Maltrato animal
El imparable trabajo de las protectoras de animales
María Núñez llega a las tres y media a la Puerta del Sol. Se recorre la calle Preciados de arriba abajo para comprar agua, comida y organizar a las voluntarias que se han ofrecido a participar en los paseos solidarios. Ella es la portavoz de Animal Soul Rescue (ARS), que organiza esta actividad los fines de semana en las plazas más emblemáticas de Madrid. La fórmula es simple: una voluntaria con cada perro, mascarilla y distancia de seguridad y una hucha para las donaciones. El objetivo es conseguir una nueva oportunidad para los perros del refugio.

En 2019 las protectoras han recogido a más de 300.000 perros y gatos abandonados, más del doble que el año anterior de acuerdo con la Fundación Affinity. Los datos de este año se desconocen, pero las protectoras advierten de unos efectos devastadores a causa de la pandemia. “Si la situación ya era extrema, esto nos ha rematado”, lamenta la portavoz de ASR.
Los principales motivos de abandono siguen siendo las camadas no deseadas, los problemas de conducta y el fin de la temporada de caza. Este último es un tema sensible para las organizaciones, ya que muchas de ellas rescatan casi exclusivamente perros provenientes de la actividad de la caza. Ese es el caso de El Cubil del Desamparo y Ruth, su portavoz, lo expresa así: “Ven a los animales como herramientas y cuando no les sirven les desechan”, denuncia.
“Ven a los animales como herramientas y cuando no les sirven les desechan”
El desafío del confinamiento
Mientras el mundo se detenía, las protectoras han seguido con su trabajo. María recuerda con impotencia momentos en los que a falta de medicinas veterinarias, tenían que recurrir al equivalente en humanos. Asimismo, destaca la dificultad de cuidar a los animales con enfermedades crónicas en las semanas más críticas de la emergencia sanitaria. “Hemos sobrevivido pidiendo y llorando”, asegura.
Durante el confinamiento, la Guardia Civil se puso en contacto con ASR en numerosas ocasiones para informarles de animales que estaban en peligro. Algunas familias tenían a sus perros en segundas residencias y muchos estaban sin comida. Desde la protectora, acudían para abastecerles y rescatar a los que estuvieran en mal estado. Además, también se encargaron de denunciar a las personas responsables.
Desde El Cubil del Desamparo rescataron a animales que habían quedado solos, ya que convivían con personas fallecidas por coronavirus. Ruth cuenta que se encontraron a un perro abandonado en un patio al que nadie quería rescatar por esta misma razón. “Por suerte ya está adoptado”, celebra. Cabe señalar que según la Organización Mundial de Sanidad Animal no hay pruebas que confirmen que los animales tengan un papel significativo en la propagación del covid-19.
Ruth también destaca que han seguido realizando el método CES en los meses de cuarentena. Es una práctica esencial para el cuidado de los gatos en las colonias. Como indican las siglas, consiste en capturar, esterilizar y volver a soltar a los animales. Se les hace un pequeño corte en la oreja para identificar que son estériles y que esa zona está controlada. En los tres meses de confinamiento se lo han realizado a 60 gatos. Con todo, esto no es suficiente porque estos gatos se encuentran expuestos a otros peligros. “Hay gatas que dan a luz en la carretera y las tenemos que rescatar”, añade.

Sin adopciones y con deudas impagables
De acuerdo con Affinity, en el mes de abril las acogidas temporales de perros y gatos se dispararon. Este fenómeno se relacionó con la posibilidad de poder sacar a pasear al perro durante la cuarentena. Sin embargo, en torno al 80% de las protectoras han observado una estabilización o incluso una disminución de las adopciones permanentes, por lo que el alivio ha sido insignificante.
La experiencia de ASR coincide con los datos. “Por cada adopción, rescatamos a siete perros”, apunta su portavoz. El Cubil del Desamparo confirma este relato y añade que la deuda veterinaria es impagable. El rescate animal implica llevar a cabo un protocolo veterinario y en algunos casos operaciones muy costosas. Dado que la mayoría de estas organizaciones no reciben ayudas estatales, es muy difícil de asumir. A esto se suma el coste de la alimentación diaria.
Por ejemplo, los animales acogidos por ASR consumen una media de 300 kg. de pienso diarios, lo que supone un gasto de más de mil euros a la semana. Estando siempre en números rojos, como apuntan las organizaciones, esto sería imposible de sostener sin la solidaridad de comercios y personas individuales.
Ambas organizaciones coinciden en que la crisis del covid está precarizando más sus ingresos. Éstas dependen de ferias y eventos que este año se han suspendido por prevención. Igualmente, la grave situación económica que atraviesa el país, no favorece el aumento del apoyo económico de particulares.

Crisis de cuidados y propuestas
Las protectoras van saliendo adelante día a día, pero a veces el trabajo se acumula. Ruth cuida de 15 animales rescatados en su casa particular. También tiene su trabajo, las tareas de cuidados y otras actividades de la protectora. Muchas veces se siente sobrecargada, ya que su tiempo libre se ha reducido drásticamente.
Dado que la feminización estructural del voluntariado es un hecho según la Plataforma de Voluntariado de España (PVE) y las mujeres son las que sostienen los cuidados, este relato se repite constantemente.
La feminización estructural del voluntariado es un hecho, las mujeres son las que sostienen los cuidados
Esto muestra que la dramática situación que viven las protectoras de animales, es también un reflejo de la crisis global de cuidados acentuada por la pandemia.
Mirando con cierta esperanza a la Dirección General de Derechos de los Animales, las protectoras tienen sus propias propuestas políticas. Por un lado, proponen una ley que unifique los territorios para que en ninguno se pueda sacrificar animales. También piden que la esterilización sea obligatoria para evitar el sufrimiento de los animales que nacen en el seno de camadas no deseadas. Por último, insisten en la importancia de que la población alce la voz ante los abusos para ejercer más presión.
María y las voluntarias, después de una larga jornada de activismo, han conseguido hablar con muchas personas que se acercaban a conocer el proyecto. Cada muestra de apoyo supone un pequeño alivio que les alienta a continuar transitando el arduo camino de defender los derechos de quienes no pueden hacerlo.
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