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Música
Manu Delago, desafío vertical
La historia de Parasol Peak, lo nuevo del músico austriaco Manu Delago, merece la pena ser contada. Hablamos de un trabajo inusual, gestado de forma insospechada y contra todo pronóstico.
La reputación de este percusionista y compositor en el ámbito pop de avanzada es incuestionable. Todavía muy joven, nació en Innsbruck en 1984, ha articulado una frondosa obra como líder. Y artistas tan exigentes como Anoushka Shankar, Björk, Ólafur Arnalds o The Cinematic Orchestra le han incorporado a su equipo, confiando en unas dotes creativas difíciles de rebatir.
Maestro del hang, peculiar instrumento de sonoridad arcana fruto de la tecnología contemporánea, Delago publicó a primeros de septiembre un nuevo disco, Parasol Peak. Distribuido en España por Popstock!, pone banda sonora a la película homónima que documenta la grabación del mismo. Pero no se trata de un “así se hizo” ni de un videoclip extendido hasta el largometraje.
El álbum fue grabado en los Alpes por un grupo de músicos-expedicionarios capitaneados por Delago. Portearon tanto instrumentos —percusiones, trombón, chelo, trompeta, acordeón, flautas— como equipo de registro desde el valle hasta la cima, levantando acta sonora en distintas localizaciones de un recorrido que se intuye apasionante. Una aventura creativa capaz de trazar divisoria en el recorrido vital de sus artífices.
Naciste y te criaste en el Tirol. ¿Cómo era tu relación con los Alpes cuando eras crío?
Cuando creces en las montañas, simplemente están ahí, son la cosa más normal del mundo. Al principio no les tenía mucho cariño, a decir verdad, y odiaba salir de excursión cuando era pequeñito. Pero alrededor de los 11 años me empezó a gustar la idea de conquistar una cima y empecé a salir a patear bastante menudo. Cuando cumplí 23, me mudé a Londres, y en ese momento es cuando empecé a apreciarlo de verdad. Cuanto más tiempo vivía en Londres, más de menos echaba las montañas. Ahora, cada año regreso durante bastantes semanas para pasar tiempo de calidad en los Alpes.
¿Dirías que Parasol Peak es un regreso a tus orígenes, de alguna manera?
Sí, definitivamente se trata de una vuelta a las raíces, en realidad en dos sentidos. Por supuesto geográficamente regresé a los Alpes para grabar allí, pero también musicalmente es un paso atrás hacia los viejos tiempos. En mi vida cotidiana de músico utilizo un montón de sonidos electrónicos, pero en Parasol Peak recurrimos a los 100% natural y acústico. Pero incluso siendo como en los viejos tiempos, sigo creyendo y esperando que es un proyecto más general. Parasol Peak es algo de verdad contemporáneo y único.
¿Cómo empezaste a tocar el hang y qué te atrajo de este instrumento?
Al principio simplemente me gustaba cómo sonaba y su versatilidad, pero más tarde también descubrí que podía entrar en un montón de nuevos caminos al ser un instrumento tan joven. Eso me obligó a componer un montón de música para él y ha sido un viaje muy interesante desde entonces.
El hang no es un instrumento convencional. ¿Cuáles son los mayores desafíos y dificultades que plantea si te propones dominarlo?
Cuando empecé a tocar, no había muchos otros haciéndolo. Tampoco había vídeos en la red así que todos los músicos empezamos a hacer lo nuestro. Ahora hay más intercambio y más y más festivales tienen lugar y allí los músicos y constructores de instrumentos intercambian conocimientos y formas de pensar. En realidad no sé cuando uno llega a dominar un instrumento. Todavía estoy tratando de aprender, crecer y mejorar.
En el ámbito del hang, en cualquier caso, hay más ejemplos como tú. Artistas que han conseguido integrar el hang en un contexto sónico popular, alcanzando incluso al gran público. ¿Cuál es la clave para conseguirlo?
Antes necesitabas un sello discográfico y una agencia de prensa que tirase de ti, pero ahora con las redes sociales cualquier cosa es posible. Cualquier vídeo puede convertirse en viral y de repente logras conectar con un montón de gente. Por supuesto, ayuda el que aquello que hagas sea único y diferente a lo de los demás. Mi objetivo no es tanto llegar a cuanta más gente sea posible como ser creativo y hacer cosas que todavía no se han hecho.
¿Cuándo empieza a imponerse la idea de grabar un álbum en alta montaña y qué motivos hay detrás?
Hace dos años grabé un vídeo llamado “Freeze”, que fue mi primer vídeo montañero propiamente dicho. Funcionó muy bien y el director Johannes Aitzetmüller y yo mismo tuvimos la idea de hacer algo más grande. Quería estar muy conectado con la naturaleza y lo humano, así que invité a otros seis “mounsicians” y decidimos hacer la música completamente acústica. También queríamos que fuera un desafío, una verdadera expedición alpina de sonido.
Lo que escuchamos en el álbum, ¿es el resultado de un largo trabajo previo, es improvisación, es una combinación de ambos?
Es una composición nueva de ocho piezas que escribí específicamente para las ocho localizaciones de Parasol Peak. Todas las piezas tienen un carácter diferente e incorporan diferentes elementos de la naturaleza: agua, viento, árboles, rocas…
Cuéntanos qué tipo de entrenamiento hicisteis, en el plano físico y psicológico, antes de subir. Cuánto tiempo estuvisteis arriba, qué ruta seguisteis y qué dificultades tuvisteis que afrontar.
Escogí a siete músicos que son muy buenos instrumentistas y que encajaban, físicamente hablando. Ensayamos con tiempo y ahí nos aseguramos de que conocíamos muy bien la música y también tratamos de simular las distancias de la montaña, pero es imposible anticipar las situaciones que depara la montaña, especialmente la temperatura. Hacía mucho frío, entre cero y cinco grados, lo cual hace increíblemente duro tocar, especialmente después de caminar durante muchas horas. Caminamos y grabamos durante cinco días, apenas dormíamos, así que fue muy extenuante. Tuvimos que mantener la motivación entre nosotros hasta hacer cima y también para seguir tocando buena música.
Cada canción nos sitúa en un lugar distinto de la cordillera. Seguimos vuestros pasos desde el bosque, subiendo hacia las crestas, cruzamos arroyos y luego podemos ver los glaciares, para regresar al campo base. ¿La montaña, lo que veíais y pisabais y respirabais, era un influjo en el momento de grabar?
Visité todos los lugares con antelación y escribí la música de acuerdo a cada lugar. Así que, sí, los lugares son una inspiración definitiva y su sonido también está presente en la grabación. Cada localización también proporcionó diferentes acotaciones en la forma en que compuse la música. A veces no podíamos escucharnos entre nosotros, y otras veces tampoco podíamos vernos. Pero esto es lo que hizo que compusiera de una forma distinta, que era exactamente lo que quería.
Además de vuestros instrumentos, utilizasteis lo que os rodeaba y lo incorporasteis a la grabación. ¿Cuál era el objetivo?
Teníamos que llevar nuestros instrumentos, así que utilizar fuentes de sonido naturales nos ayudó a portear menos equipo. Y tratándose de un proyecto natural, quería que la naturaleza fuera una parte importante en la música. He utilizado instrumentos no musicales en mi obra anterior y me parecía obvio tocar sobre las rocas, los árboles o el agua. También utilizamos materiales de escalada como piolets, bastones, cascos, mosquetones…
¿Qué has aprendido de esta experiencia, en el ámbito musical?
No tenía mucha experiencia tocando en la naturaleza, así que comprendí mejor el concepto de sonido y la falta de muros y de reflexiones sonoras. Es un desafío tocar en espacios abiertos, pero la grabación suena alucinante. También disfruté de verdad tocar junto a un grupo de siete músicos y hacerlo todo en directo. Es un proceso muy real y honesto, bastante distinto al de la mayoría de producciones de estudio hoy día.
¿Y qué aprendiste sobre ti mismo, sobre las montañas y sobre el trabajo en equipo?
Es sabido que puedes conseguir algo grande si das miles de pasos pequeños. Pero si tienes un equipo de 15 personas, todas trabajando juntas, y todas dando miles de pasos, puedes lograr algo realmente gigantesco. Estoy muy orgulloso de todos los que se han implicado y por cómo han peleado por el proyecto hasta el final. Ha sido una experiencia de vinculación muy fuerte y tengo una conexión muy grande cada vez que me encuentro ahora con alguien implicado en Parasol Peak.
¿Dirías que eres un músico distinto después de hacer este trabajo?
Caminar en dirección hacia un gran logro y acumular tantas experiencias en el camino te hace más sabio. Y, una vez terminado, soy definitivamente más feliz que antes.