y la escucha activa”, mientras que “todo tipo de violencia física y verbal ha dejado de verse como algo normal”. El Santiago Apóstol es un Centro de Acción Educativa Singular (Caes) y el 98% del alumnado es de origen romaní. “Nuestras familias viven situaciones socioeconómicas muy complicadas”, señala Martínez. 

El proceso de creación de la norma del Santiago Apóstol supuso varios pasos. “Primero nos transformamos en Comunidad de Aprendizaje, eso implicó recoger los sueños de toda la comunidad educativa. En la gran mayoría de los sueños se pedía la eliminación de la violencia en el centro”, explica Martínez. El siguiente paso fue crear una Comisión Mixta de Convivencia que realizó encuestas a todas las personas vinculadas a la escuela. Los resultados de la consulta se debatieron en una Asamblea General, “de la que salió el primer acuerdo”.

Club de Valientes, Colegio Lluis Vives de Cullera (València). Foto cedida.
Aquel primer acuerdo luego fue debatido en las asambleas de aula, “para que el alumnado argumentara sobre esta norma que ahora impregna la vida del centro”, apunta Martínez. El proceso tomó alrededor de dos años y les permitió crear espacios para garantizar la aplicación de la norma en todo el colegio. “Una vez a la semana se realizan las asambleas de aula y de comedor. A eso hay que sumarle una asamblea de delegados de aula y otra de profesorado, de frecuencia mensual y la de toda la comunidad, que se convoca cada trimestre”.

Para fortalecer el rechazo a las conductas violentas, en las aulas del Santiago Apóstol también se trabaja el Club de los Valientes, al que la docente Eva Sancho define como “un club de personas que se posicionan contra la violencia, la denuncian, saben tratar bien a los demás y valoran la amistad”. La idea del club es que “el alumnado aprenda a defender y a apoyar a las víctimas y aislar a quien se comporta de forma violenta”. Martínez explica que si un alumno reproduce una agresión, tiene mucho más alcance “el que sea rechazado por sus iguales, porque con ellos se relaciona en su día a día”.
Si un alumno reproduce una agresión, tiene mucho más alcance “el que sea rechazado por sus iguales, porque con ellos se relaciona en su día a día”.

Martínez detalla que hace tres cursos una niña de siete años sufrió un intento de agresión en los aseos por parte de otros dos alumnos de su aula, “un grupo de compañeros y compañeras, al escuchar los gritos de la víctima, se interpusieron entre ella y los agresores, mientras otro grupo fue en busca de un adulto”. Después, en el aula, se le preguntó a la víctima si quería hablar de ello. Tras la respuesta afirmativa, cada alumno y alumna expuso cómo se hubiera sentido ante un intento de agresión similar. “Rechazaron la conducta de manera unánime y se comprometieron a no reproducirla. La atención se centra en la víctima, no en quienes realizan la agresión”.

La formación del profesorado

Sara Carbonell es directora del CEIP Lluís Vives de Cullera, un centro que cuenta con alumnado de familias con un nivel socioeconómico medio, que aplica el modelo de socialización preventiva “desde hace cuatro cursos”. Afirma que “la formación permanente del profesorado es clave”. Por su parte, Martínez añade que “el profesorado necesita una transformación propia de la visión sobre las relaciones humanas y sobre la violencia”.

El docente Marcos Castro incide en que para hacer socialización preventiva de manera ideal, el profesorado debería tener claro que “es un referente, un agente socializador. Esto cuestiona nuestra existencia y nuestras elecciones, qué personas nos atraen o cómo son nuestras relaciones afectivo-sexuales”. Explica que el nivel de compromiso de las y los docentes, depende de las resistencias que decidan vencer, porque al alumnado “no solo le llega lo que le dices, sino también lo que haces”.

Por otra parte, el equipo docente de los centros que implementan el modelo de prevención realizan tertulias pedagógicas en las que se reúnen con una frecuencia mensual para debatir sobre textos científicos. “Son seminarios de formación en los que podemos compartir e intercambiar nuestras experiencias de aula y de centro”, explica Carbonell. A esto se suman talleres de socialización preventiva en los que también “participan familias, monitores de comedor y cualquier persona de la comunidad educativa”.

Carbonell también destaca que colegios como el Santiago Apóstol, el Lluís Vives y el Sant Vicente Ferrer, forman parte de una red de centros valencianos que comparten información. A esto se añade una “vinculación con los científicos sociales del Crea, a quienes llamamos para que impartan cursos que nos permitan profundizar en aspectos específicos de prevención de la violencia”. Carbonell dice que la relación entre quienes generan conocimiento científico y los centros genera un “círculo de excelencia que fortalece y mejora la educación”.

El evento más reciente en el que participaron investigadores del Crea en el País Valenciano, fue el tercer encuentro de jóvenes, familias y profesorado contra la violencia de género titulado “Rompamos el silencio”. Uno de los puntos tratados por la científica social Elena Duque fue el Bystender Intervention: “las consecuencias de una agresión dependen de cómo las personas nos posicionemos al presenciarlas, si a favor o en contra de las víctimas y a favor o en contra de quienes acosan y maltratan. La clave está en nuestro posicionamiento”.

Otro de los aspectos tratados fue el acoso sexual de segundo orden, que es “cómo las personas que apoyan y defienden a las víctimas, son a su vez acosadas, también reciben represalias por posicionarse firmemente en contra de quienes maltratan”, apunta Duque. La investigadora señala que es muy necesario apoyar a quienes apoyan y defender a quienes defienden. Tanto el Bystender Intervention como el acoso sexual de segundo orden “son poco conocidos como concepto, pero ocurren de forma cotidiana en nuestra sociedad y en los centros escolares”.

La educación contra la violencia de género ha de comenzar desde la infancia. Foto cedida.

Marcos Castro también estuvo presente en el evento y expuso el tema de las Nuevas Masculinidades Alternativas (NAM), otro de los conceptos que se trabajan en la socialización preventiva. “Las NAM hacen referencia a un modelo de hombre igualitario, que no pretende oprimir, que se posiciona en contra de las situaciones de violencia de género, que se pone del lado de las víctimas y que resulta atractivo para el resto de la sociedad”. Castro señala la importancia de que el alumnado se familiarice con este modelo de masculinidad, que conozcan la alternativa a la masculinidad tradicional dominante.

Cambios organizativos

Inés Tomás es directora del CEIP Sant Vicent Ferrer de Llíria, centro que cuenta con un alumnado que proviene de entornos socieconómicos y étnicos diversos. Dice que para aplicar el modelo dialógico de prevención y resolución de conflictos, fue necesario cambiar la organización de las aulas y el centro. “En todas las clases se hacen grupos interactivos y tertulias dialógicas literarias, en las que niños y niñas trabajan asignaturas instrumentales como matemáticas y lengua a través de interacciones y diálogo, tanto con sus iguales, como con personas adultas que entran al aula”.

Por su parte, Duque afirma que la implementación del modelo es un “trabajo a largo plazo”. Dice que en el ámbito educativo es común que la gente pida una receta concreta: “haz esta actividad, coge estas películas y plantea estas preguntas”. Aclara que lo más importante tener claro el problema de fondo: “la atracción hacia la violencia, de cómo se dan las interacciones en la sociedad. Hace falta una reflexión continua y un conocimiento profundo del tema”.

Duque también señala que en “España es muy difícil trabajar con base en evidencias científicas en educación”, porque hay quienes siguen pensando que la ciencia tiene que ver con experimentos de física y química, pero no con temas vinculados a la violencia de género, por ejemplo. Explica que esto imposibilita que muchas administraciones educativas extiendan los programas que funcionan, o que apoyen un programa como el de socialización preventiva y, al mismo tiempo, otro tipo de programas que proponen todo lo contrario.

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Anónimo
30/11/2017 8:34

Es un error poner genero a la violencia y ell maltrato pues esta demostrado,que la ejercen chicos sobre chicos,chicos sobre chicas,pero también chicas sobre chicas,chicas sobre chicos en mayor o en menor medida,y especialmente la violencia sicológica que es la que más daño y trauma provoca y es más dificil detectar

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Anónimo
30/11/2017 8:20

Excelente artículo.Para ser perfecto solo se debería trabajar en una sola cosa más.En que la violencia no tiene genero,ni tampoco la maldad humana,y que en la misma ley han de caber hombres y mujeres,indistintamente al número de casos,y que cualquier persona es suceptible de sufrir violencia sicologica,incluso física,sea de sexo masculino o femenino.Esto es esducar en igualdad sin deformar el término.

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