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Guerra en Ucrania
El ataque de los drones incrementa el ardor de los países involucrados en la guerra
La televisión pública de la capital alemana, la RBB, actualizaba el miércoles por la tarde la noticia del día: es posible que el presidente ucraniano Volodímir Zelensky no acuda a Alemania a encontrarse con el canciller socialdemócrata Olaf Scholz. Las autoridades ucranianas estarían “profundamente decepcionadas” de que la información sobre la visita del político ucraniano, planeada para mediados de mayo, se haya filtrado tan pronto. Según fuentes de dicho gobierno, que reproduce la web de información diaria t-online, la seguridad de la comitiva se podría ver comprometida. La primicia se conocía mientras Zelensky visitaba por sorpresa otro país europeo, Finlandia. Ya a mediodía se había informado en la web del informativo público Tagesschau con todo lujo de detalles sobre el viaje, con datos incluso del hotel en que se alojaría.
No es la primera vez que Alemania supuestamente “defrauda” a Ucrania. Al comienzo de la invasión rusa, consiguiente a los ocho años de guerra civil ucraniana, al golpe del Maidán y a las pretensiones de Ucrania de recuperar Crimea, Alemania “enfadaba” a sus socios de la OTAN, a Ucrania y prometía tan solo un hospital de campaña y varios miles de cascos. Lo cierto es que estas afirmaciones se hacen más de cara a la galería y como forma de presionar a Alemania para que tome el mando de la defensa europea, más que porque el país se haya quedado fuera del conflicto. Alemania ha sido, uno de los países que más apoyo económico ha prestado: unos 14.000 millones de euros en forma de pagos directos o armas. El país ha acogido a 1,1 millones de refugiados ucranianos según cifras oficiales.
Casi la mitad de la población está en contra de seguir enviando armamento a Ucrania
En el terreno militar, sobre todo los socialdemócratas que forman parte del gobierno a tres, hacían como que se mostraban más cautos que otros países, que pedían mucho antes el envío de tanques Leopard. Eso sí, al final acaban cediendo. Los alemanes saben el peligro de una guerra mayor que supone la entrada en este conflicto y así no extraña que, según una encuesta del pasado 17 de abril realizada por el Parlamento Europeo, una mayoría del 64% de la población está en contra de proporcionar al país aviones de combate. Casi la mitad de la población está en contra de seguir enviando armamento a Ucrania y el mismo porcentaje, el 49% cree que el país podría entrar de lleno en la guerra, con una confrontación bélica abierta entre la OTAN y Rusia.
El ataque de los drones
La imagen de unos drones, que Rusia asegura fueron enviados desde Ucrania, atacando la sede del Gobierno en Moscú ha aumentado la escalada retórica de una guerra que se libra sobre el terreno en la zona del Donbass. El Kremlin asegura que sus sistemas de defensa interceptaron dos drones el miércoles 3 de mayo cuando se dirigían a acabar con la vida del presidente ruso, Vladimir Putin. Como respuesta, Dmitry Medvedev, vicepresidente del Consejo de Seguridad del país, anunció ayer que Rusia podría atacar la integridad física del presidente ucraniano Volodimir Zelensky y la de su equipo. Desde Kiev se niega la autoría del ataque y se acusa al Kremlin de intoxicar a la opinión pública de su país con el fin de desencadenar una escalada “terrorista” sobre Ucrania. Mykhailo Podolyak, uno de los asesores de Zelensky, declaró que Ucrania solo lleva a cabo una guerra defensiva y que no ha dirigido sus esfuerzos a atacar suelo ruso.
Sin embargo, el Ministro de Defensa ucraniano Oleksij Resnikow aseguraba el 21 de abril en la segunda cadena alemana ZDF en una entrevista realizada con motivo de la conferencia celebrada en la base americaba de Ramstein: “Existen objetivos suficientes en el territorio ocupado donde podemos potencialmente aniquilar el ejército ruso y por eso no necesitamos en este momento armas con un alcance mayor a 80 kilómetros”. La periodista insistía en si Ucrania atacaría con las armas de occidente el terreno ruso. “Crimea es territorio ucraniano ocupado temporalmente por Rusia y disponemos de armas que pueden alcanzar ese territorio”, explicaba. Crimea, donde la población rusoparlante es mayoría, es una de las líneas rojas del Kremlin. “Con nuestras armas atacaremos los objetivos que creamos convenientes y las armas occidentales solo las usaremos para liberar el Donbass”. Aparte de que el Donbass debería ser preguntado si quiere ser “liberado” por Kiev, es difícil creer que Rusia va a hacer esta diferenciación y no, como hasta ahora, entender el apoyo de la OTAN a Ucrania como el armamento de un estado que ataca su territorio, con el consecuente peligro bélico y nuclear.
Una cada vez más posible guerra en la que Alemania debería ser según los planes de la OTAN el centro de operaciones de la Alianza en Europa. El día anterior a esta cascada de acontecimientos del martes y el jueves, con los ataques a Moscú y la filtración de la visita de Zelensky, la Bundeswehr, el ejército alemán, que es una palabra femenina, presentaba su nueva campaña de reclutamiento con el lema “¿Qué cuenta?”. Carteles gigantes en las calles y paradas, anuncios en radio, televisión y prensa. Las próximas semanas el país se verá confrontado con una publicidad bélica con que quieren hacer frente al hecho de que desde el comienzo de la guerra la tropa profesional alemana se ha reducido en 19.500 soldados. Una encuesta de febrero del instituto YouGov desvelaba que, a pesar de la propaganda bélica constante, tan solo el 10% de los alemanes estaría dispuesto a tomar las armas de forma voluntaria en caso de guerra.
La mella que la guerra está haciendo en empresas y bolsillos obliga a la coalición del semáforo a jugar a un doble juego del que se desconoce a ciencia cierta hacía donde se decantaría si la opinión pública opinase de otra forma. La última encuesta electoral del pasado domingo sitúa a la extrema derecha de la AfD, contraria a los envíos de armas y las sanciones contra Rusia, por delante de los verdes de Die Grüne con un 16% de los votos. Die Grüne pasaría al cuarto puesto por detrás de los cristianodemócratas, los socialdemócratas. El gobierno actual ya no tendría una mayoría.
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Perdón, no me quedó claro si esta crónica era para El Salto o para La Razón. Lo del "golpe de Maidan" es la metáfora más reaccionaria que he leído en mucho tiempo. Lxs compañerxs ucranianos y rusxs que están exiliadxs en Berlín seguramente pensarían lo mismo.