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Un hombre golpea al grito de “maricones” a una pareja con una porra extensible en A Coruña
Poco antes de las tres de la madrugada del domingo 27 de junio, Marcos Fernández y Alexander Docherty fueron asaltados por un hombre que les golpeó con una porra extensible al grito de “maricones”. Ocurrió en A Coruña, ciudad en la que vive la madre del primero y en la que se encontraban de visita. Una pareja que pasaba por allí intentó frenar las acometidas del violento, aunque éste no cejó en su actuación homófoba hasta que unos dos minutos después se personaron en el lugar dos patrullas de la Policía Nacional. Diferentes lesiones por todo el cuerpo de los dos afectados atestiguan lo ocurrido, ya denunciado.
Hacía dos años que Fernández no volvía a su tierra, Galicia, desde Berlín, ciudad en la que reside con su marido. “Salimos un rato al bar de un amigo que cerró a la 1, como está establecido, aunque nosotros nos quedamos más tiempo dentro charlando con él y tomando algo. A la salida, de vuelta a casa de mi madre, unos cinco minutos andando, este hombre apareció gritándonos que éramos unos maricones. Yo seguí mi camino porque paso de estas tonterías, y mi pareja estaba unos metros más atrás que yo, hasta que vi cómo sacaba una porra extensible, se acercó a mí y me empezó a golpear por todo el cuerpo”, comienza a relatar el afectado.
Hematomas en la espalda, piernas y brazos también son resultado de la acción violenta, así como heridas en la cabeza y una contusión en el tabique nasal de Fernández, tal y como explicita el parte de lesiones
Cuando Docherty intentó defender a su pareja, el agresor también se ensañó con él, y aún se recupera de la lesión más grave en el codo izquierdo, aunque no es la única. Hematomas en la espalda, piernas y brazos también son resultado de la acción violenta, así como heridas en la cabeza y una contusión en el tabique nasal de Fernández, tal y como explicita el parte de lesiones efectuado el día siguiente a los hechos y al que ha tenido acceso El Salto. “No pude dormir nada esa noche de la ansiedad que tenía. Me tomé tres valiums antes de que mi marido se fuera al hospital porque él era el que peor estaba. Después me tomé otro y sí pude dormir un rato”, comenta el afectado. De hecho, esa ansiedad le impidió ir a efectuar la denuncia nada más ocurrir la agresión, por lo que no fue hasta la tarde del mismo domingo 27 de junio cuando prestaron declaración.
Nerviosismo, fractura y contusiones
El parte de lesiones adjuntado a la denuncia por parte de Fernández explicita “nerviosismo” en el campo designado para el “estado psicológico actual”, y en el diagnóstico refiere “contusiones”. En cuanto a la exploración física: “Contusión en tabique nasal, contusión en antebrazo derecho, contusiones y erosiones en ambos muslos”. En el caso de Docherty, de 30 años, el documento médico atestigua “herida, erosión superficial a nivel de ambos codos de unos 3 cm. cada uno”. Una vez realizada una radiografía del codo izquierdo: “Signos indirectos de fractura. Posible fractura de la cabeza del radio, sin evidenciarse claramente el trazo de la misma”. Todo ello le obliga a ir con el brazo sujeto en un cabestrillo.
Así reza una parte de la declaración prestada por Docherty en comisaría: “Con relación al autor (…) puede aportar que se trataba de un varón, [de] 1,65 a 1,70 [metros] de estatura aproximada, calvo con barba y bigote, de edad comprendida entre 25-35 años, complexión delgado, con la tez muy blanca, al cual reconocería sin duda si volviera a verle”. En la misma comisaría ya les comunicaron que tenían los datos del agresor, filiado en la misma escena de los hechos por los agentes allí personados.
“Sí que ocurren otro tipo de cosas, que te insultan por la calle por tu orientación sexual, igual que insultan a los migrantes o a las mujeres, pero nunca había sufrido este nivel de violencia, ni en Berlín, ni Londres, ni en Madrid”
El pasado miércoles volvieron al centro policial para realizar la ronda de identificación acompañados por su abogado. “Nos pusieron un papel con nueve fotos de personas y nada más verle le señalamos sin dudarlo. La Policía nos confirmó que sí, que era él”, comenta Fernández a sus 38 años. Este diseñador afincado en la capital alemana, asimismo, confiesa que esto no le había pasado nunca: “Sí que ocurren otro tipo de cosas, que te insultan por la calle por tu orientación sexual, igual que insultan a los migrantes o a las mujeres, pero nunca había sufrido este nivel de violencia, ni en Berlín, ni Londres, ni en Madrid. Esta violencia gratuita, tan agresiva, jamás la habíamos experimentado”.
Agravante de odio
Mario Pozzo-Citro, abogado de la pareja, determina que el agresor se enfrenta a un delito de lesiones. Si es leve o grave, hará que la pena varíe sustancialmente. “Entiendo que estamos ante lesiones dolosas y por tanto los rangos de pena a pedirse podrían oscilar entre el delito leve (multa de uno a tres meses, aunque posiblemente no encaje en este tipo por existir lesiones en los damnificados) y delito de lesiones (de dos a cinco años de privación de libertad)”, explica el letrado.
El defensor, además, no se olvida del agravante del “delito de odio” referido en el artículo 22.4 del Código Penal: “Cometer el delito por motivos racistas, antisemitas u otra clase de discriminación referente a la ideología, religión o creencias de la víctima, la etnia, raza o nación a la que pertenezca, su sexo, orientación o identidad sexual, razones de género, la enfermedad que padezca o su discapacidad”. Esta concurrencia de la circunstancia agravante con los hechos hará que la pena que se imponga será en su mitad superior. Por el momento, aún no se ha completado el atestado policial. Una vez que ese trámite haya terminado, se abrirá el periodo de instrucción en los Juzgados.
Fernández, quien se personará junto a su marido como acusación particular en el proceso judicial, no se explica cómo el hombre que les agredió pudo identificar que eran una pareja gay: “Quizá nos vio salir del bar, que al ser la semana del orgullo estaba decorado con banderas, o a lo mejor nos había visto caminando por ahí y visualmente nos pudo recordar”, zanja el coruñés.
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