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España no es (solo) blanca
Black Barcelona, tejiendo comunidad con voz propia
Black Barcelona es un encuentro anual para afrodescendientes que ya ha celebrado dos ediciones. Silvia Albert y Deborah Ekoka son dos de sus organizadoras.
“Cuando algo no funciona hay que probar otras cosas”. Silvia Albert es actriz afro-catalana de padre nigeriano y madre guineana nacida en Barcelona. Muchos ya la conocen por su tremenda obra No es país para negras (“de hecho, en principio no la había escrito yo, sino una autora blanca y se llamaba Sí es país para negras que era un reverso de la obra que conocéis, pero que no respondía a lo que yo quería mostrar”), aunque antes ya había explorado su identidad africana en Yfé, la historia de una mujer africana recién llegada que quería ser cantante de ópera y nadie la entendía.
“La representé en clave 'clown' en Edimburgo y en Las Ramblas, y en los dos sitios la gente no se reía, incluso tenía miedo al personaje, y luego pena. También he montado una compañía de teatro que se llama No somos Whoopi Goldberg con dos hermanas más para visibilizar el afrofeminismo y otra pieza muy impactante que estrenamos en mayo en Colombia que se llama Migraré, migrarás, migrará: Hotspot que habla sobre los movimientos migratorios desde tres continentes representado solo por mujeres de manera muy performática, donde ponemos en duda todo este sistema de las ONG, el paternalismo sobre África…”.
Un día Silvia recibió la llamada de Deborah Ekoka, afro-guineana de Valencia, que a través de la librería afro United Minds había traído su obra a la capital del Turia, muy impresionada: “En la librería, mi actual pareja Kenny Province me dijo un día 'los negros tenemos miedo de nuestro propio pelo' y eso me caló tanto que empecé a interesarme por la estética del pelo afro, los productos para nuestro cuidado, y con la librería además empecé a organizar eventos cada vez más afrocentrados, hasta que un día nos invitaron al encuentro Afropowered de Ana Cebrián en el Matadero de Madrid –que acabaría siendo el embrión del actual “Afroconciencia– y nos hicieron una apelación a todos los asistentes para ampliar las actividades que no pude ignorar, y de ahí surgió un poco la idea de Black Barcelona con Silvia”.
Black Barcelona es un encuentro anual para afrodescendientes que va ya por su segunda edición, por donde han pasado presentaciones de libros como Y tú, ¿por qué eres negro? del fotógrafo Rubén H. Bermúdez o Las que se atrevieron de la tele-periodista Lucía Asué Mbomío, conferencias como las de Organización en la Comunidad Afro, Oralidad africana, talleres como Descolonizar Mente y Cuerpo o sobre el pelo afro y uno muy importante sobre Mujeres blancas adoptivas con hijos negros adoptados.
En paralelo se ha creado este año Hibiscus, una organización que funciona en grupo cerrado solo para afros, con un 80% de mujeres negras en los puestos directivos y con orientación afro-feminista.
¿Por qué visteis necesario formular un encuentro tan afrocentrado como Black Barcelona y cómo surge usar un centro social municipal es decir, sacarlo del gueto y normalizarlo entre la vecindad, el barrio?
Silvia Albert: En Barcelona hay muchos espacios de pago, pero yo conocía la red de casales, ateneus y centros cívicos gestionados por las asociaciones de barrio o por el Ayuntamiento. Finalmente acudo al Casal de Pou de la Figuera en el Born, que tenía una característica y es que no se podía cobrar entrada, lo que nos pareció estupendo si era una actividad popular y para la comunidad, hasta el punto que nos acabaron dando una subvención de 600 euros. Buscamos un espacio mayor para las siguientes, pero solo el Casal parece valorar lo que hacemos.
Y de ahí sale tu denuncia en presencia de Angela Davis contra el CCCB. Explica qué pasó y como fue el encuentro privado que tuvisteis con ella al día siguiente.
S.A.: Uno de los espacios a los que hemos llamado a la puerta hasta el hartazgo es el Centro de Cultura Contemporánea, que es público, al que hemos escrito infinidad de veces, y no nos contestaban, incluso les invitamos a venir a nuestros encuentros, hasta que me harté y les pregunté si su silencio era porque éramos negras. Entonces sí respondieron excusándose en que el director tenía que habernos contestado, lo que nunca sucedió.
En cambio, empezaron a traer a las elites afrodescendientes, a Chimamanda Ngozi y Angela Davis, olvidándose de los afro-catalanes para empezar y todo lo que está fuera de su entorno de postureo. Ya le había pasado a otros colectivos que estaban igual de excluidos.
Por eso, lo hablamos entre todas, y estábamos preparadas para ponerlos en evidencia en público, cuando llegara el turno de preguntar.
Además, estábamos muy calentitas cuando el presentador intentó comparar la lucha de Angela Davis con la de los independentistas catalanes, y cuando llegó el momento, levanté la mano una, dos, tres veces, y estaba claro que me estaban vetando. Era tan obvio que la propia Angela tuvo que ofrecerme su propio micrófono si era necesario. Solo entonces me dejaron hablar.
Y luego en el encuentro a puerta cerrada que tuvimos con ella al día siguiente, yo con lo que más me quedé fue con su consejo de que hiciéramos alianzas con quienes estemos en igualdad de condiciones y quieran trabajar por la comunidad, y no tratar de unificarla y que nadie quede excluido, porque eso solo lleva al desgaste.
Aunque vuestros encuentros anuales como Black Barcelona son abiertos a todo el mundo, el resto del tiempo trabajáis en espacios llamados “seguros” o “cerrados”, que a menudo son mal entendidos como un supuesto “racismo a la inversa” por quienes no son admitidos en ellos, sobre todo las personas blancas. ¿Por qué os son tan necesarios esos espacios no abiertos para trabajar?
Deborah Ekoka: Cuando las personas racializadas negras estamos en espacios “seguros” nos abrimos más, porque sabes que no te vas a sentir juzgado, porque no te vas a sentir de menos, porque los otros te van a entender más. Te sientes más arropado, coges más confianza.
Por ejemplo, el primer año de Afroconciencia en Madrid, se notaba cómo la gente negra que asistió de forma muy numerosa tenía esa necesidad de compartir y abrirse y al final reconocerte en los tuyos, y no en los ajenos, te hace ser más confidente. O como en el CCCB con Angela Davis, que ella misma se vino un poquito arriba cuando vio que todas las primeras filas y a los lados del escenario estaban copadas por nuestra gente.
S.A.: De momento, como Black Barcelona no estamos promoviendo ni generando estos espacios, ni tenemos previsto hacerlo en la edición del año que viene. Pero durante el año sí que se generan estos espacios, porque son necesarios. De ahí salen propuestas que luego ponemos en común en el encuentro anual, detectamos las necesidades de la comunidad, etcétera.
¿Por qué esto supone tantas resistencias en otros colectivos? Pues imagino que porque hay gente metomentodo que necesita controlarlo todo, porque tienen miedo de lo que se pueda decir ahí contra los blancos, o porque están en la idea de que todo lo tenemos que hacer entre todos y que todas las opiniones son válidas todo el tiempo. Y lo siento, pero no. Hay algunas que sí, pero otras que en ciertos momentos no lo son. Además, ¿si yo no voy a tu casa si no me han invitado, por qué tienes que venir tú a la mía sin invitación?
Por ejemplo, mi marido es blanco, y claro que yo no quiero dejar a mi pareja fuera de ciertas cosas, pero hay muchas cosas que él no puede entender, y yo no voy a poder desarrollar o decir en público ciertas cosas, pensamientos, actitudes, cuando sé que él va a tener una mirada antropológica, o una mirada de curiosidad, que me va a estar cuestionando todo el tiempo, porque hay cosas muy personales que necesitas decir y va a haber alguien que como no lo ve igual porque no lo ha sentido ni lo ha vivido, lo va a poner todo el tiempo en tela de juicio. Y es por eso la necesidad de contar con espacios “seguros”.
Las conversaciones que se dan en estos espacios son entonces mucho más profundas y mucho más ricas, que las que se dan en espacios mixtos. La gente blanca en estos casos piensa muchas veces que ellos son el problema, pero no se trata de eso. Lo que no son es parte de la solución, porque primero tenemos que construir comunidad, tener claras nuestras líneas de trabajo, de pensamiento y esto no se puede dar con personas blancas.
D.E.: Hay algo que quería añadir y es que cuando estás en espacios abiertos, de repente interviene alguien no negro que no entiende lo que se está hablando y de pronto retrasa a todo el mundo, porque te tienes que poner a explicarle cosas que todos los demás o ya han vivido o ya tienen claro, y esa persona no solo no entiende, sino que se siente ofendido. Es lo que se llama whitesplaining.
En términos feministas existe un equivalente que es el mansplaining. Pero además existen unas importantes divergencias entre el feminismo blanco tradicional y de izquierdas, y el llamado “feminismo negro”. Como mujeres negras que sois, ¿por qué es tan necesario para una convivencia sana abordar estas cuestiones desde la interseccionalidad, comprender las diferencias entre mujeres de contextos distintos, reparar la exclusión histórica que ha supuesto ignorar vuestra voz en estos avances igualitarios de género, y qué problemas os ha traído abordar esto públicamente?
D.E.: Pues realmente es una parte importante de nuestro proyecto. Y ahí vamos también a la necesidad de los espacios “seguros”. Por ejemplo, en el taller que hicimos de Descolonizar Mente y Cuerpo hicimos dos grupos primero, uno de chicas, y una de chicos, y una vez todo estuvo, es cuando se puso todo en común.
S.A.: En verdad no nos hemos encontrado en Black Barcelona con ese tipo de reacciones excluyentes o dirigistas desde el feminismo blanco. Pero en Hibiscus sí recuerdo un debate en el que nos decían que lo que teníamos que hacer las mujeres negras era educar a nuestros hombres, presuponiendo su machismo. Pero bueno, es que no podemos tratar todas las realidades igual. Y lo que está ocurriendo en África, y cómo las mujeres africanas deben tratar a los hombres africanos, eso es algo que tendrán que decidir ellas. No vas a venir tú desde Europa a explicarles a esas mujeres como lo tienen que hacer. Y cuando se lo explicas así, se callan la boca y dicen, bueno ok, porque en realidad nos estamos encontrando con que hay un deseo de entender, con mucha receptividad. También porque hasta ahora no nos hemos encontrado con feministas muy radicalizadas.
Vosotras estáis tejiendo vuestra comunidad. Pero hay otras comunidades que ya llevan mucho tiempo trabajando en esto, como las comunidades musulmana o gitana, cada una con sus realidades y procedencias. ¿Vosotras entendéis la necesidad de tender puentes con otras comunidades que ya han tejido comunidad, y que comparten situaciones de opresión como la vuestra, y eso lo veis como algo todavía lejano en España, o como mucho más cercano y posible?
S.A.: Claro. Yo creo que, en primer lugar, nosotras estamos creando todavía nuestra comunidad. Y eso quiere decir que por ejemplo en el último Black Barcelona Referentes, vinieron otras personas y otros colectivos afrodescendientes de Barcelona como el Centro Euro-África, Afroconciencia, invitamos a una mujer de FOJA que finalmente no pudo venir, vino Christian Nzang desde Londres.
Entonces es super-necesario crear esos puentes con otras comunidades, pero primero tenemos que hacer nuestra estructura de comunidad mucho más fuerte porque todavía no lo es. Y nos está costando poder hablar, sentarnos todas y todos juntos en una mesa y poder desarrollar la idea porque, claro, hay formas de hacer y de luchar dentro del activismo afrodescendiente en España, que son muy diversas. Entonces, si no llegamos a este entendimiento, cómo vas a crear ese puente, por ejemplo, con la comunidad gitana.
La comunidad gitana tiene un programa de referentes super potente en Catalunya y creo que, en toda España, que nos sirve de ejemplo, y nos acercaremos seguramente a ellos. Pero primero tenemos que conseguir esa fuerza y esa unidad poquito a poco, en la que haya cabida para toda la afrodescendencia, haya espacio para las afroféminas que es un colectivo muy potente, pero al mismo tiempo también es complicado, así que juntémonos, trabajemos, creemos esa comunidad fuerte y luego a partir de ahí creemos esos lazos con los otros, en los que todos nos podamos enriquecer.
Visto así parece que estuvierais partiendo de cero, cuando el proceso histórico de visibilización y reivindicación de la comunidad afrodescendiente y afroespañolaha sido un camino muy largo que arranca desde el tardofranquismo. ¿Cuál es vuestra relación con ese proceso histórico panafricanista y qué tenéis que decir a quienes os acusan de ser sobre todo activistas de internet, pero no estar en la calle cuando hay que movilizarse por ejemplo por la violencia policial o los continuos episodios de racismo cotidiano que vivimos?
S.A.: Yo no creo que estemos empezando de cero, aunque puedo entender que lo parezca. Es verdad que nosotros llevamos poco, pero nos reunimos por ejemplo con RemeiSipi de la asociación guineana de mujeres E’WaisoIpola que llevan más de 10 años trabajando, y nos cuenta cómo están funcionando, y qué problemas y necesidades tuvieron.
Entonces nosotras nos estamos alimentando de eso. También nos reunimos con la actriz Vicenta Ndongo, con el escritor Edmundo Sepa, hablo de las personas con las que he estado trabajando, incluso he hablado con AbuyNfubea de FOJA, y nosotras nos alimentamos de eso, ¿no?
Quizás puede parecerlo porque no los mencionamos mucho, pero sí los invitamos, y es su historia la que nosotras estamos continuando porque ellos abrieron el camino.
Pero esa gente que mencionas sí que ha tenido una capacidad de movilización en la calle. Recuerdo por ejemplo la PNL por el reconocimiento de la memoria negra en España, que se llevó al Congreso de los Diputados en 2010 en tiempos de Pedro Zerolo y Zapatero. Pero ahora todo parece activismo de Facebook, aunque cada vez haya más incidentes de violencia policial con la comunidad negra, incluso con resultado de muerte. ¿Vosotras percibís esa fractura histórica en el movimiento reivindicativo negro en España?
S.A.: Yo creo que la gente está cargada de miedo y no se atreve a salir de casa. Es más fácil hacer un comentario de Facebook, o poner un tuit que salir a la calle a manifestarte y decir basta. Además, eso requiere esfuerzo. Y ya todo el mundo está como muy cansado con sus propias preocupaciones. Y si lo dices por las organizaciones, claro, habría que ver cuánta gente forma esas organizaciones.
Porque en Barcelona hay muchos colectivos, pero después lo forman… ¿dos, tres personas?, y luego lo que tienen es un montón de seguidores en redes sociales, pero es un seguidor que es un botón, no es ir a una asamblea, no es participar en los trabajos, no es hacer una donación. Así que no pidas que un sábado por la tarde me mueva en vez de quedarme en casa. A parte, cuando la información te llega, porque hay tantísima información por las redes, que de la mitad de las cosas ni te enteras o cuando te enteras, ya han pasado.
Visto así parece que hoy día el activismo es más una cosa de generar espacios de encuentro que el activismo clásico de protestas en la calle.
D.E.: No sé si era el actor guineano Gorksy Edu quien decía que cada vez que mataban a mujeres, todos salían fuera. Y durante años y años que mataban a mujeres, salían a la calle a manifestarse, y seguían matando mujeres. Entonces te das cuenta de que esto no funciona. Así que yo soy muy partidaria de que, si algo no funciona, vamos a probar otra cosa.
Entonces yo no sé si es por los tiempos que corren, que igual esas manifestaciones han dejado de tener el sentido que tenían entonces. También la gente venía menos de su zona de confort. Pero a mí me gusta mucho que, al menos, en estos encuentros que tenemos le pones cara a mucha gente, que además se ofrece para participar, y eso permite que la red siga creciendo y que podamos hacer más cosas.
Por ejemplo, como la propuesta que tenemos de madres adoptivas blancas para generar entre todas, la implantación de un protocolo en los colegios para combatir el racismo en las escuelas desde la infancia.
Pero, aunque os hayáis encontrado con gente importante como la diputada de Podemos Rita Bosaho, como habéis contado con lo del CCCB, la mayoría de esos espacios de encuentro con infraestructuras públicas e importantes están en manos de la izquierda blanca española y ahí parece que la mentalidad sigue siendo la de daros voz, en lugar de daros iniciativa.
D.E.: Hace un tiempo estuve en una mesa redonda organizada en un encuentro sobre refugiados e inmigración por el Ayuntamiento tripartito de Valencia, donde me encontré con ese mismo problema de representación.
Y de cinco personas que había en la mesa hablando, con la persona que más representada me sentía era con el chico medio gitano. Porque el resto de la mesa eran Pape Balla, africano en una ong de Valencia desde siempre, otra chica de Grecia y otra de una ong blanca de toda la vida. Entonces otra chica y yo nos levantamos para denunciar nuestra realidad.
Me hizo gracia porque cuando acabamos, los de la mesa vinieron a hablar con nosotras, menos la chica blanca de la ong que pasó de nosotras y nos dijeron, claro, es que ellos dicen que vosotros tenéis que ganaros vuestros espacios. ¿Cómo me voy a ganar yo un espacio para hablar de mí y de mi realidad? ¡Tú deberías ganarte un espacio para hablar de nuestra realidad, cuando tú ni la has vivido ni la has sentido!
Me parece muy fuerte que alguien se apropie de la representación de nuestra realidad. Igual que esa manía que he escuchado últimamente tantas veces de “darles voz”. ¿Cómo que para darles voz? Voz se le da a un niño que no sabe hablar a alguien que es mudo, pero si alguien sabe hablar, puedes amplificarle, puedes ayudarle a llegar hasta allí, porque tú tienes el “privilegio” y él no lo tiene y le vas a decir, eh, vente para arriba, que yo estoy aquí y desde aquí puedes hacerlo, pero ¿dar voz…?.
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