Sáhara Occidental
La activista saharaui Mahfouda: “Salí de la cárcel pequeña a la cárcel grande”

La defensora de los derechos humanos Mahfouda Bamba Lefkir e integrante de la coordinadora de Gdeim Izik ha salido de prisión tras seis meses en la Cárcel Negra. La razón de su encarcelamiento: haber protestado por la dureza de la sentencia que enfrentaron otros activistas saharauis. 

Mahfouda Lefkir, Durante la entrevista
Mahfouda Lefkir durante la entrevista Equipe Media
7 jul 2020 12:00

Mahfouda Bamba Lefkir, nacida hace 36 años en El Aaiún ocupado, es madre de dos hijos y activista saharaui por los derechos humanos, además de ser miembro de la coordinadora de Gdeim Izik. 

El 16 de noviembre, un juez marroquí ordenó su arresto durante el juicio contra unos activistas en el que ella protestó por lo injusto de la sentencia. La mantuvieron encarcelada en condiciones deplorables hasta que cumplió una pena de seis meses en la Cárcel Negra.

Las autoridades de ocupación no han prestado atención a los llamamientos de organizaciones internacionales que exigían la libertad de Mahfouda.

Organizaciones como Front Line Defenders, Organización Mundial Contra la Tortura y la Federación Internacional de Derechos Humanos, denunciaron la detención arbitraria de Mahfouda Bamba Lefkir y exigieron su liberación. Equipe Media ha podido conversar con ella sobre las circunstancias de su arresto y las condiciones de su estancia en prisión.

El 15 de noviembre de 2019 fuiste detenida en un juicio de activistas, ¿nos puedes explicar por qué te detuvieron y qué pasó contigo en la jefatura de policía?.
Asistí al juicio de los activistas saharauis Mansur Otman El Mousaoui y Mohammed Habadi Gargar, que fueron detenidos por su participación en las manifestaciones festivas en El Aaiún ocupado por la victoria del equipo nacional argelino en la Copa de África. Me detuvieron y encarcelaron por protestar contra el maltrato y la farsa de juicio contra los presos en sala de tribunal.

No es la primera vez que asisto a juicios políticos. Anteriormente fui a los juicios del grupo de Gdeim Izik y de los estudiantes saharauis. Me detuvieron por tener posturas políticas a favor de la independencia del Sáhara Occidental
Estuve secuestrada en el despacho del procurador del rey en el Tribunal de primera instancia. Ese mismo día me llevaron a la comisaría. Me metieron en una celda muy pequeña con malos olores, humedad, oscuridad, y frío; sin mantas y con insectos. Soy asmática y tuve crisis de ansiedad y asma. Pasé una noche horrorosa. Recibía además, provocaciones y amenazas por parte de los criminales detenidos en una celda contigua.

Me llevaron a una sala de interrogatorio donde me desnudaron por completo dos veces durante las preguntas. Registraron mi móvil, copiaron todo el contenido de fotos, vídeos, contactos y conversaciones. Me interrogaron sobre mi relación con el Frente Polisario, mis actividades políticas, mi participación en las manifestaciones y los grafitis reivindicativos en las paredes de El Aaiún ocupado. Estuve un día completo sin comer ni beber agua, bajo una durísima presión psicológica.

Cuando te llevaron a juicio, ¿de qué te acusaron? ¿Cómo fue la convivencia y las condiciones carcelarias?
El día 16 me llevaron al Tribunal de primera instancia. Ahí me encerraron durante ocho horas sin comer ni beber. Sufrí agresiones físicas y psicológicas.

En un juicio sin abogado y sin la presencia de mi familia, el mismo procurador del rey que me detuvo la víspera, ordenó mi ingreso en la cárcel bajo la acusación de “obstaculizar y humillar a la justicia”.
Los mismos torturadores que me agreden junto con mis compañeras en las manifestaciones, me sacaron fotos y me provocaron dentro de la sala de juicios.

A las 21:00h, dos policías me notificaron que me llevaban a la comisaría para continuar el interrogatorio. De camino, me sorprendí cuando el coche de la policía paró ante la puerta de la Cárcel Negra. Me caí en la puerta y me hice heridas.

Vino después el recibimiento con cacheos y el interrogatorio. Me metieron en una celda de unos 15 metros cuadrados, con siete presas comunes. Era una celda pestilente debido a la presencia de un váter en el interior, sin ventilación ni luz solar.

Sufría dolores agudos en mi cabeza y tengo almorranas. Como he mencionado soy asmática y tengo un quiste en la nariz que me complicaba la respiración. A pesar de estar muy mal, me prohibieron tomar o recibir mis medicamentos.

Estaba asfixiada. En mi primer día en la celda conseguí un bolígrafo y papel. Me acusaron de incitación al activismo y de enseñar a las presas el himno saharaui. He estado haciendo ejercicio físico, y por ello  me acusaron de enseñar a las presas movimientos militares.

La administración de la cárcel mandó a otras presas a provocarme y presionarme dentro de la celda durante los seis meses que estuve allí. Me metían basura y uñas en la comida. Esas mismas presas intentaron obligarme a ponerme una melhfa (vestimenta tradicional saharaui) con los colores de la bandera marroquí para que me viera una delegación de responsables marroquíes que visitaba la cárcel.

Me propusieron pedir el indulto y me negué porque no soy una criminal y no cometí ningún delito. Estaba muy preocupada por mi familia, sobre todo por mis hijos. Mi marido me contó en una llamada telefónica que mi hijo de 11 años quiso salir a la calle y gritar frente a la policía “Viva el Sáhara Libre”, para que le detuvieran y así poderme ver. No soportaba mi ausencia.

Estaba muy preocupada por mi familia, sobre todo por mis hijos. Mi marido me contó que mi hijo de 11 años quiso salir a la calle y gritar frente a la policía “Viva el Sáhara Libre”, para que le detuvieran y así poderme ver. 

El coronavirus ha llegado a las cárceles marroquíes, ¿cómo viviste los momentos de la pandemia dentro de la prisión?
Me impidieron tener mis objetos personales, especialmente aquellos relacionados con la higiene, medicamentos y alimentos. Y necesitaba alimentos, ya que la comida que se servía dentro de la prisión era comida mala que el cuerpo rechazaba.

¿Cómo fue tu liberación?
Salí de la cárcel pequeña a la cárcel grande. Muchos policías rodearon la cárcel. Me grababan con cámaras abrazando a mis niños y a mi familia. Nos persiguieron hasta la casa en el barrio El Wifak, donde habían montado un importante dispositivo de asedio para impedir la organización de mi recibimiento. De esta manera, no pudieron acceder a la casa los saharauis que habían acudido para felicitarme por la liberación.

Fue una liberación incompleta. Ahora estoy retenida en casa de mis padres. No puedo ir a mi casa, ni tampoco los visitantes pueden venir a verme. No puedo salir ni nadie puede entrar. Mucha gente fue agredida por los matones de la policía por intentar visitarme.

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