Hungría: Ilaria Salis a juicio por antifascismo

Denuncian las inhumanas condiciones de detención en Hungría de Ilaria Salis —italiana acusada de agredir a dos neonazis—, la parcialidad del poder judicial húngaro y la negligencia de unas autoridades italianas próximas a la ultraderecha de ese país.
Ilaria Salis
laria Salis fue detenida en 2023 por una presunta agresión a neonazis durante el 'Día del Honor' en Budapest.
13 mar 2024 06:51

“La situación judicial de mi hija es el resultado de un juicio político. Ilaria representa un tipo de oposición que no es bien recibida por el gobierno húngaro y, por tanto, debe ser procesada independientemente de lo que haya hecho y de los delitos de los que se la acuse”, dice a El Salto Roberto Salis, el padre de la profesora italiana encerrada en una prisión de Budapest desde el 11 de febrero de 2023.

Aquel día, Ilaria, 39 años, se encontraba en un taxi junto a dos chicos alemanes que, como ella, habían llegado a Hungría unas horas antes para manifestarse contra una concentración internacional neonazi. La policía la detuvo y, a partir de ese momento, comenzó para ella una pesadilla inimaginable.

La policía y los jueces la acusan de haber participado, el día anterior, en una agresión contra dos manifestantes neonazis que participaban en el llamado “Día del Honor”, una jornada que cada año celebra el frustrado intento de las tropas de Hitler y los fascistas húngaros de romper el asedio del Ejército Rojo en 1945. “Nunca habríamos imaginado el calvario por el que está pasando mi hija. Suponiendo que Ilaria esté realmente implicada en el ataque a los dos ultraderechistas, se trataría de un incidente menor”, comenta Roberto Salis.

De hecho, los dos neonazis sufrieron heridas que los médicos juzgaron curables en 5 y 8 días y ni siquiera denunciaron el ataque. A pesar de eso, la fiscalía húngara pide una condena de 24 años de prisión para Ilaria Salis, porque en su opinión las heridas infligidas podrían incluso haber causado la muerte de los dos agredidos.

Aunque la embajada italiana en Hungría conocía las inaceptables condiciones de detención de Ilaria, la opinión pública italiana no supo de la violación sistemática de sus derechos hasta que la prensa empezó a contarlo

Desde su detención, Ilaria Salis ha sido sometida a un trato inhumano y persecutorio. En las cartas que consiguió enviar a su familia en otoño, después de muchos meses de aislamiento, la antifascista italiana denunció que por una larga temporada ha recibido comida sólo una vez al día y que su celda está invadida por chinches que le han provocado una grave dermatitis que sus carceleros se han negado a tratar. Las celdas y los espacios comunes están invadidos por cucarachas y ratones y las reclusas permanecen encerradas en sus celdas 23 horas al día. Ilaria no puede trabajar ni asistir a un curso para aprender húngaro, se ve obligada a vivir en una pequeña celda con otras ocho reclusas y tiene que pasar las horas al “aire libre” en un espacio subterráneo desde donde apenas se ve el cielo.

En octubre, la antifascista contó que, tras su detención, le confiscaron los zapatos y la ropa y la obligaron a llevar ropa sucia y maloliente y botas de tacón de aguja que le dieron sus carceleros. Durante cinco semanas no recibió toallas, jabón, papel higiénico ni tampones. Aunque el personal de la embajada italiana en Hungría era consciente de las inaceptables condiciones de detención, la opinión pública italiana no descubrió la violación sistemática de los derechos fundamentales de Ilaria hasta enero, cuando la prensa empezó a contar lo que estaba pasando.

Las imágenes de la chica esposada por las muñecas y los tobillos y controlada con una correa por una policía durante toda la primera vista del juicio, el 29 de enero, indignaron a la opinión pública. Ilaria había ya sido encadenada anteriormente para ser llevada al tribunal, pero el embajador italiano en Hungría prefirió no denunciarlo ni protestar ante las autoridades húngaras. El primer ministro, el nacionalista de extrema derecha Viktor Orbán, es un gran aliado de la presidenta del Consejo de Ministros italiana, Giorgia Meloni, y del líder de la Liga, Matteo Salvini.

“Durante siete meses, la Fiscalía General húngara prohibió cualquier comunicación entre mi hija y la familia, e Ilaria estaba aterrorizada de contar lo que pasaba en la cárcel por miedo a más represalias. Pero cuando la información se hizo pública y, sobre todo, cuando empezaron a circular las fotos de Ilaria encadenada, la prensa hizo su deber”, cuenta su padre.

Para coordinar las actividades de denuncia y los contactos con los periodistas, y presionar al gobierno italiano que hasta entonces había mostrado un claro desinterés por la antifascista italiana, hace unos meses Roberto Salis, los abogados de Ilaria y varios intelectuales crearon un comité. Desde entonces se han multiplicado las iniciativas de denuncia y solidaridad: manifestaciones, ruedas de prensa, asambleas, manifiestos, entrevistas en la televisión y en la radio. Incluso el conocido dibujante italiano, Zero Calcare, dedicó unos cómics a la antifascista detenida.

Después de que la prensa italiana y luego la internacional informaran a la opinión pública sobre las condiciones de Ilaria, algo se movió y las autoridades penitenciarias húngaras mejoraron las condiciones de su encarcelamiento, aunque en algunos casos solo son mejoras cosméticas. “Estamos lejos de los estándares internacionales esperados, pero los cambios introducidos demuestran que lo que se reservaba a Ilaria no era un trato ‘normal’, como afirmaban las autoridades húngaras, sino que hacia mi hija existe una actitud punitiva”, explica Salis.

Aunque algunos representantes de la derecha y de la extrema derecha italianas defienden a las autoridades húngaras y exigen que Ilaria Salis sea condenada a un “castigo ejemplar”, en las últimas semanas la indignación generalizada ha obligado al gobierno Meloni a exigir a sus colegas húngaros que respeten por lo menos los derechos civiles de la antifascista.  Pero ante el activismo italiano el ministro húngaro de Asuntos Exteriores reaccionó hablando de “injerencias y presiones inaceptables ante los tribunales ”de su país.

“En Hungría el poder judicial está claramente controlado por el poder ejecutivo y, por tanto, el gobierno italiano no debería tener escrúpulos en intervenir ante el gobierno húngaro para poner fin a la inaceptable persecución de mi hija. La única injerencia real en el poder judicial húngaro ha sido la del portavoz del Primer Ministro, Zoltan Kovacs, del embajador de Budapest en Italia, Adam Kovacs, y del Ministro de Asuntos Exteriores húngaro, Péter Szijjártó. Contraviniendo las prácticas normales del Estado de Derecho, que todo país miembro de la Unión Europea tendría que respetar, ya han decidido que mi hija es culpable y que, por tanto, debe cumplir una condena ejemplar”, denuncia Roberto Salis. “Hungría es un Estado en el que los derechos fundamentales, incluida la presunción de inocencia de un acusado hasta que la acusación pueda demostrar su culpabilidad mediante pruebas, no están garantizados e incluso se rechazan con orgullo. Hungría está gobernada por un régimen autoritario que aplica políticas discriminatorias y represivas contra los opositores”.

“Padres y amigos temen por la seguridad de Ilaria. Tras su detención, en una calle de Budapest apareció un mural que la representaba ahorcada, y en Internet algunos extremistas de derechas publicaron su dirección italiana”

En varias ocasiones, los abogados de Ilaria Salis pidieron sin éxito a los jueces húngaros que la profesora fuera puesta en libertad o que, al menos, se le permitiera cumplir el arresto domiciliario en Italia, tal y como establece la Decisión Marco 829 de 2009 de la legislación europea, que ha sido aceptada tanto por Italia como por Hungría. “Hasta algunos partidos italianos de derechas, que consideran el de Orban un modelo en el que inspirarse, apoyan la necesidad de que Ilaria sea juzgada en Hungría y cumpla allí su condena”, señala su padre.

A la espera de la próxima vista del juicio, prevista para el 28 de marzo, la familia y los abogados han decidido cambiar de estrategia: “pediremos al tribunal húngaro que Ilaria pueda cumplir su detención preventiva bajo arresto domiciliario, y hemos tomado medidas para encontrar un alojamiento donde mi hija pueda quedarse. Tuvimos muchas dificultades para encontrar una vivienda por el miedo a represalias o a las simpatías ultraderechistas de muchos propietarios de Budapest”. Pero la familia no tuvo remedio después de que el gobierno Meloni se negara a poner a su disposición la embajada en Budapest por supuestos problemas de “seguridad nacional”.

Sin embargo, padres y amigos temen por la seguridad de Ilaria. Tras su detención, en una calle de Budapest apareció un mural que la representaba ahorcada, y en Internet algunos extremistas de derechas publicaron su dirección italiana. También está claro que ningún juicio puede celebrarse de forma justa en un contexto de fuertes presiones políticas del gobierno húngaro, que considera el antifascismo un delito y acoge a cientos de neonazis que participan en marchas que celebran los ejércitos de Hitler todos los años en febrero.

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