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Finanzas éticas
Desarrollo sostenible, finanzas éticas y solidaridad con el sur global: un buen propósito para este año
Puede que no hayamos conseguido apuntarnos -o ir- al gimnasio, mejorar nuestra alimentación, dedicar más tiempo a la familia, empezar un voluntariado, hacernos socias de alguna ONG o consumir de forma más local y responsable. Sin embargo, de todos los típicos propósitos que suelen caer en el olvido, a menudo nos encontramos el de la solidaridad con quienes más sufren. Al respecto de ello, este pasado diciembre leí la reflexión de fin de año de Cristianisme i Justícia titulada “Ante el dolor de los demás: ¡parémoslo todo!”, que me impactó sobremanera, y espero que pueda inspirar a muchas personas a no olvidar el propósito de la solidaridad.
De hecho, el “dolor de los demás” lo encontramos en cualquier lado, en la esquina de casa, y en los barrios más desfavorecidos de nuestras ciudades, pero lógicamente merecen una atención especial las personas que lo sufren de una forma más terrible, ya sea por conflictos armados o por condiciones de vida extremas. Condiciones como aquellas en las que viven los 1.900 millones de personas que subsisten en situación de pobreza con 3,2 dólares al día, la mayor parte de ellas en países del Sur Global.
En el vasto escenario de desafíos que enfrentan estos países, la mayor vulnerabilidad a los efectos de la crisis climática o la dificultad de acceso a financiación son dos preocupaciones fundamentales. Las comunidades en estas regiones a menudo se enfrentan a obstáculos para acceder a los servicios financieros tradicionales, lo que limita sus oportunidades de desarrollo económico y social, y de mitigación de los impactos del cambio climático. Según el Banco Mundial, alrededor de 2.500 millones de personas no utilizan servicios financieros formales y el 75 % de las personas pobres, -mayoritariamente en países del Sur Global-, no tiene cuenta bancaria. Aquí es donde entran en juego las Finanzas Éticas específicamente enfocadas a las necesidades de estos colectivos, y que muy frecuentemente toman la forma de lo que llamamos microcréditos.
Microfinanzas: Empoderando a las comunidades marginalizadas más allá del crédito
Los microcréditos son pequeños préstamos otorgados a personas de bajos ingresos que carecen de acceso a la banca convencional. Estos préstamos, que en países empobrecidos generalmente oscilan entre unos pocos dólares y cientos de dólares, y que suelen ir acompañados de programas de formación, permiten a las personas prestatarias iniciar o expandir pequeños negocios, mejorar sus viviendas, acceder a educación y atención médica, y en última instancia, romper el ciclo de pobreza en el que se encuentran atrapadas.
Según datos del Barómetro de Finanzas de Impacto publicado por Convergences, en 2022 el mercado global de microfinanzas alcanzó los 173 millones de personas prestatarias, de las cuales, alrededor del 90% se encontraban en Asia o América Latina y el Caribe, y casi el 60% eran mujeres. Este último dato no es trivial, y es que gracias a ello, los microcréditos no solo impulsan la economía local, sino que también crean un sentido de pertenencia y responsabilidad compartida, a la vez que contribuyen a la igualdad de género.
Hacia un futuro más justo y sostenible, para todas
En resumen, los microcréditos y las Finanzas Éticas desempeñan un papel crucial en la promoción del desarrollo sostenible y la justicia en los países del Sur Global. Al empoderar a las comunidades marginadas a través del acceso a financiación y oportunidades económicas, los microcréditos se alinean con los valores de la Economía Social y Solidaria.
No tiene sentido colaborar con Oenegés de cooperación al desarrollo o consumir productos de Comercio Justo si luego nuestro dinero está depositado en bancos que financian los conflictos armados o la crisis climática, problemas que golpean de manera especialmente virulenta los países del Sur Global. De hecho, incluso aunque tengamos nuestros ahorros depositados en entidades de banca ética, todavía podríamos ir más allá e invertir parte de nuestro dinero en iniciativas de Finanzas Éticas especialmente enfocadas en los países del Sur Global, como por ejemplo Oikocredit o Microfides, siendo un verdadero acto de solidaridad internacional con enormes efectos en cadena. Como dejaba muy claro LaFede.cat en la campaña de su 30 aniversario: no hay justicia si no es global.