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Ayuntamiento de Madrid
La deuda es un rodillo imparable: la destitución de Sánchez Mato es la prueba
El ministro Montoro sale vencedor en la batalla contra el concejal de Economía y Hacienda de Madrid. Su arma, un vez más, ha sido el estrangulamiento con la deuda.
La Plataforma de la Auditoría Ciudadana de la Deuda (PACD), como antes otros movimientos sociales, como Quién debe a quién o RCADE, lleva años denunciando que la deuda no es una herramienta meramente económica: es un arma de control político. La decisión de destituir al concejal de Economía y Hacienda de Madrid, una vez más, así lo demuestra.
El Ayuntamiento de Madrid, bajo la gestión impecable de este compañero nuestro, ha saneado sus cuentas. Goza de un superávit de 1.022 millones de euros en el último año. Ha estado amortizando deuda, incluso por anticipado. En 2012, debido a las ínfulas faraónicas de Gallardón, el endeudamiento de la capital llegó a situarse en 7.733 millones. En el segundo trimestre de 2017 había bajado hasta los 3.567 millones, es decir, menos de la mitad. Pero eso no importa, porque en lo tocante a la deuda, lo que le interesa a las élites no es que se pague, sino que sea "sostenible", para poder tener atrapados, con sus ajustes y sus intervenciones, a los ayuntamientos, a los países. La Ley Montoro no pretende que las administraciones locales se quiten de encima el yugo de la deuda: pretende aprovecharlo para imponer políticas de corte neoliberal.
Es tremendo el significado simbólico de esta destitución: no hay quien pueda oponerse a los designios del ministerio de Hacienda. No hay quien pueda enfrentarse al destino que traza la Comisión Europea. No hay quien pueda oponerse a los mandatos de la deuda. Si una ciudad grande, que está gestionando bien sus cuentas, no tiene soberanía sobre su presupuesto, ¿qué se verán obligados a hacer los ayuntamientos más pequeños, con menos recursos? ¿podrán plantear políticas verdaderamente transformadoras?
Destituir a Sánchez Mato significa que Carmena se ha plegado ante las presiones de la derecha económica. Acepta, sin oponer verdadera resistencia, los dictados económicos de la oligarquía del PP. Carmena había participado en el encuentro municipalista de febrero en Valencia, que exigía el fin de la Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local, conocida como “Ley Montoro”. En cambio, ahora destituye a Sánchez Mato por negarse a firmar el nuevo Plan Financiero, que perjudicaría a la población de Madrid. Y lo aprueba con los votos triunfantes del PP. Supondrá dejar de invertir más de 530 millones de euros. Una de las partidas que más sufrirá será Equidad, Derecho Social y Empleo. La deuda es una de las cadenas que impiden la redistribución y la justicia económica. Que impiden la transición a un modelo de producción y laboral que atienda a la crisis social y ecológica que enfrentamos. Queda claro, ¿no?
Destituir a Sánchez Mato significa que Carmena se ha plegado ante las presiones de la derecha económica. Acepta, sin oponer verdadera resistencia, los dictados económicos de la oligarquía del PP
“Madrid es una ciudad con muchos recursos aunque haya sido víctima de un saqueo sistemático, de corruptelas y sobrecostes. Debemos conocer nuestros recursos, saber si han sido derrochados o utilizados de manera ilegítima. Ahora tenemos que saber por qué se ha producido la enorme deuda que sirve de excusa para recortar los derechos ciudadanos”, rezaba el programa de Ahora Madrid. Y parece que se va a quedar en eso, en un rezo, a la espera de un milagro. No piensa poner los medios para lograrlo la señora Carmena. Se deshace del edil que luchaba por ello. Mendigando que Montoro levantase la suspensión cautelar, el Ayuntamiento da también marcha atrás en los tribunales a su recurso contra la interpretación que hace Montoro de la regla de gasto. No va a intentar que la ley cambie. Así que lo legal, seguirá siendo ilegítimo. Porque es legal que la deuda esté por encima del bienestar de la población. Pero es, a la luz de la ética, ilegítimo.
Destituir a Sánchez Mato supone que Carmena va a incumplir su propio programa. El concejal, en todo momento, expresó que poner fin al yugo de la deuda era una de sus prioridades, así como intentar zafarse de la dependencia de la regla estatal de gasto. No engañó a nadie. Lo sabíamos desde el principio. Y por eso, confiábamos en él y en su gestión.
Lo decía en el programa: “Somos conscientes de que Madrid es la ciudad más endeudada de España, una deuda originada por el despilfarro en proyectos faraónicos al servicio de empresarios y políticos del sistema, por la entrega de la gestión de servicios esenciales a una red clientelar y por el saqueo de una corrupción estructural que ha privatizado sistemáticamente un patrimonio público que debería ser de todas. Para atajar esta cuestión de raíz proponemos la realización de una auditoría bajo control técnico y ciudadano que evalúe el impacto de las medidas de privatización y el desmantelamiento de lo público implantadas en los últimos años e identifique adecuadamente tanto los errores como los aciertos de las administraciones pasadas. Que paralice el expolio de los recursos públicos y los ponga al servicio de la ciudadanía y del bien común. Una reestructuración de la gestión financiera que incluye la necesidad de establecer una política de gastos e ingresos justa y equitativa, que reduzca los desequilibrios sociales y las dependencias frente a las estructuras autonómicas y estatales.”
Esta decisión ejemplifica, una vez más, que la deuda es una herramienta de control. La ciudad de Madrid, bajo la gestión de Sánchez Mato, estaba pagando. ¿Entonces? Entonces se ve que el pago de la deuda no es, en sí mismo, lo importante. Que lo importante es que, mediante este chantaje, las economías no se salgan ni un ápice de la lógica capitalista imperante. Si de verdad les importara el déficit, los del Ministerio habrían podido investigar el saqueo de las arcas públicas con las empresas de la M30, o que el ayuntamiento pasara de ser propietario a inquilino en muchos inmuebles. Sánchez Mato lo estaba haciendo. ¿Lo hará ahora Jorge García Castaño? Permítannos que dudemos.
Lo que está claro, después de esto, como después de Syriza, es que no puede haber un planteamiento económico y político verdaderamente transformador hasta que no nos quitemos de encima la esclavitud de la deuda. Por eso, hoy, aún más, es importante seguir gritando ¡No debemos! ¡No pagamos!
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Carmena esta ahí para evitar las auditorias. Que no nos van a engañar todo el rato.