LGTBIAQ+
Resistencia o asilo, la lucha LGTB en Marruecos

La comunidad gay, lesbiana y trans marroquí enfrenta vulneraciones de derechos y violencias múltiples procedentes de la ley, la familia, la policía o los medios de comunicación. Algunas resisten desde la clandestinidad y otros solo ven el asilo como salida.

Aaron y Mohammed.
Aaron y Mohammed. Sònia Calvó Carrió

@victoryus3

@VictriaVic

10 jun 2019 06:02

En Rabat, dos equipos de fútbol femenino se preparan para el partido. Celia calienta con sus compañeras en mitad del campo. Lleva el pelo muy tenso, recogido en un moño, y tiene actitud seria y concentrada porque sabe que ese partido es decisivo. Tiene 23 años y es del sur de Marruecos, de un minúsculo pueblo amazigh. Antes de empezar, se acerca a la banda del campo donde está Lilia, de 31 años. Ella es profesora, de Tetuán, pero vive en Rabat desde hace años. Lilia quiere darle un beso para animarla, pero se contiene y termina dándole un abrazo largo, de los que van más allá de la piel. Quiere irse de Marruecos con ella e irse a vivir a Ámsterdam, pero aún no se lo ha dicho.

Celia y Lilia son pareja desde hace un año, pero lo mantienen en secreto por miedo. Por esta misma razón, ellas y la mayoría de testigos del reportaje utilizan nombres ficticios. Marruecos es uno de los 70 países en el mundo que criminaliza la homosexualidad: el artículo 489 del Código Penal marroquí, herencia de la jurisdicción colonial francesa, castiga las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo con penas de entre seis meses y tres años de prisión, y multas de hasta 1.200 dirhams (más de 100 euros). También las personas trans sufren violencias y exclusión social.

La persecución de la comunidad LGBTI en Marruecos se enmarca en un contexto político de represión y vulneración sistemática de los derechos humanos. “A pesar de que hay elecciones y diferentes partidos, Marruecos es un régimen autocrático, una dictadura con una concentración de poderes en la monarquía y unas pocas élites”, afirma Laura Feliu, profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Barcelona y experta en el mundo árabe. La criminalización del colectivo LGBTI, según Feliu, forma parte de un engranaje de control social del régimen para castigar conductas que se consideran contrarias al sistema. “Para mostrar su poder, el régimen marroquí necesita ejercer control: control patriarcal, de la juventud, de la familia, de la sociedad... Es importante esta represión para el mantenimiento del statu quo”, añade la investigadora.

El peso de la familia

“Mis padres descubrieron que era homosexual porque vieron una entrevista en vídeo que publicó un diario en las redes cuando colaboré en una campaña por los derechos LGBTI”, explica Youb, un joven de 22 años residente en Rabat pero originario de Agadir, la capital de la región de Souss-Massa, en el suroeste del país. “Aunque hablé a cara cubierta, se podía reconocer mi voz y mi ropa. Durante meses sufrí malos tratos psicológicos por parte de mi familia: me trataban como un despojo y no me querían ayudar económicamente, aunque dependía de ellos para sobrevivir”, explica.
El artículo 489 del Código Penal marroquí castiga con cárcel las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo
A Mohammed, un joven de 24 años procedente del norte de Marruecos, su hermana le encontró en el móvil conversaciones y vídeos con otros chicos y le dijo que no dejaría más a sus hijos con un “zamel” (mariquita) como él. Estuvo vigilando durante meses y le ofreció dinero para que se fuera a la cama con una chica. “Por suerte no se lo dijo a mi madre, porque no lo habría soportado; me habría echado de casa”, afirma. Le escucha con atención su pareja, Aaron, un joven de 22 años originario de Meknès, una ciudad imperial ubicada a 130 kilómetros de Rabat. Él sí que explica más abiertamente a sus amigos que es homosexual, pero tampoco se lo quiere decir a sus padres.

La familia tiene un peso importante en Marruecos y, según afirman los testigos entrevistados, puede convertirse en correa de transmisión de la LGBTI-fobia. “La presión para adecuarse a la norma y la vigilancia del Estado hacen que las familias tengan que demostrar que están en concordancia con los valores asignados por la sociedad por miedo a ser señaladas”, afirma Laura Feliu.

El papel de la policía y los 'mass media'

La noche del 31 de diciembre de 2018, Chafiq, de 33 años, fue detenido por la policía cuando había sufrido un leve accidente de tráfico mientras viajaba en coche. Cuando los agentes vieron que iba vestido y maquillado de mujer, le forzaron a salir violentamente del vehículo y le humillaron ante una multitud. Además, hicieron fotos de su documento de identidad y al día siguiente corría toda su información por las redes sociales.

Este es un ejemplo reciente de la violencia policial ejercida contra personas de sexualidades e identidades de género no normativas en Marruecos. “La policía marroquí humilla y pega a la gente”, afirma la Lilia, que conoce varios casos de violencia física e incluso sexual por parte de policías y confiesa haber sufrido durante meses un seguimiento policial por haber asistido a actos por los derechos LGBTI.

En el caso de las personas trans, la situación es más dura, sobre todo si no se ajustan a los patrones binarios de hombre-mujer
Los medios de comunicación también hablan de hechos relacionados con personas homosexuales o trans de una manera sensacionalista. “Solemos ver titulares como ‘La tragedia de ...’ o ‘Enganchan un homosexual a ...’. Siempre con connotaciones negativas”, afirma Mohammed. “Se trata como un escándalo y se avergüenza a la víctima; en pocas ocasiones se amplía el foco para hablar de derechos”, añade.

En algunos medios se da voz también a supuestas personas expertas que hablan utilizando prejuicios y falsas visiones científicas. “Vi un debate en la televisión nacional en el que una psicoanalista hablaba sobre el hecho trans como si fuera una enfermedad y se dirigía a una mujer trans como si fuera un chico, diciéndole que estaba enferma y que la gente como ella no merecía vivir”, recuerda Lilia. “Esto puede hacer que la sociedad se ponga en contra de las personas LGBTI si oyen argumentos de una supuesta experta; es muy peligroso”, alerta.

Estigma y exclusión social

El estigma se acentúa sobre los hombres gays con más pluma, ya que son más visibles. “La sociedad marroquí, como la mayoría de sociedades, es muy patriarcal. Por eso, cuando los hombres no demuestran su virilidad y son considerados afeminados, la violencia y la exclusión social que sufren es aún más fuerte y la viven en la familia, en la escuela y el espacio público”, afirma la socióloga marroquí Safae El Hadri.

En el caso de las personas trans, la situación es más dura, sobre todo si no se ajustan a los patrones binarios de hombre-mujer. “Tengo amigas trans que toman pastillas de testosterona o anticonceptivos para hormonarse, ya que no tienen apoyo médico”, explica Lilia. “Tampoco reciben ninguna ayuda psicológica o familiar, y tienen dificultades para encontrar trabajo, por lo que muchas acaban dedicándose a la prostitución para sobrevivir. Me gustaría tener su coraje y su fortaleza”, añade.

Doble vida y espacios de seguridad

Lina tiene 45 años, es del norte de Marruecos y es lesbiana. Tiene una vida profesional exitosa como dirigente de una empresa de construcción y un estatus social elevado, pero sus relaciones personales las mantiene en el ámbito privado. “En este país, las personas homosexuales tenemos una doble vida: una pública y otra puertas adentro. Nos escondemos en casa para poder expresarnos libremente”, explica. “Mis amigas y yo, como mujeres, si queremos organizar una fiesta o tener un momento de ocio, no salimos a los bares ni a la calle, porque se nos juzgaría. Hemos tenido la necesidad de crear espacios de seguridad”, detalla.
Ante la hostilidad en el espacio público, la comunidad LGBTI busca espacios de seguridad para relacionarse
Esta actitud diferenciada en el espacio público y el privado también marca la relación de Mohammed y Aaron. “Fuera de casa nunca nos cogemos de la mano ni nos mostramos afecto —afirma Aaron—, de hecho, si noto que alguien nos mira sospechosamente empiezo a decir ‘colega’ o ‘tío’ para aclarar que tenemos una relación sólo de amigos”.

Ante la hostilidad en el espacio público, la comunidad LGBTI busca espacios de seguridad para relacionarse. Además de las casas, también algunos bares, cafeterías, calles o hammams (baños públicos) se convierten, de manera discreta, en lugares de encuentro, relación y cortejo. También las aplicaciones de citas y las redes sociales se han convertido en una vía para conocer gente, aunque “hay que tener cuidado, porque hay personas que se hacen pasar por otros para robar fotos o vídeos y luego chantajear”, dice Mohammed.

Resistir en la clandestinidad

Ante la represión, hay quien resiste y se organiza para denunciar la homofobia y la transfobia. A partir del Movimiento 20 de febrero (impulsor de la Primavera Árabe marroquí de 2011), han aflorado diversos colectivos (no legales) y asociaciones (legalizadas por el Estado) que defienden los derechos humanos y las libertades. Aswat y Akaliyat son los principales colectivos que denuncian las agresiones contra la comunidad LGBTI en el país, ofrecen apoyo legal, psicológico o médico y hacen campañas de sensibilización, mayoritariamente de forma clandestina para evitar represalias. “Hacemos campañas a través de las redes sociales, seguimos los casos de agresiones o detenciones y nos ponemos en contacto con la red de abogados, médicos o psicólogos que nos pueden ayudar”, explica Oussama Borouja, presidente de Akaliyat.

También existen asociaciones legalizadas como MALI, un movimiento universal, laico y feminista que defiende especialmente los derechos de las mujeres y de la comunidad LGBTI. “Hay que movilizarse y tejer alianzas con el colectivo LGBTI, solo así avanzaremos también con el resto de derechos”, afirma Sara Aouni, miembro de MALI. “Por eso, nosotros también salimos el 17 de mayo, Día Mundial contra la Homofobia y la Transfobia, a manifestarnos ante el Ministerio de Justicia y del Ministerio de Sanidad para pedir al Estado que abolía el artículo 489 y deje considerar la homosexualidad como una enfermedad”, añade.

Aswat y Akaliyat son los principales colectivos que denuncian los ataques LGBTI-fóbicos en Marruecos
Activistas LGBTI y por los derechos humanos se enfrentan a menudo a seguimientos policiales y acoso por parte del poder. “La policía secreta se presentó en casa de mi familia cuando quisimos legalizar Akaliyat”, explica Borouja. “Hay que asumirlo y seguir. Si no, nunca hablaremos de nuestros derechos”.

El asilo como salida

Ante la imposibilidad de vivir libremente su vida, algunas personas LGBTI se plantean marchar de Marruecos y pedir protección internacional en otros “No es fácil dejar tu país, la familia, los amigos... No nos sentimos ciudadanos respetados aquí, pero el asilo lo dejamos como última alternativa. Mientras tanto, hay que cambiar mentalidades”, afirman Mohammed y Aaron. Lina comparte esta visión: “Si todos los que sufrimos injusticias nos vamos, ¿qué cambio habrá? Si no resistimos y concienciamos la población desde dentro, no mejoraremos nuestros derechos”. Oussama también recuerda que irse del país no es fácil, ya que la solicitud solo se puede hacer en la frontera o en el país de acogida. “O accedes a Ceuta y Melilla y pides la protección internacional allí o necesitas un visado por el país en cuestión, ingresos, una cuenta bancaria... Hay muchos que necesitan visado y no tienen los medios”, apunta el activista.

Por Celia y Lilia, la situación es insostenible. “Si ahora me dieras la posibilidad de marcharme con mi pareja, la aceptaría al instante, sin llevarme nada”, explica Celia. “Aquí no me siento segura ni puedo vivir la vida que quiero. Solo respiro, miro y me callo. Actualmente me siento así”.

devreporter/la directa...
Este reportaje se ha realizado en el marco de las becas DevReporter, con la contribución financera de la Unió Europea. El contenido de este documento es responsabilidad exclusiva de la Directa, medio que ha publicado el reportaje original en catalán.

Arquivado en: LGTBIAQ+
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Entrevista La Poderío
María Gil Zapata “El machismo en la mecánica no solo lo sufre la mujer, también el hombre”
¿Puede un lugar tradicionalmente masculinizado convertirse en un espacio seguro? María Gil Zapata lo ha conseguido con su filosofía. Desde hace un año es propietaria de un taller de automoción y de sus 200 nuevos clientes, 180 son mujeres.
Feminismos
Alva Gotby “Se utilizan ideas feministas para justificar el individualismo u objetivos de minorías”
Alva Gotby, escritora y feminista británica, ha impactado en el debate feminista al analizar el papel de las emociones en la perpetuación del sistema capitalista en su obra más reciente.
Genocidio
Genocidio Los Gobiernos europeos reprimen las muestras de apoyo a Palestina ante la inminente masacre de Rafah
Estados Unidos suspende por el momento la entrega de bombas a Israel ante la perspectiva del arrasamiento de Rafah. La UE organiza un seminario con el ministro de Exteriores y sus gobiernos reprimen las muestras de apoyo a Palestina.
Elecciones
Elecciones Aliança Catalana: a las puertas del Parlament de Catalunya atizando la xenofobia y escondiendo la ‘estelada’
El partido liderado por Sílvia Orriols llega con una campaña mediática promovida por los principales medios españolistas del Estado, con el discurso antiinmigración como punta de lanza y con el deseo explícito de hacerse con parte del voto de Vox.
Ocupación israelí
Ocupación israelí Israel ataca Rafah y se hace con el paso fronterizo con Egipto
Tel Aviv da la espalda a las negociaciones internacionales que piden un alto el fuego e invade Rafah, el último refugio de los palestinos de la Franja expulsados por la ofensiva israelí.
Opinión
Opinión ¿Por qué lo hacen?
Los estudiantes que ocupan Bolonia y otros lugares no pueden detener el Holocausto. Pero pueden señalar que estamos del lado de los colonizados de todo el mundo y que desertamos de la guerra que los nuevos Hitler nos están imponiendo.
Sphera
Libertades civiles La secuela de un infiltrado
Los nuevos movimientos ecologistas llevan tiempo siendo objeto de vigilancia y criminalización por parte de los cuerpos de seguridad del estado y la judicatura.
Crisis climática
Nuevo hito climático El pasado mes fue el abril más caluroso jamás registrado
Con una temperatura promedio del aire en la superficie de 15,03ºC, el pasado mes fue 0,67ºC más caluroso que el promedio de dicho mes entre los años 1991-2020 y 0,14ºC más que el anterior récord, el de abril de 2016.

Últimas

Poesía
Galiza Morre aos 92 anos a poeta, activista e revolucionaria Luz Fandiño
O falecemento foi anunciado publicamente pola súa amiga e alcaldesa de Santiago de Compostela, Goretti Sanmartín.
Universidad pública
Protestas contra el genocidio El consejero de Educación de Madrid pide sacar “la política” de la facultad de Políticas
La Comunidad de Madrid reacciona contra una declaración universitaria que exige al Santander, con quien la UCM mantiene un convenio, que deje de financiar proyectos contaminantes y a la industria armamentística corresponsable del genocidio en Gaza.
Aborto
"Mi voz, mi decisión" Madrid se llena de estatuas masculinas en favor del aborto
Una acción del colectivo Violetas(N) viste al famoso Oso y el Madroño o al exministro Alonso Martínez con el pañuelo verde en defensa del derecho al aborto, dentro de la campaña “Mi voz, mi decisión” para combatir el auge de la extrema derecha.
Ecología
¿RENOVABLES? La lucha contra los megaproyectos eólicos en Euskal Herria
Dicen querer luchar contra el cambio climático, pero el despliegue renovable no va acompañado por medidas reales para reducir el consumo fósil.
Derecho a la vivienda
Derecho a la vivienda Podemos amenaza con romper con el Gobierno si no aprueba una nueva moratoria hipotecaria
La medida vence el próximo 15 de mayo y protege al menos a 30.000 hogares. La PAH defiende que la ley no solo tiene que ser prorrogada sino mejorada para que llegue a las familias que la necesitan.
Contaminación
Contaminación Los entornos escolares suspenden en calidad del aire
Un informe analiza 114 entornos escolares de cinco provincias y los resultados son alarmantes: ninguno cumple las recomendaciones de la OMS. Solo una quincena de municipios de los 149 obligados a ello ha implantado su zona de bajas emisiones.
O prelo
O prelo Collige, Kylie Jenner, rosas
A editora Catro Ventos trae á lingua galega Na sala dos espellos, de Liv Strömquist.

Recomendadas

Poesía
Poesía e activismo Luz Fandiño, a poeta rebelde que loitaba cantando
Patricia González e Alejandro Balbuena, músicas e amigas de Luz Fandiño, foron as últimas persoas que a poeta recoñeceu antes un do seu desnacemento. Na mesma cociña na que estiveron con ela tantas veces, lembrámola.
Política
Política Redes clientelares, falta de autogoberno e consensos neoliberais: as claves do novo Goberno galego sen Feijóo
Políticas e analistas debullan a folla de ruta da primeira lexislatura galega da era post-Feijóo: reforzamento dos fíos de poder locais, falta de vocación autonómica, complexo de inferioridade e a axenda marcada polos grandes consensos neoliberais.