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Museos
El Museo del Neoliberalismo: una ideología explicada a través de sus objetos
“La gente comienza a ver el neoliberalismo como algo natural, como si fuera sentido común, cuando en realidad es un conjunto de ideas diseñadas para beneficiar a la clase dominante”, sentencia el artista Darren Cullen nada más iniciar la conversación. Junto al historiador del arte Gavin Grinden, Cullen fue el creador del Museo del Neoliberalismo, un espacio único inaugurado en 2019 en el sur de Londres, que cerró sus puertas en septiembre, víctima de la misma ideología que denunciaba: sus instalaciones serán demolidas para dar paso a apartamentos de lujo.
El propósito del museo estaba estrechamente vinculado a esta afirmación: mostrar que el neoliberalismo, lejos de ser una realidad natural o un producto del sentido común, es un sistema de ideas impuestas que dan forma y afectan nuestra vida cotidiana de maneras concretas. “Es crucial hacerlo, porque los medios, al menos en el Reino Unido, no van a explicar estas cosas al público", destaca Cullen.
El origen del proyecto se remonta a 2015, cuando Cullen y Grindon coincidieron en Dismaland, el polémico y exitoso “parque de arte, diversiones y anarquismo de nivel básico” creado por Banksy en Weston-Super-Mare, una ciudad costera del suroeste de Inglaterra. En ese contexto, Cullen presentó Pocket Money Loans, una instalación que recreaba una oficina de préstamos rápidos dirigida a niños, ofreciendo adelantos de paga con intereses abusivos. Una muestra perfecta del humor negro que caracteriza su obra.
“Mi primera idea fue que debería intentar organizar un museo alternativo que contara la verdadera historia de Thatcher”, confiesa Darren Cullen
Apenas habían pasado dos años desde el fallecimiento de Margaret Thatcher —recibido con raves improvisadas en varios puntos del Reino Unido— y David Cameron mostraba su apoyo a la iniciativa de crear un Museo Thatcher a la imagen del Ronald Reagan Presidential Library and Museum, un anuncio que recibió críticas por parte de numerosas asociaciones, especialmente a la luz de los recortes sufridos por otras instituciones culturales. Este contexto inspiró a Cullen y Grindon a concebir la idea de un Museo Thatcher alternativo que ofreciera una visión más crítica de la vida de la ex primera ministra y su impacto en el mundo. “Mi primera idea fue que debería intentar organizar un museo alternativo que contara la verdadera historia de Thatcher”, confiesa Darren.
Aunque el proyecto inicial no llegó a materializarse, los artistas continuaron colaborando y sus conversaciones evolucionaron hacia la creación de un espacio que invitara a reflexionar sobre las consecuencias del sistema neoliberal en el que el Reino Unido —y el resto del mundo— se encontraba inmerso. En 2019, con Jeremy Corbyn liderando el Partido Laborista, surgió la oportunidad de construir una versión reducida del museo durante The World Transformed, un festival anual de cuatro días que combina política, música y arte, celebrado paralelamente a la Conferencia del Partido Laborista.
El éxito del festival y la exposición en 2019, alimentado por el clima de activismo impulsado por la campaña de Jeremy Corbyn, marcaron el inicio de algo más grande. Darren Cullen y Gavin Grindon, animados por la respuesta entusiasta del público, decidieron dar un paso adelante y establecer un espacio permanente para su proyecto en el estudio de Cullen, situado en el sur de Londres. “Al estar instalado en la parte delantera de mi estudio, los gastos eran mínimos”, explica Cullen. “Ya pagaba el alquiler del espacio y pasaba allí la mayor parte del tiempo, por lo que no necesitaba personal fijo. Los únicos costos adicionales eran cubrirme en mis días libres”.
El bajo presupuesto necesario para mantener el proyecto fue clave para su viabilidad. Una campaña de crowdfunding proporcionó los fondos iniciales para montar la exposición, mientras que la tienda de regalos del museo, donde se vendían piezas de arte creadas por Cullen, ayudó a financiar los costos operativos diarios. Había nacido el Museo del Neoliberalismo.
Ubicado en un centro comercial de Lewisham, al sur de Londres, el Museo del Neoliberalismo ocupaba un espacio modesto entre una lavandería y, de forma simbólica, una ONG que gestionaba un banco de alimentos
Ubicado en un centro comercial de Lewisham, al sur de Londres, el Museo del Neoliberalismo ocupaba un espacio modesto entre una lavandería y, de forma simbólica, una ONG que gestionaba un banco de alimentos. Una placa en la entrada resumía su misión: “Reflexionar sobre el neoliberalismo, examinar su impacto en nuestro mundo y explorar posibles alternativas”. En el cristal de la puerta, una pregunta irónica daba la bienvenida a los visitantes: “Siri, ¿qué es el neoliberalismo?”.
Dentro del museo, bajo letreros provocadores como “Trabajos de mierda” —un guiño a la influyente obra de David Graeber— y “Neoliberalismo: un aviso de la historia”, los visitantes eran invitados a una profunda reflexión crítica. La exposición, una ecléctica colección de objetos y materiales informativos, ofrecía un recorrido por la historia del neoliberalismo, desde sus raíces filosóficas hasta su impacto tangible en la vida cotidiana. Entre los protagonistas de esta corriente destacaban pensadores como Friedrich Hayek y Milton Friedman, arquitectos ideológicos de un sistema que ha transformado las estructuras económicas y sociales del mundo contemporaneo.
En este contexto, Cullen subraya la importancia de ofrecer claridad sobre un término que, a su juicio, ha sido tan ampliamente utilizado que a menudo genera confusión. “El término neoliberal se ha convertido en una etiqueta para describir muchos de los síntomas del capitalismo tardío, y eso puede desviar el foco”, explica. No obstante, insiste en que los principios fundamentales del neoliberalismo son inequívocos: privatización, desregulación, legislación antisindical, eliminación de derechos laborales, supresión de obstáculos al capital y la garantía de que las decisiones políticas se mantengan fuera del alcance democrático para evitar que los votantes puedan revertirlas. “Cuando comprendemos estos principios, tenemos una base sólida para identificar qué es el neoliberalismo y quiénes son los neoliberales”, concluye.
Darren Cullen es un coleccionista insaciable de objetos, y a través de una ecléctica selección de piezas, documentos y obras de arte —algunas cargadas de humor y otras más contundentes, como la sección dedicada al incendio de la Torre Grenfell, que dejó 72 muertos y se convirtió en un símbolo del abandono institucional y de las trágicas consecuencias de priorizar los costos sobre la seguridad—, el museo buscaba explicar cómo el neoliberalismo ha permeado todos los aspectos de nuestra sociedad.
“Creo que la sección de la pared de la Torre Grenfell es la más impactante de todas”, afirma Cullen. “Muestra el revestimiento y el aislante inflamable añadidos al exterior del edificio y, en el interior, el papel pintado y la decoración de la habitación de un niño”. Esta representación gráfica, explica, tiene como objetivo conectar las políticas abstractas con sus consecuencias humanas. “Hablamos de conceptos como la desregulación y la privatización, que a menudo parecen distantes. Pero este diagrama físico ilustra de forma contundente cómo estas decisiones impactan directamente en la vida de las personas”.
Tras cinco años abierto, el museo ha cerrado sus puertas sucumbiendo ante la misma presión inmobiliaria que denunciaba en su interior. A pesar del abrupto cierre, Cullen considera que el balance del proyecto ha sido mayoritariamente positivo. “Ha sido más exitoso de lo que imaginamos para un espacio tan pequeño. Y la reacción ha sido fantástica”, comenta.
El cierre del museo para dar paso a la construcción de apartamentos de lujo lleva inevitablemente la conversación hacia la problemática de la vivienda. Al abordar la política habitacional en Londres, Darren Cullen no se anda con rodeos: “La vivienda en Londres, como en gran parte del Reino Unido, es un ejemplo catastrófico de lo que el neoliberalismo hace con todo lo que toca. En los años 80, bajo Thatcher, se produjo una masiva venta de vivienda social, y gran parte de ese stock se convirtió en propiedades privadas de alquiler. Esto alimentó el auge de los propietarios que adquirieron viviendas gracias a hipotecas ofrecidas por los bancos, reduciendo aún más el acceso a la vivienda”.
El resultado, según Cullen, ha sido devastador: “Los alquileres y los precios de las viviendas han subido a niveles insostenibles, mientras los gobiernos se preocupan más por mantener esta burbuja que por devolver los precios a la realidad”. Describe este escenario como “un desastre a cámara lenta” que se repite en otros países donde el neoliberalismo se ha arraigado, mencionando a Irlanda como un caso similar. Cullen también alerta sobre la creciente práctica del land banking, en la que inversores extranjeros compran propiedades para especular, manteniéndolas vacías mientras esperan un aumento en su valor. “El mercado inmobiliario parece diseñado para todo menos para proporcionar hogares donde la gente pueda vivir”, sentencia.
La conversación se desarrolla poco después de que Keir Starmer asumiera el gobierno, y Darren Cullen no oculta su desilusión al hablar del nuevo panorama político: “Estoy deprimido por el nuevo gobierno del Reino Unido porque tuvimos una oportunidad real en 2017 y 2019, cuando Jeremy Corbyn lideró el Partido Laborista, para sorpresa y horror del establishment neoliberal. Corbyn quería revertir algunos de los horrores del neoliberalismo y comenzar a sacarnos de este desastre. Pero todo el establishment liberal y conservador, junto con los medios, se alinearon para impedirlo, destruyéndolo políticamente y expulsándolo del partido”.
Cullen no escatima en su crítica: “Ahora tenemos un Partido Laborista neoliberal que ha sido reconquistado y que prioriza las necesidades de los jefes por encima de las de los trabajadores. Así que volvemos al mismo ciclo, mientras nos precipitamos hacia el abismo del colapso climático y el ascenso del fascismo”, lamenta.
Hablando de fascismo, le menciono que la reciente victoria de Trump no parece augurar un futuro prometedor. Darren es contundente: “El ascenso del fascismo y de líderes como Trump, a nivel global, es en gran medida una respuesta a la enorme desigualdad económica y al colapso de los servicios públicos e infraestructura, problemas directamente originados por las políticas neoliberales”.
Para Darren, el problema radica en que los partidos políticos neoliberales “son incapaces de ofrecer soluciones a los propios problemas que ellos mismos han generado. Todo lo que pueden hacer es seguir implementando más neoliberalismo”. El diagnóstico es claro: “Cuando la izquierda es excluida de la política y la extrema derecha es mimada por los medios y las autoridades, se crea el caldo de cultivo ideal para el crecimiento de los movimientos fascistas”. Finalmente, subraya con preocupación que “los multimillonarios y las grandes corporaciones no tienen de qué preocuparse, porque siempre ganan, ya sea bajo el neoliberalismo o el fascismo. Pero para el resto de nosotros, la situación solo puede empeorar”.
Desde que el museo cerró sus puertas el 15 de septiembre, permanece almacenado a la espera de encontrar un nuevo hogar temporal. Dado el alcance global del neoliberalismo, le pregunto si ha considerado convertir la exposición en un proyecto itinerante. Darren responde con cautela: “Estamos abiertos a propuestas para llevar el museo a otras ciudades o países, aunque dado que la exposición está tan centrada en las políticas del Reino Unido, sería necesario un gran esfuerzo de investigación y adaptación. Sin embargo, muchas de las similitudes globales serán evidentes en cualquier lugar donde se muestre”.
El principal obstáculo para llevar el museo de gira, según explica, radica en la gran cantidad de trabajo que implica montar una exposición de este tipo. “Construir una exposición como esta, con paredes y demás detalles, para que se vea como un museo real, requiere mucho esfuerzo. Por eso, realmente estamos buscando un espacio semipermanente para abrir el museo y expandirlo”.
El museo era conocido por su extensa colección de objetos, aunque todo ello estaba concentrado en un espacio reducido y abigarrado. Le pregunto a Darren Cullen qué haría si tuviera acceso a un espacio más grande. “Hubo mucho que tuvimos que dejar fuera, porque el tema es extremadamente amplio y nuestros recursos y espacio eran limitados”, responde. “Pero si tuviéramos más espacio, me gustaría incluir una sección sobre la mercantilización. Aquí se mostraría cómo los servicios públicos, que no pueden ser privatizados de inmediato, como las escuelas públicas y el NHS, se ven obligados a competir en este extraño ‘mercado’ ficticio para obtener fondos del gobierno. Eso refleja la obsesión ideológica de los neoliberales con el mercado, creen literalmente que puede resolver cualquier problema”.
Darren continúa, señalando otro tema de interés: “También me gustaría incluir cómo la desregulación de la publicidad infantil en los años 80 llevó a la explosión del consumo infantil, con marcas como Transformers, Barbie, He-Man y GI-Joe, que por primera vez pudieron hacer anuncios tan largos como los programas de televisión, presentados como entretenimiento en lugar de simple marketing. Es algo tan común hoy en día que apenas lo notamos”.
Sobre otros posibles temas, destaca: “Me gustaría tener una sección sobre la guerra de Iraq, y cómo el neoliberalismo se impuso allí por la fuerza. También sobre cómo el neoliberalismo reacciona ante los desafíos democráticos a su autoridad, como vimos con los medios y los políticos del establecimiento uniéndose para destruir y aislar a Jeremy Corbyn en el Reino Unido y Bernie Sanders en Estados Unidos, ambos movimientos políticos de base contra la austeridad y el neoliberalismo. Y, por supuesto, necesitaríamos una sección sobre el comercio de carbono —un sistema que permite a las empresas comprar y vender permisos de emisión de CO₂— y la respuesta del neoliberalismo a la crisis climática, que en esencia dice que solo vale la pena salvar el planeta si alguien puede hacer dinero con ello”.
Encontrar un local amplio en Londres no es tarea fácil, pero Darren no se detiene. Mientras busca un nuevo espacio para el museo, continúa trabajando en otros proyectos. “Sigo con la gira de mi Hell Bus, una instalación satírica sobre el greenwashing de Shell y otras petroleras. También estoy involucrado en iniciativas relacionadas con el genocidio en Palestina y el imperio estadounidense. Pero, sobre todo, me concentro en apoyar a los trabajadores y activistas que resisten la pesadilla apocalíptica del imperialismo que llamamos economía global”, concluye.
Con su historial de protestas, parece poco probable que Cullen consiga el apoyo de grandes empresas para financiar la reapertura del museo. Sin embargo, se muestra optimista y confía en encontrar alternativas para mantener vivo este espacio crítico. Para cuestionar el neoliberalismo es esencial desmontar su apariencia de “orden natural” y recordar que, como afirma el artista, el “neoliberalismo es esencialmente solidaridad de clase y organización de clase por parte de los ricos”, algo que el Museo del Neoliberalismo lograba a la perfección.