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Homofobia
Ser LGTBIQ+ en Rusia
En Rusia, menos de la mitad de la población cree que las personas LGTBI+ deban tener los mismos derechos que las heterosexuales. La homofobia está también en la legislación. Más desde 2013, cuando se aprobó una ley que castigaba a las personas homosexuales por hacer “propaganda de relaciones sexuales no tradicionales”.
Era 2012 y Mikhail Tumasov, un activista por los derechos LGTBI+ en Rusia, decidió que uno de sus conocidos tenía que cambiar su actitud respecto a las personas homosexuales. “Me preguntó por qué no estaba casado y me sinceré”, recuerda. “Le conté mi orientación sexual y entonces me dio una paliza. Pasé tres semanas en el hospital por culpa de los golpes recibidos. Fui a denunciar a la Policía, pero ellos lo negaron todo. Dijeron que no había ningún crimen”, explica.
Su historia es el ejemplo de los riesgos y amenazas que sufren las personas LGTBIQ+ en uno de los países más homófobos de Europa. Un territorio en el que no hay estadísticas oficiales de crímenes de odio contra la comunidad LGTBIQ+ y donde, según las encuestas, solo el 47% de las personas cree que deben tener los mismos derechos que el resto de la ciudadanía. Un Estado en el que existe desde 2013, una ley que impide cualquier representación positiva de la homosexualidad, donde hay legisladores que creen que los homosexuales deben ser curados y donde el asesinato este verano de la activista Elena Grigorieva y el cierre del foro homófobo Saw, que difundía información privada y amenazas a activistas, han vuelto a poner en el foco la precaria situación que atraviesan los derechos LGTBI+ en el país.
“La gente LGTBIQ+ en Rusia depende mucho de su entorno. De si te toca una familia que te entienda u otra que no tenga los recursos suficientes para comprender realmente a su hijo o hija. Depende de tus amigos, de dónde estudias, dónde trabajas, de la ciudad en la que vives”, explica Tumasov, que actualmente es presidente de Russian LGBT Network, la organización LGTBIQ+ más importante del país. “La comunidad LGTBIQ+ tiene un problema de dependencia, nadie puede estar 100% seguro de su seguridad en el futuro”, añade.
SIN PROTECCIÓN LEGAL
Para los activistas, la falta de protección legal es uno de los mayores escollos para los derechos LGTBIQ+ en Rusia, país donde la homosexualidad fue considerada delito hasta 1993 y trastorno de salud mental hasta 1999. La comunidad LGTBIQ+ no se considera un grupo social en el Código Penal ruso, por lo que es muy difícil juzgar los crímenes y agresiones homófobas y tránsfobas como delitos de odio. Y eso hace que muchas veces estas agresiones queden escondidas bajo otras razones que nada tienen que ver con la orientación sexual o identidad de género.
“No solo tienes miedo a que te peguen una paliza, sino a que la Policía no haga nada, a que te humillen”, denuncia la abogada y activista Oksana Berezovskaya. Ella fue atacada con espray pimienta al salir de una conferencia con su compañera. “Fui a comisaría y allí tuve que escuchar un discurso homófobo por parte del jefe del departamento, que decía cosas como que ‘si no hubiésemos ido a ese tipo de conferencias no nos habrían atacado, que solo estábamos provocando’. Que ‘si no habíamos leído la Biblia’”, relata.
Esta indefensión legal e institucional permitió que el foro tránsfobo y homófobo Saw actuara con impunidad hasta su cierre en julio. “El Gobierno no quiere investigar quiénes están detrás de esa web”, explica Tumasov, cuyo nombre aparecía en la lista negra de Saw. “Es prácticamente un permiso oficial. Adelante, no pasa nada, está bien enfrentarse a la comunidad LGTBIQ+”, añade.
“El Gobierno no quiere investigarlo porque la homofobia es política de Estado”, dice Berezovskaya. En su caso, el objetivo de Saw fueron sus familiares. “Se filtraron los emails de mis padres. Cuando me enteré, llamé a mi madre y le dije que cerrara la puerta y fuera a la Policía si pasaba algo”, cuenta. “Esta web da permiso para atacar. Un puñado de imbéciles puede utilizar esos datos para motivarse a la hora de matar a alguien”, dice Tumasov. Por eso, varias asociaciones han lanzado una petición para pedir al Gobierno ruso que cambie su postura e investigue a los autores de la web homófoba.
LEY DE PROPAGANDA
El mayor ataque legislativo llegó con la conocida como ‘Ley de Propaganda’, una normativa aprobada en 2013 por el Parlamento bajo el nombre de Ley para la protección de niños y niñas frente a la información que promueva la falta de valores familiares tradicionales, que prohíbe la “promoción entre menores de las relaciones sexuales no tradicionales”.
“Antes de la ley de 2013 podría decirse que en los medios había información tanto positiva como negativa acerca de la comunidad LGTBIQ+. Pero a partir de 2013 hubo un bloqueo de información, ya que la mayoría de los medios se autocensuraba. Ahora mismo, si escuchas en la televisión federal algo relativo a personas LGTBIQ+, solo es negativo”, explica Berezovskaya. Según una investigación de 2017, los crímenes de odio se han duplicado desde la aprobación de esta ley. “Antes, si alguien LGTBIQ+ recibía una paliza, era porque no era como el resto. Ahora se dice que es porque estaba ‘haciendo propaganda’”, añade.
La Ley de Propaganda también ha servido como excusa para reprimir las acciones de los activistas. Una de las afectadas es Elena Klimova, creadora de Children 404, una comunidad online donde niños y adolescentes LGTBI+ pueden contar sus experiencias y recibir apoyo en un espacio seguro.
Desde su creación en 2013, el proyecto ha sido atacado constantemente. “Por culpa de la ley, nuestros recursos online han sido bloqueados varias veces y a mí me multaron con 50.000 rublos”, explica Klimova. Ella misma fue despedida de su trabajo porque sospecharon que era lesbiana y recibe amenazas e insultos en redes sociales. “No lo relaciono con mi orientación sexual sino con mi activismo. Me acusan de ‘pervertir a los niños’ y ‘hacer propaganda del pecado’”. En 2018, un informe publicado por Human Rights Watch advertía del riesgo que tiene esta ley para niños y adolescentes. “Afecta negativamente a los adolescentes, ya que hace que se sientan enfermos o erróneos, con una tara”, remarca Klimova.
VULNERABILIDAD
Además de los niños, uno de los grupos más vulnerables es el de las personas trans. “En Rusia no es fácil transicionar médicamente, tienes que pasar una evaluación psiquiátrica antes de cualquier operación médica o cambio de documentos y, por supuesto, no tenemos ninguna categoría legal que no sea hombre o mujer”, explica Jonny Dzhibladze, coordinador del Programa de Apoyo a la Comunidad Trans de la asociación Coming Out.
La situación de reasignación legal de género cambió en el país hace año y medio. Antes no estaba regulada. “Era imposible cambiar los documentos administrativamente, tenías que ir a juicio y todo dependía de la actitud del juez. A veces no había problema; en otros casos, especialmente en las mujeres trans, tenías que mostrar distintos exámenes médicos que no estaban cubiertos por la sanidad pública”, explica Dzhibladze. “Esto hace que la comunidad trans sea muy pobre, porque se lo tienen que costear todo y, además, viajar hasta Moscú, San Petersburgo u otras ciudades grandes, donde funcionan los juzgados que permiten la reasignación legal de género. La comunidad trans es socialmente vulnerable y por eso intentamos crear solidaridad y vínculos con otras comunidades”, añade.
“Ser una persona trans en Rusia es vivir en constante peligro. Significa que en cualquier momento las personas con poder pueden destruir tu vida acogiéndose a la tradición”, explica por su parte Francis Ernst Stergert, un hombre trans que desde hace dos años vive en España con su familia. Él y su pareja tuvieron que abandonar el país después de que las autoridades les quitaran la custodia de sus dos hijos adoptivos y amenazaran con arrebatarle a sus dos biológicos. “Los organismos de seguridad que ilegalmente me quitaron a mis hijos no tenían ninguna pretensión hacia mí más allá de su transfobia”, cuenta. Ahora mismo, él y su familia esperan a que les concedan el estatus de refugiado. Mientras, sus hijos adoptivos continúan en Rusia. “Uno de ellos ha sido adoptado por una familia, pero sigo buscando la oportunidad de recuperar al otro”, añade.
LA PERSECUCIÓN EN CHECHENIA
Aunque la situación es problemática en todo el país, hay regiones, como Chechenia, donde los derechos LGTBIQ+ están aún más amenazados. “La persecución allí no acaba nunca. Empezamos a trabajar en 2017, cuando nos enteramos del nivel de agresión que existía, e iniciamos un proceso de emigración constante que ahora mismo se ha ralentizado”, explica Svetlana Zakharova, responsable de comunicación de Russian LGTB Network. “Las autoridades locales, la gente que tortura o mata a gente LGTBI, no se esperaban que hubiese tanta implicación por nuestra parte, por lo que era más sencillo sacar a la gente. Ahora se han dado cuenta de que ya han escapado más de 150 personas, todos ellos potenciales testigos. Y han tomado más medidas: te quitan el DNI para que no puedas cruzar la frontera o te obligan a firmar formularios vacíos. Es más difícil ahora, pero hemos conseguido evacuar a unas 200 personas”, cuenta.
Aun con este panorama general, desde el activismo hay optimismo. “Solo podemos educar, educar, educar y luchar contra las leyes discriminatorias”, incide Jonny, de Coming Out. “Hay que intentar cambiar la opinión pública y conseguir llegar a diferentes comunidades, a la gente de la calle, a los periodistas, a través de eventos educativos”, mantiene. Zakharova cree en el poder de las generaciones más jóvenes, “gente que nació ya con Putin en el Gobierno, que hacen muchas preguntas y tienen ganas de cambiar la sociedad e influir en la marcha del país”. “Creo que las cosas cambiarán, sigo creyendo en el progreso y creo que estamos mejor que hace cien años. Mejorará en algún momento”.
Tumasov, por su parte, finaliza la conversación con un recordatorio para la sociedad española: “A pesar de que se estén haciendo grandes progresos, no dejen de avanzar. Surgen amenazas por parte de los partidos de extrema derecha, que convencen a la gente de abandonar sus derechos a cambio de algún tipo de protección. Y antes de que os deis cuenta, vuestros amigos LGTBIQ+ podrían tener problemas”.
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Les puedo asegurar que aquello es peor de lo que se cuenta. Dos primos segundos míos sufrieron por allí de todo por su orientación sexual, y sus padres, que vivieron la hoy añorada y adorada etapa en la URSS, contaban cosas incluso peores... Aquí en España no es que sea Jauja, pero vamos, a años luzzzzz de aquello.
Después usted puede leer en este panfleto que las lesbianas están más discriminada que los gays.
Puro victimismo, en todas las sociedades (debido al machismo) los gays sufren más que sus homólogas femeninas.
Está demostrado