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Italia
Emilia-Romaña aguanta pero Salvini sigue ganando la partida
La lista de Stefano Bonaccini, candidato por el centro-izquierda, se ha impuesto a una de las mujeres fuertes del “salvinismo”. Pero la resistencia de Emilia-Romaña, una de las regiones históricamente más inclinadas a la izquierda, no es tan contundente como se ha escrito.
Finales del año 1920. En Bolonia los diputados del Partido Socialista se preparan para recoger las actas de diputados en el Palacio de Accursio. No muy lejos de ahí, en via Marsala, centenares de miembros del Fascio de Bolonia se ponen de camino a la Piazza Maggiore, donde media ciudad espera a que salgan sus diputados socialistas con las actas. El pueblo boloñés no espera la mayoría absoluta que hace poco ha conquistado el PSI en la mayor parte de Emilia-Romaña, ellos esperan la revolución que les llevan prometiendo meses. Ante la diatriba revolucionaria el clima de violencia lleva instalado en toda Italia mucho tiempo; rojos contra negros, negros contra rojos. La conjura está escrita: mientras no se ice la bandera roja antes de la toma de posesión, no habrá guerra en las calles. La tricolor, argumentan los fascistas, debe representar a la nación, la roja a los diputados socialistas. Es entonces cuando Enio Gnudi, alcalde socialista recién electo, da la orden que sin saberlo sentenciará a los suyos: que ondee la bandera roja.
Los fascistas, con Leandro Arpinati a la cabeza, se ponen en marcha. Los socialistas salen a la plaza. Se oye un disparo. Los diputados y sus “guardias rojos” no piensan, actúan. Disparos de uno y otro lado. Gente inocente en medio. Finalmente, cinco bombas son tiradas por los socialistas a la plaza. Muere una docena de personas y decenas salen heridas, inocentes en su gran mayoría. La movediza correlación de fuerzas empieza a invertirse. El PSI pierde la iniciativa, los Fascios empiezan a multiplicar sus miembros por toda Italia. La contrarrevolución tiene camino libre.
Emilia-Romaña, dos regiones históricas unidas en una, es el territorio que siempre marca el zeitgeist italiano. Fue la región utilizada por Bertolucci para narrar la primera mitad del siglo XX en Novecento, donde nació Mussolini y su “sucesor natural”, Italo Balbo. También donde se criaron históricos dirigentes socialistas como Andrea Costa, Pietro Nenni o Nicola Bombacci, el “Lenin Romagno”. Unas tierras que fueron gobernadas por el Partido Comunista (PCI) durante toda su existencia y donde su implantación fue absoluta: 50% en elecciones comunales (Ravenna, Ferrara) y siempre por encima del 40% en las elecciones regionales.
Además, su idoneidad como probeta del laboratorio político italiano llega hasta nuestros días. En Bolonia fue donde nació el Movimento Cinque Stelle (M5S), experimento populista que lo conquistó y perdió todo en menos de dos años. Donde, más recientemente, han surgido las “Sardine”, que se han convertido en la sombra opositora de un Salvini desatado. Y donde ayer las arenas movedizas empezaron a moverse de nuevo.
LA IZQUIERDA GANA POR “LA MÍNIMA”
La lista de Stefano Bonaccini, candidato por el centro de izquierda, se impone con el 51,4% de los votos a Lucia Borgonzoni, su homóloga en la derecha y una de las mujeres fuertes del “salvinismo”, que ha obtenido el 43,66%. Con estos datos la conclusión preliminar es clara: la izquierda volverá a gobernar la región roja cinco años más. Sin embargo, y a contracorriente de la mayoría de notas de prensa, artículos y noticias que han proliferado desde que se conocieran los primeros pronósticos, estos resultados conceden la victoria puntual a la izquierda italiana, pero podrían haber sentenciado al gobierno nacional.
Han sido las listas cívicas y minoritarias las que han dado el impulso fundamental a la izquierda
Existen varios elementos que dotan a lo sucedido ayer en Emilia-Romaña de oasis político y nada extrapolable al resto de Italia. En primer lugar, el factor candidato. Bonaccini ha desplegado una campaña electoral (de las más largas en unas regionales en Italia) completamente despegado de las siglas de su partido. Quien ganó las primarias del PD en 2014 con mayoría absoluta, viendo cómo las siglas hacían más mal que bien, jugó ayer bajo unos parámetros similares a los de una plataforma personalista con lema, imagen y discurso bastante alejado de la línea marcada por su secretario general Nicola Zingaretti.
Esto se ha dejado ver en el voto a las listas de los partidos políticos, donde la diferencia entre el PD y la Lega de Salvini (2,7%) es mucho menor que entre las dos listas de candidatos (7,74%). Han sido las listas cívicas y minoritarias (candidaturas de apoyo a Bonaccini, ecologistas y europeístas agrupadas en “Otros Izquierda”) las que han dado el impulso fundamental a la izquierda, probablemente en cierta concomitancia con el segundo impulso que han representado en los últimos meses el movimiento de las “Sardine” en las distintas plazas de la región. No obstante, desde las elecciones regionales del 2014 el escenario ha cambiado radicalmente, y aunque el PD haya aguantado la embestida gracias a todos los anteriores elementos, la evolución en Emilia-Romaña no es nada halagüeña.
EL MOVIMENTO 5 STELLE Y EL POPULISMO EVANESCENTE
Hay un último elemento que ayuda a entender el aguante de la izquierda en la región, un aspecto que se deberá estudiar con detenimiento en el futuro: el hundimiento del Movimento Cinque Stelle (M5S). El partido descabalgado desde hace una semana por la renuncia de Luigi Di Maio está a un paso de la implosión definitiva. Desde el 2018, año en el que obtuvo el 32,68% de los votos en las generales, los “grillini” no levantan cabeza. Siempre por debajo del 20% desde que empezó a gobernar con la Lega, hoy la media de sondeos le da un 15% a nivel nacional. Después de firmar una coalición de equilibristas con el PD para gobernar Italia y sacar el 7,4% en las elecciones de Umbria (octubre 2019 y por primera vez en la misma lista que el PD), el M5S ha obtenido el 3,4% de los votos en Emilia-Romaña, abocándoles a la casi desaparición en la región que les vio nacer.La estrategia del M5S de “populismo-valence” (posicionarse políticamente sobre temas que los votantes comparten una misma preferencia, como la lucha contra la corrupción o el “despilfarro público”) se ha visto alterada por sus distintos y consecutivos acuerdos de gobierno: con derecha primero, con izquierda después.
Esta amalgama ha roto para siempre con su imagen anti-establishment y ha acabado con su baza pre-2018 más importante: constituirse como tercer polo de oposición. Esto explica la fagotización que ha llevado a cabo la LEGA de gran parte de su electorado en los últimos meses, así como la insatisfacción de otra importante parte (abstención). A este bajo nivel de fidelidad, y a falta de publicación de datos, parece que se ha sumado la fuga de votos en Emilia-Romaña del M5S a las distintas listas de izquierda.
SALVINI Y LA ESTRUCTURA TRIPOLAR EN ITALIA
En un artículo académico de 2017, Daniel Oesch y Line Rennwald sostenían que el aumento de la extrema derecha europea se debía a un cambio de paradigma en la competición electoral. Donde antes existía una estructura bipolar, una izquierda y un centro-derecha que se repartían el apoyo de las distintas clases sociales y profesiones, empezó a emerger un tercer polo que disputaba una parte importante de las bases electorales a los dos anteriores.En síntesis, este tercer polo que representaba la extrema derecha absorbía voto que provenía tantos de las clases trabajadores como de los pequeños y medianos empresarios (bastiones tradicionales de la izquierda y del centro-derecha respectivamente). Así, los anteriores dos polos seguían teniendo sus nichos electorales (profesiones socioculturales en la izquierda, grandes empresarios en la derecha), pero la clave estaría en la disputa por obreros y pequeños/medianos empresarios, como lo evidencia el siguiente gráfico (adaptado de Oesch, Rennwald 2017), donde las barras a la derecha significan apoyo por encima de la media (izquierda por debajo) a los distintos polos de competición europeos.
Sin embargo, esta competición no se da en términos económicos, sino en el ámbito cultural (tradicionalismo vs liberalismo). De ahí que en Emilia-Romaña, la segunda región con menos paro de Italia (5%), con un ingreso familiar similar a Lombardía (la región locomotora de Italia) y donde la pobreza absoluta y relativa ha sido reducida en los últimos años. La cuestión nunca estuvo en lo económico, sino en la capacidad de dar sentido a narrativas culturales que en Italia, en los últimos años, las gana casi siempre Salvini. Él lo sabe, y por eso convirtió las elecciones en la región en una suerte de plebiscito sobre el gobierno nacional. Lo consiguió, pero no con el efecto que él quería.
Así, su partido lleva mucho tiempo en la senda del chovinismo cultural con el objetivo de atraer vestigios culturales obreros y tradicionales de la izquierda, como lo atestigua la fórmula que emplea en todos sus mítines. Los resultados estaban encarrilados para esta operación, desde las elecciones generales del 2018 hasta las europeas del año siguiente, la Lega aumentó considerablemente su voto entre los parados (de 18,2% a 32,6%) y entre los obreros y afines (23,8% a 40,3%), así como entre los pequeños y medianos empresarios (23,6 a 42,2%).
Una vez que Salvini ya no puede crecer más por su lado derecho, con un Berlusconi en sus horas finales y con Fratelli d’Italia que se ha hecho fuerte en la esquina derecha del tablero político, su objetivo de crecimiento se está orientando hacia esos sectores de la población por los que compiten los partidos de extrema derecha exitosos en Europa: obreros y pequeños/medianos empresarios.
EL OBJETIVO NO ERA EMILIA-ROMAÑA, SINO EL GOBIERNO ITALIANO
Con Renzi desdibujado, Di Maio fuera de escena y Berlusconi en un ocaso permanente y definitivo, un solo hombre fuerte se halla de pie en Italia. Aun con el traspiés importante que ha supuesto Emilia-Romaña (en Calabria, sin sorpresa, ha arrasado a la izquierda), los resultados que ha ido cosechando desde que en 2018 entrara en el gobierno como Ministerio del Interior parecen confirmarlo: Salvini llegó para quedarse. Elecciones generales más que probables este año y un objetivo final empiezan a asomarse al final de la curva: hacerse con el gobierno en Montecitorio.En 1920 los socialistas sacaron casi el 60% de los votos en la región. Pocas semanas después, más de 15.000 personas salieron a llorar a los fascistas muertos en la tragedia del Palacio de Accursio. Las tornas empezaron a cambiar entonces. Un siglo después en Emilia-Romaña la moneda de la historia parece empezar a cambiar de lado. ¿Cara o cruz esta vez?
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Ganando de que chicos??? ha perdido 70.000 votos en EMILIA ROMAGNA y en CALABRIA ha perdido las mitad de votos que las anteriores elecciones esto son hechos no corazonada informaros bien