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Una amalgama musical traída al cine de José Antonio de la Loma con brisa de Bajo Guadalquivir, un quejío navajero que anuncia nuevos tiempos no muy alejados de los que soñó en su día Jesús de la Rosa, psicodelia que florece entre azahar y nocturnidad hasta alcanzar la cumbre de la redención.
De la sigla DMBK surge Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, la sucesión de cuatro palabras que dan nombre a este peculiar sexteto hispalense integrado por Bacca, Gringo, Dandy Piranha, Soni, Máscara y El Papi ‘aka’ Pachuli. ¡Cuidado! No estamos ante el reparto de una película de serie B, se trata de un proyecto que encuentra su germen hace cinco años en el festival onubense Anfirock de la mano de algunos de sus actuales componentes y que, tras un barbecho de tres años, deciden retomar en 2017.
A comienzos de este año publicaron su primer disco, “Derby Motoreta’s Burrito Kachimba” (El Segell/Universal), y actualmente se encuentran inmersos en su gira de presentación, a través de la cual están repartiendo generosas raciones de buenrollaso. Y aunque parezca artificio del mismísimo Tristan Tzara, la alineación de estos cuatro elementos “surge de forma muy natural y con muchas horas de trabajo hasta llegar a destilar nuestra seña de identidad: la kinkidelia”, explican.
Para sus ideólogos, la kinkidelia se acerca a ese “ticket para viajar de los Beatles” que, sin dejar de ser una broma que se les ha ido de las manos, también responde a “un poema dadaísta, a una filosofía o un estilo de vida”. Las melodías de los Derby evocan paisajes utópicos y callejones sin salida, una piriñaca de musicalidad que le canta en esencia “a la vida, a la libertad y al amor con altas dosis de fantasía y belleza”.
Enmarcados en “la fantasía transoccidental-arábica”, y aunque para muchos oídos su música retrotraiga a la lisergia de aquella ciudad del arco iris que fue Sevilla a finales de los 60 y principios de los 70 con Smash o Gong, DMBK no consideran que hagan progresivo andaluz, se encuentran más cómodos cocinando su propio potaje con los ingredientes que tienen.
Sus conciertos son “seis notas sudando mucho y apretando los dientes con intención de volarte la cabeza mientras te sacamos la navajilla recién afiláh”
A lo largo del disco destacan temas como “Somnium Igni -Pt.1”, prima hermana del “Shine On You Crazy Diamond” de los Pink Floyd, que bien podría presentarse como la reminiscencia de Triana más precisa desde que desapareciese el trío sevillano, al que la banda guarda un sentimiento “de amor y respeto infinitos”, o “The New Gizz”, una canción que flirtea con los sonidos de la escena psicodélica australiana entreverada con la jondura de Dandy Piranha.
Este maridaje entre Mérida y el Bajo Guadalquivir, ligado con el amor por lo que hacen y con secretos que difícilmente se desvelarán, como la verdadera identidad de Víctor Von Máscara o los rumores de si el vocalista de la banda es hijo ilegítimo del Pirri, se materializa con unos directos que ellos mismos describen como “una mezcla entre misa pagana, fiesta de cumpleaños y día del fin del mundo”. O bien, para las cabezas menos volátiles, “seis notas sudando mucho y apretando los dientes con intención de volarte la cabeza mientras te sacamos la navajilla recién afiláh”.
“La acogida del público está siendo sensacional y muy similar en todos los lugares donde tocamos, terminamos dándonos abrazos y besos con la gente”, comenta la banda, sin evitar emocionarse al recordar a la gente corear sus letras en los conciertos: “El subidón es alucinante, eso nos pone los pelos de punta”. Y, a pesar de que sus cadencias estén trascendiendo las lindes establecidas con marcado acento andaluz y guiños al folclore meridional, reafirman no sentirse embajadores de nada más allá de su música, pues “no tratamos de reivindicar nada ni de ser portadores de ninguna tradición, solo de hacer lo nuestro y disfrutar del camino”.
Sin alejarnos del alegato sureño suscitado por canciones como “Grecas” o “El salto del gitano”, que a su vez conducen a parajes orientales u oníricos en cuestión de segundos, los Derby presentan su manera de entender las influencias como una simbiosis artística. “Las artes se nutren las unas de las otras sin entender de territorios, razas o sexo, eso es lo genial del arte”, una reflexión en aras de la libertad de creación que pone luz al controvertido tema del apropiacionismo cultural, donde este ecléctico grupo se muestra tajante: “Si empezamos a poner muros también en el arte, no nos quedará nada con lo que jugar”.
Sevilla arde
El sur peninsular ha sido históricamente cuna de grandes revoluciones artísticas que han sabido casar las más diversas influencias con fecundos resultados perpetuados en el tiempo. En este sentido, la banda se refiere a Andalucía como “un jardín con muy buenos frutos”, poniendo acento en la buena salud de la que goza la música de este terreno, con especial énfasis en Sevilla, un enclave que para ellos “está ardiendo en cuanto a creatividad y calidad” con un valor diferencial que se encuentra en plena expansión.
Sin duda, este páramo intergaláctico, con segundo disco como albor en el horizonte, se presenta imparable con sus seis intrépidos llaneros ávidos por “repartir kinkindelia allá por donde nos dejen” y hacer de su fantasy show una atávica ceremonia como la del romero, romero, santo romero, que salga lo malo y entre lo bueno.