@magoa_
9 mar 2024 00:00

Empezamos a primera hora de la mañana, antes de que saliese el sol. La cuestión no era ver amanecer, sino prolongar la noche. Había que hacer la metáfora real, más real de lo que ya era. La valla no bastaba. No nos evitaba ver cómo caían los cuerpos, cuerpos que se parecían demasiado a los nuestros; tampoco nos evitaba ver cómo caía la sangre, demasiado fresca, a nuestro lado, el tipo de sangre que se te mete en el ojo y, un día, si en la cocina te roza un cuchillo un dedo, consigue asustarte y hacerte pensar que tu sangre es igual a la sangre que salpica este lado de la valla. Había que evitarlo a toda costa. Construimos el muro durante varios días seguidos, bordeando las zonas limítrofes de todo lo que debía tener límite. Masa, cemento, ladrillo, hormigón… no recuerdo qué materiales eran aquellos, pero sí que escupimos. Escupimos hasta que  conseguimos levantar un muro tan alto que ya nadie sería capaz de saltar.

—¿Y qué más conseguimos?

—La noche. En lo alto, inalcanzable, quedó una porción de cielo azul.

Noelia Pena (Invitados sospechosos, 2014)

Sobre o blog
Un espacio de literatura, pensamiento y crítica social.
Ver listado completo
Cargando valoraciones...
Comentar
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Cargando relacionadas...
Sobre o blog
Un espacio de literatura, pensamiento y crítica social.
Ver listado completo
Cargando portadilla...
Comentarios

Para comentar en este artículo tienes que estar registrado. Si ya tienes una cuenta, inicia sesión. Si todavía no la tienes, puedes crear una aquí en dos minutos sin coste ni números de cuenta.

Si eres socio/a puedes comentar sin moderación previa y valorar comentarios. El resto de comentarios son moderados y aprobados por la Redacción de El Salto. Para comentar sin moderación, ¡suscríbete!

Cargando comentarios...