Feminismos
Treinta años de transfeminismo en Argentina

América habla de transfeminismo para aludir a una política feminista que no se basa en la representación ni intenta capturar las voces y necesidades de los grupos subalternizados, sino, por el contrario, promover que los grupos más diversos puedan protagonizar el movimiento, sus demandas y praxis.



Encuentro Transfeminismos Trelew Argentina1
Varias mujeres bailan en Trelew con los pañuelos que se han convertido en símbolo de la lucha por los derechos reproductivos. Laura Reyes (Corriendo la Voz)

Risas que duelen como puñaladas,

Murmullos que ensordecen,

Miradas esquivas que evaden mis ojos de persona.

Maite Amaya

¿Quiénes son las sujetas del feminismo? ¿Cuántas estamos habilitadas, así sin más, a reconocernos feministas? ¿Qué postulados nos definen como “mujeres”? ¿Cómo se gestiona ese “carnet de afiliación”? Las preguntas no son nuevas. Ya en 1851 la afroamericana y antigua esclava Sojourner Truth vociferaba en una convención en Ohio “¿Acaso no soy yo una mujer”.

Sin irnos tan lejos en el tiempo, y pocos meses antes de la pandemia que confinó los cuerpos individuales como medida de inmunización social, la escritora inglesa JK Rowling actualizó estos interrogantes bajo una remanida polémica sobre los cuerpos. “Vístete como quieras, llámate como quieras. Acuéstate con cualquier adulto de forma consentida. Vive tu vida lo mejor posible en paz y a salvo. Pero ¿obligar a las mujeres a dejar su trabajo por afirmar que el sexo es real?” Los dimes y diretes calenturientos que le siguieron al twit etiquetaron a la autora de Harry Potter como TERF (Trans-Exclusionary Radical Feminist), e inmediatamente muchos de sus seguidores la cancelaron para siempre.

JK Rowling ─y tantas otras─ milita su plena confianza en la realidad del sexo, otorgándole especial peso específico a la biología

Rowling ─y tantas otras─ milita su plena confianza en la realidad del sexo, otorgándole especial peso específico a la biología. El Partido Feminista de España rechaza la Ley Trans, y parecen avanzar las adhesiones, allí y en el Reino Unido, a un documento que considera “los derechos sexuados de las mujeres” como jerárquicamente privilegiados respecto de la “identidad de género”.

Pero ¿cuál es la frontera entre lo “real” y lo “irreal”? ¿Cuán tenue se vuelve la “realidad” más allá de la unidad ficticia del sexo? Ya en 1990 la pensadora estadounidense Judith Butler tuvo la osadía de replantearse lo posible: “No hay revolución política sin que se produzca un cambio radical en nuestra propia concepción de lo posible y lo real”. 

Hasta la publicación de El género en disputa, el sexo era entendido como un elemento de una anatomía fuera de cuestionamientos, algo natural e independiente de las configuraciones sociohistóricas. Con su obra, Butler aportó a la fundación de una teoría feminista queer que propuso un manto de dudas a la idea consensuada sobre el sexo como base material/natural del concepto cultural de género para pensarlo como resultado de la lógica de un sistema social ya marcado por la normativa binaria del género. 

¿Por qué tengo que elegir entre los dos géneros, 

como si estos géneros fueran la panacea del mundo, 

uno por opresor y la otra por oprimida?

Lohana Berkins

FURIA TRAVESTI

Mientras los dichos de Rowling guerreaban por Twitter, por esas mismas fechas en Argentina asumía Alba Rueda como subsecretaria de Políticas de Diversidad en el flamante Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad. “Por una patria transfeminista. Por la memoria de todas nuestras compañeras. Y por las resistencias de les compañeres que están afuera”, sacudió Rueda en el acto de toma de juramento, y el salón estalló en aplausos. Por primera vez en la historia, una persona trans ocuparía un cargo jerárquico de semejante magnitud en el Poder Ejecutivo Nacional.

El feminismo, en tanto movimiento político, no está libre de conflictividad ─¿por qué debería de estarlo?─ y lleva siglos surfeando olas que disputan, también, significantes y protagonismos

¿Con qué tienen que ver estas situaciones, en principio, tan antagónicas de un lado o del otro del Atlántico? ¿Se trata de niveles de discusión y recorridos de los colectivos sociales? ¿Puede suponerse que en algunos sures del mapa ciertas grietas fueron armoniosamente saldadas?

En primer lugar cabe señalar que el feminismo, en tanto movimiento político, no está libre de conflictividad ─¿por qué debería de estarlo?─ y lleva siglos surfeando olas que disputan, también, significantes y protagonismos.

La socióloga feminista María Alicia Gutiérrez enmarca las actuales resistencias a nuevas sujetas en una larga historia de los feminismos: “Hace ya años, y todavía persiste, fue muy conflictiva la incorporación de las mujeres negras ─es decir, la dimensión racial─, de las lesbianas y las mujeres pobres. Todo esto desde un feminismo hegemónico que había liderado las luchas desde tiempos inmemoriales pero que además produjo una borradura y una exclusión. Los sectores TERF o Radfem siguen hoy teniendo en el centro la diferencia sexual como articulador del orden jerárquico sexual, y la presencia de los colectivos trans/travestis disloca esos principios y plantea una lucha por el poder. A mi entender retoman principios de un feminismo que fue revulsivo en los 70, descontextualizados de una realidad evidente que son los derechos humanos inalienables de las personas cualquiera sea su identidad de género. En esos principios radicales suelen quedar muy cerca de posiciones conservadoras”. 

En Argentina la construcción de lazos activistas entre los feminismos y el movimiento travesti/trans estuvo presente en el siglo XX, con mayor o menor visibilidad en distintas instancias

En Argentina la construcción de lazos activistas entre los feminismos y el movimiento travesti/trans estuvo presente en el siglo XX, con mayor o menor visibilidad en distintas instancias. Varias investigadoras consideran como significativa la articulación que se logró en la década de 1990 en la batalla por la derogación de los edictos policiales o códigos de faltas, instrumentos que delegaban en la policía provincial o federal la tarea de reprimir actos no previstos por el Código Penal. Ebriedad, vagancia, mendicidad, desórdenes y prostitución podían ser castigados con treinta días de arresto. El escándalo incluía una figura que afectaba directamente a las travestis: se reprimía a “los que se exhibieren en la vía pública con ropas del sexo contrario (artículo 2° F) y a las personas de uno u otro sexo que públicamente incitaren o se ofrecieren al acto carnal” (artículo 2° H).

Mónica Vidos, integrante de la asociación civil 100% Diversidad y Derechos, recuerda su vida en las sombras: “Durante los edictos una subía a un taxi y no sabía si llegaba a destino, porque si en el camino pasaba un patrullero y te veía, te bajaba y terminabas en la comisaría. Sacabas a pasear a los perros y no sabías si volvías, o salías a comprar azúcar y terminabas detenida con el paquete durante 48 o 72 horas por ser transexual o travesti. Encima, los maltratos. En la comisaría te despertaban a la madrugada mojándote con agua fría, no te dejaban ir al baño y era común que te cortaran el cabello muy cortito o hacerte una cruz en la cabeza obligándote a rapar. No teníamos vida. Nuestra vida era la noche. Salir corriendo y volver corriendo, para que nadie nos viera”.

Fue en los noventa, entonces, que las idas y venidas en lucha entre trans y feministas aceitaron algunos repensares. La referenta travesti Lohana Berkins así lo relataba en una entrevista publicada dos días después de su muerte: “Nosotras queríamos mucho más. Empezamos a darnos cuenta de los límites de la construcción de una víctima siempre mujer. Nosotras éramos en parte atravesadas, pero en otras cosas no. Se empezaron a dar disputas dentro del feminismo, y se nos ocurrió el transfeminismo para hacer planteos desde la visión feminista pero que nos incluyera, para que ese posicionamiento también tuviera en cuenta nuestras agendas y nuestras corporalidades”. 

Nos estamos construyendo. 

Somos un gerundio constante: estoy siendo travesti, 

no te puedo decir a ciencia cierta qué soy.

Marlene Wayar

Identidades situadas

“El transfeminismo es la vertiente iberoamericana del feminismo queer; es decir, un feminismo caracterizado no por quiénes son los sujetos que lo protagonizan sino por lo que hacen, por lo que desean construir en común. En consecuencia, es un feminismo necesariamente fluido en su definición, dado que el sujeto que lo protagoniza no es estable pues emerge de determinadas coyunturas y conflictos que le dan especificidad. Es una línea del feminismo que se configura principalmente durante el siglo XXI. La utilización hispana de la denominación se hace visible en España durante las Jornadas Feministas Estatales desarrolladas en Córdoba en el año 2000 y viaja hacia América a través de las militancias, impactando primero en Ecuador y en México, para luego bajar al sur”, explica, desde Buenos Aires, Mabel Alicia Campagnoli, doctora en Filosofía y subdirectora del Centro Interdisciplinario de Investigaciones en Género (CInIG).

Para Mabel Campagnoli el hecho de no hablar “por otr*s” implica una perspectiva no victimizadora: reconocer los procesos de subalternación y entenderlos y atenderlos en su complejidad

América habla de transfeminismo para aludir a una política feminista que no se basa en la representación ni intenta capturar las voces y necesidades de los grupos subalternizados, sino, por el contrario, promover que los grupos más diversos puedan protagonizar el movimiento, sus demandas y praxis.

Para Campagnoli el hecho de no hablar “por otr*s” implica una perspectiva no victimizadora: “Reconoce los procesos de subalternación y busca entenderlos y atenderlos en su complejidad, sin hegemonizar un único centro reivindicatorio de todas las opresiones. Por eso se trata necesariamente de un feminismo mestizo, interseccional, que no abstrae las dimensiones de la dominación en juego porque las articula: racialización, clasismo, sexismo, capacitismo, cis-hetero-normatividad”. 

Pero no todo lo que brilla es oro y las ataduras a las genitalidades distan de ser exclusividades europeas, en Argentina prospera a la vez que chillan los rebrotes que cada año reclaman quitar las palabras travestis y trans

Pero no todo lo que brilla es oro y las ataduras a las genitalidades distan de ser exclusividades europeas. En Argentina, la participación de las travestis y trans en espacios comunes con mujeres y feministas en la búsqueda de la despenalización y legalización del aborto, en la obtención de las leyes de Matrimonio Igualitario (en 2010) y de Identidad de Género (en 2012) prospera a la vez que chillan los rebrotes que cada año reclaman quitar las palabras travestis y trans de la convocatoria al Paro de Mujeres del 08 de marzo y del Encuentro Plurinacional de Mujeres. 

Como activista y funcionaria en la primera línea de gobierno, Alba Rueda sigue de cerca los discursos transodiantes en el país y en el continente: “La movida TERF en Latinoamérica está muy pendiente lamentablemente, en especial en México, y eso es objeto de enorme preocupación. Me parece que la reacción no se reduce solamente a un modo de leer la realidad. Tiene que ver con financiamientos internacionales, con intereses que van en detrimento de los derechos y que actúan en consonancia con determinados contextos políticos. Pero, por otro lado, me siento segura de que en Argentina la perspectiva del odio está inserta en transfeminismos más amplios y sólidos. La fortaleza tiene que ver con un rol de muchos años de compañeras como Lohana Berkins, Diana Sacayán y Marlene Wayar, por ejemplo, que habitaron los feminismos y pudieron, con sus vidas y con sus muertes, sellar un puente de agendas comunes”.

Elijo la incomodidad de lo travesti 

para negociar con este mundo.

Susy Shock

El tiempo de la revolución es ahora

Se sabe: en diferentes puntos del globo los cruces se pusieron bravos. Y junto a la suelta de barbaridades radicales surge un frentismo dispuesto a acusar de TERF “sin ton ni son”. 

Mabel Campagnoli cree que utilizar lo TERF como calificativo insultante tiene que ver con una despolitización de los feminismos y de los movimientos socio-sexuales en general: “En lugar de dar debates en torno a los conflictos, se personalizan enrostrándose adjetivaciones. Este vaciamiento del debate político forma parte de un fenómeno que excede a los feminismos, atravesado por la modalidad del uso de redes sociales virtuales y por la avanzada global conservadora que busca imponer un pensamiento único sin dar lugar al disenso ni al intercambio de perspectivas. Urge una repolitización de los espacios. Si nos distraemos en adjetivaciones en lugar de entregarnos a una discusión seria y responsable, que no le tema a la teorización, los derechos conquistados pueden transformarse rápidamente en una fugaz alucinación”. 

En línea propone Alba Rueda, y sube la apuesta contra el retroceso: desde estos territorios tenemos mucho para enseñar. “Nosotras podemos plantear pedagogía transfeminista latinoamericana, negra, sudaca, territorial, decolonial. Somos parte de comunidades que tienen que recuperar sus saberes para así correrse de la hegemonía blanca centrada en las lógicas patriarcales, que es el pensamiento de la diferencia sexual y el binarismo. Saberes comunitarios, de los pueblos originarios, que interpretan que la textura y los sentidos son más amplios. Nuestra estrategia es la pedagogía de las intersecciones, del feminismo popular que recupera las voces y los saberes de la desigualdad en comunidades atravesadas por las violencias. Lo cual no significa dejar de trabajar con las mujeres cis. Hay que seguir sumando, reconocer derechos en conjunto, lejos de las retóricas apocalípticas sin sentido y viciadas de malos conceptos”. 

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#81358
29/1/2021 17:44

La ley argentina del aborto dice: "Las mujeres y personas con otras identidades de género con capacidad de gestar tienen derecho a ...". Aunque se trata de una frase que podría estar mejor redactada, su carácter transfílico se nota en que entiende la palabra "mujeres" como "género", es decir, que no usa el vocablo "mujeres" meramente para designar a los humanos fabricantes de óvulos -como hacen siempre las feministas antitrans-, sino para designar a humanos cuya "identidad de género" abarca tanto a mujeres productoras de óvulos como a mujeres productoras de espermatozoides.

En consecuencia, cualquier lector lúcido y no cegado por prejuicios concluirá que la expresión "con capacidad de gestar" se refiere también a la palabra "mujeres", pues en caso contrario la ley estaría cayendo en el absurdo de atribuirle el derecho a abortar a mujeres incapaces de gestar.

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#67174
11/8/2020 7:44

El tema es muy complejo.
Como las nuevas leyes de algunos paises aceptan el cambio administrativo de género así porque sí, sólo con solicitarlo, sin hormonamiento ni intención de cambio físico real alguno, se han dado casos de padres que abusan de sus hijos y antes de ser procesados se cambian administrativamente de genero. En las estadísticas cuentan como madres ( en vez de padres, porque administrativamente ya son mujeres) que abusan sexualmente de sus hijos. En Canada por ejemplo este tipo de estadística se está disparando. ¿Tantas madres q abusan de sus hijos? no, son padres!
Tb se dan casos de violaciones, agresiones, q cuentan en las estadísticas como hechos perpetrados por mujeres pero biológicamente son hombres y tienen pene.
Otros casos habidos son los que se declaran mujeres, para ir a una cárcel de mujeres y alguno de estos " trans" ha terminado violando mujeres en estas carceles.
Las estadísticas definen la realidad y pueden modificar leyes. No me parece correcto que se banalice este tema.

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#67136
10/8/2020 16:13

Lo del aborto para dentro de otros 30 años, si eso. Total son las personas gestantes, el 51% de la población a las únicas que podría venirle bien una ley así. Eso sí, legislemos antes para que el 1% pueda hacer realidad sus sueños neoliberales porque se han tragado todas las pamplinas capitalistas de que tu puedes ser lo que te propongas y tienes todo el derecho del mundo a desarrollarte como ?

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#67135
10/8/2020 15:54

Soy hetero y hombre, y desde luego feminista, porque no están en contradicción, pese a que desde desde determinados sectores se nos quiera imponer una función subordinada y no participativa. Aunque como feminista renuncio radicalmente a cualquier tentación de imponer mis estrategias. Lo digo porque la cosa es mas profunda que trans sí o no, también incluye mujeres sí y hombres (o no mujeres) no

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#67106
10/8/2020 11:32

¿Para cuando una ley del aborto en Argentina? ¿O el matrimonio igualitario en Chile...?
Increíble que en estos dos países con leyes sobre l autodeterminación no dispongan de estos derechos básicos tanto para mujeres como para LGBI. Un tanto raro ¿no?

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#67102
10/8/2020 10:21

Hay que superar la división recordando que lo que queremos desmontar es el patriarcado y que queremos construir un mundo nuevo libre de él. Las personas que no respondemos a lo que el heteropatriarcado esperaría de nosotras tenemos que estar más organizadas, al menos tanto como la gente conservadora, que se reúne un rato todos los fines de semana en sus templos. En torno a una religión atea/agnóstica, no dogmática, feminista, antirracista, ecologista y aliada de los movimientos LGTBIQ, lo conseguiríamos, y seguramente se formarían muchas comunidades. En infiinito5.home.blog escribo sobre ella..

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