Municipalismo
Municipalismo global contra la ultraderecha

Mientras la derecha radical avanza en las esferas nacionales, las candidaturas municipalistas se expanden por el mundo. El mantra de recuperar la ciudad puede ser su seña de identidad. Pero, ¿qué otras características comparten estas iniciativas?

Pato Gigante Belgrado
Este pato se convirtió en símbolo contra la privatización de una orilla del Río Sava en Belgrado (Ne da(vi)mo Beograd)

@bernardosampa

3 may 2019 06:31

La primera medida que tomó el equipo de Muitxs, cidade que queremos, de Belo Horizonte (Brasil), fue derribar la pared que separaba los gabinetes de sus dos concejalas electas, Áurea Carolina y Cida Falabella. Desde que tomaron posesión, en octubre de 2016, las concejalas intentaron llevar al Pleno de la Cámara Municipal las formas colectivas de una campaña sorprendente. Al tirar el muro, transformaron dos gabinetes en la gabinetona y empezaron a aplicar su método de ‘mandato colectivo’.

La gabinetona es un espacio abierto, lleno de post its, pancartas y colores. Las decisiones políticas de las concejalas surgen de un equipo grande. Las concejalas destinan el 30% de sus salarios a un fondo que apoya iniciativas ciudadanas. “Crearon laboratorios populares para trabajar leyes y enmiendas parlamentarias junto con las comunidades”, explica Roberto Andrés, involucrado en la la candidatura de Muitxs desde el inicio.

La evolución del movimiento político Muitxs encarna los potenciales, los límites y las contradicciones del movimiento municipalista global. Muitxs se fraguó en asambleas y encuentros en los parques y plazas de Belo Horizonte. Adaptó el código fuente del software libre que Zaragoza en Común usó en 2015 para construir su programa colaborativo. “No creemos en la representación formal tradicional. Estamos en las instituciones con el objetivo de destruirlas desde dentro”, sostiene Áurea Carolina en el libro Ciudades sin miedo, editado por Icaria. Sin embargo, Carolina es actualmente diputada federal. Paradójicamente, la concejala más votada de la historia de Belo Horizonte dio el salto a la política nacional en muy poco tiempo.

El encuentro Ocupa Política, celebrado en Belo Horizonte a finales de 2017, desbordó el municipalismo y configuró candidaturas regionales y para el Parlamento. “Significa la ocupación de la política por aquellos que siempre fueron vetados: mujeres, personas negras, de las periferias, indígenas”, apunta Andrés. El Ocupa Política brasileño no ha abandonado el municipalismo. De hecho, trabaja en un aluvión de candidaturas locales para las elecciones de 2020. Pero han apostado por todas las escalas para potenciar su alcance.

Sin embargo, la mayoría de candidaturas del mapa municipalista global elaborado por Barcelona en Comú tras el encuentro “ciudades sin miedo” opera a escala ciudad. Además de algunas ciudades españolas, ese mapa incluye gobiernos de ciudades como Montreal (Canadá), Lisboa, Nápoles (Italia), Grenoble (Francia), Split (Croacia), Valparaíso (Chile), Rosario (Argentina), Richmond (Estados Unidos) o Froome (Reino Unido), entre muchas otras. El dibujo se completa con cientos de iniciativas que, o están en la oposición, o preparan su candidatura. El derecho a la ciudad y el mantra de recuperar la ciudad pueden ser los rasgos más reconocibles del movimiento. Pero, ¿qué otras características comparten estas iniciativas? ¿Sirve el marco ‘municipalismo’ para candidaturas tan heterogéneas? ¿Es el municipalismo un nuevo campo político diferente de la izquierda clásica?

El municipalismo, a diferencia de la izquierda tradicional, abraza la política de lo concreto. Habla de problemas tangibles de la gente

Red de formas de hacer

Kate Shea Baird, de la dirección ejecutiva de Barcelona en Común, destaca que la red municipalista global es informal: “No tiene nombre ni miembros. Entendemos ‘red’ como una forma de trabajar de manera abierta, horizontal y flexible, por objetivos concretos”. El encuentro Ciudades sin miedo de Barcelona —Fearless Cities en inglés— sirvió como un espacio de encuentro de iniciativas que comparten ese código. Se transformó en una plataforma de reconocimiento mutuo, y en un catalizador de candidaturas que van brotando de los cuatro eventos Fearless Cities que tuvieron lugar durante 2018: en Nueva York, Varsovia, Bruselas y Valparaíso. “Desde el espacio local se puede enfrentar mejor la emoción que impulsa la política nacional y estatal en muchos países, el miedo, y construir alternativas. Su valor radica en la proximidad, no en lo urbano”, matiza Kate Shea.

Inicialmente, en el ADN municipalista estaba el formato de las candidaturas: de abajo arriba, mecanismos de primarias y de escucha barrial, financiación ética, gente común en las listas, programas cocinados en red… Tal vez por ello las formas de hacer colectivas, la gobernanza abierta y los dispositivos para la participación ciudadana están en el corazón de los gobiernos municipalistas. Jorge Sharp, alcalde de Valparaíso, subraya que la participación “es la puesta en práctica de una voluntad igualitaria, un compromiso democrático, una política de semejantes”. Saibe Girard, concejala de Gobernanza de Autrement pour Saillans (Francia), destaca esta
multiplicidad de métodos participativos: “Encuentros cara a cara o en la distancia —cuestionarios—, diferentes formatos —talleres en vídeo, paseos—... la alcaldía también escucha iniciativas espontáneas y peticiones”.

La participación ciudadana ha tenido bastante peso en los gobiernos de Madrid y Barcelona. El lanzamiento de la plataforma Decide Madrid, basada en software libre, propició el surgimiento de Decidim Barcelona —que aprovechó el código informático de Madrid— y de una red de ciudades federadas líquidamente a un código y unas formas de hacer.

La feminización de la política es otro de los ejes municipalistas que trastoca las formas de hacer. La transversalización de las políticas de género provoca mecanismos de colaboración y coloca la vida en el centro. En palabras de Laura Pérez, concejala de Barcelona en Comú, esta feminización de la política implica una mirada realista sobre las necesidades relacionales y comunitarias que tenemos: “El ideal del individuo fuerte e independiente solo es posible si negamos la existencia del trabajo de cuidados, que está siendo llevado a cabo mayoritariamente por mujeres”.

Mapa del municipalismo mundial

Desplegando un nuevo catálogo de formas, un lenguaje propio y un exuberante universo de narrativas, el municipalismo desborda a la izquierda clásica, sin renegar de sus valores. “Leer los asuntos de la izquierda tradicional a través de las lentes de lo local hace al municipalismo diferente y más cercano a las necesidades de la gente. Es un radical cambio de perspectiva”, afirma Federico Alagna, exteniente alcalde de Messina (Italia) por la formación Messina al Passo.

Por su parte, Rodrigo Ruiz, que trabaja para el gobierno de Alcaldía Ciudadana de Valparaíso, afirma que el municipalismo puede ser un nuevo campo político: “Es una articulación de esfuerzos con mucho en común, pero en el que las experiencias concretas y las trayectorias específicas adquieren un valor insustituible. No hay recetas. No hay manuales. No hay hegemonías establecidas desde pensamientos de superioridad”. El mini manifiesto del capítulo “Comunicación para el cambio municipalista” del libro Ciudades sin miedo reconoce que se pretende huir del lenguaje y referentes de tipo identitario: “El objetivo es interpelar a gente diversa, gente aún no politizada, sumar y llegar a ser mayoría”.

La política de lo concreto. El 2 de abril de 2015 un pato amarillo gigante apareció enfrente del Parlamento de Belgrado. Mientras los diputados votaban una ley para aprobar el proyecto Belgrade Waterfront —que privatizaba parte de la orilla del río Sava— los manifestantes zarandeaban al pato, palabra que en serbio también significa “estafa”. El pato se convirtió en un símbolo contra el proyecto. Y fue transformando una cuestión aislada —la especulación inmobiliaria— en un horizonte político y en una visión de ciudad. Provocó, a su vez, el nacimiento de la candidatura municipalista Ne Da(vi)mo Beograd. A pesar de que todavía no tienen representantes, Ne Da(vi)mo Beograd ha agitado radicalmente el sentido común de la gente. El neoliberalismo tiene una inesperada piedra en el zapato en Belgrado, que ilumina a otras ciudades del este europeo. “El símbolo del pato nos ayudó a catalizar el movimiento. Sintetiza y denuncia el proyecto Waterfront y ayuda a articular a la gente”, asegura Dobrica Veselinovic, uno de los fundadores de Ne Da(vi)mo Beograd.

Lo concreto

El municipalismo, a diferencia de la izquierda tradicional, abraza la política de lo concreto. Hablando de problemas tangibles de la gente, da esquinazo al paquete símbolico de la ideología izquierda, aunque se apoye en él. Kate Shea Baird define el municipalismo como “la política de las pequeñas victorias cotidianas que muestran que hay alternativa”. Victorias que suelen tener, a diferencia del campo progresista clásico, una aproximación comunitaria. Muchas de las medidas de los gobiernos municipalistas que gobiernan exploran nuevas fórmulas de relación de lo público con el común y la autoorganización de la sociedad.

Así, la remunicipalización de servicios ha sido uno de los ejes fuertes de los gobiernos municipalistas, a distintas escalas y con distinto alcance. La municipalización de Eléctrica de Cádiz o la recuperación de la gestión de la empresa funeraria y BiciMad en Madrid son solo algunos ejemplos. Por su parte, Valparaíso lanzó una red de farmacias populares que cooperativiza labores que antes se subcontrataban de forma precaria. Rosario apostó por los Proyectos Estratégicos de la Gestión del Común. También han nacido marcos jurídicos como la Ordenanza de Cooperación Público-Social de Madrid o el Programa Patrimonio Ciudadano de Uso y Gestión Comunitaria de Barcelona, que priman las formas de organización colectivas, orientadas al común. Capítulo aparte merecería la ordenanza Comunes Incipientes de Nápoles, a partir del caso de L’Asilo, un espacio ocupado que el Ayuntamiento ha reconocido como “bien común” de la ciudad.

Contra la ultraderecha. La red de encuentros Ciudades sin miedo es un punto de mutación para el municipalismo de principios de esta década. A parte de compartir un ADN organizativo, el derecho a la ciudad y el feminismo, tras el encuentro Ciudades sin miedo de Barcelona el municipalismo está proyectando un imaginario para plantar cara a la ultraderecha. Por ejemplo, el nuevo gobierno municipal de Ámsterdam, una coalición verdirroja tradicional, se declaró “ciudad sin miedo”. En Budapest, el candidato independiente Gergely Karacsony concurrirá a las elecciones de octubre con el partido Párbeszéd Magyarországért (Diálogo para Hungria), de inspiración municipalista. Con el apoyo de los movimientos sociales, Gergely aspira a convertir Budapest en un lugar de resistencia contra el presidente ultraderechista húngaro Viktor Orbán.

La red de ciudades que orbitan alrededor de Ciudades sin miedo continúa creciendo. Tienen potencial en países como Estados Unidos, Francia, Brasil, Polonia e Italia

Por su parte, tras el encuentro Fearless Cities North América de julio de 2018, varios colectivos de Nueva York están cocinando una candidatura municipalista para las elecciones de 2021 que plante cara a Donald Trump. “Es un programa político desarrollado de manera municipalista con candidatos independientes que se suscriben a la plataforma”, asegura Pablo Benson, vinculado a Occupy Wall Street y a Fearless Cities.

La red de ciudades que orbitan alrededor de Ciudades sin miedo continúa creciendo. Tienen potencial en países como Estados Unidos, Francia, Brasil, Polonia e Italia. Países donde “hay una crisis o bloqueo político a nivel estatal”, en palabras de Kate Shea Baird. Además, está radicalizando la agenda de United Cities and Local Goverments (UCLG), la mayor organización de ciudades del mundo, que consiguió introducir el “derecho a la ciudad” en la Nueva Agenda Urbana de la ONU. Pero, ¿será suficiente una red de ciudades? ¿Es necesario apostar por otras escalas políticas, como hizo Áurea Carolina en Brasil al dar el salto a la política federal? Kate Shea Baird apuesta por la extensión del municipalismo desde abajo y “a colaborar con nuestros aliados en otras escalas”. Rodrigo Ruiz prefiere “pensar en lo territorial como una realidad a escala y situada”.

¿Conseguirá la red global de Ciudades sin miedo plantar cara a la ultraderecha? Fátima Taleb, que fue concejala de Participación, Convivencia y Mediación del Ayuntamiento de Badalona por Badalona en Comú, cree que el municipalismo es el espacio idóneo para ello: “En la proximidad es donde se viven las experiencias de discriminación en las que se respira ese miedo al cambio. Pero también son los municipios los espacios desde donde nacen las alternativas, la verdadera convivencia, en diversidad”. 

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6/5/2019 1:24

el pp desaparecerá como la ucd

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3/5/2019 20:03

Interesante, pero dónde está la s CUPs? Es un ejemplo de municipalismo en nuestro estado ineludible

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3/5/2019 20:03

Interesante, pero dónde está la s CUPs? Es un ejemplo de municipalismo en nuestro estado ineludible

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Roberto
3/5/2019 13:02

A mí me gustaría incidir en la contradicción performativa del texto, es decir pensar en lo local para incidir en lo nacional o promocionar la democracia participativa para crear una sociedad de méritos. Finalmente no son las filosofías orientales las que más defienden la unidad de la conciencia las que cuando operan su teoría en la realidad se convierte en una sociedades de castas?

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#33789
3/5/2019 14:49

Viendo las desigualdades que han traido las "filosofías" occidentales y que han terminado arraigando en Oriente, nos acercamos a un colapso belicista.

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#33779
3/5/2019 11:26

Sin socialismo, es decir, sin propiedad común de los medios productivos, es imposible que el municipalismo tenga algún resultado en el largo plazo.

Municipios federados con democracia lo más directa y asamblearia posible, con propiedad municipal de la tierra, recursos naturales y otros bienes inmuebles, que se arrienden a las cooperativas de trabajo, crédito, consumo y vivienda, y con cuyos fondos se financien las nuevas iniciativas y proyectos.

Ese es el camino, pero ni los capitales ni los estados lo van a permitir. Solo con una revolución de sociedades conscientes y combativas se podría intentar algún día.

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#33835
4/5/2019 12:53

MUNICIPALISMO
A pesar de lo que se diga, los datos dicen que somos d los paises mas centralizados y hay que apotar por el federalismo histórico y la municipalidad como Alemania para gestionar bien los problemas de la ciudadania tan importantes como la vivienda etc :
A la derecha dice que le importa la crisis territorial de Cataluña pero la crisis territorial que han montado en la españa rural a base de cerrar escuelas y centros de salud no le importa https://twitter.com/cambo75602916
https://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2018/08/06/el-excesivo-poder-del-estado-central-dificulta-la-resolucion-del-problema-de-la-vivienda-y-el-transporte/
https://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2018/08/30/las-consecuencias-negativas-de-la-excesiva-centralizacion-del-estado-espanol/

https://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2018/09/10/la-gran-crisis-social-urbana-en-espana/
http://ctxt.es/es/20180912/Firmas/21661/fernando-broncano-manuel-carmena-municipalismo-estrategia.htm
https://www.eldiario.es/ultima-llamada/Politicas-municipalistas-transicion-energetica-democratica_6_869023101.html
A la derecha dice que le importa la crisis territorial de Cataluña pero la crisis territorial que han montado en la españa rural a base de cerrar escuelas y centros de salud no le importa. Abre el enlace y busca el tuit de ione belarra de Podemos https://twitter.com/cambo75602916
https://contrainformacion.es/hacia-una-reordenacion-sostenible-del-territorio/
https://contrainformacion.es/la-verdad-oculta-de-la-ley-de-estabilidad-presupuestaria/#comment-1457

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