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Elecciones
Vox y la deriva Buxadé
La convocatoria anticipada de las elecciones para el 23 de julio provocó cambios en las correlaciones de fuerzas internas de casi todos los partidos. No obstante, algunas pasaron más desapercibidas que otras, y mientras que la configuración de las listas de Sumar eclipsó todo el debate público, en partidos como Vox se llevaron a cabo movimientos internos a los que se ha dedicado mucha menos atención.
De aquellos días salió un claro vencedor en el partido de ultraderecha: Jorge Buxadé. La facción encabezada por el actual eurodiputado ganó importantes posiciones en las listas desplazando a algunos de los representantes de la llamada “facción liberal” como Víctor Sánchez Del Real o Rubén Manso. Esta disputa, negada hasta la saciedad por los miembros del partido, tiene un trasfondo ideológico bastante claro que va más allá de las posibles amistades y enemistades personales. En Vox desde hace tiempo conviven dos almas: una “liberal”, que podríamos decir que es más parecida al Partido Popular, pero con postulados más extremos en temas como la economía o el combate a los nacionalismos; y otra que algunos han denominado como “nacionalcatólica” o “falangista”, pero que considero más correcto llamar “antiglobalista”.
Mientras que la configuración de las listas de Sumar eclipsó todo el debate público, en partidos como Vox se llevaron a cabo movimientos internos a los que se ha dedicado mucha menos atención
Esta facción antiglobalista está encabezada principalmente por Jorge Buxadé e Ignacio Garriga, dos personas que han ganado un notable peso en el organigrama interno de Vox en el último año. Los antiglobalistas de Vox comparten con los liberales los pilares básicos del ideario del partido como el nacionalismo español o el rechazo al feminismo y a la inmigración, pero se diferencian de ellos en el mayor énfasis que conceden a la crítica a la globalización, la Unión Europea, y unas supuestas élites transnacionales que controlan el mundo. Las menciones a Soros, los coqueteos con las teorías del reemplazo y las críticas a la UE como parte de estas élites globalistas son algunos de los rasgos que caracterizan a este discurso que figuras como Buxadé llevan año difundiendo desde las tribunas europeas.
Desde hace un tiempo, estas ideas han viajado desde Bruselas a la Península Ibérica colándose en la primera línea del discurso del partido de Abascal. Si uno revisa el programa de Vox en noviembre de 2019 no encontrará ni una vez los términos globalista y globalismo, mientras que en su Agenda España de 2022 y en el programa del 23J aparecen una veintena de veces en cada uno. Durante la campaña de estas elecciones también se ha podido ver esta deriva en las múltiples intervenciones de los líderes de Vox. Desde el énfasis puesto a los altercados en París, que se presentaron como consecuencia de la supuesta sustitución étnica que tiene lugar en Francia, hasta las duras críticas vertidas contra la UE por las restricciones y las “leyes climáticas”, Vox ha movido su discurso acercándose a sus homólogos europeos y cada vez pone más énfasis en recuperar soberanía y defender una Europa de las naciones. Dos de los pilares de la ultraderecha europea que ante la imposibilidad de salir de la UE buscan vaciarla de competencias para devolvérselas a los estados.
Hay un claro vencedor en el partido de ultraderecha: Jorge Buxadé. La facción encabezada por el actual eurodiputado ganó importantes posiciones en las listas desplazando a algunos de los representantes de la llamada “facción liberal”
El partido de Abascal ha cambiado su estrategia, y desde hace tiempo considera que este discurso menos en clave nacional y más alineado con los partidos de derecha radical de otras latitudes es el camino que debe seguir la formación. Esta impronta se ha apreciado en una campaña donde claramente son Buxadé y los suyos quienes se encuentran a los mandos de la nave. Ahora, la gran pregunta es, ¿cuáles serán los efectos de este giro en el futuro del partido ultraderechista?
La primera consecuencia de este giro de Vox se verá muy probablemente a la hora de negociar con el Partido Popular. Vox no venderá barata su piel y estará dispuesto a tensar la cuerda para lograr una influencia notable en un hipotético gobierno de Feijoo. Los de Abascal tienen una hoja de ruta bien marcada que pasa por formar parte de un futuro gobierno del PP y que España se una al grupo de gobiernos europeos con participación de la ultraderecha.
La agenda de Vox ya no es solo nacional, y desde hace tiempo el partido mira más allá de sus fronteras buscando formar parte de una ola conservadora que barra las políticas llevadas a cabo por la UE los últimos años. Además de Hungría, Polonia e Italia, que cuentan con jefes de gobierno de derecha radical, en otros países como Finlandia los aliados de Vox formarán parte del gobierno por primera vez. Por tanto, entrar en el ejecutivo se trata de una prioridad absoluta para los de Abascal a la que no renunciarán si entre los dos partidos de la derecha suman mayoría absoluta por mucho que el PP tense la cuerda. Desde Vox no se está buscando únicamente derogar el sanchismo, sino imponer una nueva hegemonía en Europa que revierta muchos de los avances en materias sociales y de transición ecológica.
La primera consecuencia de este giro de Vox se verá muy probablemente a la hora de negociar con el Partido Popular. Vox no venderá barata su piel y estará dispuesto a tensar la cuerda para lograr una influencia notable en un hipotético gobierno de Feijoo
La segunda consecuencia de la nueva estrategia de Vox, íntimamente ligada con la primera, es que si el partido llega al ejecutivo buscará con su acción de gobierno polemizar al máximo con la Unión Europea, por lo menos hasta las elecciones al Parlamento Europeo de mayo de 2024. En estas elecciones, Vox y el resto de partidos miembro del grupo Conservadores y Reformistas Europeos (ECR) tratarán de alcanzar un pacto con el Partido Popular Europeo que desplace el actual acuerdo entre conservadores socialdemócratas y liberales para gobernar las instituciones europeas. Para ello, los ultraconservadores necesitarán unos grandes resultados y España se presenta como una de las piezas clave del tablero.
El tema es como un partido como Vox que se presentará con un programa centrado en “volver a una Europa de las naciones” podría obtener estos resultados en un país tan europeísta como España. La respuesta es generando un malestar dentro de la población que consiga imponer una idea de la UE como un leviatán perverso culpable de todo tipo de restricciones y regulaciones. Lo que ha ocurrido en Castilla y León con el brote de tuberculosis bovina será el modelo a replicar por Vox cuando esté en el ejecutivo. El partido de Abascal aprovechará cualquier resquicio para polemizar desde las instituciones y enfrentar a determinados sectores como transportistas, ganaderos o agricultores contra una élite bruselense responsable de todos sus males. Todo ello para ir sembrando un terreno que les permita recoger los frutos en 2024.
Desde Vox no se está buscando únicamente derogar el sanchismo, sino imponer una nueva hegemonía en Europa que revierta muchos de los avances en materias sociales y de transición ecológica
La apuesta de Vox por la deriva Buxadé es ambiciosa, ya que aspira a diferenciarse al máximo del PP y a que la influencia del partido en los próximos años vaya más allá de las fronteras españolas. Sin embargo, también contiene ciertos riesgos, y es que una parte del electorado de Vox se encuentra lejos del antiglobalismo y las demandas soberanistas de Buxadé y su círculo más cercano. Conocidos opinadores cercanos al partido como Federico Jiménez Losantos, cuya influencia en la derecha española nunca hay que desdeñar, llevan tiempo oponiéndose a estos postulados que también causaron importantes disputas en algunos territorios como Catalunya.
Aquí, el sector más cercano a Garriga y Buxadé, donde figuraban numerosos ex integrantes de la xenófoba Plataforma Per Catalunya y hasta miembros de organizaciones neonazis, se impuso causando un cisma y una purga que fue relatada en detalle por el ex coordinador de Vox en Barcelona Fernando Moya hace poco más de un año en el programa Salvados. No todo el mundo del entorno de Vox se encuentra en estas coordenadas y si el partido no alcanza sus objetivos el próximo 23J probablemente surgirán voces críticas a la estrategia seguida por el partido los últimos tiempos.
El reto para Buxadé y su círculo cercano en esta campaña es trasladar estos mensajes antiglobalistas a un electorado que tradicionalmente ha estado más preocupado de otras cuestiones lejanas a George Soros y las élites globalistas. El 23J podremos ver si el Vox de Buxadé alcanza los resultados que el partido obtuvo en 2019, y si las oligarquías europeas despiertan las mismas pasiones que la crisis catalana.
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