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Negarse a “evacuar a los soldados de la FINUL (la Fuerza Interina de las Naciones Unidas para el Líbano), los convierte en rehenes de Hezbolá”, y eso “pone en peligro sus vidas y las de nuestros soldados“. La frase, dicha este 13 de octubre, es del primer ministro sionista, Benjamín Netanyahu, e iba dirigida al secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, el mismo al que declaró “persona non grata” por no condenar el ataque iraní contra Israel del 1 de octubre, algo que sí ha hecho el portugués.
Hay más, Netanyahu, en la cuerda floja del prestigio internacional debido a las continuas atrocidades que su Ejército está perpetrando en Gaza, Líbano y Cisjordania, aunque aún con el apoyo de su principal socio y suministrador de armas, Estados Unidos, asegura que los soldados de la misión de la ONU son “escudos humanos” de Hezbolá.
Esta retórica del primer ministro, acusado de genocidio en la Corte Penal Internacional, no es nueva. Si en el inicio de la escalada el Estado sionista culpaba a fallos en los lanzamientos de cohetes de Hamás y las milicias palestinas de los bombardeos a hospitales —como la masacre del hospital de Al-Ahli, con en torno a 400 fallecidos—, tras un año de guerra Israel apenas ha dejado un puñado de hospitales centros sanitarios en pie en la Franja, con cientos de ataques documentados y miles de muertos en estos. Entre los últimos, el Hospital de los Mártires de Al Aqsa, en Deir al Balá, que dejó este domingo al menos 25 muertos y 120 heridos entre las personas que habían buscado refugio en el interior del mismo y cuyas tiendas de campaña se quemaron tras los bombardeos. También el Al-Yemen Al-Saeed, en el campo de refugiados de Jabalia, con al menos 16 muertos.
En total, cinco soldados de la misión han resultado heridos por fuego israelí en apenas dos semanas de invasión de Líbano
Lo mismo ha ocurrido con los centros educativos, el 85% de ellos destruidos por Israel, con, de nuevo, cientos de muertos. Las argumentaciones: desde que eran centros de mando de Hamás a que escondían “terroristas” camuflados entre las familias que buscaban refugio del terror militar sionista, pasando porque se asentaban sobre túneles de la milicia palestina. Del mismo modo, todas las personas que se refugiaron en dichos centros, al igual que en los hospitales, han sido usados de “escudos humanos” por Hamás, según la retórica israelí.
Del hostigamiento a la UNRWA a los ataques a las fuerzas de paz en Líbano
Con retórica o sin ella, lo cierto es que Israel lleva atacando a la ONU y sus distintas agencias en la zona desde el inicio de la invasión de Gaza. La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA) ya ha perdido a 220 trabajadores humanitarios desde que comenzó la guerra, la cifra más alta de ataques por parte de un Ejército a empleados de una agencia de la ONU en toda la historia.
El Estado sionista ha llegado a declarar “terrorista” a esta agencia, expulsándola del país y acusándola de colaborar con Hamás. Los bombardeos han acabado con la mayoría de las infraestructuras de la Unrwa, especialmente focalizada en la educación y la infancia, y, aunque las críticas a semejante cúmulo de acciones han sido globales y mutitudinarias, ante la ausencia de sanciones y represalias el Gobierno supremacista israelí no solo no ha frenado los ataques, sino que los ha incrementado con total impunidad.
En Líbano, la escalada ha subido aún más, si cabe, de nivel ante la perplejidad global y el silencio de Estados Unidos. Este domingo tres pelotones israelíes cruzaron de nuevo la Línea Azul —la demarcación entre Líbano e Israel acordada en el año 2006 tras la retirada de las fuerzas israelíes— y, según denuncian desde la FINUL, “alrededor de las 4.30, hora local, mientras los soldados de paz se encontraban en refugios, dos tanques Merkava de las Fuerzas de Defensa Israelíes destruyeron la puerta principal de la posición e ingresaron a la fuerza en ella“. Tras el incidente, “quince pacificadores dufrieron irritación en la piel y reacciones gastrointestinales”, según la FINUL, después de que observarán el lanzamiento de proyectiles de ”naturaleza no especificada“ a escasos cien metros de la posición.
El cuartel general de la FINUL y sus posiciones aledañas han sido también objeto de varios ataques, clasificados por los responsables de la misión de “repetidos y deliberados”
Israel argumenta que esa incursión se dio por accidente cuando un tanque intentaba evacuar a soldados heridos, pero la realidad es que no es el primer incidente. Desde la entrada de las fuerzas sionistas en el sur de Líbano, bastión de Hezbolá y zona a la que huyeron cientos de miles de palestinos expulsados por Israel en 1948, las agresiones no han cesado. Dos soldados esrinlanqueses de la FINUL fueron heridos por ataques israelíes el 11 de octubre al cuartel general de la fuerza de paz en Naqura, en el suroeste del país. El mismo día, un vehículo israelí derribó un muro en un destacamento de la FINUL cerca de Labbouneh, a un kilómetro de la frontera.
El cuartel general de la fuerza internacional en el sur de Líbano y sus posiciones aledañas han sido también objeto de varios ataques, clasificados por los responsables de la misión de “repetidos y deliberados”. El jueves, un proyectil disparado por un tanque israelí contra una torre de observación hirió a otros dos militares. Las dudas ante un posible error se disiparon cuando se vio que los militares sionistas inutilizaron deliberadamente las cámaras de vigilancia del perímetro de las fuerzas de la ONU. En total, cinco soldados de la misión han resultado heridos por fuego israelí en apenas dos semanas de invasión de Líbano.
Líbano
Líbano Israel convierte el Sur de Líbano en zona militar mientras continúa su política de expulsión de población
A pesar de la claridad en las intenciones israelíes —que se vislumbran en los actos de su Ejército y en las palabras de sus mandatarios— nada parece que vaya a cambiar y las fuerzas de la FINUL, 10.500 soldados de medio centenar de países, reconocen que no pueden hacer frente al potencial militar israelí.
Desde la Unión Europea, las críticas son amplias. Josep Borrell, Alto Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, denunciaba que “es completamente inaceptable atacar a tropas de Naciones Unidas” y recordaba, en una clara alusión a Netanyahu, “que no es el secretario general el que decide si la misión se queda o no, es el Consejo de Seguridad el que toma estas decisiones”.
Tibias críticas mientras las armas siguen llegando a Israel
Desde España, Pedro Sánchez ha asegurado que “no habrá retirada de la FINUL del Líbano como quiere Benjamin Netanyahu”. “España condena y condenará de forma rotunda la declaración de Netanyahu, cuya única pretensión es imponer un nuevo orden regional por la fuerza, que lo único que va a traer es más desorden y más destrucción en Oriente Próximo y, en consecuencia, más inestabilidad en el mundo”, señalaba el presidente español este lunes en el foro World in Progress Barcelona.Por otra parte, Sánchez, que ha pedido el fin del envío de armas al Estado sionista, ha exhortado a los 27 y a la Comisión Europea a que respondan a la petición de revisión del acuerdo de asociación la UE con Israel que hicieron Irlanda y España. “La Comisión Europea debe responder de una vez por todas a la petición formal que hicimos dos países europeos para suspender el acuerdo de asociación con el Gobierno de Israel si se constata, como todo sugiere, que se están violando los derechos humanos”, indicaba. La iniciativa no tiene muchas posibilidades de prosperar, dado el férreo apoyo alemán al Estado sionista, así como de otros países europeos con Gobiernos escorados a la derecha y la utraderecha.
El gasto militar estadounidense dedicado a armar a Israel ha sido el mayor de la historia: 17.900 millones de dólares desde el 7 de octubre de 2023
Pese a las críticas de una parte de Europa, desde Estados Unidos no parece que se vaya a subir el tono contra un Gobierno israelí que parece no tener freno. Tan solo ha abido una tibia crítica del secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, a través de una llamada al ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant, señalándole ”la importancia de garantizar la seguridad de las fuerzas de la FINUL". El Pentágono acaba de hacer público que desplegará un nuevo sistema antimisil —el THAAD— para frenar un posible ataque iraní y el gasto militar estadounidense dedicado a armar a Israel ha sido el mayor de la historia: 17.900 millones de dólares desde el 7 de octubre de 2023, según un informe publicado por la Universidad de Brown el 8 de octubre.
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Un sólo tirano sin escrúpulos, supremacista, racista, ha puesto de rodillas a toda la Humanidad.
Como se puede tener tanta cara para limpiar la imagen de un régimen colonial, genocida y que viola todas las leyes internacionales a diario.
EE.UU es el mayor problema de seguridad del mundo.
Israel es impune. Lo sabe y obra en consecuencia. Ahora le ha tocado el turno a las fuerzas de la ONU, después de declarar a su jefe supremo persona non grata. No sé si van a parar pero el resto del mundo no nos podemos permitir esta situación.
Estamos permitiendo este genocidio y estos crímenes contra la humanidad de los que son responsables tanto Israel como los EEUU que lo ampara y secunda... al final dará igual quienes sean los responsables, habrá guerra mundial de una forma u otra y la padeceremos tarde o temprano, no nos engañemos. Sería mucho mas barato para todos detener a Netanyahu y llevarlo a la Corte Penal Internacional; cada vez queda menos tiempo.
Sería un buen momento para que la UE marcara distancias.
Podría y debería de hacerse, por justicia, pero los alemanes, que se piensan que apoyar a Israel es pedir perdón por el holocausto, no van a permitirlo.
Están volviendo a colaborar en un genocidio.
Israel quiere que los militares de la FINUL se vayan para tener carta blanca en su agenda genocida. Pero debemos pensar en si arriesgar las vidas de estos militares va a servir de algo cuando lo que está claro es que parece que Israel puede hacer lo que le venga en gana, matar a quien quiera, ya que no van a perder nunca el apoyo de su "padrino" estadounidense.