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Residuos
¿Dónde nos llevará la nueva ley de residuos? Luces y sombras de una ley a debate
Con el título de “El negocio de los residuos” presentamos el Cuaderno número 61 de la revista Opcions, que incluye una serie de artículos que nos acercan al panorama actual de este ámbito: el problema de la generación de residuos, cuál es su actual gestión y qué negocios (multimillonarios) se relacionan, así como cuáles serían las posibles soluciones. Todo ello con la reflexión de fondo constante sobre la incidencia política que hay que hacer. Y es que si bien tenemos claro que individualmente podemos avanzar hacia vidas “residuo cero”, es colectivamente que necesitamos hacer presión para que se activen legislaciones valientes y capaces de ubicar la responsabilidad no solo en las consumidoras sino también, y especialmente, en las empresas y administraciones.
Precisamente, este Cuaderno se ha redactado en paralelo al proceso de gestación de la nueva Ley estatal de residuos, que el pasado 23 de diciembre de 2021, fue aprobada por el Congreso. La ley, hay que decirlo por adelantado, es casi una transposición de las directrices europeas y no hace mucho más para avanzar en materia de prevención. Tanto es así, que muchos expertos la leen como una ley que nace ya caduca; una ley que deja escapar una oportunidad de oro para sacar el país del atraso que llevamos en materia de gestión y, sobre todo, prevención de residuos. Aun así, lo cierto es que incorpora ciertos ítems que hay que reconocer como avances y que ahora, toca defender en el Senado.
Y es que después de su aprobación en el Congreso, la Ley ha pasado al Senado para ser tramitada. De este último proceso depende obtener una ley que nos haga avanzar en materia de prevención de residuos o que nos mantenga en la oscuridad y opacidad de su gestión. ¿Cuál será la apuesta del Senado? ¿Poner luces a esta ley o añadir todavía más sombras?
Una Ley con luces…
De forma general, parece que la ley incorpora mejoras respecto a la situación actual en varios aspectos, como la prohibición de algunos plásticos desechables o la implantación del sistema de depósito, devolución y retorno (SDDR) para envases de bebidas. También se toma en consideración el vector salud, eliminando de la circulación tóxicos como el bisfenol-A, los ftalatos o el amianto y se implanta la Responsabilidad Ampliada del Productor (RAPE) para las toallitas húmedas (los fabricantes tendrán que pagar por su costosa limpieza).
Asimismo se establecen medidas a nivel estatal que elevarán la “nota mediana” de gestión de residuos allá donde la situación era insuficiente: es el caso de la recogida de la fracción orgánica generalizada, que no se hace en todos los territorios, o la aplicación estatal del canon de residuos (los municipios tienen que pagar para llevar residuos al vertedero o a la incineradora, lo cual es un incentivo para reducir el flujo de materiales de desecho).
La nueva ley también incorpora novedades muy simbólicas, como poder beber agua del grifo en un bar. Que tengamos que celebrar esta pequeña victoria contra el despropósito del agua embotellada nos da una idea de donde estábamos en la correlación de fuerzas con la industria de la bebida. Aunque, ¡cuidado!, no se prohíbe el agua embotellada. Solo se obliga a servirla si se pide. Ya veremos si las últimas dos décadas educando a los clientes en el hábito de beber agua en botella de plástico se pueden revertir tan fácilmente.
… y sombras
Dejando las luces aparte, vamos a las sombras, porque parece que la nueva ley de residuos también tiene importantes lagunas y ausencias.
En primer lugar, hay que tener en cuenta que surge de la necesidad de incorporar las directrices europeas, pero no hace prácticamente ningún paso más allá de lo justo y necesario. Es lo que popularmente, diríamos “ir solo al aprobado”, cosa en la que insisten todos los expertos que hemos consultado.
En segundo lugar, da la impresión que cada buena idea de la ley está a medio aplicar. Silencios clamorosos: ¿por qué no implementar la RAPE a otros productos además de las toallitas, como por ejemplo el textil? ¿Por qué el SDDR no se aplica también al vidrio? ¿Por qué no se aplican las prohibiciones de químicos peligrosos también a otras sustancias?
La ausencia más sonada es, seguramente, la escasez de medidas y la poca ambición de las que hay planteadas en los dos ámbitos de acción que, precisamente, tendrían que ser prioritarios: la prevención y la reutilización. Y es que el marco mental del siglo XX todavía pervive: tenemos un modelo de gestión de residuos basado en el reciclaje e instalado en la obsolescencia planificada.
¿Cómo mantenemos una economía circular de materiales funcionando con la escasez de energía y recursos que prevemos que nos caerá encima, tarde o temprano? Es un misterio que esta ley no parece intentar resolver. Nos iría bien estudiar un poco de la economía de los materiales y la energía; por cierto, el pasado 2021 se cumplieron 50 años de la publicación de ‘La Ley de la entropía y el proceso económico’, de Nicholas Georgescu-*Roegen. Una obra que nos sitúa ante una realidad que, si bien resultaba incómoda en 1971, ahora ya no podemos ignorar más: los límites materiales y energéticos de nuestra manera de vivir.
¡Firma la petición!
Desde Opcions y Rezero nos movilizamos, y queremos movilizar a la sociedad, para interpelar a senadores y senadoras para que no pierdan la oportunidad de aprobar una ley que nos ayude a avanzar en la prevención de residuos y que sea capaz de revertir la emergencia climática.
Si tu también quieres hacer presión al Senado, ¡firma la petición!