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Música
¿Qué fue del pop cayetano?
Hace una pandemia y lo que parecen cinco décadas en vez de cinco años, las secciones de música de la prensa generalista empezaron a recoger el éxito de Taburete. La banda llevaba dos años funcionando, pero 2016 fue el año en que pasaron de tocar como fondo musical de restaurantes a llenar dos noches seguidas la sala La Riviera, en Madrid. El tema que los llevó al éxito no decía mucho: una canción pop facilona que no resultaba demasiado pegadiza pero sí lo suficiente y que era algo empalagosa pero no más que cualquier éxito del momento. El videoclip en cambio era mucho más elocuente: escenas donde se veía a un montón de pijos madrileños bebiendo en una terraza y tomando el sol en un yate intercaladas con imágenes de conciertos de la banda. De hecho, llamaba la atención justamente por eso, por lo pijo que era todo.
Lo que hacía Taburete no era diferente a lo que había hecho La Oreja de Van Gogh o Maldita Nerea, pero era difícil recordar alguno que llevase esa estética de polo y raya al lado con tanto orgullo
Grupos musicalmente similares habíamos visto muchos, lo que hacía Taburete no era diferente a lo que había hecho La Oreja de Van Gogh o Maldita Nerea, pero era difícil recordar alguno que llevase esa estética de polo y raya al lado con tanto orgullo.
El éxito de Taburete hizo que en los dos años siguientes surgiesen varios grupos similares que atrajeron la atención de la prensa, esperando quizá una acogida similar a la de los primeros. Ahí estaba por ejemplo Chelsea Boots, cuyo estilo musical era una especie de mezcla entre Pereza y Oasis, y cuyo cantante copiaba los gestos de Mick Jagger pero como si Mick Jagger hubiese estudiado en el Icade. De hecho, era mucho peor: el cantante, Santiago Isla, era hijo de Pablo Isla, presidente de Inditex, y eso no había manera de ocultarlo ni aunque saqueara el armario de Liam Gallagher.
Quizá el caso más llamativo fue el de Modo Avión, una banda de pop liderada por Santiago Trillo, hijo de Federico Trillo. La música pop que tocaban, muy similar a la de Leiva, Maldita Nerea e incluso a la de los propios Taburete, iba acompañada de una estética orgullosamente pija
Pero quizá el caso más llamativo fue el de Modo Avión, una banda de pop liderada por Santiago Trillo, hijo de Federico Trillo. La música pop que tocaban, muy similar a la de Leiva, Maldita Nerea e incluso a la de los propios Taburete, iba acompañada de una estética orgullosamente pija, mucho más que en el caso de los otros dos grupos. Lo tenían todo: chalecos acolchados, patillas de señorito de cortijo, náuticos bien anudados y educación del Opus. El grupo tuvo una difusión muy rápida gracias en parte a su nombre, que recordaba inevitablemente a lo sucedido con el Yak-42, pero se desinfló igual de rápido.
A los grupos que nacieron siguiendo la estela de Taburete se sumaron otros que se habían formado antes pero que atrajeron entonces la atención de la prensa. Uno de ellos era Club del Río, una banda que mezclaba el folk sesentero con el sonido de cantautores latinoamericanos como Mercedes Sosa o Silvio Rodríguez. En las entrevistas, sus miembros vendían un estilo de vida alternativo, supuestamente cercano a la naturaleza y en comunidad, aunque la realidad era algo distinta: la comuna rodeada de naturaleza a la que se habían mudado era una mansión en una de las urbanizaciones más caras de Madrid, Somosaguas. Parece una broma, pero no lo es, de hecho era allí donde recibían a la prensa.
Esta eclosión de grupos de origen y estética de clase alta entre 2016 y 2018 hizo que muchos se preguntasen si estábamos ante el surgimiento de una escena musical pija o si, por el contrario, era un mero repunte momentáneo de algo que había existido siempre. Para defender esta última idea se ponían ejemplos como los de Mecano u Hombres G, pero es cierto que las bandas de finales de la segunda década del siglo XXI no compartían únicamente unos orígenes socioeconómicos similares. Gente que proviene de familias acomodadas hay mucha en el mundo de la música; cuando en una entrevista le preguntaron por esto a Willy Bárcenas, líder de Taburete, dijo que “hay montones de grupos de pijos camuflados”, y la verdad es que tenemos que darle la razón.
Sin embargo, el pop cayetano no se define únicamente por la extracción social: estas bandas compartían además un mismo estilo musical y una estética muy similar, aunque con variaciones que van del chaleco acolchado a la camisa de flores. En cualquier caso, esta escena no parece haber aguantado bien el paso del tiempo. Con la excepción de Taburete y de los colombianos Morat, que siguen teniendo éxito, casi todos los demás grupos han desaparecido, como Modo Avión o Sinsinati, o no han conseguido lanzar sus carreras, como Club del Río o Chelsea Boots. El pop cayetano no parece vivir su mejor momento.