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Crisis económica
Wolfgang Streeck: “El apoyo a Israel causará un daño duradero a Alemania como democracia liberal”
En esta entrevista Wolfgang Streeck (Lengerich, Alemania, 1946) evalúa el crecimiento de la extrema derecha en su país y las posibilidades de futuro de la Unión Europea, envuelta en una crisis infinita.
Empecemos por el descontento existente en Alemania, que se refleja en las diversas huelgas (ferroviarios), protestas (agricultores) y manifestaciones (Palestina) de estas semanas. ¿Hasta qué punto no augura nada bueno la convocatoria de una huelga general por parte de la ultraderechista Alternative für Deutschland (AfD)?
Ni siquiera he oído hablar de ella, obviamente porque no leo habitualmente los periódicos británicos, con su información típicamente sobria, bien informada y sensata sobre Alemania. Es evidente que existe una franja lunática en el extremo derecho del espectro político alemán, incluso más lunática que los amigos de Liz Truss, supongo, y ciertamente lo suficientemente espeluznante y escalofriante no sólo para los medios de comunicación, sino también para los partidos gobernantes, que están buscando desesperadamente formas de asustar a los votantes para que no voten a AfD.
El bombo es increíble: he leído sobre una extraña reunión sobre «remigración», celebrada en un hotel de Brandemburgo el pasado mes noviembre, en la que dos o tres funcionarios de AfD discutieron con un identitario austriaco un «plan maestro» para efectuar deportaciones masivas de alemanes insuficientemente alemanes, comparada con la Conferencia de Wannsee de 1942, que diseñó el plan para proceder al exterminio de los judíos. Todo el episodio, y la reacción exagerada al mismo, es similar a las docenas de pensionistas que la policía detuvo [en 2022], liderados por un tal Graf von no se qué más y una ama de casa perturbada, que supuestamente planeaban una revolución en Berlín con la pretensión del tal Graf de ser nombrado kaiser o algo así. Podemos descansar en paz estos días al respecto.
¿Cuál es tu teoría sobre AfD? ¿Qué explica el creciente apoyo al partido y hacia dónde crees que se dirige?
Se trata de un fenómeno general, que se manifiesta de Noruega a Italia y que también aflora en el Reino Unido y Estados Unidos, donde la marca local del populismo de derecha ha encontrado un hogar en los viejos partidos conservadores de centro, los tories y los Republicanos. En todas partes, ello indica un descontento generalizado con el sistema de partidos establecido, de centro izquierda y centro derecha, y también con los partidos socialistas situados a la izquierda del centro izquierda. (En el Reino Unido y España, así como en algunos otros países, el separatismo regional ofrece otra salida a la desafección con la política democrática neoliberal). Subyace una profunda incertidumbre sobre el futuro, una sensación de cambio rápido e impredecible, que trastorna los modos de vida tradicionales. La gente se siente abandonada por los gobiernos liberal-democráticos; se siente arrojada a una vorágine de agitación social y busca un nuevo tipo de protección política, habiendo perdido la confianza en la política tradicional. Por supuesto, Giorgia Meloni, Marine Le Pen, Donald Trump y compañía tampoco protegerán en absoluto a la ciudadanía. Pero la gente tardará en darse cuenta, ¿quizá una o dos décadas?
“Esperemos que Wagenknecht tenga éxito allí donde los partidos establecidos han fracasado tan estrepitosamente, esto es, en poner fin al crecimiento de AfD”
¿Cómo relacionas la situación política en Alemania con la crisis general del capitalismo?
Una vez más, dejando a un lado las especificidades nacionales, esta «crisis general» se manifiesta hoy como una crisis del Estado, que se ve desbordado por demandas sobre su capacidad de gobierno que no puede satisfacer. Un indicio de la naturaleza de esta crisis es la oscilación impotente de la política económica registrada durante el último lustro entre la intervención y la abstención del Estado y la experimentación interminable con todo tipo de combinaciones posibles entre ambas. Ninguna de ellas ha sido capaz de abordar el problema ni de evitar que siga creciendo.
Lo que hay detrás de esta crisis infinita es, en resumen, lo que Marx llama el avance de la socialización de la producción en las sociedades capitalistas en las que los medios de producción siguen siendo de propiedad privada. A medida que las sociedades capitalistas maduran, cada vez más ámbitos de la vida social, incluida la obtención privada de beneficios, necesitan ser regulados y facilitados por los gobiernos; al mismo tiempo, las relaciones de propiedad capitalistas, en particular bajo el capitalismo globalizado, impiden que los Estados adquieran los medios que necesitarían para proporcionar una infraestructura colectiva para la producción capitalista avanzada, para reparar los daños causados por la «destrucción creativa» capitalista y para asegurar la legitimidad política requerida en una democracia. Una expresión de todo ello es la crisis fiscal endémica y cada vez más grave sufrida por el Estado capitalista-democrático, que propicia una percepción generalizada de su fracaso entre sus electores. Hay todo tipo de patologías políticas implicadas en este escenario que obviamente no puedo abordar aquí.
Alemania, por otro lado, es más que nunca, después de las guerras en Ucrania y Palestina, una dependencia estadounidense
¿Qué opinas de Sahra Wagenknecht? ¿Es su partido, Alianza Sahra Wagenknecht - Razón y Justicia, una fuente de optimismo o, como ha escrito recientemente el sociólogo Oliver Nachtwey, simplemente «una nueva forma de bonapartismo», que da voz a los sectores reaccionarios de las clases medias?
Recordemos en primer lugar que Sahra Wagenknecht no se presenta a emperadora y, que yo sepa, no se está planeando ningún golpe de Estado, al menos de momento. Considero su partido como una oferta democrático-igualitaria dirigida a quienes ya no se sienten representados por la corriente política predominante: una alternativa a la alternativa autoritario-neoliberal. Esperemos que Wagenknecht tenga éxito allí donde los partidos establecidos han fracasado tan estrepitosamente, esto es, en poner fin al crecimiento de AfD, que lleva ya una década prosperando bajo la benévola mirada de la CDU, el SPD, los Verdes y compañía.
Sidecar
Sidecar ¿Virtudes soberanas? En torno a Sahra Wagenknecht
A escala federal, si todo va bien, cabe esperar que el nuevo partido aporte un elemento de honesto realismo al discurso público, capaz de organizar una oposición parlamentaria seria, contundente y despiadadamente implacable y bien informada frente a un gobierno que no ha hecho nada para poner fin a la crisis de las infraestructuras físicas, a la decadencia del sistema escolar, a los daños causados por el cambio climático, a la escasez de vivienda, al aumento de la pobreza en el extremo inferior de la pirámide de distribución de la renta, al vasallaje a Estados Unidos en política exterior, al alejamiento de la Unión Europea y en tantos otros temas. Y en los Länder [estados federales alemanes] del este, tres de los cuales elegirán sus parlamentos este año, Wagenknecht puede arrebatar suficientes votantes a AfD para evitar que se convierta en el mayor partido en todos ellos y garantizar así, que puedan formarse gobiernos parlamentarios viables, quizá incluso con su presencia como socio de coalición.
¿Hasta qué punto es sostenible el apoyo alemán tanto a Ucrania como a Israel?
Resulta arduo hacer predicciones. Los estadounidenses prevén que Alemania, junto con la UE, asuma su papel en la guerra de Ucrania, mientras ellos se ocupan de Palestina, Irán y China. Si los alemanes no pueden cumplir, por razones políticas o prácticas, y la guerra termina en desastre —la caída del actual gobierno ucraniano nacionalista-extremista, el abandono del Estado ucraniano por los oligarcas ucranianos y su éxodo a Londres o Nueva York y, en general, la existencia tras la guerra de una Ucrania residual, política, económica, democrática y demográficamente inviable y acosada permanentemente por Rusia—, entonces Estados Unidos y los Estados miembros orientales de la UE siempre podrán culpar a Alemania por el desastre, lo cual les resultara reparador.
En cuanto a Israel, el Estado alemán está utilizando todos sus medios disponibles para propagar la identificación popular y legal de cualquier expresión de horror por lo que está sucediendo en Gaza y Cisjordania con el antisemitismo con la esperanza de que ello suprima el debate público sobre su incesante apoyo a los crímenes de guerra que está cometiendo el gobierno israelí. Creo que esto causará un daño duradero a Alemania como democracia liberal. Por ejemplo, existe ahora toda una generación de jóvenes periodistas y sociólogos asimilando que, si quieren hacer carrera, deben aprender a fingir que no ven algo que todo el mundo ve y a no hablar de ello por staatsraison [razón de Estado].
“Los votantes que buscan protección frente a la destrucción creativa capitalista acuden a los nuevos nacionalistas en lugar de a los viejos socialistas”
¿Qué significaría una Alemania y una Francia de extrema derecha para la Unión Europea?
AfD no estará en el gobierno federal después de las próximas elecciones y estoy tentado a decir, que tampoco lo hará en el futuro en ningún caso. Así pues, no habrá una «Alemania de extrema derecha». Le Pen, por otra parte, podría ser presidenta, pero existen, si se quiere expresar así, intereses nacionales franceses duros, entre ellos seguir siendo el único Estado miembro de la UE con armas nucleares y defender el puesto de Francia como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU. Alemania, por otro lado, es más que nunca, después de las guerras en Ucrania y Palestina, una dependencia estadounidense encargada, entre otras cosas, de dirigir la UE en línea con los intereses transatlánticos estadounidenses y ello no cambiará a menos que Trump sea reelegido y decida renunciar por completo a Europa, lo cual no es improbable, momento en el que se desatará una situación infernal. El concepto del «tándem» franco-alemán o viceversa, que impulsa y dirige la «integración» europea, dejo de ser útil ya durante los últimos años de Angela Merkel: Francia no será dirigida por Alemania (ya sea gobernada la primera por la extrema derecha o por la izquierda blanda) y Alemania será dirigida por Estados Unidos más que por una Francia dura e intransigente. Hace ya tiempo que la UE es demasiado diversa internamente y está demasiado infiltrada por Estados Unidos como para ser algo más que un campo de batalla ampliado para la política nacional de cada uno de sus Estados miembros. La UE se convertirá en un subdepartamento de la OTAN, cuando la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen suceda al actual jefe de la OTAN, Jens Stoltenberg, lo cual se antoja probable.
¿Qué opinas de la joven generación de pensadores económicos alemanes? Hay determinados indicios de que están menos atados a las viejas ortodoxias ordoliberales que las generaciones anteriores y de que algunos de sus miembros incluso están desafiando activamente el viejo consenso, especialmente a medida que sus disfunciones, por ejemplo, el límite impuesto al endeudamiento, se hacen patentes.
Los economistas se dedican a vender recetas para lograr el éxito económico. Si sus viejas recetas no funcionan, inventan otras nuevas y lo llaman progreso científico acumulativo. (Si las nuevas recetas tampoco funcionan entonces «se precisa de más investigación».) Hoy, en el actual periodo de posausteridad, se supone que será la deuda pública y no la consolidación presupuestaria lo que nos salvará. Pero si no nos rescató en el pasado, ¿por qué debería hacerlo ahora?
Desde finales de la década de 1970 el crecimiento económico no ha dejado de disminuir, mientras que el endeudamiento público no ha dejado de aumentar, lo cual se ha debido a que la brecha entre los crecientes gastos generales del capitalismo y la decreciente contribución que los gobiernos podían extraer del capital para pagarlos tuvo que cubrirse pidiendo prestado al capital en lugar de gravarlo con impuestos, porque en una economía política cada vez más internacionalizada, si intentas que el capital se pague a sí mismo este desaparece, tímido como un ciervo. Pedir prestado a los ricos ocupa el lugar de cobrar impuestos a los ricos, esto es, les permitimos que se queden con sus beneficios excedentarios y para colmo les pagamos intereses porque lo hagan. Para los gobiernos se trata de apostar por unos tipos de interés bajos para siempre y por un crecimiento económico rápido a la espera de superar sus actuales niveles e endeudamiento en un futuro indeterminado. Si esto no funciona, la crisis fiscal del Estado dará paso a la próxima crisis financiera mundial. En resumen: son los impuestos, no el endeudamiento público, estúpido.
¿Qué explica el desplome del apoyo al SPD y cuáles son las lecciones para el Partido Laborista británico, dado que Keir Starmer parece haberse inspirado en Olaf Scholz?
El colapso del SPD debe contemplarse en el contexto del hundimiento general de la socialdemocracia en la mayoría de los sistemas multipartidistas europeos. La socialdemocracia no ha encontrado una cuarta vía tras el desastre de la tercera. Los votantes que buscan protección frente a la destrucción creativa capitalista acuden a los nuevos nacionalistas en lugar de a los viejos socialistas. Y los que quieren más inmigración, más intervenciones militares contra imperios malvados de todo tipo y menos emisiones de carbono siempre pueden votar a los Verdes.
Lamento tener que decir que me cuesta creer que Olaf Scholz haya «inspirado» a nadie, ¿en qué podría hacerlo? Tal y como están las cosas, tras las próximas elecciones federales su partido podría buscar refugio en una coalición como socio menor de una CDU más o menos victoriosa, como curiosamente hizo tras las dos elecciones estatales celebradas de 2023 en Berlín y Hesse. Por supuesto, eso sellaría su desaparición final, aunque podría permitirle un aplazamiento de la ejecución hasta que su actual líder alcance la edad de jubilación. ¿Una lección de Alemania para Sir Keir? Respice finem; prepárense para lo peor.
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