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Cine
Directoras al borde de un contraataque de premios
Los éxitos de Paula Ortiz, Marta Díaz de Lope o Elena Trapé demuestran que la nueva ola de mujeres cineastas, con epicentro en Cataluña, rehúsa con talento la brecha de género.
El Jameson Notodofilmfest, considerado como el festival de cortometrajes de mayor enjundia en España, cerró su última edición con récord histórico de participación femenina. Y además como presidenta de su jurado tuvo a Paula Ortiz (Zaragoza, 1979), mostrando así que la industria cinematográfica patria ya disfruta del talento femenino a raudales. Pero la brecha de género sigue existiendo y ese tema lo engulle todo en los coloquios o las mesas de debate.
La propia Paula Ortiz lo recordó una y otra, y otra, y otra vez el pasado invierno en cada entrevista, después de convertirse en la primera mujer que dirigía el jurado del festival de cortos por antonomasia. El éxito con el largometraje La novia (2015), que incluyó dos premios Goya de un total de doce nominaciones, avaló su trayectoria y también fue el espaldarazo definitivo para varias escuelas de cine que tienen su epicentro creativo en Cataluña.
La cineasta zaragozana, mientras gesta la adaptación al celuloide del cuento Barba Azul (de Charles Perrault), es profesora en la Universitat de Barcelona. Y habría que añadir ahí el prestigio cada vez mayor de la Pompeu Fabra, de la Autònoma y de la Escola Superior de Cinema i Audiovisuals de Catalunya (ESCAC). Por sus aulas han pasado Mar Coll, Neus Ballús, Carla Subirana, Mercedes Álvarez, Leticia Dolera, Elena Martín, Carla Simón, Roser Aguilar, Marta Díaz de Lope, Elena Trapé y un largo etcétera de directoras y guionistas.
“Las escuelas de cine han empezado a producir. Y eso significa que el factor género no sea un factor determinante; significa que un proyecto se realice, que se lleve a cabo y que se respete más la mirada del autor. Que sean más mujeres creo que ha sido una coincidencia espaciotemporal”, afirmó Elena Trapé el pasado 1 de junio, durante un evento formativo y de ocio organizado por los responsables del Notodofilmfest en el Matadero de Madrid.
En la Sala Azcona de la Cineteca, abarrotada para la ocasión, Trapé dialogó sobre cómo había creado su filme Las distancias. “Empecé a escribir el guion en 2011. La dificultad para levantar el proyecto fue por la crisis económica, y no rodamos hasta el año pasado. Lo que ha hecho más lento el proceso ha sido eso. Pero la parte positiva de haber tardado tanto tiempo en rodarla es que, cuando llegué al set, me la sabía de memoria y llegamos con más ganas”, dijo.
“La aspiración siempre había sido hablar de un grupo de personas. Tenía muchas ganas de hablar de la decepción, de expectativas y sueños que no se van a cumplir, y pensé que un grupo de amigos sería perfecto para eso. Tiene algo de melancolía el paso del tiempo, y eso me gusta”, admitió la directora barcelonesa respecto a Las distancias. Y esa idea valió para ganar en abril la Biznaga de Oro a mejor película española en el Festival de Málaga, junto al premio de mejor dirección (y el de mejor actriz 'ex aequo' para Alexandra Jiménez).
“Lo de Málaga no ha cambiado nada de la distribución y creo que no cambiará nada. Al final, más copias no significa más público. Yo estoy contenta con la medida y el planteamiento de distribución de la peli”, opinó tras detallar anécdotas del rodaje. “Ésta era una película muy pequeña, nosotros éramos un equipo de corto. En el guion hay mucho más texto de lo que luego se rodó. Y en realidad, no ha cambiado tanto desde lo que empecé en 2011”, agregó.
“Es una peli áspera, es incomoda porque no entras en las secuencias de manera amable. Cuando la estábamos haciendo, te juro que tenía la sensación de que no pasaba nada. Pero tienes que rodar todo ese subtexto porque luego estará ahí”, aseguró. “Influencias había muchas. Cuando tuve que hacer el dosier para buscar financiación, tenía muchas capturas de pantalla de Weekend (Andrew Haigh, 2011) y Like Crazy (Drake Doremus, 2011); me gusta mucho cómo están rodadas y el tono tan natural en que cuidan los encuadres”, indicó.
Empecé a escribir ‘Mi querida cofradía’ desde la ingenuidad
Por su parte, Marta Díaz de Lope (Ronda, 1988) charló sobre el proceso que había seguido hasta estrenar su peli Mi querida cofradía, aún con la visión de alguien primerizo. “Todavía no he dado el salto al ámbito industrial, de momento sigo vinculada al académico. Y yo ahí nunca he sentido en mis carnes que me hayan tratado diferente por ser mujer. Es solo una cuestión de oportunidades, que nos den la opción”, reflexionó en torno a la brecha de género.
“Cada vez hay más mujeres en la ESCAC y ahora está todo muy igualado, en todos los departamentos”, comentó. “Empecé a escribir esta historia hace unos cuatro años, en Barcelona, dentro del Programa Ópera Prima de la ESCAC. Empecé desde la ingenuidad, pensando que no iba a llegar a nada”, reconoció acerca de Mi querida cofradía, ganadora en Málaga del premio especial del público y mejor actriz de reparto (para Carmen Flores).
“Yo me lo pasé superbien con los actores, con gente con tanta experiencia. Desde que me fui a Barcelona, quise rodar en Ronda. No fue una cosa que me diese mucho vértigo, pero tampoco pretendía hacer un homenaje”, prosiguió. “En la peli no se ve una pretensión de caricaturizar la Semana Santa, sino simplemente crear un marco para contar una historia. Lo que había contado hasta ahora eran historias de mujeres, pero sin esa carga reivindicativa. De mujeres por influencia de mis tías, de mi madre y de mi abuela”, confesó la realizadora rondeña.
“La entrada de RTVE en la financiación fue el primer empuje; y, a partir de ahí, la peli fue creciendo pasito a pasito. Pasos en los que nunca dejamos de avanzar, con el apoyo incondicional de la ESCAC. Yo estoy aquí por los cortometrajes que he hecho; los cortos no son solo la carta de presentación, sino también lo que te da experiencia”, señaló finalmente. Su acento andaluz ya se ha unido a una inmensa ola de perspicacia con núcleo catalán. Y femenino.